JW Broadcasting: Noviembre de 2023 (reunión anual del 2023, parte 1)

¡Bienvenidos al programa de JW Broadcasting de noviembre del 2023!

El 7 de octubre, la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania tuvo su reunión anual.

Lo normal sería que ustedes vieran esta parte del programa en enero del 2024.

Sin embargo, tendrán la oportunidad de ver cuatro discursos este mes.

¿No les parece una buena noticia?

Fue el Cuerpo Gobernante quien decidió que se presentaran estos discursos en este programa, pues quiere que todos los hermanos del mundo se enteren de esta información lo antes posible.

Por favor, ¡presten mucha atención y disfruten del programa!

¡Qué bueno, hermanos!

Estar aquí… todos juntos, felices.

La… Se pondrán más contentos a medida que avance la mañana.

La reunión anual es… Bueno, primero les voy a hablar de la reunión del 2013.

Claro, aquella reunión anual marcó un antes y un después.

Y, de hecho, así la hemos llamado: una reunión histórica.

Seguro que dirán que todas son históricas.

Y, aunque es cierto, aquella fue muy especial.

Aquel año se presentó la revisión de la Traducción del Nuevo Mundo, la edición en inglés.

¿Quién lo puede olvidar?

Y aquel regalo sigue siendo una bendición para muchas personas hoy por toda la Tierra, ya que se sigue traduciendo.

Han pasado 10 años, exactamente 10 años.

Y hoy tendremos otra reunión anual histórica.

Jehová le ha permitido al “esclavo fiel” entender mejor algunos principios que se encuentran en la Palabra de Dios, así como las lecciones que podemos aprender de esos principios bíblicos.

Y ahora ustedes también recibirán esta información.

¿Están listos?

¿Tienen ganas de oírlo?

Escuchemos atentamente la siguiente serie de discursos.

Como de costumbre, cada orador presentará al siguiente.

Por favor, prestemos atención al hermano Gage Fleegle, que presentará el discurso “Alabamos a Jehová porque lo amamos”.

Es el día 11 de nisán del año 33 de nuestra era.

Aunque unos días después será ejecutado, Jesús está muy ocupado enseñando en el templo.

Con sus argumentos lógicos e irrefutables les cierra la boca a los fariseos.

Y, al mismo tiempo, transmite algunas de las enseñanzas más profundas de todo su ministerio.

Por ejemplo, “Páguenle a César lo que es de César, pero a Dios lo que es de Dios”.

Entonces llega un escriba adonde está Jesús y le pregunta: “¿Cuál es el mandamiento más importante […]?”.

¿Qué le responde Jesús?

Su respuesta es de suma importancia para todos los cristianos, tanto en aquel entonces como hoy en día.

La encontramos en el Evangelio de Marcos, en el capítulo 12.

Busquen conmigo, por favor, los versículos 29 y 30.

Marcos 12:29, 30: “Jesús contestó: ‘El primero —es decir, el mandamiento más importante, o el mandamiento principal— es: “Escucha, oh, Israel.

Jehová nuestro Dios es un solo Jehová.

Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”’”.

Debes amar a Jehová.

Amar a Dios… Parece sencillo, ¿verdad?

Millones de personas dicen que aman a Dios, pero en realidad aman más los placeres, o están dispuestas a pelear en la guerra y matar a otros, o no quieren vivir de acuerdo con las normas morales de Dios.

Aunque dicen amar a Dios, sus hechos contradicen sus palabras. Jesús demostró que amar a Dios implica mucho más que solo sentir cariño por él.

Destacó que nuestro amor debe ser completo: con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas.

¿Hay algo que falte ahí?

¿Los ojos?

¿Las orejas? ¿Las manos?

La nota de estudio del versículo 30 explica que el amor completo por Dios incluye nuestros deseos, sentimientos y emociones.

Implica nuestra facultad de pensar y nuestra capacidad de razonar.

Nuestras fuerzas físicas y nuestro intelecto.

Nosotros, con todo nuestro ser, debemos dejar claro que amamos a Dios.

Nuestro amor por Dios debe dirigir toda nuestra vida.

Nada debe quedar afuera.

Poco después de mencionar cuál es el mandamiento más importante —y recuerden que estamos hablando de Jesús, que todavía está enseñando en el templo—, Jesús deja claro que hay tanto buenos como malos ejemplos de lo que es amar a Dios.

Primero condena la conducta de los escribas y fariseos, pues dicen que aman a Dios, pero no es así.

Pueden leer todo lo que les dijo en el capítulo 23 de Mateo.

Esos hipócritas daban incluso la décima parte de las hierbas más insignificantes, pero descuidaban “los asuntos más importantes”, como la justicia o la misericordia.

Este es el mal ejemplo.

Pero después Jesús dirige la atención a un ejemplo sobresaliente de amor a Dios.

Volvamos, por favor, al capítulo 12 de Marcos, desde el versículo 41: “Y se sentó en un lugar desde donde se veían las arcas del tesoro, y se puso a observar cómo la gente echaba dinero en ellas; muchos ricos echaban muchas monedas.

Entonces vino una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.

Él llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Les aseguro que esta viuda pobre echó en las arcas del tesoro más que todos los demás.

Porque todos ellos dan de lo que les sobra; pero ella, que es tan pobre, lo echó todo, todo lo que tenía para vivir’”. Las monedas de la viuda pobre era lo que se ganaba por 15 minutos de trabajo.

Pero para Jehová valían mucho, como indicó Jesús cuando alabó a la mujer por su sacrificio de toda alma.

¿Qué aprendemos?

La lección va más allá de simplemente dar dinero.

A Jehová le importan los motivos por los que lo adoramos.

Jehová no nos compara con los demás.

Ni siquiera nos compara con una versión más joven de nosotros mismos.

Jehová sencillamente quiere que lo amemos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas.

No como éramos hace 10 o 20 años, sino como somos ahora.

Ahora bien, voy a hacerles una pregunta.

¿Es razonable que Jehová espere que nosotros lo amemos a él con todo el corazón, alma, mente y fuerzas?

¿Es razonable eso?

Sí, por supuesto que sí.

¿Por qué lo decimos?

Porque Jehová nos ama a nosotros con todo su corazón, alma, mente y fuerzas.

¿Cómo lo sabemos?

Busquemos Isaías, capítulos 40 a 44.

Allí encontramos algunas de las muchas razones que tenemos para amar a Jehová.

Y también encontramos algunos ejemplos que muestran cuánto nos ama Jehová.

El primer ejemplo está en Isaías 40:11.

Dice: “Cuidará de su rebaño como un pastor.

Con su brazo juntará a los corderos, y junto a su pecho los llevará.

Guiará con delicadeza a las ovejas que estén amamantando a sus crías”. ¡Qué bonita descripción de nuestro Dios!

Él es un Pastor cariñoso.

En Ezequiel 34:15, 16, Jehová dice: “Yo mismo alimentaré a mis ovejas […].

A las perdidas buscaré, a las descarriadas traeré de vuelta, a las heridas vendaré [como vemos en la imagen], y a las débiles fortaleceré”.

¿Verdad que nos emociona ver con qué ternura y compasión nos cuida Jehová?

Si nos caemos y nos lastimamos, o si nos enredamos en un matorral de espinos, por así decirlo, Jehová nos venda las heridas.

Nos cuida para que nos sanemos.

Cuando buscamos su ayuda, no nos dice: “Eso te pasa por no hacerme caso”.

No.

Más bien, para que no cometamos los mismos errores nos da consejos en su Palabra.

¿Y cómo se sienten sus ovejas?

Como vimos en la imagen, se sienten seguras en los brazos de Jehová.

¿Y cómo nos sentimos nosotros al ver el cariño con que nos cuida?

También nos sentimos seguros.

Podemos decir que Jehová nos ama a nosotros con todo su corazón, con compasión.

¿Verdad que por eso lo queremos cada vez más?

Veamos otra razón que tenemos para amar a Jehová.

Isaías 40:28, 29.

