Bienvenidos a JW Broadcasting®.
En el programa de este mes, veremos lo que son “las buenas noticias” y por qué son una gran bendición.
También veremos ejemplos de la Biblia y de la historia moderna de los Testigos que nos ayudarán a predicar todas las buenas noticias con valor.
De un hermano fiel de Ruanda aprenderemos cómo podemos seguir predicando con entusiasmo aunque nos persigan y nos metan en la cárcel.
Y seguro que les va a gustar mucho el video musical, que nos mostrará lo felices que nos hace enseñarles a los demás las buenas noticias.
Este es el programa de octubre de 2023 de JW Broadcasting.
Todos los testigos de Jehová tenemos un magnífico privilegio: ¡anunciar “las buenas noticias”!
¿Qué está incluido en esas buenas noticias?
Y saber la respuesta, ¿nos motivará a anunciar con más entusiasmo esas buenas noticias?
Contestemos a continuación estas preguntas.
Primero, ¿qué son las buenas noticias?
Ver cómo se usa esta expresión en la Biblia nos puede dar una idea.
Por ejemplo, la Biblia habla de “las buenas noticias del Reino”, “las buenas noticias de Dios”, “las buenas noticias acerca de Jesucristo”, “las buenas noticias de la bondad inmerecida de Dios”, “las buenas noticias de la paz” y “buenas noticias eternas”.
Así que podemos decir que las buenas noticias son las que tienen que ver con el Reino de Dios y con la salvación por medio de la fe en Jesucristo.
Incluyen todas las verdades sobre las que habló Jesús y escribieron sus discípulos.
Mediante el profeta Isaías, Jehová habló sobre la predicación de las buenas noticias.
La profecía de Isaías describió el objetivo de esas buenas noticias y el efecto que tendrían en las personas, especialmente desde la llegada del Mesías.
Leamos las palabras de Isaías 61:1, 2: Las buenas noticias tienen un efecto positivo en quienes las escuchan.
Pueden “vendar a los que tienen el corazón destrozado” y “consolar a todos los que están de duelo”.
Este es el mensaje del que solemos hablar en la predicación, un mensaje consolador.
Lo cierto es que la perspectiva de vivir para siempre en un paraíso en la Tierra bajo el Reino de Dios le da a la gente que nos escucha esperanza y la motiva a acercarse a Jehová.
Ahora bien, las buenas noticias incluyen algo más, algo de lo que quizás no hablemos mucho cuando salimos a predicar.
¿Se fijaron en que la profecía de Isaías también menciona “el día de la venganza de nuestro Dios”?
Así que, como ven, no solo proclamamos “el año de la buena voluntad de Jehová”.
En Apocalipsis 14:6, 7 se confirma este hecho.
Vamos a leerlo: Está claro que las “buenas noticias eternas” incluyen un mensaje de juicio.
¿A qué se refiere esta expresión de Apocalipsis, “la hora de su juicio”?
Según ciertas obras de consulta, el término en el lenguaje original que aquí se traduce como “juicio” se refiere a un proceso legal de juicio, un “examen de la conducta”.
Así que Dios está evaluando con cuidado la conducta de la gente.
La base para juzgarlas serán sus acciones.
Durante la hora de juicio que se menciona en el versículo, se pronuncian y se ejecutan los juicios de Dios contra todas las religiones falsas —Babilonia la Grande— y contra los demás componentes del sistema de Satanás.
Obviamente, Babilonia la Grande y las demás instituciones del mundo de Satanás ya han sido juzgadas.
Pero su sentencia aún no se ha ejecutado.
¿Cuándo se ejecutará?
Hacia el final de la hora de juicio, que concluirá con el punto culminante de los últimos días: la destrucción de este sistema malvado.
Por eso importa tanto lo que las personas hagan ahora.
Es cada vez más importante que les hablemos de esta parte de las buenas noticias, del juicio, porque el momento en el que Dios ejecute su sentencia llegará muy pronto.
Pero, un momento, ¿por qué decimos que ese mensaje de juicio son buenas noticias?
Bueno, son buenas noticias para las personas sinceras porque se acabará con la maldad; con toda forma de injusticia y de violencia.
Muchas personas están sufriendo debido a los actos perversos de los malvados.
¡Qué gran alivio será este juicio para ellas!
Quedará claro que Jehová es un Dios justo que ama a las personas buenas.
No obstante, el juicio será malas noticias para quienes constantemente se niegan a seguir las justas normas de Jehová.
En tiempos bíblicos, Jehová les advirtió a algunas personas que, si no dejaban de desobedecer sus mandatos a sabiendas, las juzgaría y las castigaría.
En todos los casos, les advirtió con mucho tiempo de antelación y les dijo qué cambios tenían que hacer a fin de agradarle.
Como quería ayudar a las personas, a menudo usaba a sus siervos fieles para anunciar sus juicios y para transmitirles la necesidad de actuar con urgencia.
Por ejemplo, pensemos en Noé.
Por años, les advirtió con valentía a las personas inmorales y violentas de su época que se acercaba un diluvio universal.
También les dijo lo que debían hacer para sobrevivir.
¿Y qué hay de Moisés y Aarón?
Jehová los usó para advertir al faraón y a sus siervos.
Por ejemplo, pensemos en lo que pasó antes de la séptima plaga, que fue una destructiva granizada que arrasó el territorio egipcio.
