JW Broadcasting: Marzo de 2024

Bienvenidos a JW Broadcasting®.

Este es un adelanto de lo que veremos.

¿Qué haría si se encontrara en una situación desesperada?

Tres jóvenes de la República Democrática del Congo nos hablarán sobre cómo la esperanza los ayudó a hacer frente a situaciones difíciles.

¿Le suele pasar que el estrés que genera este mundo se mete en su casa y afecta su matrimonio?

Analizaremos un principio bíblico que fortalecerá el vínculo entre usted y su pareja, y hará que su hogar sea un refugio de paz.

Pudiera ser que de vez en cuando nos surjan dudas, pero eso no tiene por qué debilitarnos.

El video musical de este mes nos animará a alimentar nuestra fe.

¡Este es el programa de marzo de 2024 de JW Broadcasting!

Hoy hablaremos de nutrir nuestra esperanza.

¿Por qué?

Porque es esencial para la paz, la felicidad, el valor y la vida.

Pero ¿qué es?

Cuando la Biblia habla de la esperanza, se refiere no solo al deseo de que algo bueno suceda, sino también a las razones que hay para esperar que suceda.

Así que la esperanza es más que una ilusión o una expectativa.

Se basa en hechos.

Tiene fundamento sólido.

La verdadera esperanza solo puede venir de aquel que tiene el poder de cumplir todo lo que promete: Jehová Dios.

Y Jehová nos da esperanza, mucha esperanza.

Fíjense en lo que dice Romanos 15:13 sobre Jehová: Jehová nos da lo necesario para que tengamos no solo algo de esperanza, sino mucha.

Ahora bien, el apóstol Pablo también escribió en Colosenses 1:23 que un cristiano podría “dejarse apartar de la esperanza”.

Por lo que no debemos descuidarnos, debemos seguir nutriéndola.

Pero ¿cómo lo hacemos?

¿Cómo la nutrimos?

Veamos dos formas en Romanos 15:4: ¿Pudieron notar lo que nutre la esperanza?

“Nuestro aguante” y “el consuelo de las Escrituras”.

Hablemos de las Escrituras.

Alimentar la mente con lo que dicen fortalece nuestra esperanza.

Por ejemplo, pensemos en lo que pasó poco después de que ejecutaran a Jesús.

Lo podemos leer en el capítulo 24 de Lucas.

Un extraño se puso a conversar con dos discípulos de Jesús que estaban muy desanimados.

Estaban de duelo, muy tristes por la muerte de su Maestro.

El extraño era en realidad Jesucristo resucitado, pero los discípulos no se habían dado cuenta aún.

Por eso, le dijeron lo que leemos en Lucas 24:21: El ejemplo de estos dos discípulos nos muestra lo fácil que es que nos desanimemos cuando las cosas no salen como esperábamos.

¿Saben lo que hizo Jesús para ayudarlos?

Leamos los versículos 25-27: Jesús nutrió la esperanza de aquellos hombres.

Primero, les confirmó que tenían buenas razones para creer en las Escrituras.

Y después les fue explicando cómo se habían cumplido las profecías.

¿Podemos hacer lo mismo nosotros?

¡Sí!

Cuando tenemos problemas que amenazan nuestra esperanza, debemos pedirle a Jehová la ayuda de su espíritu santo y, después, valiéndonos de las publicaciones que nos da el esclavo, debemos meditar con cuidado en cómo se han cumplido las profecías.

Es verdad que hoy es muy difícil encontrar tiempo para esto.

Hay muchas cosas que reclaman nuestra atención, muchas cosas que podemos hacer y aprender.

Pero alimentar la mente con cosas buenas es lo que va a fortalecer nuestra esperanza.

Sin embargo, algo que pudiera angustiarnos es el sinfín de crisis humanitarias de hoy.

Los expertos en tecnología, economía y política han tenido que acuñar nuevos términos para describir la gravedad de la situación.

En el 2023, la palabra policrisis empezó a sonar mucho en los medios.

Esa palabra se usa para referirse a un grupo de situaciones que amenazan a la humanidad al mismo tiempo.

Amenazas como las epidemias, el cambio climático, las guerras, las crisis migratorias, los desastres naturales y los colapsos financieros.

Todo sucediendo a la misma vez.

Una policrisis puede desequilibrar a una persona en sentido espiritual.

Pero quienes hemos estudiado la señal de Jesús acerca de los últimos días sabemos perfectamente que hoy habría muchos problemas graves a una escala sin precedentes, y todos ocurriendo a la misma vez.

¿Y no les parece interesante que las personas de este mundo hayan tenido que inventar una palabra para describir justo lo que está pasando?

Aunque no se estén dando cuenta, con ello están admitiendo que las palabras de Jesús se están cumpliendo.

