¿Qué importancia tiene para nosotros la carta que Pablo escribió bajo inspiración a los filipenses?
Es una carta que desprende amor y que, además, nos ayuda a sentir y demostrar la alegría que viene de Jehová.
La verdad es que demostrar esa alegría es bastante complicado en el mundo en el que vivimos.
En este momento, quizás tú, tu familia o alguien que conozcas se enfrenta a un auténtico problema.
Pero piensa un momento en quién escribió esta carta en la que se nos dice que tenemos que alegrarnos siempre y en qué circunstancias estaba.
Fue el apóstol Pablo.
¿Y sabes dónde estaba cuando escribió esta carta?
Pues no en un lugar cómodo.
Todo indica que estaba preso en Roma.
Aun así, la actitud positiva que se ve en sus palabras nos enseña que la alegría no depende de las circunstancias.
Pero sabemos que sí requiere esfuerzo de nuestra parte.
¿Por qué?
Pensemos en esto.
La alegría, ese sentimiento agradable que tenemos cuando recibimos algo bueno o cuando sabemos que vamos a recibir algo bueno, es fruto del espíritu santo.
Y, claro, para obtener espíritu santo tenemos que pedírselo constantemente a Jehová.
Además, no dudemos de que él nos lo va a dar si se lo pedimos con constancia, porque Jesús nos aseguró que Jehová es como un padre cariñoso que les da con generosidad espíritu santo a quienes se lo piden.
Pero, aparte de orar constantemente, ¿qué más podemos hacer?
Como hizo el apóstol Pablo, aunque estemos pasando por circunstancias muy difíciles, tenemos que centrarnos en lo positivo —las bendiciones— y hablar de ellas con los hermanos y hermanas de la congregación.
Hagamos eso ahora.
Por un momento, dejemos a un lado las preocupaciones, los problemas que todos tenemos, y concentrémonos en tres bendiciones que Jehová le ha dado a su pueblo.
La primera bendición la encontramos en Proverbios 4:18.
Por favor, busquen en sus biblias Proverbios 4:18.
Aquí contrasta el sendero de los malvados con la senda de los justos y dice que “la senda de los justos [tu senda, nuestra senda] es como la luz brillante de la mañana, que brilla cada vez más hasta que es pleno día”.
Estas palabras nos muestran que Jehová nos ha dado luz o iluminación espiritual.
Y esto contrasta con el mundo de Satanás, que está en una profunda oscuridad espiritual.
Vamos a pensar en algunas cosas que sabemos y comprendemos gracias a la luz que nos da nuestro Dios, Jehová.
Sabemos cosas de las que el mundo no tiene ni idea.
Sabemos que Jehová es nuestro Dios, el Dios que “hace que llegue a ser” y que hace que tú y yo seamos lo que sea necesario para cumplir su propósito y que seamos felices.
Sabemos sobre Jesús, sobre los ángeles, que el Reino se estableció en 1914 y que es un gobierno real.
Conocemos la verdad sobre estos asuntos; no son un misterio.
Sabemos que lo más importante no son los titulares que aparecen en los periódicos.
El asunto más importante es quién merece ser el soberano universal y a quién apoyamos nosotros, si a Jehová o a Satanás.
Gracias a que nos mantenemos cerca de Jehová y cerca de su organización, recibimos cada vez más y más luz espiritual y, gracias a esa luz, sabemos por qué sufrimos, por qué morimos y tenemos claro que todo esto pronto será cosa del pasado.
También tenemos claro que habrá una resurrección.
Así que, no importa lo que nos ocurra a nosotros o nuestros seres queridos en este sistema, Jehová puede reparar muy fácilmente todo el daño que suframos y, no solo porque quiere, también porque puede.
Por supuesto hay muchas cosas que todavía no sabemos acerca del futuro o de qué planes tiene Jehová para cada uno de nosotros en particular.
No sabemos la fecha exacta en la que vendrá el fin de este mundo malvado.
Pero sabemos que viviremos para siempre.
Nuestro propósito en la vida no es ningún secreto.
Es alabar y obedecer a Jehová por toda la eternidad.
Entonces, ¿qué piensan de este regalo que nos ha hecho Jehová, esa luz espiritual que nos da?
No es cualquier cosa.
Es algo extraordinario.