En Éxodo 9:18, 19, leemos que Moisés y Aarón les dieron a las personas las instrucciones que necesitaban para protegerse y tiempo suficiente para seguirlas.
Jehová siempre se asegura de que cuando hace advertencias la gente tenga suficiente tiempo para actuar.
Como dice 2 Pedro 3:9, él “no desea que ninguno sea destruido, sino que todos lleguen a arrepentirse”.
Las buenas noticias que predicamos ahora no solo hablan acerca de la maravillosa esperanza que Jehová nos ofrece en el futuro, sino también de lo que tenemos que hacer para disfrutar de todo eso.
Por eso hay que advertirle a la gente sobre el juicio que Dios pronto va a ejecutar.
Notemos en Mateo 24:14 la relación que existe entre la predicación de las buenas noticias y el juicio divino: Notemos que al predicar las buenas noticias damos “testimonio” a todo el que escuche.
Dependiendo de cómo respondan, se les absolverá y se salvarán, o se les condenará y serán destruidos.
Tal como un tribunal se toma su tiempo para evaluar las pruebas y las circunstancias, Jesucristo está aprovechando el tiempo hoy para juzgar con justicia a la gente.
Tanto él como su Padre están evaluando con cuidado la conducta de las personas y prestan mucha atención a cómo responden al mensaje.
¿Y a qué debe motivarnos todo esto que hemos visto sobre las buenas noticias?
Por un lado, nos impulsa a hablar de todos los aspectos de las buenas noticias, tanto de las bendiciones que Dios ha prometido para el futuro como del juicio contra los malvados, que contribuirá a que esas bendiciones se hagan realidad.
Imaginemos por un momento que sabemos que se acerca una tormenta al lugar en el que vivimos.
¿Qué haríamos?
¿No haríamos todo lo posible para estar preparados para sobrevivir a la tormenta?
¿Y verdad que también les avisaríamos a nuestros familiares, amigos y vecinos para que hicieran lo mismo?
Como Jehová pronto ejecutará su sentencia contra este mundo malvado, nosotros debemos tratar de ayudar a las personas a hacer todo lo posible por prepararse.
Queremos decirle a la gente con tacto, pero con mucho valor, lo que tienen que hacer para salvarse.
Por ejemplo, tenemos que explicarles estas cosas a nuestros estudiantes de la Biblia.
Con cariño y franqueza, tenemos que ayudarlos a ver los cambios que tienen que hacer para seguir las normas de Jehová en su vida.
Nuestro nuevo manual de estudio, ¡Disfrute de la vida para siempre!, nos permite enseñarles estas cosas.
Algunas de sus características ayudan a los estudiantes a cumplir con los requisitos para predicar las buenas noticias lo más pronto posible.
Por ejemplo, al final de cada sección, se hace un resumen con preguntas de repaso, algunas muy directas.
Repasar estas preguntas con nuestros estudiantes los ayudará a ver cómo pueden poner en práctica lo que han aprendido durante el curso.
Más adelante en el programa, podremos ver un video que muestra algunas características del libro ¡Disfrute de la vida para siempre! y cómo podemos usarlas para ayudar a nuestros estudiantes de la Biblia.
Algo más que haremos si percibimos lo importantes que son estas buenas noticias es predicarlas y enseñarlas con urgencia.
Trataremos de participar en todas las facetas de la predicación que tengamos a nuestro alcance.
No nos tomemos la predicación a la ligera.
Trabajemos para Jehová con entusiasmo, “con toda el alma”.
¿Por qué?
Porque está claro que hay vidas en juego.
Es urgente que las personas escuchen el mensaje y tomen una decisión.
Claro, todos tenemos distintas circunstancias y habilidades.
Y Jehová y Jesús lo ven, lo tienen muy en cuenta.
En el ejemplo de Jesús sobre los esclavos y los talentos, ellos no recibieron el mismo número de talentos.
Los talentos se distribuyeron según la capacidad de cada uno.
Esto nos enseña que Jehová y Jesús conocen muy bien nuestras circunstancias.
Ellos saben hasta dónde podemos llegar y ni esperan que hagamos cosas que no podemos ni comparan lo que hacemos con lo que hacen nuestros hermanos.
Saber esto nos consuela, porque no siempre podemos hacer todo lo que nos gustaría en la predicación.
Así les suele suceder a nuestros queridos hermanos mayores y a quienes tienen otro tipo de limitaciones.
Pero podemos estar seguros de que, si hacemos todo lo que nosotros podemos, Jehová estará contento.
Él nunca se olvidará de lo que hemos hecho ni del amor que hemos mostrado.
Así que, hermanos, sigamos haciendo todo lo que podamos para predicar las buenas noticias, ¡todas las buenas noticias!
No hay ninguna duda: si nos esforzamos por llevarles a todas las personas posibles este mensaje salvavidas antes de que sea demasiado tarde, nos sentiremos felices y satisfechos.
¿Le preocupa cómo podría reaccionar la gente al escuchar un mensaje más fuerte, un mensaje de juicio?
Pues algo que podría ayudarle es recordar que siervos de Dios del pasado y del presente sintieron lo mismo.
En la siguiente escenificación, veamos qué efecto tiene en un hermano meditar en el ejemplo de otros siervos fieles.
Buenos días.
Por fin ya estoy aquí.
Perdona, ¿eh?, me atrasé, pero te traigo un regalito.