Por lo tanto, hermanos, en vez de sentirnos angustiados, ver lo que está sucediendo puede nutrir nuestra esperanza, siempre y cuando meditemos en el cumplimiento de las Escrituras.

La Biblia contiene la promesa divina, una promesa de salvación: Nuestra fe en esas promesas se fortalece cuando meditamos en cómo se están cumpliendo las profecías.

Y, cuanto más fuerte sea nuestra fe, más fuerte será nuestra esperanza, porque “La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera”.

¿Suele reflexionar en su esperanza?

¿Ha pensado en lo que significa para usted?

1 Tesalonicenses 5:8 dice: “Pongámonos […] el casco de la esperanza de la salvación”.

Igual que un casco protege la cabeza, el casco de la esperanza protege la mente.

¿Y quién no necesita ese casco?

Tal vez haya una canción de nuestro cancionero o de nuestro sitio de internet que le ayuda a visualizar con claridad las promesas de Jehová.

Cada vez que escucha esa canción, nutre su esperanza, lo que a su vez protege su mente.

Nuestra esperanza tiene que ser tan real para nosotros que ya nos veamos en el nuevo mundo.

Sin enfermedades, sin que nos sintamos deprimidos.

Más bien, despertando cada día oyendo mejor, viendo mejor, viéndonos mejor.

Más alegres, sin tener que llorar más la muerte de nadie.

Al contrario, celebrando la resurrección de nuestros seres queridos.

¿Cuánto es lo máximo que puede durar la vida de una persona?

Ahora piense en el número más grande que se le pueda ocurrir.

Vamos a combinar estas dos cosas.

Vivir unos… Podríamos pensar en una cifra exorbitante, como un gúgolplex o la de la edad de las galaxias.

La realidad es que no importa la cantidad de años en la que podamos pensar, porque Jehová nos promete una vida tan larga que ningún número la puede definir.

Una vida sin punto final.

A eso se refiere la Biblia todas las veces que habla de la vida eterna.

Piense en un proyecto que tome miles de años en concretarse desde que se planifica hasta que se hace realidad.

Tal vez quiera plantar su propio bosque.

O imagínese tener millones de años para observar todo lo que ha hecho Jehová, analizarlo y aprender cosas nuevas.

¡Cuántas cosas podrá lograr una sociedad en la que rija el amor y la devoción a Dios, y que respete y viva en armonía con todo lo que Jehová ha creado!

¿Hay algo que le gustaría estudiar, pero que no lo ha podido hacer porque no tiene tiempo?

Pues tendrá la vida eterna.

Y recuerde: podremos aprender de lo que hayan descubierto ya cientos de generaciones.

Tal vez en el Paraíso quiera ver a familiares que han muerto o conocer a siervos fieles del pasado.

Ahora piense en lo siguiente: podremos entender cómo estamos emparentados con todos los habitantes de la Tierra, ¡hasta el principio de la historia!

Y eso no es todo.

¡Todos los seres inteligentes en el cielo y en la Tierra formarán una familia feliz que alabará a Jehová en unidad!

¿Es esto solo un sueño?

¿Un mero deseo?

¿Una ilusión?

No, es esperanza.

Es el resultado de meditar en las promesas de Dios, “que no puede mentir”, y de meditar también en lo que ha hecho para que se cumplan esas promesas —el rescate y el Reino, que devolverá a la perfección a la humanidad—, de meditar en la personalidad de Jehová, una personalidad que se revela en la creación, en las Escrituras, —y que su Hijo, Jesucristo, refleja a la perfección—, una personalidad que conocemos bien, no solo por lo que hemos estudiado, sino por lo que hemos vivido.

Y esto nos lleva a la segunda manera de nutrir nuestra esperanza.

En Romanos 15:4 leímos que había dos maneras de nutrir la esperanza: “mediante […] el consuelo de las Escrituras” y también “mediante nuestro aguante”.

¿Cómo alimenta el aguante a la esperanza?

Notemos lo que dijo Pablo acerca de esto en Romanos 5:3-5: La “esperanza” de la que se habla aquí no es la esperanza de la que oímos hablar cuando alguien nos enseó las promesas que contiene la Biblia.

Por eso Pablo utiliza la expresión “es más”, porque quiere añadir algo, porque va más allá.

Nos alegramos por la esperanza que teníamos al principio, pero también por la esperanza que se ha fortalecido y se ha profundizado a lo largo de los años al ver cómo Jehová nos ha ayudado personalmente.

Ahora bien, la única forma de entender este proceso es experimentarlo.

¿Por qué cosas ha pasado usted?

¿Qué ha hecho cuando se ha enfrentado a situaciones difíciles?

Seguro que le pidió a Jehová que lo ayudara.

¿Y qué sucedió?