Meditar en esta bendición y hablar de ella con otros nos hace estar más alegres.
Hablemos de una segunda bendición.
La encontramos en Isaías 60:22.
Por favor, leámoslo juntos.
Isaías 60:22: “El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa.
Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo”.
¿Cuál es la bendición?
Como se predijo, nuestro pueblo está creciendo, nuestra familia espiritual es cada día más y más grande, y lo vemos.
Por ejemplo, ¿cuántas personas se bautizaron en el año de servicio 2017?
Como promedio, alrededor de 5.400 personas todas las semanas y, tal como dice la profecía, este crecimiento se acelerará.
¿Y por qué eso nos hace felices?
Porque nuestro trabajo aquí, en Betel, en las oficinas de traducción, en los Salones de Asambleas y en otras instalaciones —haciendo el mantenimiento, la limpieza, cuidando estos bonitos lugares que se han dedicado a Jehová— es un trabajo urgente y necesario porque apoya el crecimiento espiritual del pueblo de Jehová.
En resumen, la segunda bendición que Jehová nos ha dado a todos es ver el crecimiento del pueblo de Jehová y tener el privilegio de apoyar ese crecimiento.
Y ahora en este mismo capítulo 60 de Isaías, en el versículo 17, encontraremos otra bendición.
Será la tercera.
“Traeré oro en vez de cobre y plata en vez de hierro, cobre en vez de madera y hierro en vez de piedras; y nombraré a la paz como tus supervisores y a la justicia como tus encargados”.
¿Han visto el cumplimiento de esta profecía durante este periodo histórico, “la conclusión del sistema”?
Claro que sí.
No solo hemos visto mejoras en la forma en la que la organización hace las cosas, sino que las hemos vivido.
Algunos de nosotros o familiares o hermanos en la congregación recuerdan cuando había siervos de congregación, y no un cuerpo de ancianos; cuando lo que había eran siervos de sucursal, y no un comité, y cuando quien nos dirigía era el presidente de la Sociedad Watchtower Bible and Tract, y no un Cuerpo Gobernante establecido.
Pero en la década de los setenta hubo mejoras.
Ahora las congregaciones estarían dirigidas principalmente por un cuerpo de ancianos, y no por uno solo.
Y, más recientemente, ha habido mejoras en las escuelas teocráticas.
Una de estas mejoras en la organización la podemos ver en la Escuela para Evangelizadores del Reino.
Es impresionante pensar que hace tan solo unos cuantos años, en julio de 2011, se inauguró aquí, en el Betel de Patterson, la Escuela Bíblica para Matrimonios Cristianos.
Pero solo dos años después, en el 2013, el Cuerpo Gobernante aprobó la fusión de la Escuela Bíblica para Matrimonios Cristianos y la Escuela Bíblica para Varones Solteros.
Y así nació la Escuela para Evangelizadores del Reino.
¿Y qué se ha conseguido?
Las congregaciones se fortalecen y crecen, hay buenos trabajadores en la cosecha, otros se encargan del mantenimiento de las instalaciones teocráticas, y muchos más apoyan la obra en lenguas indígenas y extranjeras.
¿Saben en qué me hacen pensar todas estas bendiciones de las que hemos hablado?
Me recuerdan la historia de aquella viuda pobre, la viuda de Sarepta, aquella que vivió durante los días del profeta Elías.
Por fe, a pesar de sus complicadas circunstancias, usó la harina y el aceite que le quedaba para prepararle pan al profeta de Jehová.
¿Y qué pasó?
Tal como prometió Elías, Jehová les dio el alimento que necesitaban, y pudieron comer la viuda, su hijo y el profeta.
Como dice la Biblia, “la harina del jarro grande no se acabó y el aceite del jarro pequeño no se terminó”.
Hermanos, todos tenemos un jarro simbólico de bendiciones, un jarro lleno de alegría, y ese jarro nunca se vacía.
Pero, de vez en cuando, tenemos que pensar en qué bendiciones hay dentro de nuestro jarro y hablar de ellas con otros.
Como dice la canción 111: “¡Qué gozo servir a Jehová!”, “Mi Dios me dará inmensa bondad”.
Por increíble que parezca, aunque nuestras circunstancias sean tan difíciles como las de Pablo, gracias a la ayuda que Jehová nos da podremos estar siempre alegres.