Ah. No hay problema.
Gracias.
Creo que lo necesito hoy.
¿Estás bien?
¿Tú también estás pensando en el anuncio que se hizo sobre la campaña especial?
Sí, un poco, sí.
Hermano, no quiero que suene mal lo que voy a decir, pero ¿no le parece que el mensaje que vamos a predicar es muy fuerte?
Bueno, yo no diría eso.
Pero la verdad es que sí es un mensaje muy directo.
A la gente ya le molesta que le prediquemos y le enseñemos la verdad; no quiero imaginar qué harán ahora.
Claro, es cierto que no va a ser fácil predicar un mensaje así.
Pero esta no es la primera vez que lo hemos hecho.
¿En serio?
Sí.
Creo que ya te conté que mi familia es de Canadá, de Quebec.
A mi papá le tocó predicar un mensaje muy fuerte en la década de los cuarenta.
Mira, ayer busqué esto.
Tuvo que repartir un tratado que decía que los líderes religiosos de Quebec eran unos hipócritas.
¿Por qué?
¿Qué hacían?
Les decían a sus feligreses que fueran en grupo a atacar a los Testigos y que también dañaran sus propiedades.
Incluso hicieron que encarcelaran a los hermanos con acusaciones falsas.
Guau, ¿y tuvieron que repartir el tratado mientras eso pasaba?
Sí.
Porque Jehová quería que todos supieran lo injusta que era aquella situación.
Y recuerdo que mi padre me contaba que al principio de la campaña estaba muerto de miedo.
Sí, me imagino.
Así me siento yo, muerto de miedo.
Es normal sentirse así.
Yo también lo estuve pensando, y encontré un relato en Éxodo que me ha ayudado.
Es cuando Moisés les dijo a los israelitas que tenían que salpicar la sangre de un cordero en el marco de sus puertas para que no les afectara la última plaga.
Pensé en cómo debieron sentirse algunos israelitas haciendo eso en aquel tiempo.
Eso fue lo que dijo Moisés.
¿Y todos tenemos que hacer eso?
¿Todas las familias?
¡Pero si los corderos son sagrados para los egipcios!
Sí, sería insultar a su dios Amón-Ra.
¿Cómo van a reaccionar?
¿Y si nos hacen algo?
Sí.
También he estado pensando en eso.
¿Se da cuenta Moisés de lo que nos está pidiendo?
No sé, hermanos.
No creo que haya que estar tan preocupados.
No hay por qué tener miedo.
Recuerden que Jehová nos ha protegido durante las últimas plagas.
Y, en cuanto a la sangre, no lo hacemos para ofenderlos a ellos.
Lo hacemos para salvarnos, para demostrar de qué lado estamos, que estamos con Jehová.
Lo que estaban haciendo aquellos israelitas los iba a salvar y, para ellos, eso eran buenas noticias.
Y todos los mensajes que nosotros predicamos también lo son.
Mira, este es uno de mis textos favoritos: Isaías 41:10.
Dice: “No tengas miedo, porque estoy contigo.
No te angusties, porque yo soy tu Dios.
Yo te daré fuerzas.
Sí, yo te ayudaré.
Con mi mano derecha de justicia, de veras te sostendré”.
Sentir algo de miedo es normal.
Pero no olvides esto: Jehová estuvo con los israelitas, Jehová estuvo con mi padre y Jehová estará con nosotros.
El mensaje que predicamos son buenas noticias.
El buen ejemplo que nos han dado siervos de Dios del pasado y del presente nos anima a todos a seguir predicando y declarando las buenas noticias.
Recordar que Jehová siempre está de nuestro lado nos dará todo el valor que necesitamos.
Nuestros estudiantes, que están aprendiendo las buenas noticias, tienen que superar muchos obstáculos.
Tal vez tengan que hacer grandes cambios para vivir a la altura de las justas normas de Jehová.
Y eso no es fácil.
Así que ¿cómo podemos ayudarlos a hacer estos cambios para que puedan participar junto con nosotros en la predicación?
El libro ¡Disfrute de la vida para siempre! es una excelente herramienta para eso.
Veamos qué pruebas tenemos de que este libro de veras está cambiando la vida de la gente.
Cuando escuché que había una nueva publicación, el libro ¡Disfrute de la vida para siempre!, me puse muy nerviosa.
Esto era un gran cambio, y a mí no me gustan los cambios.
Pero sabía que era una mejora, así que había que intentarlo.
Llevaba años sin tener un estudiante que progresara, pero la manera en la que está diseñado este libro me ayuda a ser mejor maestra.
Cuando se explicaron las características que tendría este libro, me di cuenta de que nos serviría para ayudar a los estudiantes a empezar a predicar y a hacer cambios en su vida diaria.
Tenía muchas ganas de empezar a utilizar este nuevo manual de estudio con los estudiantes.
Me gusta la sección “Lo que algunos dicen”, que está al final de cada lección, porque prepara al estudiante para predicar de manera informal.
Ayuda a los estudiantes a defender su fe con sus propias palabras y también a aprovechar cualquier oportunidad de hablar de lo que aprenden, a predicar informalmente.
Este recuadro le ayudaba a ella a hablar de Jehová y a hacerlo con confianza, a enseñar a otros lo que aprendía.
Desde el mismo comienzo, en la lección 01, en la 02, se anima al estudiante a ver la importancia de que él aprenda, pero también de que les hable de esto a otros.