Él lo ayudó.

Puede que el problema no haya desaparecido, pero se dio cuenta de algo: de alguna manera consiguió las fuerzas para aguantarlo, o quizás sabiduría para hacerle frente, o ayuda práctica, o ánimo en el momento justo, o el valor para seguir defendiendo la verdad.

¿Y cómo se sintió en ese momento?

¿Le pareció que Jehová había escuchado su súplica?

¿Pudo percibir cómo le demostraba Jehová que es su amigo, que hay una relación entre ustedes?

Cuando vives eso —aunque sea una vez—, ya no te preguntas si vas a poder aguantar alguna dificultad.

Sabes que podrás con la ayuda de Jehová.

Eso es esperanza.

No es solo desear que pase algo bueno; es tener razones sólidas para creer que pasará.

Muchos de nuestros hermanos han podido experimentar esto vez tras vez a lo largo de su vida.

Por eso, aunque llevan décadas esperando el nuevo mundo, su esperanza no se ha debilitado.

Al contrario, se ha vuelto más fuerte gracias a lo que han vivido.

Han visto de primera mano lo que dice Romanos 5:3-5, y seguro que usted también.

¡Qué agradecidos estamos!

Jehová es “el Dios que da esperanza”.

No permitamos que nada nos aparte de ella.

Cuando pase por dificultades, nutra su esperanza.

Siga meditando en “el consuelo de las Escrituras”.

Confíe en que Jehová le seguirá dando fuerzas y sabiduría.

Y esté atento, todos los días, a cómo Jehová le demuestra que la esperanza —su esperanza— es real.

De hecho, en jw.org podemos encontrar muchas experiencias de hermanos que han hecho eso: mantener su fe firme a pesar de las pruebas.

Escuchemos ahora las de tres jóvenes de la República Democrática del Congo.

Empezamos a escuchar muchísimo ruido en la calle.

Cuando salí a ver qué pasaba, vi que estaba saliendo lava del volcán y que había un montón de gente corriendo.

Estaba sola en casa con mis hermanos pequeños.

Tenía muchísimo miedo, porque nunca había visto algo así.

Antes de que comenzara la guerra teníamos muchas cosas.

La verdad es que no nos faltaba nada.

Pero todo se puso muy difícil en julio de 2017.

Tuvimos que escapar.

Nos quedamos sin nada, porque destruyeron todas nuestras cosas.

Cuando nos enteramos de que la guerra iba a llegar a nuestro pueblo, todo el mundo se asustó muchísimo.

Por eso, decidimos huir a Uganda.

Y no nos llevamos muchas cosas, lo dejamos casi todo.

Al día siguiente, por la mañana, nos enteramos de que, entre las casas que el volcán había destruido, también estaba la nuestra.

Esto nos puso muy tristes, porque escapamos sin llevarnos nada.

Así que lo perdimos todo.

Cuando estábamos huyendo, mi padre nos dijo que fuéramos a la playa a buscar una barca.

Él iba manejando una motocicleta, pero pasó algo...

...Tuvo un accidente.

Y fue un accidente muy grave.

Y, bueno, por culpa de las heridas que se hizo, lo pasó muy mal y al final no logró recuperarse… ...y murió.

Salimos de Blukwa y huimos a Bunia, que está muy lejos.

Estábamos muy asustados y también preocupados porque en Bunia no teníamos casa ni un terreno para cultivar alimentos.

Así que íbamos pensando: “¿Qué vamos a hacer en Bunia?

¿De qué vamos a vivir?”.

Los hermanos y las hermanas me ayudaron mucho.

Y eso hizo que mi fe creciera.

Y tener una fe más fuerte me hizo estar más contento.

Cuando volvimos a nuestro país, seguí estudiando la Biblia y me bauticé.

La organización de Jehová nos ayudó mucho, muchísimo.

En primer lugar, se preocuparon por nuestra salud espiritual y por nuestra salud física.

Y, además de eso, nos dieron un lugar donde vivir, un hogar.

Así que estoy muy agradecida a Jehová.

Lo que más me ayudó durante esos momentos tan difíciles fue pensar en lo que dice Salmo 46:1, 2.

En ese texto dice al principio que “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza”.

Así que, si por los cambios que hay en el mundo nos toca pasar por problemas, no hay razones para tener miedo.

Ni siquiera si, como dice el texto, las montañas se hunden “en las profundidades del mar”.

He visto que Jehová ha sido ese refugio para mí.

Es verdad que me han pasado cosas malas, pero no me voy a rendir.

Estoy decidido a servir a Jehová toda mi vida, para siempre.

Ahora mismo me siento genial, superbién.

Me hace muy feliz ser testigo de Jehová.

Y hay algo que tengo clarísimo: quiero servir a Jehová toda mi vida.