El 28 dice: “¿Es que no lo sabes?

¿No lo has oído?

Jehová, el Creador de los confines de la tierra, es un Dios para toda la eternidad.

Jamás se cansa ni se agota.

Su sabiduría supera toda comprensión.

Él fortalece al que está cansado y llena de vigor al que está débil”.

Con su poderoso espíritu santo Jehová lo creó todo: a su Hijo primogénito, a millones y millones de ángeles, el inmenso universo con sus billones y billones de estrellas, nuestro hermosísimo planeta con su gran variedad de plantas y animales, y el increíble cuerpo humano con sus sorprendentes habilidades.

Jehová es verdaderamente el Creador todopoderoso.

Ahora piensen en esto: ¿qué pasa cuando nos sentimos muy cansados, completamente agotados?

Después de un largo día, cuando llegamos a casa exhaustos, ¿cómo recargamos fuerzas?

¿Nos conectamos a un enchufe como un auto eléctrico?

No.

Estamos diseñados para recargarnos mientras descansamos.

Y los alimentos que comemos son nuestra gasolina.

La comida, que nos da energía, es una prueba de que Jehová nos ama.

Y no solo nos recarga, también nos hace felices. ¿Qué desayunaron hoy, quizás aquí en el Salón de Asambleas?

Una dona o donut glaseado tiene entre 190 y 300 calorías.

Espero que no estén contando calorías ahora durante la reunión anual.

Sin importar lo que comamos, la energía que nos dan los alimentos es un regalo del Dios todopoderoso que nos ayuda a recargar fuerzas. Quiero hacerles una pregunta.

¿Qué pasa cuando estamos cansados de luchar con los problemas de la vida, quizás con problemas que solo se solucionarán en el nuevo mundo?

Bueno, cuando tenemos buenos hábitos espirituales, nuestro Padre Jehová nos da fuerzas, “fortalece al que está cansado”.

El espíritu santo de Jehová nos hace fuertes.

Nos ayuda a hacer frente a un nuevo día.

Nos da “el poder que va más allá de lo normal”.

Nos fortalece.

Sí, Jehová “fortalece al que está cansado”.

Y por eso podemos decir que él nos ama con todas sus fuerzas.

¿Verdad que saber esto nos acerca a él?

Veamos otra razón que tenemos para amar a Jehová.

Está en Isaías 41:10, 13.

Allí nuestro Dios nos dice: “No tengas miedo, porque estoy contigo.

No te angusties, porque yo soy tu Dios.

Yo te daré fuerzas.

Sí, yo te ayudaré.

Con mi mano derecha de justicia, de veras te sostendré”.

Ahora el 13: “Porque yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu mano derecha; soy el que te dice: ‘No tengas miedo.

Yo te ayudaré’”.

Jehová es nuestro Ayudante.

Él agarra nuestra mano derecha con su mano derecha de justicia.

En otras palabras, él nos levanta cuando pasamos por momentos difíciles en la vida.

Jehová rescató a su pueblo de la esclavitud en Egipto.

Isaías 63:9 dice: “Durante todas sus angustias, él también estuvo angustiado.

[…] Y los levantó y los sostuvo todos los días de tiempos pasados”. ¿Cuándo fue la última vez que Jehová lo rescató de una prueba?

En el Salmo 18, David describe de manera muy poética la increíble capacidad de Jehová para rescatarnos.

Salmo 18:8-10 dice: “De su nariz subía humo y de su boca salía un fuego voraz […].

Hizo que los cielos se inclinaran mientras él descendía, y había oscuros nubarrones bajo sus pies.

Vino volando, montado en un querubín.

Bajó velozmente sobre las alas de un espíritu”.

Dieciséis: “Él extendió la mano […]; me agarró y me sacó de aguas profundas”.

Y versículo 19: “Me sacó a un lugar seguro; me rescató porque estaba contento conmigo”.

¿Se imagina a Jehová extendiendo su mano derecha de justicia para rescatarlo a usted de una prueba?

¿Por qué lo hace?

Porque él lo ama con toda su alma, todo su ser.

Cuando medita en esto, ¿no se siente más cerca de su Padre celestial? Veamos la cuarta razón que tenemos para amar a Jehová.

Isaías 42:8, 9.

Dice: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; mi gloria no se la doy a nadie ni doy la alabanza que me pertenece a imágenes esculpidas. […] Las primeras cosas ya han sucedido; ahora les anuncio cosas nuevas.

Antes de que empiecen a ocurrir, se las revelo a ustedes”.

¿Notaron cuál es la razón para amar a Jehová?

Que es un Dios de profecías.

¿Y eso qué significa?

Bueno, pues que Jehová cumple sus promesas.

Y eso está ligado al significado de su nombre, que es “él hace que llegue a ser”.

Ni una sola palabra de toda la buena promesa que hizo mediante su siervo Moisés ha fallado.

¿Quién dijo esto?

Tanto Josué como Salomón expresaron ideas parecidas.

Pues ahora nosotros, 3000 años después de Salomón, tenemos aún más razones para decir lo mismo.

Se han cumplido más profecías.

El Reino de Dios está gobernando.

Se ha restaurado la adoración pura.

Podemos decir sin dudar: ni una sola de todas las promesas de Jehová ha fallado.

¿Por qué es esa una razón para amarlo más?

Pues porque las profecías son la base de nuestra esperanza.

Así que, cuando leemos Isaías 33:24 o Juan 5:28, 29 o Apocalipsis 21:3, 4, podemos imaginarnos lo que significará el fin de las enfermedades, el dolor y la muerte para nosotros y para nuestros seres queridos.

¿Y qué hay de la resurrección?

¿Verdad que tiene muchas ganas de volver a ver a sus amigos y familiares que han fallecido?

Pues delo por hecho.

El nombre de Dios es una garantía.

Jehová “da vida a los muertos y llama a las cosas que no son como si fueran”.

¿Por qué lo decimos?

Porque absolutamente todas sus promesas se cumplen. En Jeremías 29:11, Jehová dice: “Sé muy bien lo que tengo en mente para ustedes […].

Quiero que tengan paz, no calamidad.

Quiero darles un futuro y una esperanza”.

Por eso podemos decir que Jehová nos ama con toda su mente.

Él hará realidad lo que tiene en mente para usted.

¿Cómo lo hace sentir eso?

Bueno, el profeta Isaías nos ha dado cuatro razones para amar a Jehová.

Primero, es un nuestro Pastor; segundo, es nuestro Creador; tercero, es nuestro Ayudante, y, cuarto, es un Dios de profecías.

Y seguro que usted tiene otras razones para amarlo.

Mire lo que dijeron algunos cuando les preguntaron por qué amaban a Jehová.

Un hermano dijo: “Yo amo a Jehová porque escucha mis oraciones”.

Una hermana dijo: “Jehová está cerca de mí.

Es un privilegio tener a un amigo con el que puedo hablar en cualquier momento y que me comprende muy bien”.

Otra hermana comentó: “Yo quiero mucho a Jehová por todas las cosas que hizo simplemente porque nos ama.

Las puestas de sol no tienen por qué ser bonitas.

Los alimentos no tienen por qué ser sabrosos.

Y no necesitamos la música para vivir.

Amo a Jehová porque él nos quiere tanto que nos da mucho más de lo que necesitamos”.

Otro hermano dijo: “Yo amo a Jehová porque está dispuesto a perdonarnos”.

¿Verdad que ese comentario nos hace pensar en la mayor muestra del amor de Jehová, el sacrificio de su Hijo, Jesús?

Así que todos hacemos bien en preguntarnos: “¿Por qué amo yo a Jehová?”.

¿Y el amor que le tenemos qué nos impulsa a hacer?

Pues, encontramos la respuesta a esa pregunta en Isaías 43:10.

En Isaías 43, Jehová dice: “Ustedes son mis testigos […], sí, mi siervo, a quien he elegido”.

