Stephen Lett: Sigamos tras el amor (1 Juan 3:18)

El texto de hoy y los comentarios que hace “La Atalaya” nos animan a esforzarnos por demostrar amor a los demás, especialmente a nuestros hermanos.

Así que hoy analizaremos el tema: “Sigamos tras el amor”.

Es interesante que la idea de seguir tras el amor aparezca tres veces en la Biblia.

Y, de hecho, la expresión “seguir tras” es muy apropiada.

¿Por qué?

Bueno, porque indica la idea de perseguir, de seguir tras algo con insistencia para alcanzarlo o capturarlo.

Podríamos compararlo a un niño pequeño que persigue una mariposa.

La persigue, va tras ella, e intenta capturarla.

¿Y qué intenta hacer la mariposa?

Pues escapar, huir.

Si pensamos en ello, eso es precisamente lo que hace el amor de nosotros.

¿Por qué lo decimos?

¿Por qué el amor trata de escaparse de nosotros, y por eso nos obliga a seguir tras él?

Bueno, la razón principal es la imperfección que hemos heredado.

Génesis 1:27 nos dice que, en el principio, Jehová creó a Adán a su imagen, y por eso era un reflejo perfecto de Jehová y sus cualidades.

Lo hacía de forma perfecta.

Pero, cuando pecó, dejó de ser perfecto.

Y se podría decir que Adán se convirtió en un reflejo distorsionado de Jehová y sus cualidades.

Podemos ilustrarlo con esos espejos que encontramos en las ferias o en los circos que distorsionan la imagen.

Pueden hacer que te veas mucho más alto, más bajo, más gordo o más flaco de lo que eres en realidad.

Bueno, Adán también llegó a ser un reflejo distorsionado de Jehová y sus cualidades, y todos nosotros hemos heredado esa condición.

Somos reflejos distorsionados de Jehová y sus cualidades, por eso tenemos que seguir tras el amor.

Ahora, déjenme que les pregunte algo: ¿dirían que Jehová sigue tras el amor?

Es una pregunta con trampa.

¿Tiene que perseguir Jehová el amor para atraparlo?

No.

1 Juan 4:8 dice que “Dios es amor”.

Él lo demuestra de forma natural, no tiene que esforzarse.

Se podría decir que el amor brota de él.

Jehová es la fuente del amor.

Pero las cosas son distintas para nosotros.

Como somos imperfectos, no tenemos la tendencia natural a mostrar amor, y por eso debemos seguir tras él.

Pero ¿cómo seguimos tras el amor?

Bueno, toda la Biblia nos enseña cómo seguir tras el amor, pero en los cinco versículos de 1 Corintios 13:4-8 se nos dice más concretamente cómo hacerlo.

Ahí encontramos 16 formas de demostrar amor: nueve maneras como el amor no se comporta, y siete maneras como sí se comporta.

Si analizamos detenidamente estas 16 formas, conseguiremos la guía necesaria para seguir tras el amor.

Tendremos claro cómo demostrar amor y no iremos a ciegas.

Según lo permita el tiempo, veamos algunas cosas que el amor no hace y cómo no se comporta.

Primero: “El amor no es celoso”.

En la Biblia, ser celoso puede tener un sentido positivo o un sentido negativo.

En sentido positivo, está muy relacionado con el entusiasmo.

Pero, obviamente, aquí Jehová habla de los celos en negativo, que es el sentido en el que aparece la mayoría de las veces en la Biblia.

Entonces, ¿qué significa?

Bueno, significa envidiar las cosas buenas que les pasan a los demás.

Puede ser peor que la ira.

La ira puede venir e irse rápidamente, pero los celos se podrían quedar en lo más profundo.

De hecho, Proverbios 14:30 menciona que llegan hasta los huesos.

¿Cómo podemos evitar los celos y seguir tras el amor, incluso cuando es difícil?

Tenemos que pedir ayuda a Jehová y hacer lo que se menciona en Romanos, capítulo 12.

Por favor, busquen Romanos 12 y veamos qué nos pide Jehová que hagamos.

En el versículo 15, dice: “Regocíjense con los que se regocijan; lloren con los que lloran”.

Pensemos, ¿qué es más difícil?

Bueno, normalmente no es muy difícil llorar con alguien que está llorando.

Quizás le diagnosticaron cáncer o perdió a un ser querido.

Estamos muy tristes por esa persona.

Pero a menudo es más difícil alegrarse con alguien que está alegre.

Puede que le hayan dado algo bueno o le haya pasado algo bueno, pero a nosotros no.

Les voy a poner un breve ejemplo.

Supongamos que un anciano está muy feliz porque le han dado una responsabilidad en la asamblea regional.

Nosotros siempre hemos deseado que nos den una, pero no hemos recibido nada.