Como estaba tan agradecida a Jehová por mostrarme tanto amor y hacerme tan feliz, decidí hacerme precursora regular.

Ahora soy precursora auxiliar.

Ahora soy precursor regular y siervo ministerial.

También trabajo con Betel como voluntario a distancia.

Huguette, Espérance y Moïse confiaron en Jehová cuando se enfrentaron a situaciones muy desesperadas.

Y, como resultado, su esperanza se fortaleció.

Nuestra esperanza se fortalece cada vez que vemos que Jehová cumple una de sus promesas.

En el siguiente episodio de “Del pasado al presente”, veremos que los proyectos teocráticos de construcción prueban que contamos con la bendición de Jehová.

Para predicar y ayudar a otros a adorar a Dios, el pueblo de Jehová tiene que construir.

Nuestros proyectos de construcción fortalecen la fe y la esperanza.

¿Cómo?

Lo veremos en este episodio de “Del pasado al presente”.

Nehemías, un siervo de Dios del pasado, no pudo menos que decir: “La bondadosa mano de mi Dios estaba conmigo”.

A pesar de las dificultades, Jehová le dio a su pueblo lo que necesitaba en el momento preciso para adorarlo de la manera correcta.

Y podemos decir lo mismo de nuestra historia reciente.

Se acercaba 1914, un año muy importante.

Los Estudiantes de la Biblia, como se nos conocía en ese entonces, preparaban una campaña para hablarle a todo el mundo de las profecías bíblicas que pronto se cumplirían.

Como tenían más trabajo, en 1909 Charles Russell decidió trasladar la central mundial de Pensilvania a Brooklyn, en Nueva York.

Se compraron y renovaron dos edificios a los que se llamó Betel y el Tabernáculo de Brooklyn.

En aquel tiempo, algunos pensaban que la predicación terminaría con el nacimiento del Reino en 1914.

No podían ni imaginarse todo el trabajo que quedaba por hacer.

La Primera Guerra Mundial levantó una ola de oposición a la obra del Reino, y ocho de los hermanos que la dirigían fueron encarcelados en 1918.

Además, por la escasez de suministros debido a la guerra, parecía imposible continuar con el trabajo en Brooklyn.

Así que se vendió el Tabernáculo de Brooklyn.

Sin embargo, no apareció ningún comprador para el 124 de Columbia Heights.

Jehová tenía sus propios planes.

En la década de 1920, nuestros hermanos comenzaron a predicar con un entusiasmo renovado y, por eso, necesitaban más libros y revistas para entregarles a las personas.

Entonces se decidió que, en lugar de encargarle la impresión a una imprenta comercial, lo haríamos nosotros mismos.

Necesitábamos más edificios en Brooklyn.

Después de que dos imprentas en edificios alquilados se quedaran pequeñas, se comenzó a construir una fábrica de ocho plantas cerca de otros edificios del Betel de Brooklyn.

Unos 10 años después, durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler construyó sus horribles campos de concentración, y la persecución a nuestros hermanos se intensificó por todo el mundo.

A pesar de eso, ¡el número de publicadores se duplicó durante la guerra!

Jehová sabía que este no era el momento de pisar el freno.

En 1940, comenzó la construcción de un edificio de tres plantas en la Hacienda del Reino en South Lansing, Nueva York.

Pero ¿para qué se iba a usar?

¡Solo Jehová lo sabía!

Para 1943, nuestros hermanos ya habían terminado el edificio, justo cuando era difícil conseguir materiales de construcción por la guerra.

Jehová quería que se usara como escuela para capacitar a misioneros: la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.

Fue el comienzo de una época de gran crecimiento.

Cada vez hacían falta más publicaciones de la Biblia y, para atender esa necesidad, en 1955 se empezó a construir una segunda imprenta en Brooklyn.

Todo el complejo llegó a ocupar cinco manzanas.

En 22 años, la cantidad total de publicadores en todo el mundo se triplicó.

Por eso, para imprimir más publicaciones, en 1971 se construyó una imprenta en la Hacienda Watchtower, al norte del estado de Nueva York, que a lo largo de los años se ha ido agrandando.

Para mediados de los años ochenta, se construyeron y ampliaron edificios en más de 40 sucursales por todo el mundo, desde Argentina hasta Zimbabue.

Como se dijo en La Atalaya del 1 de enero de 1986: Ahora mismo hay que ampliar o renovar 13 sucursales en África, y nuestros hermanos están trabajando en más de 50 proyectos de oficinas remotas de traducción.

Por otro lado, como la cantidad de publicadores no para de aumentar, ¡habría que construir cada día cinco Salones del Reino!

Además, para fortalecer nuestra esperanza, cada vez se producen más videos.

Esto significa que necesitamos más estudios de grabación.

