¿Has dicho alguna vez “hasta cuándo”?
Si estás pasando por alguna situación difícil ahora, como la edad avanzada, una enfermedad grave o algún otro problema, es comprensible que te hayas hecho esa pregunta.
O quizás te estás encargando de cuidar y animar a un miembro de tu familia o a un hermano de la congregación que lo está pasando realmente mal en estos momentos.
Y a lo mejor tú te haces la misma pregunta: “¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo tendremos que seguir aguantando esta situación?”.
Otros siervos fieles de Jehová se han preguntado lo mismo.
Por ejemplo, en Salmo 13:1, 2, el rey David también se preguntó “hasta cuándo”.
Hizo esa pregunta cuatro veces seguidas.
Quizás lo recuerdes: “¿Hasta cuándo, oh, Jehová, me dejarás en el olvido?
¿Para siempre?
¿Hasta cuándo me darás la espalda?
¿Hasta cuándo tendré ansiedad y preocupaciones, tristeza en mi corazón día tras día?
¿Hasta cuándo estará mi enemigo por encima de mí?”.
David era un ser humano, una persona real con problemas reales y sentimientos reales.
Habacuc fue otra persona real como nosotros, que también se hacía preguntas.
Y, de hecho, él se preguntó eso mismo: “¿Hasta cuándo?”.
Lo que le respondió Jehová a Habacuc puede ayudarnos a ser pacientes y a esperar solo un poquito más de tiempo hasta que Jehová acabe con nuestros problemas.
Leamos juntos, por favor, Habacuc 1:2, 3.
Y fijémonos en las seis preguntas que aparecen ahí.
Están llenas de sentimiento.
Leamos Habacuc 1:2, 3: “Oh, Jehová, ¿hasta cuándo tengo que gritar por ayuda para que tú oigas?
¿Hasta cuándo tengo que pedir que me libres de la violencia para que hagas algo?
¿Por qué me haces ver tantas cosas malas?
¿Por qué toleras la opresión?
¿Por qué hay destrucción y violencia delante de mí?
¿Y por qué hay tantas peleas y conflictos?”.
¿Creen que eran buenas preguntas?
Claro que sí.
Habacuc vivió en una época muy difícil, como nosotros.
Había violencia, opresión e injusticia por todas partes.
Habacuc estaba muy angustiado por todas las cosas que estaban pasando a su alrededor, por todo lo que veía.
Es lógico que él quisiera saber cuánto tiempo faltaba para que Jehová cumpliera la promesa que ya había hecho antes de juzgar a toda aquella gente malvada.
Pero las respuestas que Jehová le dio a este fiel profeta, a Habacuc, pueden fortalecer mucho nuestra confianza en Jehová.
Y la verdad es que no tenía por qué responderle.
Pero fijémonos en lo que le dijo.
Habacuc 2:3.
Leamos lo que le respondió Jehová: “Porque todavía falta para que llegue el tiempo fijado de la visión, y esta avanza rápidamente hacia su final, y no fallará.
Aunque se retrasara, ¡mantente a la expectativa!
Se cumplirá sin ninguna duda.
¡No llegará tarde!”.
Qué palabras tan animadoras le dijo Jehová, ¿verdad que sí?
Si las analizamos, vemos que lo primero que Jehová hace es asegurarle a Habacuc que iba a juzgar a los malvados muy pronto.
Jehová no había cambiado su propósito, lo iba a cumplir.
Además, le dijo que tenía un día “fijado” para llevar a cabo ese juicio.
Es como si Jehová le dijera a Habacuc: “Habacuc, tengo el día de juicio marcado en mi calendario”.
Y Jehová dijo algo más.
Dijo que el juicio avanzaba “rápidamente hacia su final”, hacia su cumplimiento, y que no fallaría.
Pensar y meditar en las palabras que le dijo Jehová ayudaría a Habacuc a seguir siendo paciente y a no caer en la desesperación.
Además, en vez de criticar a Habacuc por hacer esas preguntas tan sinceras, tan directas, Jehová lo animó diciéndole: “¡Mantente a la expectativa!”.
Espéralo con ganas.
“¡No llegará tarde!”.
Pero, claro, una cosa es escuchar palabras de ánimo y otra muy distinta es aceptarlas de verdad, dejar que esas palabras tengan un efecto en nosotros y que realmente nos animen.
¿Dejó Habacuc que las palabras de Jehová tuvieran un efecto en él y que lo animaran de verdad?
Bueno, si nos fijamos en el capítulo 2, versículo 1, nos daremos cuenta de que hablar con Jehová ayudó a Habacuc a sentirse mucho más tranquilo.