Qué emocionante debió ser escuchar al hermano Rutherford allá en 1931 cuando anunció el nombre por el que se nos conocería: testigos de Jehová. ¿Y para qué nos eligió Jehová como sus testigos?

Bueno, en Isaías 43:21 dice: “El pueblo que formé para mí a fin de que anunciara mi alabanza”.

Así que Jehová nos ha dado el privilegio de anunciar su alabanza.

Alabamos a Jehová porque lo amamos.

Jehová podría haber usado piedras, árboles, pájaros, otros animales… Pero no, ha elegido a sus siervos fieles.

Nos ha elegido a usted y a mí para anunciar su alabanza. Hace poco mi esposa y yo fuimos al oeste de Estados Unidos.

En ese viaje vimos alces y búfalos —claro, desde lejos—.

Son enormes y muy fuertes.

¿Se imaginan que Jehová los hubiera elegido para anunciar su alabanza, y que cuando alguien se acercara dijeran “Alaba a Jehová”?

Pero no lo hizo.

Ellos solo comen hierba.

Alaban a Jehová de otras maneras.

Pero la realidad es que Jehová nos eligió a nosotros para anunciar su alabanza, para alabar sus cualidades.

Jehová no quiere que lo alabemos por obligación o como si fuéramos robots, sino que lo hagamos con un corazón lleno de amor.

Amamos tanto las impresionantes cualidades de Dios que nos nace hablar de él con todo el mundo.

Pero muchos no quieren escuchar.

Y algunos gobiernos se oponen a nuestra obra.

¿Qué podemos hacer entonces?

Podemos recordar lo que dice Isaías 44:8, porque como hemos visto hoy, en algún momento todos enfrentaremos oposición.

De hecho, esto ya les está pasando a nuestros hermanos en muchos lugares.

Isaías 44:8 dice: “No estén aterrados; que no los paralice el miedo.

¿Acaso no se lo dije de antemano a cada uno de ustedes?

[…] Ustedes son mis testigos.

¿Hay algún Dios aparte de mí?

No, no hay otra Roca, no sé de ninguna más”.

Jehová nos dice: “No estén aterrados; que no los paralice el miedo”.

“Páguenle a César lo que es de César, pero a Dios lo que es de Dios”.

César pisa terreno pantanoso cuando trata de impedir que hagamos la voluntad de Dios.

Así que en vez de dejar que el miedo nos paralice, el amor a Jehová nos impulsará a seguir alabándolo.

Eso es lo que están haciendo muchos de nuestros hermanos por todo el mundo.

Hablemos por ejemplo de Tatiana.

Su proceso penal todavía no ha terminado, y su esposo actualmente está en prisión preventiva.

Ella cuenta: “Siempre he sentido, incluso en los momentos más difíciles, que Jehová está conmigo.

Estoy segurísima de que con su ayuda puedo aguantar cualquier prueba que venga.

Me siento tranquila y en paz.

Estoy más decidida que nunca a hablarles a otros de Jehová.

¡Es un orgullo para mí ser testigo de Jehová!”.

Sí, el amor que Tatiana siente por Dios la impulsa a seguir alabándolo.

Es verdad que la Biblia no nos dice cuántas horas tenemos que predicar cada mes, pero sí nos dice que el amor a Dios debe ser lo que nos motive.

Cuanto más amemos a Jehová, más haremos por él dentro de nuestras circunstancias.

Mostramos que somos sus Testigos con nuestra conducta y predicando con entusiasmo formal e informalmente.

Que nuestro profundo amor a Dios nos impulse a hablarle a todo el mundo de nuestro gran Dios, Jehová.

Bueno, en los siguientes tres discursos, primero veremos cómo el amor por Jehová motivó a sus siervos en el pasado.

Después, en el tercer discurso de la serie, veremos cómo el amor por Jehová motiva a su pueblo hoy día.

Y, por último, cómo debería motivarnos el segundo mandamiento más importante.

¿Nos darán algunas aclaraciones?

¿Habrá alguna novedad relacionada con la predicación?

¡Estén atentos!

Escuchemos al hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, que nos presentará el discurso “Cómo se mostró amor a Jehová en el pasado”.

Todos nos sentimos contentos cuando alguien nos hace un regalo, pero nos sentimos aún más contentos cuando le hacemos un regalo a alguien.

Jehová es quien nos ha dado todo lo bueno que tenemos.

A él le encanta hacer regalos y quiere que nosotros compartamos esa alegría.

Él fue el primero que hizo regalos y el que mejores regalos da.

Les dio vida a los seres espirituales y a los humanos.

Le dio a Adán una encantadora esposa, y a ambos les regaló un hogar paradisiaco.

A su vez, les dio a Adán y Eva la oportunidad de dar de su tiempo y energías para cuidar ese hermoso hogar que habían recibido, extender el paraíso por toda la Tierra y llenarlo de personas justas.

Con el tiempo, Jehová creó una nación, Israel, y les dio a los israelitas una hermosa tierra llena de cosas buenas.

¿Cómo podían los israelitas mostrar su agradecimiento?

Bueno, a ellos también Jehová les ofreció la oportunidad de dar.

Les dio un mandato claro y específico: dar el diezmo.

¿Qué es eso?

Dar el diezmo es dar la décima parte de algo.

Los israelitas tenían que darle a Jehová el diezmo de los productos del campo y de los animales.

Podemos leer ese mandato en Levítico 27:30, 32.

Síganme en la lectura que haré de la pantalla.

El versículo 30 dice: Y ahora leeremos el versículo 32: ¿Notaron que dice que las décimas partes eran algo santo para Jehová, un regalo para él?

Pero ¿qué hacía Jehová con esas décimas partes?

Él, a su vez, se las daba —o se las regalaba— a la tribu de los levitas, porque ellos no habían recibido una herencia.

Miren, lo podemos leer en Números 18:21, que saldrá en la pantalla: Leamos también Números 18:24: Piénsenlo.

Esta disposición fue una verdadera bendición para los levitas, que usaban su tiempo y energías para ofrecerle servicio sagrado a Jehová en el tabernáculo.

Pero no solo eso, también fue una bendición para todo Israel.

Imagínense: una tribu entera dedicada por completo a cuidar primero del tabernáculo y más adelante del templo.

Pero ¿cómo podían los levitas demostrarle a Jehová que estaban agradecidos?

Bueno, ellos también tenían que dar el diezmo.

Los versículos 26 al 29 nos dicen que, de todo lo que recibían los levitas, ellos tenían que dar una décima parte como contribución para apoyar a la casa sacerdotal de Aarón.

Por otra parte, parece que los israelitas también tenían que apartar un diezmo para cubrir los gastos de asistir a las tres fiestas que celebraba la nación en honor a Jehová.

Y cada tercer y sexto año, ese diezmo se utilizaba para cubrir las necesidades de los levitas, los huérfanos de padre, los residentes extranjeros y las viudas.

¿Qué hemos aprendido de hacer regalos y dar el diezmo?

Como hemos visto, dar el diezmo les daba a los israelitas la maravillosa oportunidad de demostrar su amor y su profundo agradecimiento a Jehová y de apoyar la adoración pura.

Imagínense también lo mucho que valoraban esta generosa disposición divina quienes tenían menos recursos, como los huérfanos de padre, las viudas y los residentes extranjeros.

¿Pero sabían que, si analizamos el mandato de dar el diezmo, encontramos un detalle muy interesante?

La Biblia no dice que Jehová asignara a un ser humano para que comprobara que cada israelita de verdad estuviera dando la décima parte de todos sus productos y de sus animales.

Y tampoco había nadie que los obligara a cumplir con ese mandato.

Así que, aunque dar el diezmo era una ley, también era algo que quedaba exclusivamente entre el israelita y Jehová.

Y, claro, esto le daba a cada israelita la oportunidad de demostrar el amor que sentía por Jehová.

¿Y si alguien decidía no dar el diezmo completo?

Tal vez fingía que lo daba entero, pero en realidad daba una parte más pequeña.

¿Cómo se sentiría Jehová en ese caso?