Desde el 2015 se han construido estudios en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Sudáfrica y más recientemente en Australasia, donde se está grabando la serie “Las buenas noticias según Jesús”.

Y muy pronto estará listo el nuevo centro en Ramapo, Nueva York.

No tenemos ninguna duda de que Jehová está dirigiendo los proyectos de construcción de su pueblo.

Así que podemos decir llenos de confianza que “la bondadosa mano de [Jehová]” seguirá apoyando esta labor por toda la eternidad.

Jehová ha bendecido los esfuerzos que hacemos en la construcción de edificios teocráticos, pero el proyecto de construcción más importante es el de nuestra fe.

¿Se ha preguntado si podría soportar una prueba muy difícil, como la persecución?

Pues el hermano Mark Sanderson del Cuerpo Gobernante nos explicará cómo podemos tener la paz de Dios ante cualquier situación.

El texto de hoy es muy fortalecedor.

Es un texto que nos anima mucho.

Nos recuerda que existe un tipo de paz muy especial, una paz que todos podemos sentir y que no depende ni de nuestras circunstancias ni de lo que esté sucediendo a nuestro alrededor.

Les pregunto: ¿cómo definirían ustedes “la paz de Dios” que se menciona en el texto de hoy, qué es exactamente?

El volumen 2 de Perspicacia, página 608, dice esto: “La ‘paz de Dios’, es decir, el sosiego y la tranquilidad que produce la preciosa relación de un cristiano con Jehová Dios, protege las facultades mentales y el corazón de las ansiedades de la vida.

Da seguridad de que Jehová Dios provee para sus siervos y responde a sus oraciones, lo que hace descansar el corazón y la mente”.

Ahora bien, ¿qué podemos aprender de esa definición?

Una lectura cuidadosa de Filipenses 4:6, 7 nos revela lo que debemos hacer para obtener la paz de Dios.

Tenemos que contarle a Jehová cómo nos sentimos, tenemos que suplicarle, tenemos que rogarle que nos ayude.

Además, tenemos que ser agradecidos, darle las gracias por lo que nos da.

Y también hay que estar convencidos de que nos va a ayudar y bendecir.

Si hacemos todo esto que hemos dicho, Jehová nos dará calma; tranquilizará nuestra mente y corazón de una forma increíble.

Esa es “la paz de Dios” de la que habla Pablo.

Él dice que esa paz “está más allá de lo que ningún ser humano puede entender”.

A continuación, veremos algunos ejemplos de personas que experimentaron esa paz.

Comenzaremos con algunos tomados de la Biblia.

El primero lo hallamos en Daniel 3:16.

Seguro que recuerdan el relato.

Es la historia de los tres hebreos: Sadrac, Mesac y Abednego.

Nabucodonosor había hecho una estatua y quería que todos se inclinaran ante ella.

Cuando Sadrac, Mesac y Abednego no quisieron hacerlo, los llevaron ante el rey.

Y fijémonos en lo que ellos dijeron, aquí en el 16: “Oh, Nabucodonosor, no es necesario que te demos una respuesta sobre este asunto.

Si tiene que ser así, oh, rey, el Dios al que servimos puede librarnos del horno de fuego y también de tus manos.

Pero, incluso si no lo hace, oh, rey, debes saber que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has levantado”.

En la Biblia no aparece la oración que hicieron Sadrac, Mesac y Abednego en aquel momento.

Pero ¿notaron cómo estaban ellos?

¿Perciben su calma?

¿Notaron la tranquilidad con la que hablaron?

No entraron en pánico, no les dio miedo.

Hablaron con calma y con firme convicción, seguros de que Jehová los ayudaría.

Bueno, esto a Nabucodonosor no le gustó nada.

El versículo 19 explica que se puso furioso.

Mandó calentar el horno siete veces más de lo normal.

El versículo 22 añade que la orden del rey había sido tan severa y el horno estaba tan caliente que los hombres que llevaron a Sadrac, Mesac y Abednego murieron.

Así de caliente estaba el horno.

Hermanos, les digo, eso era fuego.

Sufrieron verdadera persecución.

Pero ¿qué pasó?

Leamos el 24.

Nabucodonosor se asomó y dijo: “¿No atamos y arrojamos en el fuego a tres hombres?”. “Sí”.

“Él dijo: ‘¡Miren! Veo a cuatro hombres que se pasean libremente en medio del fuego sin sufrir ningún daño, y el cuarto parece un hijo de los dioses’”.

¡“Un hijo de los dioses”!

No es cualquier paz, es “la paz de Dios”.

Eso es lo que hace que tres hombres estén andando tranquilamente en un horno de fuego, tal vez diciendo: “Oye, ¿y qué vas a hacer cuando salgas de aquí?”.