Nos da la oportunidad de enseñarle al estudiante a hablarles a otros con tacto, a no ser bruscos.
Le dije: “Imagínate esto: si alguien te dice que Jesús es Dios, ¿cómo le contestarías?
¿Qué le dirías a esa persona?”.
Y eso le hizo pensar, me dijo: “Ah, pues diría esto, diría aquello...”.
Y eso fue lo que pasó.
Ella pudo hablarle a su familia de las cosas que estaba aprendiendo de la Biblia.
Estaba predicando informalmente y sin ni siquiera darse cuenta de ello.
Cuando ves que el estudiante entiende lo que aprende y cómo ponerlo en práctica, es bonito.
Te hace sentir muy bien, porque sabes que ahora están preparados para poder decírselo a otros.
Otra cosa que hace este libro es que ayuda al estudiante a hacer cambios poco a poco, a ir cambiando su manera de vivir, a comportarse como Jehová quiere.
El repaso de la sección es una serie de preguntas.
Normalmente, hay una pregunta o un texto clave para cada lección.
Así que, antes de pasar a la siguiente sección, este repaso es una especie de filtro.
El estudiante repasa lo que aprendió y el maestro puede pensar: “Este punto no lo entiende del todo”.
Estos repasos son muy buenos, porque permiten que el estudiante se exprese.
Y así el maestro puede saber en qué puntos el estudiante necesita ayuda.
Pude ver si tenía algunas lagunas o si había algún problema o si no entendía algo.
Si dicen: “El libro dice” o “Tú me dijiste”, ahí me doy cuenta de que tengo que recordarle que esto lo dice la Biblia y de que tengo que esforzarme por que la verdad le llegue a su corazón.
Ella se expresaba con sus palabras.
Y así yo veía lo que pensaba, si había algo que le preocupaba o si ella se daba cuenta de dónde tenía que hacer cambios.
Ahora las preguntas son un poco más personales que las que solíamos hacer antes.
Son un poco más directas.
No estábamos acostumbrados a hacer preguntas así.
Las preguntas que yo hacía antes de tener el libro Disfrute de la vida la verdad es que no servían de mucho.
Estas preguntas consiguen que el estudiante diga lo que siente.
Me encanta que sean así.
Esto lleva tiempo.
El maestro debe ser paciente y cariñoso, darle tiempo al estudiante a hacer cambios para convertirse en un publicador no bautizado.
El libro Disfrute de la vida es especial.
No hay otro igual.
Se lo pone fácil al estudiante, lo ayuda a progresar mucho más rápido.
Este libro me ha ayudado un montón.
Me ha dado más seguridad.
Se diseñó para que la gente acepte la verdad rápidamente.
Mi estudiante dijo que el libro estaba hecho para ella.
Cuando llegó el momento de predicar de casa en casa, estaba lista.
Mi estudiante ya ha empezado varios cursos de la Biblia.
Este manual lo ha capacitado para ser un buen maestro.
El libro tiene todo lo que el estudiante necesita, no hace falta añadir más.
Está todo ahí.
El libro ¡Disfrute de la vida! contiene preguntas bien pensadas, y algunas bastante directas, que ayudan a los estudiantes a pensar en lo que dice la Biblia y a darse cuenta de los cambios que tienen que hacer para complacer a Jehová.
El libro también les enseña cómo predicar informalmente y les recalca que es muy importante que comiencen a hablar con otros acerca de lo que aprenden.
Todos los que servimos a Jehová tenemos la responsabilidad de predicar todas las buenas noticias.
Pablo dijo en 1 Tesalonicenses 2:2 que nos haría falta valor para predicar en medio de “fuerte oposición”.
¿Cómo lo conseguimos?
Veamos la historia del hermano Gaspard Rwakabubu.
Fíjense en que él nunca perdió el entusiasmo por la predicación, a pesar de que lo persiguieron y lo encarcelaron.
En la década de los setenta, nuestra obra no estaba reconocida legalmente en Ruanda.
Cuando recibimos una carta en la que se nos invitaba a servir allí, llevábamos una vida muy cómoda.
Es verdad que teníamos algunas dudas, pero orar a Jehová y pedirle su dirección nos ayudó a decidirnos.
Después de hablar con mi esposa, ambos sentimos muchas ganas de ir.
En 1982, le solicitamos al gobierno que reconociera legalmente nuestra obra, pero, en vez de eso, nos metieron en la cárcel a mí y a otros dos hermanos.
Un día, un domingo, el arzobispo vino a la cárcel y les dijo a los presos que tuvieran cuidado con los testigos de Jehová.
Pero esas palabras no hicieron más que despertar la curiosidad de los presos.
Entonces nos buscaron para hacernos preguntas porque no entendían por qué el arzobispo había dicho eso.
Muchos comenzaron a acompañarnos a nuestras reuniones.
Pero, claro, al arzobispo eso no le gustó nada.
Se puso aún más furioso.
Y, como quería detener todas nuestras actividades en la prisión, les dijo a sus seguidores más leales que nos dieran una paliza cuando fuéramos a la siguiente reunión.
Pero entonces dos presos jóvenes se acercaron y nos dijeron: “Hoy quieren darles una paliza”.
Así que, cuando llegó la hora, no fuimos al lugar de reunión.