¿Creen ustedes que bendeciría a alguien así, que fuera tacaño?

Es poco probable.

Por otro lado, ¿cómo se sentiría Jehová al ver que alguien daba con generosidad mucho más que el diezmo?

No hay ni que responder, ¿verdad?

¿Recuerdan cuando el rey Ezequías dio un impulso a la adoración pura y animó al pueblo a dar el diezmo?

¿Qué pasó?

Leámoslo en 2 Crónicas 31:4-6: ¿Cómo creen que se sintió Jehová al ver lo generoso que fue su pueblo?

Veámoslo aquí, en los versículos 9 y 10: Está claro que Jehová bendijo con generosidad a quienes apoyaron fielmente el mandato de dar el diezmo.

Pero, con el tiempo, la nación de Israel dejó de ser generosa y se olvidó del diezmo.

Por eso, años después Jehová le mandó a su pueblo al profeta Malaquías para que les recordara el bonito privilegio que tenían de dar.

¿Cuál fue su mensaje?

Léanlo conmigo en Malaquías 3:10: ¿Se dan cuenta?

Con esas palabras Jehová estaba invitando a cada israelita a ponerlo a prueba.

¿De veras les daría Jehová a quienes dieran el diezmo completo bendiciones hasta que no les faltara nada?

Sí, claro que sí.

Por supuesto, hoy no tenemos que obedecer la Ley mosaica ni dar el diezmo.

La Biblia no nos manda dar una parte específica de nuestros ingresos, sino que en 2 Corintios 9:7 nos dice: ¿Qué lecciones podemos extraer de lo que hemos hablado hasta ahora?

Primero, que Jehová nos hizo para que nos sintiéramos felices haciendo regalos y que cuando damos con generosidad de nuestro tiempo y recursos lo hacemos porque amamos a Jehová, no porque alguien esté comprobando y tomando nota de lo que hacemos.

Además, vimos que Jehová bendice a quien obedece motivado por un corazón lleno de amor.

¿Pero hay algo más que podamos aprender de la relación que había entre Jehová y los israelitas de la antigüedad?

Sí.

Pensemos por un momento en los nazareos.

¿Quiénes eran?

En Números, capítulo 6, se explica lo que implicaba ser nazareo.

Leamos Números 6:1, 2.

Dice así: Noten que tanto hombres como mujeres podían decidir vivir como nazareos.

Claro, para eso tenían que cumplir con ciertos requisitos que no eran obligatorios para los demás israelitas.

¿Cuáles eran esos requisitos?

Se mencionan en Números 6:3-7.

Primero, los nazareos tenían que abstenerse de las bebidas alcohólicas y de todo lo que saliera de la vid.

Segundo, no se podían cortar el cabello.

Y tercero, no podían tocar un muerto.

Al cumplir con estos requisitos adicionales los nazareos le estaban demostrando a Jehová su amor de una manera particular, especial.

Imagínese que usted contrata a alguien para que haga una reparación en su casa.

Después de hacer su trabajo, la persona se da cuenta de que hay algunas otras cosas que necesitan reparación y le dice que se las va a arreglar sin cobrarle absolutamente nada.

¿Qué pensaría usted de esa persona?

¿No le agradecería todo el trabajo extra que hizo y que fuera más allá de lo que usted le había pedido?

Tal vez hasta le pague algo más.

¿Y cómo creen que se sentiría el trabajador?

Por ser alguien generoso, seguramente sentirá la satisfacción de haber hecho más de lo que se le pidió.

Lo mismo sucedía con los nazareos.

Jehová no obligaba a nadie a hacer ese voto, pero sí le ofrecía a su pueblo la posibilidad.

¿Por qué?

Porque sabía que, motivados por amor y por gratitud, algunos de entre el pueblo desearían de buena gana cumplir con requisitos adicionales.

Igual que el trabajador, se sentirían impulsados a hacer más de lo que se les exigía.

Jehová sin duda debió sentirse muy feliz al ver la actitud generosa y agradecida de estos siervos suyos, los nazareos.

¿Qué lección aprendemos del nazareato?

Bueno, que Jehová valora mucho y bendice a los que se esfuerzan por hacer más de lo que se les pide motivados por amor.

Este es el caso de muchos hermanos de hoy en día, cuyas circunstancias les permiten servir como precursores, ofrecerse para trabajar en las sucursales o asumir otras responsabilidades teocráticas.

Como sabemos, Jehová abolió la Ley y, junto con ella, el requisito de dar el diezmo, el nazareato y los sacrificios de animales.

Colosenses 2:14 lo confirma.

Jehová “borró el documento escrito a mano”, es decir, el pacto de la Ley.

Ahora bien, ¿hay más lecciones que podemos aprender sobre lo que se hacía en el pasado para apoyar la adoración pura?

Sí, Romanos 15:4 nos recuerda que “todas las cosas que fueron escritas anteriormente fueron escritas para nuestra enseñanza”.

¿Y creen que le sirven a la organización de Jehová de hoy en día los principios que se extraen de la ley del diezmo y del nazareato?

¿Cómo puede apoyar cada uno de nosotros todo lo que se hace a favor de la adoración pura?

Después de haber hecho este examen más profundo de lo que se hacía en el pasado para apoyar la adoración pura, ¿vemos la necesidad de hacer algún cambio hoy?

Para responder a estas preguntas, escuchemos al hermano Samuel Herd, miembro del Cuerpo Gobernante, mientras presenta el siguiente discurso de esta serie, titulado “Cómo mostramos amor a Jehová en nuestros días”.

Como han visto, el hermano Lösch habló del diezmo y del voto de los nazareos.

¿Pensaron a qué equivaldría eso hoy día en nuestra adoración a Dios?

Quizás se pregunten: “¿A qué correspondería dar el diezmo ahora?”.

El hermano Lösch explicó que el diezmo era un requisito para los israelitas, pero también les daba constantes oportunidades de demostrar cuánto amaban a su Padre, Jehová, dándole lo mejor que tenían.

Claro, hoy no tenemos que dar una cantidad específica de nuestros ingresos como se hacía en el pasado.

El diezmo terminó al mismo tiempo que la Ley de Moisés.

Como dice Gálatas 6:2, ahora estamos bajo “la ley del Cristo”.

Cada cristiano le da a Jehová “lo que ha decidido en su corazón”.

Pero la ley del diezmo nos enseña algo que Jehová todavía espera de su pueblo.

El diezmo no solo era la décima parte de todo lo que producía un campo o de los animales, era lo mejor.

Jehová sigue mereciendo que le demos lo mejor que tengamos.

Con eso en mente, ¿cómo le damos a Jehová lo mejor que tenemos?

Es cierto que nos esforzamos por obedecer todos sus mandatos.

Pero hay un mandato en particular que es especial y que nos identifica como verdaderos cristianos.

¿Cuál es?

Leámoslo juntos en pantalla.

Mateo 28:19, 20 dice: ¿Les sorprendió que leyéramos estos versículos?

Claro que no.

Todos sabemos por este texto que la obra de hacer discípulos es un requisito para los cristianos.

Y ustedes, queridos hermanos, han hecho girar su vida en torno a esta labor.

Le han dado y le siguen dando a Jehová lo mejor que tienen para colaborar en esta obra salvavidas.

Y los felicitamos por eso.

La organización de Jehová siempre ha estado muy atenta a cómo ha ido progresando esta obra por toda la Tierra.

A todos nosotros nos encanta leer el informe anual y ver que el número de publicadores sigue creciendo.

Este informe mundial le ayuda al Cuerpo Gobernante a determinar adónde enviar misioneros, precursores especiales y precursores regulares.

Veamos un video que muestra lo bien que ha cumplido el pueblo de Jehová con esta labor durante todos estos años.

¿Cuándo empezamos a hacer informes sobre nuestra actividad en la predicación?

Antes de 1920, solo tenían que hacer informes los colportores, que era como se llamaba a los precursores.

Pero, a partir de ese año, se pidió que todos los que predicaban en la congregación entregaran un informe cada semana.

