William Malenfant: Usemos bien nuestros talentos (Mat. 25:30)

El comentario para el texto de hoy nos remite al capítulo 25 de Mateo y al capítulo 19 de Lucas.

El capítulo 25 de Mateo contiene la parábola de los talentos; tres esclavos que reciben unos talentos.

El primero recibe 5 talentos, el segundo recibe 2, y el tercero, solo 1.

Y en el capítulo 19 de Lucas se incluye la parábola de 10 esclavos que reciben 1 mina cada uno.

En esencia, las minas y los talentos representaban dinero.

Jesús relató ambas parábolas en diferentes lugares cuando le quedaban pocos días de vida.

La parábola de las minas la narró en Jericó, mientras que la de los talentos se la contó a sus apóstoles en el monte de los Olivos.

Ambas parábolas coinciden en un punto clave, que vamos a destacar: al esclavo que no hace nada con su talento o su mina se lo llama “inicuo”.

Dicha calificación era categórica, sobre todo si provenía del amo.

Para darnos una idea de la fuerza del término “inicuo”, recordemos que en Mateo 6:13 Jesús llamó así a Satanás.

Además, Proverbios 10:7 dice: “El mismísimo nombre de los inicuos se pudrirá”.

De modo que, para cualquier ser humano, ser considerado inicuo es algo muy grave.

Pero ¿por qué, por qué llamó el amo “inicuos” a estos 2 esclavos?

Jesús no dijo que hubieran quebrantado alguno de los Diez Mandamientos.

No.

Pero sí incurrieron en un grave error: dejar de hacer algo con el talento o la mina que recibieron; cometieron un pecado de omisión.

A modo de ejemplo, en la parábola de Jesús sobre las ovejas y las cabras, registrada en Mateo 25:41-46, se condena a las cabras al “cortamiento eterno”, pero no porque hicieran algo malo, sino porque no ayudaron a los hermanos de Cristo.

Cometieron un pecado de omisión al no hacer lo que se esperaba de ellas.

Resulta interesante que el relato de Mateo indique que los talentos se reparten entre los esclavos “según su propia habilidad”.

El primero recibió 5; el segundo recibió 2, y el tercero, solo 1.

¿Fue parcial el amo?

¡No, claro que no!

El relato mismo aclara que los talentos se distribuyeron según la habilidad de los esclavos.

En realidad, el amo les estaba mostrando consideración al encargarles responsabilidades apropiadas para que trabajaran en favor de sus intereses y multiplicaran sus bienes.

Esto nos anima mucho, pues nos deja ver que Jehová toma en cuenta lo que podemos hacer y no nos compara con nadie más de la congregación.

Debemos cuidarnos, a fin de no llegar a pensar que no valemos, o que valemos poco.

Eso puede pasar.

Quizá sintamos que lo que hacemos no es suficiente o que la obra es demasiado grande.

Pero lo importante es hacer todo lo que esté en nuestras manos y darle lo mejor a Jehová.

Además, nunca debemos caer en la misma trampa que el esclavo inicuo e indolente.

De seguro recuerdan lo que le dice a su amo en son de crítica: “Yo sabía [...] que siegas donde no sembraste.

Sé que haces esto y lo otro.

Eres duro”.

En realidad, culpa a su amo para tratar de justificar su propia negligencia, pues no hizo lo que debía.

Pero el amo invierte los papeles y le dice: “¡Conque dices que soy así!

Pues ahora...”.

Entonces le dice que no le dará nada y lo llama inicuo.

De modo que, mientras hagamos nuestro mejor esfuerzo —desde el corazón—, Jehová nos bendecirá.

Pero hay algo más que destacar, esta vez respecto a los otros 2 esclavos: el que recibió 5 talentos y el que recibió 2.

El que recibió 2 talentos ganó otros 2.

Y el que recibió 5 ganó 5 más.

Pero el que tenía 2 y solo ganó 2 no se quedó mirando al que había ganado 5 ni dijo: “No puedo hacer tanto como él.

Yo solo recibí 2 talentos”.

No.

Él estaba contento con lo suyo.

¿No le parece una gran lección?

Estemos contentos con nosotros mismos y con lo que nosotros podemos hacer.