Esa noche otro grupo religioso se reunió allí, y les dieron a ellos la paliza.
Desde ese día, ya nadie nos molestó más, y pudimos seguir predicando y reuniéndonos sin ningún problema.
Después de pasar dos años en la cárcel, nos pusieron en libertad.
Pero los Testigos todavía no podíamos predicar con libertad en Ruanda.
Así que el gobierno continuó persiguiendo a nuestros hermanos, arrestándolos y metiéndolos en la cárcel.
Más tarde, me volvieron a encarcelar, y los hermanos que estaban allí se pusieron muy contentos y decían: “Ha venido el superintendente de circuito a hacernos la visita”.
Estaban muy felices.
Todos comenzamos a predicar de manera organizada.
Cada uno tenía su territorio.
Algunos estaban desanimados, pero hice todo lo posible por fortalecerlos para que siguieran fieles a Jehová.
Poco después, hermanos de todo el mundo empezaron a escribir cartas y a enviarlas al presidente de Ruanda para sacar a la luz la situación tan injusta de los Testigos.
¡Enviaron muchísimas cartas!
Y tuvieron muy buen resultado porque, al final, el presidente mismo hizo un anuncio en la radio en el que ordenaba la liberación de todos los testigos de Jehová.
La gente en la calle empezó a gritarnos: “¡Jehová ganó!
¡Jehová ganó!”.
En 1992 la obra de los testigos de Jehová por fin recibió reconocimiento legal.
Pero luego, en 1994, debido al genocidio que ocurrió en Ruanda, lamentablemente, algunos hermanos murieron y otros se enfrentaron a problemas muy serios.
Algunos tuvieron que huir a Goma, una ciudad que se encuentra en la República Democrática del Congo.
A mí se me encargó la labor de supervisar los fondos de socorro que llegaban de Kinsasa.
Un día, justo después de recibir el dinero para nuestros hermanos refugiados, me detuvieron dos policías.
Seguramente pensaron que podían quedarse con el dinero, así que me pidieron que los acompañara a hablar con su superior.
Mientras íbamos caminando, me acordé de la oración que una vez hizo mi hija Deborah durante el genocidio.
Todos estábamos orando en silencio, pero ella hizo una oración en voz alta, contándole a Jehová cómo se sentía.
Fue gracias a eso que los soldados no nos mataron.
Recordar aquello me impulsó a hacer una oración en silencio a Jehová.
En cuanto dije “Amén”, los dos policías me dieron la espalda para saludar a un compañero.
Me ignoraron por completo.
En ese momento, vi enfrente de mí a un hermano con un maletín negro, idéntico al que tenía yo con el dinero.
Le di el mío, y él me dio el suyo, que estaba lleno de publicaciones.
Entonces, justo después, los policías me dijeron: “Vamos. Andando”.
Y llegamos a donde estaba su jefe.
Cuando abrieron el maletín, se quedaron así.
No lo podían creer.
Se pusieron a decir: “¡Es un milagro!
¿Cómo es posible que el dinero se haya convertido en libros?”.
En todas las pruebas que me ha tocado vivir, he visto la poderosa mano de Jehová.
Hemos aguantado, como la casa de la que habló Jesús, que se construyó sobre la roca y aguantó las tormentas sin venirse abajo.
Nosotros también pasamos por muchas dificultades —aguantamos muchas tormentas— pero Jehová nos ayudó a no venirnos abajo, a seguir firmes, justo como esa casa construida sobre la roca.
Y otro texto que me gusta mucho es el de Isaías 54:17.
Allí se nos recuerda que, sean quienes sean los que nos ataquen, nunca lograrán vencernos.
La verdad es que físicamente me he ido debilitando poco a poco, pero espiritualmente tengo más fuerzas que nunca.
Jehová me da todas las fuerzas que necesito para servirle.
Estoy decidido a seguir sirviendo a Jehová pase lo que pase.
Conozco al hermano Rwakabubu, y las historias que me ha contado sobre su servicio son sensacionales, a veces hasta me las representaba.
La historia que mencionó sobre la oración de su hija Deborah se encuentra en las páginas 198 y 199 del Anuario de los testigos de Jehová 2012. La pequeña Deborah apenas tenía seis años cuando hizo su oración frente a un grupo de soldados.
Los soldados tenían pensado matar a toda la familia, incluidos los cinco niños del hermano Rwakabubu.
Sin embargo, la inocencia y sinceridad que demostró Deborah conmovió el corazón de aquellos endurecidos soldados.
Hoy, el hermano Rwakabubu tiene problemas de salud y sufre las secuelas de todo el tiempo que fue perseguido y estuvo preso.
Ahora bien, gracias a la confianza en Jehová de este hermano y su amor por las buenas noticias, ha seguido sirviendo a Jehová con entusiasmo a pesar de la edad.
Cambiando el tema, la predicación informal puede tener muy buenos resultados.
Pero, para tener éxito, hay que prepararse bien.
¿Cómo?
Como veremos en la siguiente adoración matutina, podemos aprender mucho del ejemplo que nos puso el Gran Maestro, Jesucristo.
Jesús, el Gran Maestro, creó oportunidades de predicarle a la gente.
Y, claro, encontramos un buen ejemplo en Juan, el capítulo 4.
Vayamos, por favor, a Juan, capítulo 4, y examinemos cómo Jesús predicó de manera informal y qué lecciones podemos aprender.