El informe de servicio anual de 1920 de Estados Unidos fue el primero que incluyó la actividad de los publicadores.

Ese informe reveló que había 8.052 trabajadores de clase, o publicadores, y 350 precursores que participaban en la predicación.

A finales de los años 20, dos veces al año, se hacía una campaña mundial de predicación que duraba una semana.

Los precursores se ponían la meta de predicar 40 horas esa semana especial.

En enero de 1939, se les sugirió a todos los publicadores que se pusieran la meta de predicar 60 horas al mes.

En aquella época, los informes de predicación de la congregación eran muy detallados.

Con los años, los formularios para informar la actividad de cada publicador se han ido simplificando.

Pero los informes siempre han incluido las revisitas, los cursos de la Biblia, las publicaciones entregadas y las horas dedicadas a la labor de hacer discípulos.

Detrás de las cifras de los informes, siempre ha habido personas e historias.

La primera vez que entré en un Salón tenía 16 años y vi una tabla en la plataforma.

Y pensé: “A esta organización le importa lo que hacemos, lo que decimos y cuánto hablamos acerca de Jehová”.

Me di cuenta desde el principio.

Así que, después de estudiar la Biblia tres meses, empecé a predicar.

Y yo también quería informar.

Me enseñaron cómo hacerlo, y he seguido informando hasta ahora.

Alan y yo empezamos a servir como precursores especiales en 1966.

Teníamos que hacer 150 horas al mes y 50 revisitas.

Era una buena meta.

Los precursores especiales y los misioneros teníamos que entregar 150 revistas, una revista por cada hora.

Y un día, yendo al cine, nos encontramos con otra pareja de misioneros.

Ellos solían ir cada sábado, ¡cada sábado!

Pero ese día él dijo: “No puedo ir al cine porque no he entregado las 150 revistas.

¡Me quedan solo cinco!, y entonces podremos ir al cine”.

Fue en 1961 cuando nos invitaron a servir como precursores especiales.

Vivíamos en una casa móvil y predicábamos cinco horas cada día, ¡cada día!

Cumplir con las horas no era un problema.

Pero vivir con solo 100 dólares al mes… ese era el problema.

Así que Dave dijo: “Voy a tener que buscar un trabajo”.

En esa época abrieron una tienda en la zona, ¡muy bonita!

Dave fue allí y le dijo al dueño: “Quiero trabajar un día a la semana”.

“¿Y qué vas a hacer el resto del tiempo?”.

Y él dijo: “Bueno, yo toco a las puertas y hablo sobre el Reino de Dios”.

“¿Sí?

Pues esta es mi puerta.

Háblame a mí”.

Él aceptó la verdad, su esposa también, y sus hijos son Testigos.

—Y tenían una secretaria, ¿verdad?

—Ajá.

Ella tenía siete hijos.

Y dijo: “Bueno, yo también quiero estudiar la Biblia”.

Les dábamos clases de la Biblia a los siete por la noche, después de la cena.

Fue bonito verlos aprender de Jehová.

Sí, y después les dábamos clase a los papás.

Para cuando terminábamos era tarde, casi medianoche.

Cuando llevamos al superintendente de circuito, dijo: “Estoy muy viejo para hacer turnos de noche”.

Para mí, no se trataba simplemente de las horas.

Intentaba hacerlo lo mejor posible.

Trataba de hablar con la gente, ¿sabes?, no solo entregar revistas.

Y, al dar clases, la verdad es que me esforzaba mucho por conocer a mis estudiantes.

Nunca ha sido una cuestión de horas.

¡Estamos tratando de salvar vidas!

¡Qué animador escuchar las palabras de estos hermanos tan fieles!

El hermano Buettell ya tiene 100 años de edad, y la hermana Buettell, 98.

¡Ya se están preparando para vivir para siempre!

Como hemos visto, el sistema para informar nuestra actividad en el ministerio ha sido muy útil por muchos años.

Pero, como dijo el hermano Fleegle en el primer discurso de esta serie, los siervos de Jehová lo alabamos para demostrarle a Dios lo mucho que lo queremos.

También predicamos porque queremos sinceramente a nuestros vecinos y porque amamos las buenas noticias.

Así que no participamos en el ministerio simplemente para llenar un informe.

Se podría decir que el ministerio es nuestro regalo para Jehová y para los vecinos.

Pero Jehová es realista.

Él sabe que muchos de nuestros hermanos afrontan circunstancias difíciles.

Algunos de ellos son mayores o tienen graves problemas de salud.

Otros se enfrentan a problemas económicos, a la violencia, a las guerras o a la oposición a nuestra obra.

Y la reciente pandemia que vivimos limitó todavía más lo que muchos hacíamos en el ministerio.

Puede que algunos muy activos durante décadas sientan vergüenza al informar poco tiempo en la predicación.

Si usted es uno de ellos, ¿debería sentir que está decepcionando a Jehová?

¡Por supuesto que no!

Veamos lo que dice 2 Corintios 8:12: Si le damos a Jehová lo mejor, él quiere que estemos contentos con lo que hacemos y no que nos sintamos culpables por lo que no podemos hacer.

La Biblia relaciona los sacrificios a Jehová con la alegría.

Por ejemplo, Nehemías 12:43 dice: ¿Creen que Jehová consideraba infiel a algún israelita porque su diezmo era menos que el diezmo de otro?

Claro que no.

Las circunstancias de cada uno son diferentes.

El hermano Lösch explicó que, aunque el diezmo era un requisito en el antiguo Israel, Jehová no le encargó a nadie que controlara o llevara un registro de lo que daba cada uno.

El diezmo era un asunto exclusivamente entre Jehová y la persona.

El Cuerpo Gobernante está convencido de que este principio es aplicable cuando informamos el tiempo que pasamos en la predicación.

Nuestro ministerio es mucho más que solo contar horas.

Por esta razón, nos alegra informarles que a partir del 1 de noviembre de 2023 los publicadores ya no tendrán que informar la cantidad de tiempo que dedican al ministerio.

Tampoco se les pedirá que informen las publicaciones que entregan, los videos que muestran ni las revisitas que hacen.

En vez de eso, el informe de predicación simplemente tendrá un recuadro que le permitirá a cada publicador indicar que participó durante el mes en alguna forma del ministerio.

Y, además, también tendrá un recuadro para que informen la cantidad de cursos bíblicos que dirigen.

Este informe simplificado cumple dos objetivos.

Por un lado, sabremos la cantidad de publicadores activos que hay en cada lugar.

Y, por otro, sabremos en qué zonas se dirigen más cursos bíblicos y si es necesario enviar precursores, precursores especiales y misioneros, o construir salones.

Aunque los publicadores ya no informarán cuánto tiempo predican, no hay que olvidar las palabras de Colosenses 3:23, 24: El Cuerpo Gobernante está seguro de que todos ustedes seguirán sirviéndole a Jehová con toda el alma y haciendo todo lo que puedan a favor del Reino.

Y, tal como Jehová bendijo a los israelitas fieles que eran generosos y daban el diezmo, también los bendecirá a ustedes por dar su “sacrificio de alabanza”.

Pero ¡esperen!

¿Y qué hay del voto de los nazareos?

¿Hay algo que se le parezca en la organización de Jehová hoy día?

¡Pues sí!

Todos nosotros debemos imitar el ejemplo de sacrificio y valor de los nazareos.

Pero, claro, como explicó el hermano Lösch, los nazareos tenían que cumplir con ciertos requisitos que no se les exigían a los israelitas en general.

Y lo mismo pasa con los precursores hoy.

Ellos se han comprometido a cumplir con cierta cantidad de horas en el ministerio.

Por eso los precursores auxiliares y regulares, los precursores especiales, los misioneros y los superintendentes de circuito y sus esposas seguirán informando el número de horas que dedican a predicar, así como el número de cursos bíblicos que dirigen.

