Imaginémonos que nos estamos comiendo nuestra fruta favorita —un trozo de sandía refrescante, una deliciosa naranja, una pera jugosa o la manzana que tenemos hoy para desayunar—; es refrescante, especial, nutritiva.
Y ahora encontramos la semilla.
Aunque la mayoría la tira a la basura, es algo que nos enseña muchas cosas sobre nuestro Creador.
Veamos de qué se trata en 2 Corintios, capítulo 9.
Busquemos este capítulo y analicemos juntos los versículos 8 a 15.
Jehová tiene una cualidad excepcional.
Vamos a hablar un poco sobre ella.
Él quiere que hoy disfrutemos de alimento saludable y delicioso.
Pero no solo hoy; quiere que lo disfrutemos una y otra vez.
Y también desea que nuestros hijos disfruten de estas mismas cosas una y otra vez.
Y, si plantáramos todas las semillas que tiene una fruta, obtendríamos más frutas de las que seguramente nos podríamos comer.
Se calcula que cada sandía contiene, por lo menos, unas doscientas semillas.
De cada semilla sale una planta y cada planta produce, por lo menos, un par de sandías.
Así que, con las semillas de solo una sandía, podríamos tener unas cuatrocientas sandías, que es mucho más de lo que uno se puede comer en una temporada.
Y es así por una buena razón.
Vamos a leer 2 Corintios, capítulo 9, y examinemos estos versículos con cuidado.
El versículo 8 contiene una expresión importante que tenemos que comprender muy bien: la “bondad inmerecida” de Dios.
Leamos el versículo 8.
Veremos qué significa esta expresión y hablaremos del propósito que tiene la bondad inmerecida de Jehová, y luego volveremos otra vez a las sandías.
Al final, entenderemos qué tiene que ver todo esto con nuestra adoración.
Segunda a los Corintios 9:8: “Es más, Dios es capaz de mostrarles gran bondad inmerecida a ustedes para que nunca les falte lo necesario y además tengan bastante para realizar todo tipo de buenas obras”.
En primer lugar, la expresión “bondad inmerecida”, ¿entendemos bien qué significa?
Es una expresión difícil de traducir con exactitud.
No es para que alguien se sienta juzgado o que no vale nada, como si le dijeran: “No te mereces esta bondad en absoluto, pero aun así te la voy a dar”.
No, no significa nada de eso.
La expresión se refiere, no a quien la recibe, sino a quien la da.
A Jehová le encanta dar.
Es su personalidad.
No hace falta que le demos nada antes.
Le encanta ser generoso, bueno, amoroso y amable con nosotros, no porque nos lo hayamos ganado y él se vea obligado, sino porque él es así.
A pesar de su grandeza, es humilde y está deseando compartir de formas tan impresionantes que ni siquiera podemos imaginar ni compensar.
Eso es la bondad inmerecida.
Encontrarán una explicación parecida en el “Glosario” de la Biblia.
Claro, Jehová podría darnos milagrosamente muchísimas cosas buenas, tal como hizo en el jardín de Edén o como hizo con el maná.
Pero hace algo mucho mejor que eso.
Permite que sus amigos también demostremos esa misma cualidad al grado que nos lo permitan las limitaciones de la imperfección porque sabe que eso nos hace felices —“hay más felicidad en dar que en recibir”—, porque dar es una oportunidad de demostrar lo que sentimos por Jehová y los demás y porque demostrar amor nos acerca a Jehová y nos une más a la hermandad mundial.
Ahora fíjense en cómo se explica todo esto en el versículo que leímos: “Dios es capaz de mostrarles gran bondad inmerecida a ustedes para que nunca les falte lo necesario y además tengan bastante para realizar todo tipo de buenas obras”.
Y el versículo 9 añade: “Así como está escrito [en el Salmo 112:9]: ‘Él [es decir, la persona generosa que teme a Jehová] ha repartido generosamente; les ha dado a los pobres.
Su justicia permanece para siempre’”.
Entonces, ¿indican estos versículos que la bondad inmerecida de Jehová es tan grande que sus siervos siempre tendrán lo suficiente para ellos mismos y para compartir con otros, es decir, para hacer actos de justicia?