Si nos fijamos en Juan 4, en el contexto, notamos en los versículos 3 a 6 que Jesús había salido de Judea e iba de camino a Galilea, pero decidió pasar por Samaria y terminó en Sicar.
La nota de estudio nos muestra que el viaje implicaba realizar un ascenso de unos 900 metros o 3.000 pies.
Eso sería una subida muy pronunciada.
Equivaldría, más o menos, a subir como unos 300 pisos en un edificio.
¡Imagine cómo estaríamos al acabar!
Si Jesús y sus apóstoles habían hecho el viaje esa mañana, se comprende que el versículo 6 diga que “estaba cansado” y que estaba sentado.
Y ese mismo versículo aclara que era “la hora sexta”, o sea, mediodía.
Así que recordemos: Jesús está en Samaria, está muy cansado y es la hora del mediodía.
No eran las mejores circunstancias para ponerse a predicar.
Así que ¿cuál es la primera lección que aprendemos?
Que Jesús no esperaba a tener las circunstancias perfectas para predicar informalmente.
No, aprovechaba las oportunidades que surgían y también las creaba.
Y ahora se presenta la mujer.
Notemos cómo en el versículo 7 Jesús da comienzo a la conversación: Simplemente le dice “dame de beber”.
No entra, por el momento, en temas espirituales profundos.
No, tan solo comienza a hablar con la mujer.
¿Y qué aprendemos de esto?
Bueno, que para predicar de manera informal suele bastar con decir un saludo, un sencillo hola.
Y, claro, si la persona no tiene ganas de conversar, será difícil seguir hablando.
Así que esa es la primera lección.
¿Cómo reaccionó la mujer?
Bueno, al repasar el capítulo 4 de Juan, veremos que Jesús tuvo que superar al menos cuatro posibles obstáculos para seguir conversando.
El primero lo encontramos en el versículo 9.
La mujer fue al grano: “Tú eres judío y yo soy samaritana.
¿Cómo se te ocurre hablar conmigo?”.
Como vemos, mencionó la apariencia de Jesús y su origen.
Hoy pasa igual.
A veces nos miran y sacan a relucir nuestro color, nuestra raza o nuestra nacionalidad.
Y eso pudiera ser un problema.
Pero ¿qué dijo Jesús?
Él no le respondió: “Mira, soy buena gente.
¿No ves que yo estoy dispuesto a hablar contigo?”.
No, él evitó ese tema por completo y se centró en el mensaje espiritual que quería transmitirle.
Ahora notemos que, en el versículo 10, Jesús habla del “regalo de Dios” y también menciona, además, que la mujer podría recibir “agua viva”, no solo el agua que venía a buscar al pozo.
Ahora, cuando vemos cómo fue la conversación, queda bastante claro que en ese preciso momento Jesús puso la base de lo que iba a decir luego.
Así que comenzó con el agua, luego siguió con los regalos de Dios y el “agua viva”, y seguiremos viendo cómo continuó desarrollando el tema.
¿Y qué pasó entonces, cuando le ofreció el “agua viva”?
Bueno, en el versículo 11 vemos que ella dice: “Ni siquiera tienes con qué sacar agua”.
En otras palabras, le vino a decir: “No te creo.
El pozo es muy profundo”.
Según la nota de estudio serían unos 23 metros o 75 pies.
Además, a esta reacción tan negativa le siguió un tema que era muy polémico en tiempos de Jesús.
Le dijo: “¿Tú te crees mejor que nuestro antepasado Jacob?”.
Era un tema muy polémico, porque cualquier judío habría objetado y le habría dicho: “Tú no puedes decir que seas parte de la familia de Jacob”.
Aquí nos encontramos con dos posibles obstáculos.
¿Cómo los superó Jesús?
Centrándose de nuevo en el mensaje espiritual.
Ya mencionamos que, según el versículo 10, Jesús comenzó hablando de agua, del regalo de Dios y del “agua viva”.
Y dijo, según vemos en el versículo 14, que la persona que beba esa agua nunca más tendrá sed.
Y entonces introdujo una idea fundamental: la vida eterna.
Es obvio que Jesús tenía en mente un plan de acción, un bosquejo mental para desarrollar el tema que quería.
En este caso tenía que ver con el agua que daba vida eterna.
¿Y cómo reaccionó la mujer a ese razonamiento?
En el versículo 15 leemos: “Dame de esa agua, señor”.
¿Quería decir “quiero esa agua, por favor”, o estaba reaccionando con escepticismo y siendo un poco sarcástica?
Bueno, es difícil saberlo, pero parece que no fue sino hasta después que le creyó a Jesús.
Pero, sea como sea, en la actualidad tal vez sería como decir: “Suena muy bien, pero es demasiado bueno para ser cierto”.
¿Se dio Jesús por vencido?
No.
En ese momento, Jesús cambió la orientación de la conversación y le dio la oportunidad a la mujer de probar su sinceridad.
Jesús se había dado cuenta de que tal vez iba a sacar agua a esas horas para que no la vieran.
¿Por qué?
Bueno, en el versículo 16, Jesús le dice: “Anda, llama a tu esposo”.
Y ella responde: “No tengo esposo”.
Fue muy sincera con un extraño.
Jesús le dijo: “Tienes razón […], porque has tenido cinco y el hombre que tienes ahora no es tu esposo.
Lo que has dicho es verdad”.