Como saben, hace poco el Cuerpo Gobernante redujo el requisito de horas para los precursores auxiliares, regulares y especiales, para los misioneros en el campo y para los superintendentes de circuito y sus esposas.

Y esa decisión nos hizo muy felices, porque estamos seguros de que, con ese cambio, muchos más hermanos podrán ser precursores.

¿Y por qué estamos tan seguros?

Por lo que dice el Salmo 110:3: Así es, Jehová prometió que su pueblo, y en particular los jóvenes, se esforzarían por hacer más en este tiempo del fin.

Muchos precursores asisten a la Escuela para Evangelizadores del Reino y llegan a ser precursores especiales, misioneros o también superintendentes de circuito.

Le damos gracias a Jehová por todos los que se ofrecen para ser precursores.

Bueno, pensemos por un momento en lo que implica este informe simplificado.

¿Verdad que tener que llenar un informe cada mes nos ha servido de recordatorio?

Nos ha recordado que debemos predicar con regularidad, utilizar publicaciones y videos y hacer revisitas.

Pero ¿y ahora qué?

¿Seguiremos estando conscientes de participar en la predicación cada mes?

Recordemos que con la ley del diezmo cada uno era responsable de darle su diezmo completo a Jehová.

Igualmente, cada uno de nosotros debe ponerse metas para seguir participando con entusiasmo en el ministerio.

Nuestro amor por Jehová nos impulsará a hacer un horario para demostrar que la predicación sigue siendo algo muy importante en nuestra vida.

¿Cómo afectarán todos estos cambios a los superintendentes de circuito y a los ancianos?

Pues será más importante que los pastores sean buenos observadores.

Tendrán que conocer bien al rebaño.

Por ejemplo, al evaluar cómo está la espiritualidad de una congregación o si un hermano cumple los requisitos para ser anciano o siervo ministerial, ya no será solo cuestión de mirar las cifras, las horas que predican, las publicaciones que entregan y cosas así.

No, tendrán que conocer bien a los hermanos.

¿Su actitud hacia la predicación es buena?

¿Defienden la verdad con entusiasmo?

¿Qué piensan los demás hermanos de su ministerio?

¿Aprovechan las oportunidades que surgen para predicar?

¿Animan a otros a hacer lo mismo, entre ellos a los miembros de su familia?

Como hemos estado viendo, Jehová merece que le demos lo mejor y demostramos cuánto lo amamos cuando hacemos todo lo que podemos en el ministerio y en cualquier otro aspecto de nuestra adoración.

Jehová los ama por lo que hacen, y nosotros también.

Sabemos que seguirán mostrando la misma actitud que se refleja en el Salmo 54:6.

Ahí dice: No nos cabe duda de que seguirán dándole a Jehová lo mejor en la obra de hacer discípulos.

Pero ¿se podrán extraer más lecciones de la Biblia que podamos poner en práctica en nuestra predicación?

Si es así, ¿tendremos que hacer también algunos cambios oportunos?

Para saberlo, escuchemos atentamente al hermano Mark Sanderson, miembro del Cuerpo Gobernante, quien estará a cargo del último discurso de esta serie: “Hacer discípulos: una obra de amor”.

Hermanos, ¿verdad que estamos teniendo un programa increíble?

Este es un día histórico en la historia de los testigos de Jehová.

Puede que nuestros corazones ahora estén rebosando de amor y aprecio por nuestro maravilloso Dios, Jehová, más que nunca antes.

Hemos aprendido aún más acerca de la misericordia de Jehová, de su compasión y de su paciencia.

¿Y qué piensan del anuncio sobre cómo informar la predicación?

Jehová le da honra a su pueblo.

Él confía en nosotros.

Y es que… ¿por qué predicamos de casa en casa?

¿Por qué usamos los exhibidores?

¿Por qué llamamos por teléfono o escribimos cartas, hacemos revisitas o dirigimos cursos bíblicos?

¿Por qué hacemos todas estas cosas?

Es porque amamos de verdad a nuestro impresionante Dios, Jehová.

Como explicó el hermano Fleegle en su discurso, en Mateo 22:37 Jesús dijo cuál era el primero y el más importante de los mandamientos.

¿Recuerdan?

“Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”.

¿Y hay algo más que nos impulse a hacer discípulos?

Sí.

El segundo mandamiento más importante que mencionó Jesús.

Él dijo: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”.

Así que tenemos que amar a Jehová, pero también a nuestro prójimo.

¿Por qué es tan importante que amemos a la gente?

Porque, cuando vemos que alguien muestra interés en nosotros, eso nos gusta, aunque no conozcamos a la persona.

Por ejemplo, alguien a quien no conocemos tiene un gesto amable con nosotros.

Nos abre la puerta, nos da algo que se nos cayó, nos ayuda a llevar algo pesado… ¿Cómo nos sentimos?

Estamos agradecidos por lo que ha hecho, ¿verdad?

Y seguramente estaremos más dispuestos a escuchar cualquier cosa que esa persona quiera decirnos.

Cuando nos damos cuenta de que alguien nos quiere de verdad, le abrimos las puertas de nuestro corazón.

Y es que el amor sincero tiene mucho poder.

Puede tocar el corazón de los que tienen “la actitud correcta para obtener vida eterna”.

Y Jesús dijo que a los verdaderos cristianos se les identificaría —se les reconocería— por el amor que se tienen entre ellos.

¿Y no es cierto que a menudo muchos hermanos dicen que lo que les llamó la atención de la verdad fue el cariño que les dio su maestro de la Biblia o el amor de la congregación cuando empezaron a ir a las reuniones?

Y es muy probable que ese mismo amor lo impulsara a usted a convertirse en un discípulo de Jesucristo.

Por todo esto, ya en la reunión anual del 2017, el Cuerpo Gobernante nos animó a tratar de conversar más con la gente.

Y en esa misma reunión, si se acuerdan, se simplificó el kit de enseñanza para que podamos estar más familiarizados con las herramientas que solemos usar en la predicación.

Sería bueno que pensáramos detenidamente en cada persona, en sus circunstancias —en las cosas que le preocupan, en lo que le interesa— para luego ser flexibles al elegir el tema del que le queremos hablar.

Bueno, desde hace varios años, en nuestra reunión de entre semana se nos han dado ideas para conversar y se nos han sugerido textos bíblicos y qué preguntas hacer al final para poder seguir con la conversación en otra visita.

Pero ¿podría ser un problema eso de memorizar las presentaciones?

Recuerdo que cuando era un precursor nuevito un día salí a predicar con una hermana y, mientras nos acercábamos a una puerta, ella iba repitiendo en voz baja su presentación.

Se la sabía de memoria.

Y de repente la puerta se abrió y salió una mujer mayor.

Era una mujer bien arreglada, peinada, maquillada… Parecía que iba a salir en ese momento.

La hermana, sorprendida, dijo: “Perdone, ¿la hicimos levantar de la cama?”.

Ya ven, memorizar presentaciones no siempre es bueno.

Puede que todos hayamos memorizado presentaciones y nos sentimos seguros con nuestro discurso en la puerta.

Pero ¿qué hacemos si a la persona le interesa algo distinto?

¿Y qué pasa si hay algo que le preocupa, si está pasando por una situación terrible en ese momento?

Pues nos podemos fijar en el ejemplo que puso nuestro Señor Jesucristo.

Él nos puso un ejemplo perfecto.

Como amaba a la gente, elegía el tema dependiendo de lo que necesitara cada persona.

Y ese interés personal que él mostraba hizo que la gente aceptara el mensaje.

Por ejemplo, ¿se acuerdan de aquella ocasión cuando Jesús tuvo una conversación con Nicodemo, que era fariseo?

A Nicodemo le impresionaban mucho los milagros de Jesús, y habló con él de noche, probablemente por miedo a los judíos.

Claro, como era fariseo y maestro, Nicodemo obviamente conocía muy bien las Escrituras Hebreas.

Así que ¿qué hizo Jesús?

Bueno, pues le enseñó a Nicodemo cosas que él no conocía.

