En Isaías 40:26 encontramos una buena recomendación para valorar más la creación de Jehová.
Cuando levantamos la vista y observamos todo lo que Jehová ha creado, sentimos más gratitud hacia él y se fortalece nuestra fe.
Y, como resultado, nos acercamos más a Dios.
Pero hoy quiero hablarles de levantar la vista (eso es lo que Isaías 40:26 dice), levantar la vista en otro sentido, levantar la vista para reconocer que Jehová es nuestro Soberano todos los días de nuestra vida.
Y a veces hay que hacerlo varias veces al día.
Cuando busqué información sobre la soberanía, lo primero que me vino a la mente fue uno de los videos de la serie de Caleb y Sofía.
Se titula ¡Haz feliz a Jehová! Quizás lo recuerden.
En el video se veía a Caleb enfrentándose a una tentación.
¿Y se acuerdan de lo que hizo en ese momento?
Miró hacia arriba.
Miró hacia arriba porque sabía que Jehová es el Soberano.
Y, al levantar la vista, ¿qué fue lo que vio?
Caleb se imaginó que miles y miles de ángeles lo observaban desde el cielo y lo animaban para que hiciera lo que está bien.
Lo animaban para que se pusiera de parte de la soberanía de Jehová y alegrara su corazón.
Y eso fue lo que hizo Caleb.
¿Cuál fue la reacción de esos seres espirituales al ver que Caleb resistía la tentación?
Los ángeles se alegraron mucho, porque Caleb defendió la soberanía de Jehová.
Y no solo eso, lo más importante es que así alegró el corazón de Jehová y él pudo responder al que lo desafía.
Es verdad que esto es una animación para niños —y es muy bonita—, pero deja muy claro el punto porque, siendo sinceros, a esa decisión nos enfrentamos todos los días, a veces más de una vez al día, al servir a Jehová.
¿A quién queremos obedecer?
¿Quién queremos que sea nuestro soberano?
¿A quién queremos alegrar?
Cuando vemos la televisión, cuando navegamos por internet, cuando decidimos qué ponernos, qué película ver, cómo vestirnos o arreglarnos, cuánto vamos a beber o si vamos a beber, ¿miraremos hacia arriba entonces?
¿Levantaremos la vista?
¿Reconoceremos que Jehová es nuestro Soberano?
¿O, por el contrario, miraremos hacia abajo, y quizás solo nos veremos a nosotros mismos?
Tenemos que levantar la vista en todo aspecto de la vida.
Tenemos que demostrar con todas nuestras decisiones que deseamos que Jehová sea nuestro gobernante, que queremos que sea nuestro Soberano.
Me gustaría hablar brevemente de dos ejemplos bíblicos que nos enseñan los beneficios de mirar hacia arriba —de reconocer a Jehová como nuestro Soberano— y las terribles consecuencias que cosechamos cuando miramos hacia abajo, cuando quizás solo nos concentramos en nosotros.
Son ejemplos conocidos que nos ayudan a entender la lección.
El primer relato es el de David y Bat-Seba; todos sabemos bien lo que pasó.
Lo encontramos en 2 Samuel, capítulo 11.
Vamos a buscarlo.
2 Samuel 11.
Quizás recuerden que el versículo 1 dice que los hombres de David fueron a la guerra a luchar contra los ammonitas, pero David no fue; se quedó en casa. La Atalaya de 1967 da a entender que quizás se quedó en casa sin razón.
¿Podría ser esto un indicio de que David estaba empezando a mirar hacia abajo?
Pues en el versículo 2 lo hizo.
Dice: “En cierta ocasión al anochecer, David se levantó de la cama y se puso a caminar por la azotea de la casa real.
Desde allí vio a una mujer bañándose, y ella era muy hermosa”.
Cuanto más miraba hacia abajo, más se concentraba en sí mismo y en lo que él deseaba.
David se estaba eligiendo a sí mismo como su soberano.
Veamos qué pasó por seguir mirando hacia abajo.