¿Y qué es lo que aprendemos de lo anterior?
Como vemos, aunque Jesús sabía que ella estaba viviendo en una relación inmoral, él no se centró en eso.
Le dio la oportunidad de expresarse.
¿Y luego qué hizo?
La felicitó por su sinceridad.
De igual modo, conviene que siempre busquemos cosas por las que felicitar a la gente, incluso si nos dicen algo que está totalmente en contra de lo que dice la Biblia.
Como mínimo, podemos darle las gracias por su opinión y por su sinceridad.
Si seguimos leyendo, vemos que, llegados a este momento, la mujer nota algo especial en Jesús, pues le dice: “Señor, veo que eres profeta”.
Pero luego surge el siguiente obstáculo, el cuarto.
¿Qué le dice ella?
“Es que nosotros adoramos a Dios aquí, en el monte Guerizim, pero ustedes dicen que lo hagamos en Jerusalén”.
Bueno, eso es como decir en la actualidad: “Yo tengo mi religión y ustedes tienen la suya”.
¿Qué hizo Jesús para superar este obstáculo?
Si nos fijamos en el versículo 21, es interesante cómo Jesús le responde: “Viene la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre”.
En esencia, Jesús la tranquilizó y le dijo: “No te preocupes.
En el futuro dará igual que se adore a Dios en un lugar o en otro”.
Y luego pasó a explicarle que lo importante era adorar al Padre “con espíritu y con verdad”.
¿Qué aprendemos de esto?
Jesús la ayudó a ver que lo que a ella le parecía un problema no lo era en absoluto.
No hacía falta que lo examinaran a fondo ni que entraran en detalles.
Claro, sí mencionó que la salvación comenzaba con los judíos y luego le explicó claramente lo que ella tenía que hacer.
¿Y eso por qué fue tan importante?
Pues bien, si buscamos Hechos 8:14, veremos una nota de estudio muy interesante que dice que lo que hizo Jesús en esta ocasión, al dar testimonio a esta mujer y luego a otros samaritanos, sentó las bases para el trabajo que hizo Felipe el Evangelizador cuando se mudó a Samaria y ayudó a muchos de ellos a hacerse cristianos; al final llegaron a ser cristianos ungidos.
Así que la conversación que tuvo Jesús con la samaritana dio magníficos resultados.
Bien, ¿qué hemos aprendido al repasar el capítulo 4 de Juan?
Primero, que Jesús no esperó a que surgiera la oportunidad ideal; él la creó.
Segundo, no dejó que lo distrajeran los diferentes temas, a veces polémicos, que iba sacando esta mujer, sino que se centró en un asunto espiritual.
Tenía claro que usaría el agua para, en algún momento, hablar con ella de la vida eterna.
Luego la felicitó por su sinceridad y le explicó lo que tenía que hacer.
¡Qué ejemplo tan bueno nos dio Jesús de cómo debemos predicar a otros!
Empiece con algo sencillo, tenga un tema en mente y felicite a la persona.
¡Más fácil imposible!
Seguro que querrán probar este método cuanto antes.
Cuando pensamos en lo valiosas que son las buenas noticias, no podemos contener el deseo de hablar de ellas en toda ocasión.
Sencillamente, ¡no es posible quedarse callado!
Y ese es el tema del video musical de este mes.
♪♪ Qué cerca está el final, qué clara está la señal. El tiempo se va, ¿qué va a pasar?
Millones morirán.
Tenerles compasión me nace del corazón.
No es momento de dudar, temer, es hora de hablar.
No lo puedo contener, no hay forma de esconder el fuego en mi interior.
Esta luz que brilla en mí la debo compartir.
Que brille igual que el sol, ¡igual que el Sol!
Se agota el tiempo ya, no sé cuánto quedará para predicar y proclamar el nombre de Jehová.
No lo puedo contener, no hay forma de esconder el fuego en mi interior.
Esta luz que brilla en mí la debo compartir.
Que brille igual que el sol, ¡igual que el Sol!
Me quema aquí en el pecho, en el corazón.
Me sale desde dentro, no callaré, ¡ven tú también!
No lo puedo contener, no hay forma de esconder el fuego en mi interior.
No lo puedo susurrar, ¡lo tengo que gritar!
Que brille igual que el sol, ¡igual que el Sol!
¡Igual que el Sol!
¡Igual que el Sol! ♪♪ ¡Qué bonito es ver que nuestros esfuerzos ayudan a las personas a aceptar las buenas noticias!
Y ellas, a su vez, sienten el deseo de compartirlas con otros.
¡Sus vidas cambian por completo!
El primer episodio de la serie “Ejemplos de fe”, que vimos el mes pasado, hizo que cobrara vida la primera parte de la historia de Abrahán.
Estoy seguro de que querrán ver cómo continúa la historia de este hombre al que la Biblia llama “el padre de todos los que tienen fe”.
Podremos verlo ahora en la parte 2.
Un año atrás, Jehová le había dicho a Abrahán que pasaría algo que parecía imposible: su esposa, Sara, tendría un hijo.
Hijo mío, Isaac.
El embarazo de Sara y el nacimiento de Isaac fueron un milagro y demostraron que la palabra de Jehová siempre se cumple.
Y llovía y llovía… Pero los ocho estaban ahí en el arca, a salvo.
Jehová protegió a la familia de Noé.
Y gracias a eso nosotros estamos vivos hoy.