Le habló sobre verdades profundas: “nacer de nuevo”, poder “ver el Reino de Dios”… Jesús le dijo a Nicodemo que él había bajado “del cielo”, que era el “Hijo unigénito” de Dios y el camino para alcanzar vida eterna.

Y estarán de acuerdo conmigo en que, aunque Nicodemo era un maestro, recibió una clase magistral de Jesús esa noche.

¿Quiere decir esto que Jesús les hablaba de los mismos temas a todas las personas con las que se encontraba?

No, nada de eso.

En otra ocasión, cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana, le habló de otros temas completamente diferentes.

Es posible que esa mujer supiera poco de las Escrituras Hebreas.

Así que ¿qué hizo Jesús?

Él se dio cuenta de las cosas que le interesaban a ella, como sacar agua del pozo o por qué Jesús, que era judío, estaba hablando con ella, que era samaritana.

Jesús también se interesó por la situación familiar de ella.

Y, además, se fijó en que a ella le preocupaba por qué los judíos adoraban a Dios en un sitio y los samaritanos en otro distinto.

¿Qué hizo Jesús?

Bueno, pues de nuevo le habló de las cosas que le preocupaban, que le interesaban a ella.

La ayudó a entender que adorar a Dios “con espíritu y con verdad” era más importante que el lugar adonde la gente iba a adorarlo.

¿Y cómo reaccionó la samaritana?

Bueno, pues la Biblia dice que “dejó allí su vasija de agua”, “se fue a la ciudad” y habló con muchas personas acerca de Jesús.

Fue tan convincente que los samaritanos le pidieron a Jesús que se quedara y muchos pusieron su fe en él.

Bien, pues ¿qué aprendemos de estos dos relatos?

Está claro que Jesús no memorizaba sus presentaciones.

Él hablaba con la gente.

Jesús elegía los temas que sabía que les llegarían al corazón.

Era muy hábil.

Escogía el tema rápido, dependiendo de lo que a la persona le interesara o le preocupara.

¡Qué buen ejemplo!

Bueno, con esto en mente, se estarán preguntando (espero que se estén preguntando): “¿Cómo puedo mostrar yo ese tipo de amor a la gente a la que le predico?”.

¿No sería fantástico tener algo que nos ayude a saber cómo mostrar amor en la obra de hacer discípulos?

¿No sería estupendo tener una publicación que nos ayudara a ser más flexibles, a adaptarnos mejor a lo que necesitan las personas, a lo que les preocupa?

Mejor aún.

¿Y si la publicación destacara ejemplos específicos de cómo Jesús y otros evangelizadores del siglo primero mostraron amor en la obra de hacer discípulos?

Bien, pues les alegrará saber que la organización de Jehová ha producido precisamente esta publicación.

Es un folleto de 32 páginas titulado Hacer discípulos: una obra de amor. ¿Les gustaría tener un pequeño adelanto de lo que contiene este folleto?

Veamos el siguiente video.

Esta nueva publicación —Hacer discípulos: una obra de amor— estará disponible tanto en formato impreso como en formato digital en más de 400 idiomas.

Es un folleto diseñado para ayudarnos a demostrar amor en la predicación.

Es diferente a las herramientas que hemos tenido hasta ahora.

No está pensado para que memoricemos presentaciones ni se centra en que les entreguemos publicaciones a las personas.

Más bien, tiene 12 lecciones que resaltan 12 cualidades que necesitamos para hacer discípulos.

Cada lección se basa en un relato bíblico en el que Jesús o algún cristiano del siglo primero pone en práctica una cualidad en particular en su ministerio.

Las lecciones nos ayudarán a imitar en nuestro ministerio las cualidades que ellos demostraron.

En cada lección, encontrará un video que le dará vida al relato.

Llegó una mujer de Samaria a sacar agua.

Dame de beber.

Si sentimos verdadero interés por las personas, les hablaremos de las cosas que les preocupan.

Después de empezar una conversación con alguien, ¿de qué verdades bíblicas podríamos hablarle?

El “Apéndice A” contiene verdades bíblicas que nos encanta enseñar.

Póngase la meta de aprenderse estas sencillas verdades y los textos en los que se basan.

Si lo hace, le resultará más fácil empezar conversaciones y hacer discípulos.

Por ejemplo, podríamos iniciar una conversación con una pregunta sencilla, como: “¿Ha escuchado alguna vez que Dios acabará con el sufrimiento?” o “¿Sabía que los problemas medioambientales se van a solucionar?”.

Compartir una verdad bíblica sencilla en el momento oportuno puede tener un efecto muy poderoso.

Jesús dijo que sus ovejas escucharían su voz.

Eso quiere decir que las personas con “la actitud correcta” reconocerían la verdad cuando alguien se la explicara de manera sencilla.

El “Apéndice B” nos ayudará a saber cuándo es el momento de terminar una conversación.

Y el “Apéndice C” tiene consejos para dirigir cursos bíblicos con el manual Disfrute de la vida. ¿Y qué hay si se le hace difícil empezar conversaciones?

No se preocupe.

A partir de enero de 2024, en la sección “Seamos mejores maestros” de la reunión de entresemana, aprenderemos cómo poner en práctica las sugerencias que se dan en este folleto.

En las reuniones, los estudiantes ya no tendrán un tema ni un versículo asignados de antemano.

Ellos mismos elegirán temas que les preocupen a las personas de su zona.

Habrá demostraciones realistas, análisis con el auditorio y discursos que nos ayudarán a mejorar nuestras habilidades para iniciar conversaciones de manera natural y para adaptarnos a las necesidades y preocupaciones de cada persona.

Si nos centramos en la gente, nos sentiremos más seguros y seremos más eficientes al hacer discípulos.

Cuando estudie cada lección, piense detenidamente en cómo pondrá en práctica cada cualidad para predicarles a las personas donde usted vive.

Pregúntese: “¿Qué les preocupa?

¿Qué necesitan?”.

En su día a día, trate de ser observador.

Busque oportunidades para ayudar a la gente de maneras prácticas.

Un gesto de amabilidad puede abrir la puerta para hablar de las buenas noticias.

Cuando la persona se exprese, escúchela con atención.

Así demostrará que le importa lo que dice.

Y, cuando llegue el momento oportuno, hable de una verdad sencilla.

Recuerde, nuestro objetivo no es memorizar presentaciones, sino demostrarle amor a la gente, igual que Jesús.

Para lograrlo necesitaremos paciencia, constancia y sentido de compromiso.

Sin importar dónde vivamos o en qué circunstancias prediquemos, si nos esforzamos por mostrar amor, seremos felices en nuestro ministerio.

Más que cualquier técnica de enseñanza, demostrarles amor a los demás nos ayudará a hacer discípulos.

Así que le damos las gracias a Jehová por esta nueva herramienta para ser más eficaces al hacer discípulos.

Claro, quizás se estén preguntando ahora cuándo van a poder recibir este nuevo folleto.

Seguro que les gustará saber que se hará disponible a todas las congregaciones en formato electrónico y, en la mayoría de ellas, también impreso el 6 de noviembre.

Además, ese mismo día esta serie de discursos completa se colocará en jw.org.

Así todos nuestros queridos hermanos podrán escuchar la información de estos discursos al mismo tiempo.

¿No es maravilloso?

Por supuesto, todos nosotros vamos a leer el folleto, a ver los videos… ¿Y verdad que nos encantó escuchar que el Cuerpo Gobernante ha hecho preparativos para que usemos este nuevo folleto en la reunión de entre semana a partir de enero?

Así que tendremos la oportunidad de sacarle el jugo de inmediato.

Entonces, ¿qué aprendimos en esta serie de cuatro discursos?

En la primera parte el hermano Fleegle nos recordó por qué amamos a Jehová y cómo nos motiva ese amor a querer alabarlo.

En la segunda parte el hermano Lösch explicó las diferencias entre la mayoría de los israelitas y los nazareos, que hacían un voto personal a Jehová.