Esta no es una escena de terror ni de pánico; lo que vemos es calma.

Esta es la paz de Dios.

Veamos otro personaje.

Vayamos ahora al capítulo 20 de 2 Crónicas.

Aquí se habla de Jehosafat.

¿Qué está pasando?

Jehosafat y todo el pueblo de Judá están rodeados por el enemigo.

Veamos su oración en el versículo 12: “No podemos contra esta gran multitud que viene a atacarnos, y no sabemos qué hacer, pero nuestros ojos miran hacia ti”.

Seguro que estaba muy preocupado.

Miren lo que dice el 13: “Mientras tanto, todos los de Judá estaban de pie delante de Jehová, junto con sus esposas y sus hijos, incluso los pequeñitos”.

¡Qué nervios!, ¿no?

Jehosafat estaría pensando: “Ay, Jehová, no sabemos qué hacer”.

Pero hizo lo que dice Filipenses 4:6, 7.

Le rogó a Jehová, le suplicó que lo ayudara a él y al pueblo.

Y también fue agradecido.

Repasó las veces que Jehová los había bendecido.

¡Qué ejemplo!

¿Qué hizo Jehová?

Bueno, leemos su mensaje en el versículo 15: “No tengan miedo ni se aterroricen por esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios”.

Y el 17 añade: “Ustedes no tendrán que pelear esta batalla.

Ocupen sus puestos, estense quietos y vean cómo los salva Jehová. […] No tengan miedo ni se aterroricen”.

Claro, con eso el estado de ánimo de Jehosafat cambió por completo.

Después de oír esas palabras consiguió la paz de Dios.

Veámoslo en el 20 y el 21.

Miren lo que le dijo al pueblo: “¡Escúchenme, oh, Judá y habitantes de Jerusalén!

Tengan fe en Jehová su Dios para que puedan mantenerse firmes.

Tengan fe en los profetas de él, y les irá bien”.

Luego seleccionó hombres para que fueran delante del ejército y le cantaran alabanzas a Jehová.

¿Cuál fue el resultado?

Pues, como era de esperar, Jehová los salvó.

El rey Jehosafat vivió de primera mano esa tranquilidad, esa calma que solo nos da la paz de Dios.

También tenemos ejemplos de nuestros días.

Hay uno en el Anuario de 1975, y es del hermano Daniel Sydlik, que fue parte del Cuerpo Gobernante.

En 1944, lo metieron en la cárcel por su neutralidad.

Y él cuenta que, durante su primera noche, estaba acostado en su litera cuando oyó que las puertas de acero de la cárcel se iban cerrando “como trueno retumbante”, dice él.

¿Se lo imaginan?

El sonido de aquellas puertas cerrándose una tras otra se fue acercando hasta que la puerta de su celda tembló y se cerró lentamente.

Después él cuenta: “Súbitamente una arrolladora sensación de hundimiento pasó sobre mí, y me produjo un sentimiento de estar atrapado […].

Entonces con la misma rapidez vino otra sensación igualmente arrolladora, que me hizo sentir gran paz y gozo, la clase de paz de que habla la Biblia...

‘la paz de Dios que supera todo pensamiento’”.

¡Qué increíble!

Veamos otro.

Es una carta de despedida que un hermanito les escribió a sus padres desde un campo de concentración nazi.

En parte dijo: “Ya son las 9 del día de mi juicio, pero tengo que esperar hasta las 11:30.

Escribo estas líneas en una celda solitaria en el tribunal militar del Estado.

Siento una paz, que apenas parece creíble; pero también he entregado todo al Señor, […] con tranquilidad puedo esperar esta hora”.

Luego, a las 12:30, siguió escribiendo: “Ya terminó todo.

En vista del hecho de que no cambié mi objeción decretaron la sentencia de muerte.

Escuché, y después que pronuncié las palabras ‘Sé fiel hasta la muerte’ y […] otras palabras de nuestro Señor, todo había terminado.

Pero eso ya no importa.

Siento una paz, una tranquilidad, cosa que no pueden imaginarse”.

Maravilloso, ¿no les parece?

Este hermano pudo sentir la paz de Dios antes de que lo ejecutaran.

¿Y qué está sucediendo en Rusia últimamente?

Hombres armados y enmascarados irrumpen para registrar las casas y detener reuniones.

Se ven juicios y encarcelamientos.

Pero también nos han llegado informes muy animadores de hermanos que han recibido la paz de Dios.

Por ejemplo, durante un registro en una casa, un hermano comenzó a sentirse muy nervioso.

Así que le dijo esto a Jehová: “No sé qué hacer; guíame, por favor”.

Justo en ese momento uno de los oficiales se quedó mirando los imanes pegados en el refrigerador y leyó en voz alta y con mucho dramatismo lo que decía uno de ellos: “No te angusties, porque yo soy tu Dios”.