¿Y sabes qué?
Esa no fue la única vez.
Aunque pasaron muchas cosas que daban miedo, Jehová siempre se ha encargado de que se cumplan sus promesas.
Y, si no, piensa en lo que pasó cuando el faraón se llevó a mamá para casarse con ella.
¡Menos mal que Jehová la protegió!
Recuerda también que Jehová envió a unos ángeles para salvar a Lot.
Y que tú naciste gracias a él.
Yo soy tu papá, pero Jehová también es tu Padre.
Isaac, tú eres parte del propósito de Dios.
En la vida vamos a tener problemas, pero recuerda que siempre podemos confiar en Jehová.
Porque siempre cumple sus promesas.
¡Así es!
¿Te acuerdas de lo que Jehová le prometió a nuestra familia?
“Te daré a ti y a tu descendencia de forma permanente la tierra en la que viviste.
Y yo seré el Dios de ellos”.
Ven aquí.
Y llegaron los problemas, a pesar de que esta familia servía a Jehová.
¿Y tú quién eres?
Si no eres nadie.
Si el primogénito soy yo.
Si todo el mundo te odia.
Papá me quiere solo a mí.
Todo el mundo se ríe de ti, Isaac.
Yo nací antes que tú.
No le importas a nadie, ni siquiera a Dios.
Todo el mundo te odia.
Esta fiesta es para mí.
Tú sobras en esta familia.
No era una simple rivalidad entre hermanos.
A Sara le rompía el corazón lo mal que Ismael trataba a su hijo.
Por favor, por favor, echa de aquí a esa esclava y a su hijo.
No te sientas mal por lo que Sara te está diciendo sobre el muchacho y tu esclava.
Escúchala, porque por medio de Isaac vendrá lo que será llamado tu descendencia.
Pero del hijo de tu esclava también haré que salga una nación, porque él es descendiente tuyo.
Aunque no fue fácil, Abrahán fue obediente y despidió a Agar y a su hijo Ismael.
Estaba convencido de que Jehová los cuidaría.
¡Abrahán!
¡Aquí estoy!
Por favor, toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas tanto, a Isaac, y viaja a la tierra de Moria.
Allí preséntalo como ofrenda quemada sobre una de las montañas que yo te indicaré.
Vamos.
En el pasado, Abrahán le había hecho preguntas a Dios sobre sus juicios y sus decisiones, pero ahora su amistad con Jehová y su confianza en él eran más fuertes.
Así que esta vez no le preguntó nada.
Quédense aquí con el burro mientras mi hijo y yo vamos allá a adorar a Dios.
Luego regresaremos.
¡Papá!
Dime, hijo.
Tenemos el fuego y la leña, pero ¿y la oveja para la ofrenda?
Dios mismo proveerá la oveja para la ofrenda quemada, hijo.
¡Abrahán, Abrahán!
¡Aquí estoy!
No le hagas daño al joven, no le hagas nada.
Ahora sé de veras que eres un hombre que teme a Dios, porque no te has negado a darme a tu hijo, tu único hijo.
Y todas las naciones de la tierra conseguirán una bendición para ellas mismas mediante tu descendencia, porque tú has escuchado mi voz.
Abrahán, Sara e Isaac tenían una fe inquebrantable.
Sabían que podían confiar completamente en Jehová.
Y las promesas que Jehová les hizo a ellos también nos dan esperanza a nosotros.
Cuando nos metemos de lleno en las historias de personajes que ya conocemos, vemos aún más claro el valor de estos relatos, y las lecciones que estos encierran se graban con fuerza en nuestro corazón.
En la videopostal de este mes, visitaremos a los hermanos de Lesoto, un país del sur de África.
Lesoto está a más de 1.000 metros (3.280 pies) sobre el nivel del mar, pero algunas de sus cumbres son tres veces más altas.
La mayoría de los habitantes de Lesoto pertenecen a la etnia basuto, viven en zonas rurales y muchos son ganaderos o agricultores.
El tiempo en la región montañosa puede cambiar de repente, así que sus habitantes tienen que protegerse del frío.
Qué bueno que cuentan con las famosas mantas basuto, que los mantienen bien abrigados, especialmente en el invierno, cuando las montañas se cubren de nieve.
Las buenas noticias tienen que predicarse incluso aquí, en las cimas heladas, algo que nuestros hermanos llevan haciendo ocho décadas.
En 1942, dos Testigos basutos que aprendieron la verdad en Sudáfrica regresaron a estas tierras llenos de entusiasmo para predicar.
Nueve años después, había cinco congregaciones pequeñas con 63 Testigos en total.
En las décadas de los sesenta y setenta, la predicación siguió adelante gracias a la labor de evangelizadores muy celosos.
Hoy hay más de 3.700 publicadores en Lesoto, que dirigen más de 4.500 cursos bíblicos.
La población de Lesoto está muy esparcida y el territorio puede ser de difícil acceso, así que los hermanos tienen que hacer grandes esfuerzos para llegar hasta las personas.
Algunos tienen que subir por caminos muy empinados para poder ir a sus reuniones.
Ese es el caso de los 78 publicadores de la congregación Mokhotlong, que se reúnen en el Salón del Reino más elevado del sur de África.
Desde lo más alto de Lesoto, los hermanos y hermanas de la congregación Mokhotlong les envían sus saludos y amor cristiano.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.