María se quedó escuchando lo que Jesús decía.
¡Qué buen ejemplo!
Como ella, todos debemos tener muy claro qué es lo más importante.
Ahora bien, Jesús tuvo que corregir con cariño a la hermana de María —a Marta— porque no hizo lo mismo.
Hoy vamos a hablar de Marta.
Me gustaría que nos pusiéramos en su lugar por un momento.
Ella hizo absolutamente todo lo que pudo por apoyar a Jesús, incluso le dio hospedaje, algo que a él le hubiera costado mucho trabajo encontrar en Judea.
En esta ocasión, seguramente María le estaba ayudando a Marta a prepararlo todo para cuando Jesús llegara.
Pero, en cuanto Jesús llegó, María dejó a un lado lo que estaba haciendo.
¿Cómo creen que se habrá sentido Marta?
Ahora ella iba a tener que hacerse cargo de todo.
¿Se pueden imaginar el grado de frustración que habrá sentido Marta?
Ella cada vez más estresada, y su hermana, ahí, sentada, escuchando al Maestro tranquilamente.
Por eso Marta le dice a Jesús que le diga algo a su hermana y que la mande de vuelta a trabajar.
Pero ¡qué sorpresa debió de llevarse cuando fue ella a quien Jesús corrigió!
¿Cómo nos sentiríamos nosotros si tratamos de hacer algo con la mejor de las intenciones y, en vez de que nos feliciten, nos corrigen?
¿Nos entrarían ganas de llorar?
¿Sentiríamos en el pecho ese dolor que nos corta la respiración?
¿Habrá pensado Marta en decirle a Jesús algo como: “¡Oye, no es justo!
Yo estoy aquí, tratando de ser hospitalaria y… ¿sabes qué?
¡Ahora yo también me voy a sentar a escuchar y a ver quién te prepara la cena!”?
Claro, no sabemos qué fue lo que le pasó por la cabeza ni qué le dijo.
Pero lo que sí sabemos es lo que vimos en el comentario: que todo indica que Marta se tomó a pecho el consejo de Jesús.
¿Qué nos puede ayudar a superar una situación tan difícil como esta y a seguir adelante?
Los expertos dicen que debemos desarrollar resiliencia.
La resiliencia es la capacidad de recuperarse después de haber sido sometido a presión o de pasar por una situación difícil.
Podemos decir que este resorte tiene resiliencia.
Lo podemos someter a presión, pero, al soltarlo, recupera su forma.
Vamos a ver tres cosas que nos pueden ayudar a ser resilientes como este resorte y a no rendirnos con facilidad.
Lo primero que nos puede ayudar es tratar de ver la realidad, aceptarla como es.
Dirijámonos a Proverbios, capítulo 28.
Cuando pasemos por situaciones difíciles, deberíamos preguntarnos: “¿De verdad comprendo la realidad y la acepto tal y como es?”.
El versículo 26 de Proverbios 28 comienza diciendo lo siguiente: “El que confía en su propio corazón es un insensato”.
En muchas ocasiones, nos cegamos a la realidad.
Vemos únicamente lo que queremos ver y, para proteger nuestras emociones, a menudo nos negamos a aceptar los hechos.
Sin embargo, el proverbio sigue diciendo en la segunda parte: “Pero el que actúa con sabiduría escapará”.
El sabio ve las cosas tal y como son.
Se enfrenta a la realidad.
Y la verdad es que enfrentarse a la realidad no es nada fácil.
Puede ser muy doloroso, incluso emocionalmente desgarrador.
Eso tuvo que hacer Pedro cuando negó tres veces conocer a Jesús y él le dirigió aquella mirada.
Pedro aceptó la realidad y reconoció su error, por eso salió afuera y lloró amargamente.
Él de ninguna manera trató de excusar su conducta.
Ahora, hay que decir que de esta situación, y de otras en las que Pedro también fue corregido, él aprendió valiosas lecciones que le ayudaron a realizar mejor su labor.