Como ven, la respuesta de Jehová no tardó en llegar.

Hermanos, ¿cuál es la lección?

Sin importar lo que esté pasando a nuestro alrededor, qué tipo de persecución estemos enfrentando o lo difíciles que se hayan puesto las cosas, si le suplicamos ayuda a Jehová y somos agradecidos, obtendremos “la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender”.

¡Qué animador es saber que, si confiamos en Jehová al afrontar alguna prueba, él nos dará la paz que necesitamos para poder hacerle frente!

Algo que pudiera robarnos esa paz interior son los desacuerdos en el matrimonio.

¿Cómo puede ayudarnos el respeto a tener menos problemas y a conservar la paz?

Veámoslo en este episodio de “Secretos para un matrimonio feliz”.

El respeto.

A veces nos esforzamos mucho por respetar a los demás, pero no siempre nos respetan a nosotros.

¿Y qué hay de nuestro matrimonio?

¿Podríamos demostrarnos más respeto?

Tal vez tengamos que cambiar algunos hábitos que hayamos adquirido desde pequeños.

O puede que tengamos que elegir otro tipo de entretenimiento.

Aunque no sea fácil, es posible volver a mostrar el respeto que antes teníamos el uno por el otro.

Hay un consejo muy antiguo que nos puede ayudar.

Está en la Biblia: Los esposos, en particular, necesitan sentir que se les respeta.

Pero las esposas también necesitan sentir que sus esposos las valoran, las aman y las escuchan.

Si tomamos la iniciativa y hacemos cosas que demuestran que valoramos a nuestro cónyuge, crearemos un ambiente en el que será más fácil mostrarse respeto.

Tenga siempre presente cómo pueden afectarle a su cónyuge sus palabras, no solo en público, también en privado.

Si desea decirle a su cónyuge que algo de lo que él hizo le ha molestado, hable con él a solas, y hágalo con bondad y tacto.

Muéstrele con su manera de expresarse que valora su opinión, aunque no esté de acuerdo con lo que dice.

Piense en cuánto se esfuerza su pareja —incluso en los pequeños detalles que tiene— para cuidar de la familia.

No se centren demasiado en los defectos del otro.

Felicítense en vez de criticarse.

Digámosle a nuestro cónyuge todos los días algo específico que nos guste de él.

Es la persona que más se merece nuestro respeto.

Si hay respeto entre los dos, reinará la paz en el hogar.

Contestar juntos estas tres preguntas los ayudará a mostrarse más respeto en su matrimonio.

Sean sinceros y digan cómo se sienten.

Estén dispuestos a escuchar y a hacer los cambios que sean necesarios.

Si lo ven oportuno, pausen el video y empiecen a conversar.

El punto queda claro: para tener un matrimonio feliz, hay que mostrarle respeto a la persona que más se lo merece, su pareja.

Aunque un matrimonio se lleve muy bien, para educar a un hijo tiene que formar un muy buen equipo.

Vean cómo los Macías ayudan a su hijo —que tiene necesidades especiales— a tener su propia relación con Jehová.

Cuando vi a mi bebito por primera vez y le vi esos ojazos, pensé: “Ay, Jehová, ¡qué lindo! ¡Gracias!”.

No podíamos creer que ese bebé fuera nuestro.

¡Estábamos súper felices!

Cuando nos dijeron que Jaden tenía autismo, no tenía ni idea…, no sabía qué implicaba.

Así que de inmediato me puse a investigar y me dije: “Tengo que aprender a manejar la situación porque amo a este niño y no quiero fallarle”. Era una mamá primeriza.

Tuve que aprender sobre el tema, hablar con el pediatra… Cada día era una sorpresa.

Y necesitábamos tiempo para procesarlo juntos y decidir qué íbamos a hacer con eso.

No dejábamos de orarle a Jehová, porque teníamos muchísimo que asimilar.

Imagínate lo que fue comenzar a entender todo lo que tendríamos que vivir; todo lo que tendríamos que hacer para ayudarlo.

Para nosotros es muy importante pasar mucho tiempo juntos, estar ahí con Jaden.

Porque, a veces, asoman destellos de su personalidad.

Y, si no estás ahí para verlos, te los pierdes por completo.

Querer ver eso es lo que nos motiva.

Los amigos que tenemos son una verdadera bendición.

Están pendientes.

Nos llaman y nos dicen: “Quiero saber cómo estás tú.

Aparte de Jaden, ¿cómo están ustedes?

¿Qué les da las fuerzas?”.

Esas son las cosas que de verdad guardamos en el corazón.

Nos ayudan a seguir adelante, sin desistir.

Jaden no tiene mucho vocabulario.