Si podemos dar más, ¡excelente!, hagámoslo.

Pero evitemos compararnos con los demás y pensar: “No puedo hacer tanto como él o ella”.

Esa sería una mala, muy mala forma de pensar, una que no edifica a nadie.

¿Qué le dijo el amo al esclavo que había ganado 5 talentos, y que ahora tenía un total de 10?

En aquellos días, se trataba de una fortuna.

Veamos lo que dice el relato del capítulo 25 de Mateo.

Mateo 25:21.

Estas fueron las palabras del amo al esclavo que ganó 5 talentos.

Versículo 21: “Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel!

Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas.

Te nombraré sobre muchas cosas.

Entra en el gozo de tu amo’”.

¡Qué recompensa!

Ahora bien, ¿qué le dijo al esclavo que solo había ganado 2 talentos?

Versículo 23: “Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel!

Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas.

Te nombraré sobre muchas cosas.

Entra en el gozo de tu amo’”.

Le dijo exactamente lo mismo, ¿verdad?

El amo repartió los talentos según la habilidad de cada esclavo, pero la recompensa fue la misma: su aprobación, que sin duda iría acompañada de mayores responsabilidades.

En la parábola, el Amo es Jesucristo.

Los talentos representan la comisión que Jehová les encargó a sus siervos ungidos: predicar y hacer discípulos; esa fue la comisión que les encargó a los ungidos.

Nosotros, las otras ovejas, tenemos la responsabilidad de hacer lo mismo, aunque Jesús realmente relató aquella parábola por los ungidos.

Veamos otro pasaje que indica lo que se espera de nosotros.

Está en el capítulo 22 de Revelación.

Revelación capítulo 22, versículo 17 Este texto no se relaciona directamente con los talentos, pero muestra lo que todos deberíamos hacer, seamos ungidos o de las otras ovejas.

Revelación 22:17 dice: “Y el espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’.

Y cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’”.

La expresión “cualquiera que oiga” se refiere a nosotros, las otras ovejas, pues la novia representa a los hermanos ungidos de Cristo.

El texto agrega: “Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida”.

El espíritu ha dicho “¡Ven!”.

¡Sin duda!

En el Pentecostés, el espíritu santo fue derramado sobre 120 discípulos.

Luego pudieron predicar en otros idiomas.

Llevaron el mensaje de esperanza a los judíos de Jerusalén.

Además, el espíritu santo guió a los hombres que escribieron las Escrituras; el espíritu santo los movió a escribir las profecías.

Y el espíritu santo sigue diciendo “¡Ven!”, ¿no es cierto?

Cuando leemos a la gente lo que dice la Biblia sobre el tiempo del fin, en 2 Timoteo 3 o en otra parte, a veces nos dicen: “Así está el mundo”.

“¡Ven!

Acércate”.

El espíritu santo está llamando a la gente que lee la Palabra de Dios, que capta su mensaje y lo acepta.

Les dice: “¡Vengan!”.

¿Y qué hay de la novia?

Bueno, por largo tiempo ella ha estado diciendo: “¡Ven!”.

Ciento veinte discípulos en el Pentecostés comenzaron a predicar en diferentes idiomas y les dijeron a los judíos: “¡Vengan!”.

En los siglos posteriores, unos cuantos posibles miembros de la clase de la novia hicieron lo que pudieron para servir a Jehová y honrarlo.

Pero es en los últimos días cuando hemos visto un gran crecimiento, gracias a que la novia sigue diciendo: “¡Ven!”.

Pensémoslo: la obra que comenzaron aquellos 120 discípulos en el Pentecostés, al predicar en tan solo una ciudad —Jerusalén—, ahora la realizan 8.220.105 discípulos en 240 países y territorios.

¿Ha estado la novia diciendo: “¡Ven!”? ¡Sin duda!

La primera congregación —si la podemos llamar así— constaba de 120 discípulos, que se reunieron para el Pentecostés.

Hoy existen 118.016 congregaciones en el mundo.

El Amo, Jesús, debe estar muy contento, muy feliz, de ver a sus fieles esclavos predicando el mensaje del Reino por toda la Tierra.

¡Qué honor para nosotros participar en dicha obra!

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