¿Qué es lo segundo que podemos hacer?
Hallarle sentido y propósito a la situación.
Es posible que algunos de nosotros, cuando pasamos por momentos difíciles, nos preguntemos: “¿Por qué me está pasando esto a mí?”.
Pero, si solo hiciéramos esto, nos estaríamos poniendo en el papel de víctimas y no veríamos lo que podemos aprender de la situación.
Tenemos que recordar que, como dice la Biblia, en ocasiones las pruebas y dificultades son inevitables.
También es importante que veamos el cuadro completo.
Hacer esto nos permitirá fijarnos en las oportunidades que nos brinda la situación difícil por la que estamos pasando.
De esta manera podremos sobrellevarla un poco mejor e incluso adaptarnos a los cambios.
Algo más.
Recordemos lo siguiente: todos somos imperfectos, no podemos evitar equivocarnos.
Pero la forma en que reaccionamos cuando lo hacemos es nuestra decisión.
Tratemos de ver cómo podemos sacarle provecho a la situación.
Pongámonos metas, miremos hacia el futuro.
Esto nos ayudará a no centrarnos en lo que nos pasó.
El hermano Harold King nos dio un buen ejemplo de resiliencia.
Seguro que lo recuerdan.
Pasó muchos años en una celda aislado de los demás, pero aun así logró sacarle provecho a la situación, hallarle propósito.
¿Qué hizo?
Bueno, se preparó un horario de predicación.
¿Pero a quién le iba a predicar si estaba completamente aislado?
Para empezar, preparó algunos sermones basados en las cosas que recordaba de la Biblia.
Y luego les predicó a personajes imaginarios.
¿Qué les parece?
Podemos decir, hermanos, que cuando tratamos de hallarle sentido o propósito a una situación difícil es como si construyéramos un puente, un puente hacia un futuro mejor.
Esa esperanza nos ayudará a aguantar, y no nos parecerá que nuestra situación actual es insoportable.
Hay una cosa más que nos ayudará: tener un punto de vista equilibrado sobre nosotros mismos.
Aunque al principio vimos que debemos de aceptar la realidad y esto puede hacer que nos sintamos tristes o decepcionados, no sería bueno que llegáramos al extremo de pensar que nada de lo que hacemos está bien, que somos un fracaso.
Abramos la Biblia en el capítulo 7 de Romanos.
Vamos a analizar el ejemplo del apóstol Pablo para ver qué podemos aprender de él.
Como todos, Pablo tenía sus defectos, y eso lo llegó a desanimar.
Aquí, en el capítulo 7, el apóstol describe el profundo dolor que le causaba sentirse un simple esclavo del pecado.
Por favor, noten lo que dice en el versículo 24: “¡Qué desdichado soy!”.
Ahora bien, Pablo sabía que, aunque él era imperfecto, eso no significaba que no valiera nada.
Nueve años después, en la segunda carta que Pablo le escribió a su amigo Timoteo, poco antes de morir, hace este resumen de sus logros, de su vida.
Leamos 2 Timoteo 4:7.
Ahí dice: “He peleado el noble combate, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe”.
Es obvio que aquella lucha que Pablo libraba contra sus propios defectos y que lo hacía sentir desdichado no terminó milagrosamente, pero tampoco le impidió tener éxito en su servicio a Jehová.
Así que, en vez de darnos por vencidos y llegar a pensar cosas como “No sirvo para nada” o “Soy un inútil”, pensemos en todo lo que hemos logrado en nuestra vida, en las buenas cualidades que tenemos.
Así tendremos un punto de vista equilibrado sobre nosotros mismos.
En conclusión, repasar lo que le sucedió a Marta nos enseña el valor de la resiliencia.
¿Y cómo conseguimos resiliencia?
Pues aceptando la realidad, hallando propósito y sentido, y teniendo un punto de vista equilibrado sobre nosotros mismos.