¿Nos alegraremos con nuestro hermano, que está alegre?

¿O fingiremos estar alegres por él, pero, en realidad, por dentro estaremos llenos de celos?

Debemos estar felices de corazón, alegres por la alegría de nuestro hermano.

Con la ayuda de Jehová, lo conseguiremos.

Tenemos que esforzarnos por mejorar nuestra actitud.

Pensemos en esto: hay una cualidad que es más fuerte que los celos, el amor.

Con amor, podemos acabar con los celos.

Veamos otro aspecto más: el amor “no se vanagloria”.

Si seguimos tras el amor, le pediremos a Jehová que nos ayude a esforzarnos para no presumir cuando hablamos.

Procuraremos no usar a menudo palabras como “yo” o “a mí” para dirigir la atención hacia nosotros mismos.

No nos daremos demasiada importancia, sino que dirigiremos la atención hacia los demás y, especialmente, hacia Jehová.

El amor tampoco “se hincha”, es decir, no es arrogante.

La arrogancia está muy relacionada con vanagloriarse, pues normalmente una persona que es arrogante también se vanagloria o presume.

Pero ¿creen que se puede ser arrogante sin vanagloriarse?

Claro.

De hecho, podríamos tener esa actitud si nos tenemos en demasiada estima aunque no lo demostremos con las cosas que decimos o hacemos.

Entonces, ¿por qué sería poco amoroso que fuéramos arrogantes aunque no nos vanagloriemos?

Bueno, porque los demás lo percibirían.

De alguna manera, nuestra actitud podría ser evidente a otros y, en lugar de hacer que se sientan bien, los estaríamos rebajando.

Pero, aún más importante, Jehová vería esa actitud en nuestro corazón y no nos bendeciría.

Leamos cuál es la actitud que sí debemos tener.

Volvamos a Romanos 12, y ahora fijémonos en el versículo 3.

Justo a la mitad, Jehová nos dice: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar”.

Como ven, Jehová nos dice que ni siquiera pensemos de nosotros más de lo que debemos pensar, sino que tengamos una actitud humilde.

Otro aspecto del amor es que “no se porta indecentemente”.

La indecencia tiene varios grados, y el más grave es la inmoralidad.

En el otro extremo quizás estaría la falta de buenos modales.

Lo cierto es que no nos gustaría ser ni un poquito indecentes, ¿verdad?

En especial, los que somos betelitas, queremos demostrar buenos modales usando generosamente las expresiones “gracias” y “por favor”, sujetando la puerta a los demás, permitiéndoles elegir primero y cosas como estas.

Cuando nos encontramos a alguien por los pasillos, debemos saludarlo con cariño, y no deberíamos estar más interesados en nuestros aparatos electrónicos que en quien está pasando por nuestro lado.

Tenemos que demostrar buenos modales al tratar con nuestros hermanos.

Sigamos.

El amor “no se siente provocado”.

Veamos un ejemplo rápidamente.

Imaginemos que estamos en nuestro auto esperando mientras el semáforo está en rojo.

Cuando cambia a verde, inmediatamente la persona que está detrás toca el claxon para que arranquemos.

¿Cómo nos sentiríamos?

¿Avanzaríamos despacito?

¡Así pagará por lo que nos ha hecho!

Bueno, eso sería sentirnos provocados.

Recordemos: el amor “no se siente provocado”.

Otro aspecto más: el amor “no lleva cuenta del daño”.

¿Significa eso que tenemos que olvidarnos totalmente del daño que se nos ha hecho?

No.

Lo que dice el texto es que no llevemos cuenta del daño.

Si lo hiciéramos, sería como llevar en un libro de contabilidad un registro de lo que nos deben.

Por lo tanto, aunque recordemos el daño que nos han hecho, en nuestro corazón lo hemos perdonado.

Hemos cancelado la deuda.

Bueno, hemos visto seis aspectos del amor.

Les voy a asignar la tarea de investigar los otros diez que encontramos en estos versículos.

Hemos aprendido que debemos seguir tras el amor, y no es nada fácil cumplir con cualquiera de estos aspectos.

Hay que esforzarse.

Al principio hablamos de una mariposa que trata de escapar de un niño.

Pues el amor también trata de escapar de nosotros.

Pero, con la ayuda de Jehová, podemos atraparlo.

Y tenemos que seguir esforzándonos.

¿Hasta cuándo?

Bueno, hasta que llegue el maravilloso tiempo en que seamos perfectos; entonces ya no tendremos que seguir tras el amor.

Al igual que Jehová y Jesús, sencillamente podremos demostrarlo de forma natural.

Pero, hasta que llegue ese día, 1 Corintios 13:4-8 nos dará la guía necesaria para seguir tras el amor.

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