Sí, eso es precisamente lo que nos enseñan estos versículos.
Lo que tenemos que preguntarnos es: “¿Estoy realmente convencido de esto?
¿De verdad pienso que si soy generoso no me faltará lo necesario porque es Jehová quien hace posible que yo sea generoso, porque me da más cosas de las que yo doy a fin de que yo siga siendo generoso y siga haciendo actos de justicia?”.
Recuerden lo que dijimos que encontramos en las frutas y vegetales que comemos.
Jehová les puso semillas.
Y si plantáramos todas las semillas que tiene una fruta, obtendríamos más frutas de las que seguramente nos podríamos comer.
Los versículos 10 y 11 ponen justo este ejemplo: “El que suministra abundante semilla al sembrador y pan para comer suministrará y multiplicará la semilla para que ustedes siembren y aumentará la cosecha de la justicia de ustedes [...].
A ustedes se les está enriqueciendo en todo para que sean generosos de todas las maneras posibles, y mediante nosotros esa generosidad provoca muestras de agradecimiento a Dios”.
Qué bonitas palabras.
¿Por qué Jehová nos da con tanta abundancia?
Para que (en palabras del versículo 8) podamos ser generosos.
Claro, la generosidad es un acto de fe y de amor.
Pero ¿por qué se puede decir que también es una manera de adorar a Dios?
Bueno, fíjense que el versículo 11 dice que “esa generosidad provoca muestras de agradecimiento a Dios”.
Piensen en esto: nuestra generosidad mueve a otros a orar, y eso es un acto de adoración.
Y no solo eso.
El versículo 12 dice: “Porque este servicio público que se está realizando no consiste solo en satisfacer ampliamente las necesidades de los santos, sino también en ser ricos en muchas muestras de agradecimiento a Dios”.
En la reunión anual, se nos dijo que durante los últimos dos años nuestra organización ha gastado casi cincuenta millones de dólares en labores de socorro.
Y vimos fotos del antes y el después de las reparaciones en las casas de nuestros hermanos.
Nos alegró ver que se les estaba cuidando tan bien.
La nota del versículo 12 dice que esta labor es un “ministerio”.
Es servicio sagrado y, por tanto, hace que muchas personas le den gracias a Jehová.
El versículo 13 sigue diciendo: “Así, ellos le darán gloria a Dios porque estas labores de socorro prueban que ustedes son sumisos a las buenas noticias acerca del Cristo”.
Sí, ustedes son cristianos verdaderos porque practican lo que creen, tal “como ustedes declararon públicamente, y que son generosos en sus contribuciones para ellos y para todos.
Y, cuando ellos rueguen por ustedes, expresarán el cariño que les tienen debido a la extraordinaria bondad inmerecida de Dios que se les ha mostrado a ustedes.
Le damos gracias a Dios por su indescriptible regalo”, es decir, por su bondad inmerecida, su deseo de ser incluso más generoso de lo que podemos imaginar o le podemos devolver.
Ese es el regalo que nos permite seguir siendo generosos.
Y todos los días, se hacen millones de oraciones de agradecimiento a Jehová por la generosidad que mostramos.
Eso fortalece la unidad entre nosotros.
Pero ¿qué nos permite ser generosos?
¿De dónde sacamos el tiempo, las energías, los recursos, las ideas, la motivación, el amor y las oportunidades para dar de nosotros mismos?
Es Jehová quien nos da estas cosas por su bondad inmerecida.
Cuando apoyamos las actividades del Reino, ayudamos a quienes lo necesitan.
Y, como resultado, se adora a Jehová, tal como dice el texto de hoy, 1 Crónicas 29:14: “Todo proviene de ti, y lo que te hemos dado viene de tus propias manos”.
Ahora ya sabemos lo que significa la bondad inmerecida de Jehová, su disposición a dar generosamente.
Ustedes han confiado en sus promesas, han imitado su bondad y sienten la felicidad que viene de Dios.
Así es como funciona la organización de Jehová.
Que Jehová los siga bendiciendo mucho por contribuir a todo esto.