Hermanos, vamos a la Biblia para leer de nuevo el texto de hoy, 1 Corintios, capítulo 10, versículo 23.
Dice: “Todo está permitido, pero no todo es beneficioso”.
Y luego dice: “Todo está permitido, pero no todo edifica.
Que nadie busque su propio beneficio, sino el de los demás”.
Bueno, ¿qué quiso decir Pablo aquí?
Un artículo de La Atalaya, de 1975, dijo lo siguiente: “Dentro del alcance de la ley cristiana hay una extensa latitud de acción y el cristiano tiene que decidir muchos asuntos según su conciencia cristiana.
Pero también tiene que considerar las conciencias de otros.
No todas las cosas lo edifican a él mismo o a otros”.
¿Cuál es la idea?
Hay muchísimos campos en la vida para los que no hay una ley específica que nos diga lo que tenemos que hacer los cristianos.
Tenemos que usar los principios bíblicos y la conciencia, ese maravilloso regalo que Jehová nos ha dado.
Casi siempre, tendemos a ver la conciencia como algo que nos ayuda a evitar hacer cosas malas.
De hecho, a veces la comparamos con una alarma de incendios.
Con que detecte solo un poco de humo, la alarma salta para protegernos, para avisarnos de que algo va mal, de que tenemos que hacer algo inmediatamente.
Y, es cierto, una conciencia bien entrenada puede avisarnos cuando estamos a punto de hacer algo que es peligroso.
Pero, si nuestra conciencia está realmente bien entrenada, de acuerdo con la forma de pensar de Jehová, será capaz de hacer mucho más que eso.
¿A qué nos referimos?
Pues pensemos en un ejemplo, el del rey David, cuando él tuvo que huir de Jerusalén por la rebelión de Absalón.
Vayamos a 2 Samuel, capítulo 17.
Mientras lo buscamos...
2 Samuel, capítulo 17..., recordemos que, aquí en el versículo 27, tres hombres leales a David se enteraron de que él y algunos de sus hombres estaban en el desierto.
¿Qué hicieron?
Veámoslo en el versículo 27: “David llegó a Mahanaim, y enseguida Sobí hijo de Nahás, de Rabá de los ammonitas, junto con Makir hijo de Amiel, de Lo-Debar, y Barzilái el galaadita, de Roguelim, trajeron camas, recipientes, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, semillas tostadas, miel, mantequilla, ovejas y queso.
Todo esto se lo trajeron a David y a la gente que estaba con él para que comieran, pues decían —y fíjense ahora—: ‘Esta gente que está en el desierto tiene hambre y sed, y está cansada’ ”.
¿Cuál es la idea?
Bueno, estos hombres se enteraron de que David y sus hombres estaban en el desierto sin provisiones.
¿Cómo reaccionaron?
Su conciencia empezó a trabajar, y les dijo que tenían que hacer algo para ayudar a aquellos hombres.
Si nos fijamos en todo lo que llevaron, está claro que no solo llevaron un par de cosas, sino que su conciencia los motivó a hacer más, a ser bondadosos, a ser generosos con ellos.
Y hay que tener en cuenta que ayudar a David era arriesgado, Absalón estaba dispuesto a matar a cualquiera que apoyara a David.
Así que estos hombres estaban arriesgando sus propias vidas.
Pero su conciencia los movió a hacer lo que era correcto, a hacer lo que estaba bien, a ser generosos.
¿Qué aprendemos de esto?
Que una conciencia bien entrenada no solo nos ayudará a evitar hacer lo que está mal, sino que también nos moverá a hacer lo correcto, a ser buenos, a ser generosos y a ser leales a los hermanos y a Jehová.
Bueno, Jesús también nos enseó esta lección.
Vamos a ver un ejemplo que él puso.
Es una historia muy conocida por todos.
Se trata de la parábola del buen samaritano.
La encontramos en Lucas, capítulo 10.
Vamos a recordar algunos detalles de esta historia.
Podemos ver, en el versículo 30, que un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo atacaron unos ladrones.
Y dice que lo golpearon y que lo dejaron medio muerto en el camino.