El versículo 3 dice: “David mandó a alguien a averiguar quién era la mujer”.
Le dijeron que se llamaba Bat-Seba.
El versículo 4 añade: “David mandó mensajeros para que la trajeran.
Así que la mujer entró […], y él se acostó con ella”.
Y ya sabemos cómo termina la historia.
Para encubrir su adulterio con Bat-Seba, mandó matar a Urías, su esposo.
Así que David miró hacia abajo.
Y eso le causó problemas a él y a su familia toda su vida.
Estas son las desastrosas consecuencias de mirar hacia abajo, de elegir a otro soberano.
Comparemos ese caso con el de José, que encontramos en Génesis, capítulo 39; podemos buscarlo.
Cuando se enfrentó a la tentación de cometer adulterio, José miró hacia arriba.
Levantó la vista porque reconocía que Jehová era su único Soberano.
Génesis 39:7 dice: “Entonces la esposa de su amo empezó a fijarse en José y a decirle: ‘Acuéstate conmigo’.
Pero él se negaba y le decía a la esposa de su amo...”.
Ahora, al leer la respuesta de José, casi podemos verlo, levantando la mirada y reconociendo a Jehová como su Soberano.
El versículo 8 añade: “Mira, mi amo no se preocupa de nada de la casa porque me tiene a mí, y me ha confiado todo lo que tiene.
No hay nadie con más autoridad que yo en esta casa.
Y él ha puesto todo a mi disposición excepto a ti, porque eres su esposa.
Así que ¿cómo podría yo hacer algo tan malo y de hecho pecar contra [Potifar]?”.
No, eso sería mirar hacia abajo.
Lo que le preocupaba era pecar contra Jehová.
¡Qué buen ejemplo de lo que es mirar hacia arriba!
Él miró hacia arriba.
José eligió a Jehová como su Soberano.
¿Cuál es la lección?
La lección es que las decisiones que tomamos y la forma como reaccionamos ante las tentaciones no solo nos afectan a nosotros.
¿Por qué decimos eso?
Lo decimos porque hay mucho más en juego.
Es decir, que lo que hacemos, dónde vamos, nuestra ropa, nuestras palabras y acciones, qué bebemos y cuánto bebemos…, todas esas cosas no solo hablan bien o mal de nosotros, sino del Dios al que servimos.
Incluso lo que pensamos sobre nosotros mismos.
Satanás dice que no merecemos el perdón de Dios, que no valemos nada.
Pero, cuando miramos hacia arriba y reconocemos la soberanía de Jehová, empezamos a vernos como él nos ve.
Vemos que es compasivo.
Vemos que para él somos valiosos.
Así que todo lo que hacemos y todo lo que pensamos demuestra si reconocemos a Jehová como nuestro Soberano o no.
Es todo un honor apoyar la soberanía de Jehová.
En el libro Perspicacia, bajo “Soberanía”, hay un bonito comentario que explica muy bien la clase de actitud que deberíamos tener.
Dice: “[Jehová] desea que en su universo haya exclusivamente personas que le sirvan por amor a él y a sus excelentes cualidades”.
Personas “que amen, deseen y antepongan su soberanía a cualquier otra”.
Y sigue diciendo que deben ser personas que, “aunque puedan independizarse, escojan su soberanía porque saben que su gobernación es mucho más sabia, más justa y mejor que cualquier otra”.
Así que estamos convencidos de que no hay mejor gobernante, no hay mejor Soberano que Jehová.
Y, aunque pudiéramos independizarnos, elegimos no hacerlo.
Elegimos a Jehová como nuestro Soberano porque sabemos que su forma de hacer las cosas es la mejor.
Recordemos que lo que de verdad importa no es lo que nosotros queremos, sino la soberanía de Jehová.
Se trata de hacer lo que a Jehová le agrada, de ser la clase de personas que él quiere que seamos.
Por eso, miremos siempre hacia arriba, reconozcamos que Jehová es nuestro Soberano en todo aspecto de nuestra vida.