En la tercera, el hermano Herd nos ayudó a ver que, aunque los publicadores ya no van a tener que informar el tiempo que pasan predicando, eso no quiere decir que para ellos la labor de hacer discípulos sea ahora menos importante.

Y, por último, en este discurso, hemos recibido una nueva publicación que nos ayudará a tratar a las personas con amor y a hacer discípulos.

Para los siervos de Dios es todo un honor poder presenciar cómo se cumple la profecía de Isaías 60:17.

Estoy seguro de que la recuerdan.

Dice: “Traeré oro en vez de cobre y plata en vez de hierro, cobre en vez de madera y hierro en vez de piedras; y nombraré a la paz como tus supervisores y a la justicia como tus encargados”.

Bueno, ¿qué nos transmite esta profecía?

En pocas palabras, que materiales de buena calidad serían poco a poco reemplazados por otros aún mejores.

Y eso es exactamente lo que ha sucedido.

Allá por los años treinta, nuestros hermanos eran muy entusiastas.

Salían a predicar con el gramófono y con las tarjetas de testimonio.

Pero, en aquel tiempo, no hablaban.

O sonaba el gramófono o la gente leía la tarjeta.

A mi mamá le encantaba contar lo que le pasó predicando con otra hermana.

Se abrió la puerta, le dieron la tarjeta de testimonio a un hombre, sin decir nada.

El hombre empezó a leerla y se escuchó a su esposa: “¿Quién es?”.

El hombre dijo: “No sé. Hay dos señoras sordas aquí y estoy tratando de averiguar qué quieren”.

Bueno, tenía razón.

¡Es que no hablábamos!

Pero la verdad es que Jehová nos ha enseñado muchísimo.

Ha capacitado a su pueblo para que pueda predicar mucho mejor.

Hemos contado con publicaciones, como el libro Razonamiento, que nos ha ayudado a usar la Biblia al hablar con la gente.

Y hace poco Jehová nos dio el fantástico manual Disfrute de la vida, con el que damos clases de la Biblia mucho mejores.

Y ahora, con la publicación de este folleto, vamos a centrarnos en la gente.

Vamos a hablar con ellos de los temas, de las cosas que les interesan, y nos esforzaremos por tocarles el corazón para que puedan llegar a ser discípulos.

Es verdad.

Con cada uno de estos cambios nuestra organización ha ido de algo bueno a algo mejor.

Pensemos en el anuncio que se hizo hoy, ¿no se repite la misma historia?

Estamos pasando de algo bueno a algo mucho mejor.

Seguro que estarán de acuerdo en que Jehová de este modo nos está ayudando a madurar.

Nuestro Dios confía en nosotros.

Él sabe que lo que nos importa no son las horas o las publicaciones que anotamos en el informe de predicación.

Amamos a Jehová, amamos a la gente y queremos hacer discípulos.

Entonces, ¿qué significa todo esto, y qué no significa?

Bueno, primero veamos lo que no, lo que no significa.

No vamos a dejar de esforzarnos en nuestro ministerio.

Esto no significa que vamos a aflojar el paso a medida que nos acerquemos a la gran tribulación.

Nada más lejos de la realidad.

Ahora mismo hay más de 50.000 solicitudes de hermanos que quieren ir a la Escuela para Evangelizadores del Reino.

Estamos nombrando nuevos misioneros, nuevos precursores especiales, precursores especiales temporales, y hay un ejército de nuevos precursores regulares.

Y en algunos lugares, como en Filipinas (disculpen que mencione Filipinas), estamos batiendo todos los récords.

O sea, allí tuvimos un 9 % de aumento, con un nuevo máximo de 253.876 publicadores y 12.954 bautizados solo en este último año de servicio.

¿No es impresionante?

Así que, que quede claro —bien claro—, que de ninguna manera estamos bajando el ritmo.

La predicación no ha sido nunca tan importante como lo es ahora.

¿Y qué es lo que sí significan estos cambios?

Significan que a partir de ahora la razón por la que predicamos es mucho más evidente.

Participamos en el ministerio porque amamos a Jehová y amamos a la gente.

Ahora es el momento en el que todos queremos estar muy ocupados en la obra de Jehová.

¿Se acuerdan de la parábola que contó Jesús sobre el amo y los tres esclavos?

Esa parábola sirve para enseñarnos lo que deberíamos estar haciendo mientras llega el fin.

Dos de esos tres esclavos eran trabajadores, duplicaron el dinero que les dio el amo y, como resultado, fueron bendecidos.

Nosotros tenemos que ser igual de trabajadores, tener la misma actitud.

Queremos que los ancianos, los siervos ministeriales y los precursores pongan el ejemplo en la predicación.

Pero no solo ellos, sino que todos nosotros queremos ser más entusiastas y seguir poniéndonos más y más metas en el ministerio.

¡Vivimos en tiempos emocionantes!, ¿verdad?

El Cuerpo Gobernante desea sinceramente que muchos más se unan a nosotros y sirvan a Jehová antes de que llegue el fin.

Y recuerden: a Jehová le encanta recompensar a sus siervos por ser fieles y por ser generosos.

Así que, con la gran tribulación a la vuelta de la esquina, no tengan ninguna duda de que nuestro maravilloso Dios los premiará por esforzarse, por dar de su tiempo.

¡No dejen de demostrarle a Jehová lo mucho que lo quieren y sigan haciendo discípulos!

Como se habrán dado cuenta, esta primera parte ha sido un programa histórico y muy emocionante.

En enero, podrán ver la segunda parte en jw.org.

La videopostal de este mes es de Albania, un pequeño país a orillas del mar Adriático.

La historia de Albania ha estado llena de cambios.

Cada potencia que ha gobernado el país ha aportado a la cultura sus propios pueblos, costumbres y religiones.

Albania es una tierra hermosa, que tiene bellos lagos, ríos cristalinos y playas paradisiacas, como la playa Aquarium, un lugar perfecto para hacer snorkel. En la laguna costera más grande del país, llamada Karavasta, encontramos a los pelícanos dálmata, los más grandes del mundo, que llegan a medir 1,8 metros (o 6 pies) de largo.

Pablo dijo en Romanos, capítulo 15, que él y sus compañeros habían “predicado ampliamente las buenas noticias acerca del Cristo”.

Dijo que habían llegado “hasta Ilírico”, una provincia romana que abarcaba parte de lo que hoy es Albania.

Es posible que algunas personas se hayan convertido al cristianismo en ese tiempo, pues, según los historiadores, el cristianismo inició en aquella región en el siglo primero.

En la década de 1920, algunos albaneses aprendieron la verdad mientras vivían en Estados Unidos.

Después de bautizarse, varios de ellos volvieron a Albania con muchas ganas de compartir la verdad con amigos y familiares.

En 1928, Lazar Nasson y Petro Stavro también realizaron ese viaje para mostrar el “Foto-Drama de la Creación”.

Muchos aceptaron la verdad, y la cantidad de publicadores ha aumentado de forma continua a pesar de haber tenido que afrontar problemas políticos, económicos y fuerte oposición.

Hoy hay más de 5.400 publicadores sirviendo en 89 congregaciones.

En la capital, Tirana, se encuentra la sucursal.

Desde ahí se supervisa la obra de Albania y la de los 228 publicadores de Kosovo, un país vecino al noreste.

Esta es la ciudad de Lushnjë, cerca del centro de Albania, hacia el oeste.

El territorio de la congregación Lushnjë Veriu incluye una tercera parte de la ciudad y también 21 pueblos cercanos de la llanura de Myzeqe.

La predicación en los pueblos tiene muy buenos resultados.

A las reuniones va un 30% más de la cantidad de publicadores.

Y la congregación está muy contenta de tener un grupo de habla romaní.

Aunque algunos publicadores viven en los pueblos vecinos y hay quienes tienen que caminar incluso una hora para llegar al Salón, a todos les encanta asistir en persona a las reuniones.

Los 77 publicadores de la congregación Lushnjë Veriu les envían sus saludos y amor cristiano.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.

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