Una pregunta: “¿Ves a los demás como los ve Jehová?”.
Esa es una pregunta muy interesante que nos surge cuando leemos en la Biblia la descripción de Noé.
Dice que era “intachable entre la gente de su tiempo”.
Todos sabemos que Noé era un hombre imperfecto.
Entonces, ¿por qué diría la Biblia que era “intachable”?
Si vamos a Perspicacia, volumen 2, en la página 640, bajo “Perfección”, encontramos una explicación muy muy interesante.
Les leo una parte.
Refiriéndose a hombres como Noé, Job y otros, dice: “Es obvio que tales hombres se hallaban ‘exentos de falta y sin culpa’ en el sentido de que estaban a la altura de lo que Dios requería de ellos, y lo que Dios requería de ellos tenía en cuenta sus limitaciones e imperfección”.
Ahora, Perspicacia pone una comparación: “Igual que un alfarero no puede esperar la misma calidad si moldea una vasija con barro común que si la moldea con arcilla refinada, los requisitos de Jehová toman en consideración la fragilidad de los humanos imperfectos.
Aunque cometieron errores […] debido a su carne imperfecta, […] los hombres fieles manifestaron un ‘corazón completo’ para con Jehová.
Por lo tanto, dentro de sus límites, su devoción era completa, sin fisuras y, en sus circunstancias, satisfacía los requisitos divinos.
Puesto que el Juez Divino se complacía en su adoración, ninguna criatura humana o celestial tenía base para criticar el servicio de ellos a Dios”.
¡Qué cita tan interesante de Perspicacia!
La Atalaya del 1 de junio de 2008 añade una idea más: “La Biblia dice que era un hombre intachable entre sus contemporáneos, pero no desde el punto de vista de ellos.
En otras palabras, era bueno a los ojos de Dios, pero para la gente del mundo antediluviano, Noé era un tipo extraño”.
Interesante comentario, ¿verdad?
Puede que incluso algunos familiares de Noé tuvieran algo que decir sobre cómo era él.
Quizá eso respondería las preguntas que se mencionaron esta mañana, lo que un estudiante de la Biblia querría saber.
Incluso a nosotros nos gustaría saber algunas cosas.
¿Tenía Noé algunas manías?
¿Roncaba?
Noé era imperfecto, ¿no?
Pero, desde el punto de vista de Jehová, era intachable.
Él hizo todo lo que Jehová esperaba de él aun siendo imperfecto.
De aquí podemos extraer una verdad muy importante: nosotros vemos a las personas de una manera muy diferente a como las ve Jehová.
Pero siempre deberíamos esforzarnos por intentar ver a todo el mundo como lo hace nuestro Padre Jehová.
Veamos algunos ejemplos.
Empecemos con el rey David.
Si tuvieras que resumir la historia de David, ¿qué dirías?
¿Empezarías hablando de algunos de los pecados graves que él cometió durante su vida?
Eso es una tendencia humana, solemos pensar primero en los errores que conocemos del rey David.
¿Pero qué dice 1 Reyes, capítulo 15?
Vamos a leerlo.
1 Reyes 15:5 dice: “Porque David hizo lo que estaba bien a los ojos de Jehová y no se desvió de nada de lo que le mandó durante todos los días de su vida, salvo por lo de Urías el hitita”.
¿Verdad que es una descripción interesante?
Quizá ese último detalle no lo vemos tan pequeño.
Pero ¿cómo veía Jehová a David?
¿Qué pensaba de él?
Bueno, pues vamos a leer 1 Reyes 11:4: “Cuando Salomón ya estaba viejo, sus esposas le desviaron el corazón para que siguiera a otros dioses, y no sirvió a Jehová su Dios [noten ahora] con un corazón completo [un corazón completo] como el de su padre David”.
Así que, desde el punto de vista de Jehová, David tenía un corazón completo.
¿Y por qué podía decir eso Jehová?
¿Por qué dijo que David le sirvió con un corazón completo? Perspicacia, volumen 1, página 1244, bajo “Integridad” dice esto: “Si bien David cometió varios errores serios […], ‘anduvo con integridad de corazón’, puesto que aceptó la censura y rectificó su camino.
Demostró que todavía amaba a Jehová Dios de todo corazón”.
Bueno, sea que estemos hablando de Noé o hablando de David, Jehová veía lo bueno en ellos.
Veía a Noé como intachable y a David, con un corazón completo.
¿Y nosotros?
¿Cómo vemos a los demás?
Sabemos cómo Jehová ve a la gente.
Pero ¿y nosotros qué?
La tendencia humana es ver los defectos y las imperfecciones, y centrarnos en ellos.
Voy a mostrarles una cosa.
¿Qué ven aquí?
Una respuesta podría ser una hoja de papel, y la otra podría ser una mancha.
La tendencia humana sería responder: “Yo veo una mancha”.
Eso es lo que casi siempre hacemos todos.
Tendemos a fijarnos en las faltas de los demás.
Y, al concentrarnos en esas manchas o defectos, ¿qué sucede?
Que a menudo se hacen más y más grandes.
Hasta el punto de que dejamos de ver las cosas buenas de los demás y vemos solamente sus defectos.
Ahora, si habláramos con la persona a la que estamos viendo, ¿cómo se verá?, ¿qué opinará ella de sí misma?
Tal vez se vea así, quizá se vea como una hoja totalmente negra con solo un punto blanco muy muy pequeñito.
Solo un pequeño punto blanco en toda su vida.
Si nos fijamos constantemente en los defectos de los demás, ¿qué puede pasar?
La persona podría dejar de ver hasta ese punto blanco.
¿Cómo podemos evitar eso?
Tenemos que aprender a ver a las personas como las ve Jehová.
Tenemos que imitar a nuestro Padre celestial y esforzarnos mucho por ver a los demás como él.
Para ello, tenemos que buscar lo bueno y valorar eso.
Y, si a primera vista no encontramos nada, tenemos que esforzarnos por conocer a los hermanos para ver con toda claridad sus bonitas cualidades.
Así los veremos como Jehová los ve.
Cuando yo vivía en Filipinas, me conmovió mucho la experiencia de un hermano llamado Miguel.
Cuando predicaba en una prisión, se encontró con Esmeraldo, el hombre que había matado a su nieto.
Miguel tenía miedo de que, cuando Esmeraldo lo viera en la prisión, intentara matarlo.
Así que, en cuanto Esmeraldo se le acercó, Miguel empezó a explicarle verdades de la Biblia.
A Esmeraldo le impresionó tanto lo que escuchó que reconoció que había matado a su nieto y le pidió a Miguel que lo perdonara.
Un hermano que los estaba viendo hablar desde lejos animó a Miguel a darle clases de la Biblia a Esmeraldo.
Este hermano no sabía nada de lo de Esmeraldo y el nieto de Miguel.
Bueno, aun así, Miguel sí aceptó darle clases a Esmeraldo.
Y, el 1 de febrero de 2010, Esmeraldo se bautizó y se hizo Testigo.
¿Se lo imaginan?
¿Se imaginan lo mucho que tuvo que esforzarse Miguel para ver a Esmeraldo de la misma manera en la que lo veía Jehová?
Este hombre hizo el esfuerzo.
Aunque nunca va a ser fácil hacerlo, si aprendemos a ver a las personas como las ve Jehová, nos centraremos en sus buenas cualidades, y vamos a querer ayudarlas a mejorar.
Y puede que algún día hasta tengamos la alegría de servir juntos a Jehová para siempre.