Se decidió a seguir esperando con paciencia y a seguir confiando en Jehová.
Después, en el capítulo 3, versículo 16, Habacuc reafirmó su decisión al decir claramente que esperaría “con calma” el día de Jehová.
¿Qué podemos aprender nosotros de todo esto?
Bueno, nosotros también vivimos en un tiempo en el que Jehová ha elegido o fijado un día para ejecutar su juicio.
Por lo que dijo Jesús, el Padre ya sabía hace casi 2.000 años, cuándo llegaría el fin.
Según Mateo 24:36, ¿qué es lo que había fijado ya Jehová?
Un día y una hora.
Eso quiere decir que el día que esperamos con tantas ganas ya está anotado en el calendario de Jehová.
Y él lo eligió hace mucho.
Llegará a tiempo, en el momento correcto, en el momento que Jehová sabe que es el más adecuado.
¿Y verdad que eso es lo que esperaríamos de nuestro mejor amigo, Jehová, el Dios de amor, el Señor del Tiempo, el “Rey de la eternidad”?
Meditar en que Jehová ya tiene el día y la hora fijados nos da fuerzas para seguir esperando con paciencia hasta que llegue ese momento.
¿Y si sentimos que se está retrasando?
Es interesante que en Habacuc 2:3 es el propio Jehová el que le saca este tema al profeta.
Fue Jehová mismo el que dijo: “Aunque se retrasara, ¡mantente a la expectativa!”.
Pero ¿cómo podría el fin retrasarse y a la vez llegar a tiempo?
Bueno, pensemos en cómo estaban las cosas en el tiempo de Habacuc.
Ya habían pasado unos 100 años desde que Isaías había predicho que Jehová usaría a Babilonia para ejecutar su juicio.
Entonces, pongámonos en el lugar de Habacuc.
¿Cómo nos habríamos sentido?
Desde nuestro punto de vista y por vivir en un tiempo muy difícil, podríamos haber pensado que el día de Jehová se estaba retrasando.
Y, si eso le pasó a Habacuc, seguro que las palabras de Jehová lo animaron mucho.
Como ya dijimos, Jehová no criticó a Habacuc por preguntarle “hasta cuándo” dos veces y “por qué” cuatro veces.
No. Jehová tomó en cuenta que su amigo estaba sufriendo y angustiado, y por eso lo tranquilizó.
¿Y recuerdan qué pasó 20 años después?
Las palabras de Jehová se cumplieron: Jerusalén fue destruida en el año 607 antes de nuestra era.
Entonces, ¿llegó tarde el juicio de Jehová?
Para nada.
Esa demora, esa tardanza, solamente existía en la mente de Habacuc.
Era lo que él sentía.
Por supuesto, hoy nosotros podemos mirar atrás y ver toda la historia.
Podemos ver el cuadro completo, algo que no podía hacer el profeta Habacuc en su tiempo.
¿Y qué sabemos ahora del día de juicio del año 607 antes de nuestra era?
Igual que una pieza que encaja perfecto en un rompecabezas lleno de detalles, la destrucción de Jerusalén llegó justo a tiempo, en el momento perfecto, porque fue una fecha clave en el cumplimiento de otras profecías bíblicas, profecías que tienen que ver con nuestros días, con los últimos días.
Así que, aunque Habacuc quizás pensó que el día se estaba tardando, Jehová sabía que no era así.
Entonces, ¿cuál es la idea animadora que queremos recordar hoy?
Todo lo relacionado con el gran propósito de Jehová siempre ha estado y siempre estará bajo su control porque Jehová es el Señor del Tiempo.
En resumen, la adoración matutina de esta mañana nos ha recordado que podemos aprender lecciones muy valiosas de la historia de Habacuc.
Una, que a Jehová le importa muchísimo el sufrimiento y la angustia que pasan sus siervos.
¿Estás angustiado por algún problema o estás ayudando a alguien que lo está pasando mal?
No tengas miedo de seguir derramando tu corazón delante de Jehová y ayuda a otros a que hagan lo mismo, incluso muchas veces si hace falta.
Imita a Habacuc y espera con paciencia las respuestas, la fuerza y el ánimo que Jehová te dará.
Y también recuerda esto sobre la salvación que Jehová ha prometido: la salvación que él le dará a su pueblo no es una solución temporal.
No será como poner una venda sobre una herida.
Su solución acabará por completo con todos los sufrimientos que estemos pasando.
Una vez que desaparezcan, ya nunca volverán.
¿Verdad que nos anima mucho saber que hoy estamos un día más cerca de la fecha que ya está marcada en el calendario de Jehová?
El juicio que Jehová traerá por medio de su Reino no llegará tarde.