Y ahora fíjense en el versículo 31.
Ahí dice que un sacerdote bajaba por ese mismo camino y vio al hombre ahí tirado, medio muerto, pero ¿qué hizo?
Dice que... que cruzó al otro lado, se fue al otro lado del camino y pasó de largo, como si aquel hombre no estuviera allí.
Y ahora, en el versículo 32, llega un levita, y él también ve al hombre, pero ¿qué hace?
Exactamente lo mismo, cruza al otro lado y pasa de largo para ni siquiera tener que ver al hombre que está medio muerto en el camino.
¿Qué podemos decir de estos dos hombres?
Que no les funcionaba la conciencia, ¿verdad?
Pero ¿qué hay del samaritano?
El versículo 33 dice que cuando él vio al hombre “se conmovió profundamente”.
¿Y qué hizo?
El versículo 34 dice que se le acercó, le vendó sus heridas, les echó aceite y vino, después lo montó en su propio animal, lo llevó a una posada y lo cuidó.
Sacó dinero, se lo dio al dueño de la posada y le dijo: “Cuídalo, y, si gastas algo más, te lo daré cuando vuelva.
Yo te lo pagaré todo”.
¿Y qué sabemos de este hombre, el samaritano?
Está claro que su conciencia funcionaba bien.
Le dijo lo que debía hacer: que tenía que hacer lo correcto, ser generoso, ser bueno y ayudar a aquel hombre.
¿Cuál es la lección?
Que una conciencia bien entrenada por los principios bíblicos y por la manera de pensar de nuestro Dios, Jehová, hará mucho más que solo avisarnos cuando estamos a punto de hacer algo malo.
Nos impulsará a hacer lo correcto, a ser buenos, a ser generosos.
¿Cómo puede ayudarnos esta información ahora, en medio de esta pandemia?
Pues, seguro que en estos momentos todos estamos sintiendo algo de ansiedad o estrés.
Estar semana tras semana sin poder salir, confinados... no es fácil.
Esta situación no es fácil para ninguno de nosotros.
En un país de Europa que está siendo muy afectado por esta pandemia, una hermana con cáncer estaba ingresada en el hospital cuando se decretó el confinamiento.
Su hija y su yerno están en Betel, muy muy cerca del hospital, pero no podían ir a visitarla por culpa de la situación.
Al acercarse el día de la Conmemoración, nuestra querida hermana estaba muy preocupada porque se veía celebrando la Conmemoración totalmente sola en el hospital.
Imagínense lo contenta que se puso cuando se enteró de que una hermana que trabaja en el hospital había decidido ir al hospital ese día, aunque no era su turno de trabajo, solo para estar con ella y celebrar juntas la Conmemoración.
La hermana se puso todo el equipo de protección necesario y celebró la Conmemoración con nuestra hermana que estaba sola en el hospital.
¡Qué bonito!
También nos han contado de un hermano joven que trabaja en un hospital de ese mismo país de Europa.
Y, como este país se ha visto tan afectado y algunos hermanos y hermanas han muerto por culpa de la pandemia, este hermano ha tomado la iniciativa de ir a visitar a estos hermanos que están muriendo para consolarlos, porque sus propios familiares no pueden ir al hospital para estar con ellos en sus últimos momentos.
¿Se imaginan la tranquilidad que sienten estos familiares al saber que este hermano ha estado con sus seres queridos para consolarlos, para darles cariño, en esos momentos tan difíciles?
¿Qué aprendemos, hermanos, de todo esto?
Vivimos en tiempos de mucho estrés, de mucha ansiedad.
Todos podemos ayudar a otros con actos de bondad, con actos de amor...
Todos podemos ser generosos.
Que nuestra buena conciencia nos mueva, nos motive a ser generosos y bondadosos con los demás.
Así estaremos imitando a nuestro Padre celestial, Jehová.
Si lo hacemos, la angustia o el estrés que sintamos disminuirá.
Y, al mismo tiempo, demostraremos que queremos hacer no solo las cosas que están permitidas, sino las cosas que son beneficiosas.