Así que, si se enoja, le preguntamos: “Jaden, ¿estás enojado?”.

“Sí, estoy enojado”.

“¿Por qué?”.

“No sé”.

“Bueno, y ¿qué pasó?”.

Le tomo una foto con el teléfono.

“¿Ves?

No estás contento.

Te ves triste.

¿Por qué?”.

Y se abre poco a poco.

Luego busco una foto de Jaden contento y le digo: “Mira, este eres tú”.

Y así lo vamos ayudando.

De esa forma sabe cómo se siente, porque se ve a sí mismo.

Leer y escribir no le sirven para entender las cosas bien.

En realidad, lo que más le ayuda a Jaden son los dibujos o cuando ve algo escenificado.

Y, gracias a Dios, ahora tenemos un montón de videos.

Le encantan todos los de Caleb y Sofía.

Cuando salieron, pensé: “¡Guau, Jehová ha hecho esto para nosotros!”.

También usábamos las historias bíblicas ilustradas, que tienen diálogos y descripciones, y cada uno interpretaba un personaje.

Para las asambleas, cantamos las canciones que están en el programa… ─Antes, claro.

…y por lo menos así ya tiene una idea de lo que pasará ese día, de lo que vendrá.

Estábamos en una congregación de habla hispana, pero tuvimos que cambiarnos a una congregación de habla inglesa.

Así Jaden podría progresar.

Que Jaden comente en las reuniones ha sido un reto muy emocionante.

A veces les decíamos a los hermanos: “Ey, mira, quiere comentar, pero quizá no se le entienda”, y siempre lo apoyaban.

Sentir ese apoyo constante lo motivó a preparar sus comentarios él solo.

Jaden también entiende que tenemos que predicar y compartir nuestra esperanza con los demás.

Para hacer eso hay que ser publicador, así que hemos ayudado a Jaden a alcanzar esa meta.

Él predica y enseña la verdad a los demás lo mejor que puede.

¡Y ya se quiere bautizar!

Sí, cuando estemos en el nuevo mundo, Jaden se dará cuenta de todo lo que hemos hecho como familia para conseguir estar allí juntos.

Yo nos imagino sobre una colina, no sé por qué, y Jaden de pie entre nosotros, porque así es siempre.

Y nos abraza y nos dice: “¡Lo logramos!”.

Jehová nos ha dado el mejor regalo: nuestro hijo, Jaden.

Les alegrará saber que, poco después de grabar este video, Jaden hizo pública su dedicación a Jehová bautizándose.

¿Ha llegado a tener alguna duda que debilitara su fe?

¿Le cuesta trabajo creer que Jehová lo ama?

Pues el video musical de este mes lo animará a superar esas dudas con la ayuda de Jehová.

♪♪ ¿Y si no?

¿Si no es al final la verdad?

Y yo que sé...

El mundo entero me dice: “No creas nada, cuestiona tu fe”.

Tengo que arrancar las dudas de mi corazón.

Tengo que acabar con esta confusión.

¡Esa es mi misión!

Le pido a Dios en oración ayuda para resolver las dudas en mi corazón, que me ayude a ver que esta es la verdad.

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

Ahora sé que el de siempre intenta que confunda el bien y el mal.

Pero a mí no me engaña con sus cuentos y sus mañas, no lo voy a escuchar.

Tengo que esforzarme por alimentar mi fe.

Hay tanto aún que puedo aprender.

¡Y es lo que quiero hacer!

Le pido a Dios en oración ayuda para resolver las dudas en mi corazón, que me ayude a ver que esta es la verdad.

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

Jehová me contestará con un texto, con una canción o con un Broadcasting, tal vez un discurso o alguna sección de nuestra web...

Un día le pedí a Dios, ayuda para resolver las dudas en mi corazón y me ayudó a ver que sí, que esta es la verdad.

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe!

¡Vivir mi fe! ♪♪ Jehová siempre nos da justo lo que necesitamos.

Recuerden: la esperanza verdadera se basa en las promesas del Dios “que no puede mentir”.

Seamos jóvenes o mayores, la esperanza puede darnos estabilidad al enfrentar problemas causados por el hombre o desastres naturales.

El Dios de la esperanza está acelerando la obra mundial de predicación, y los proyectos teocráticos de construcción son una prueba de ello.

Y nuestra esperanza también se fortalece cuando aplicamos los principios bíblicos en nuestro matrimonio, pues vemos cómo la Biblia nos ayuda a tener paz en el hogar.

La videopostal de este mes es de un país al que llaman la tierra de los volcanes, El Salvador.

De los 20 volcanes más jóvenes que hay, algunos todavía siguen activos.

Este es el lago de Coatepeque.

Se originó cuando varios volcanes colapsaron, y el cráter que se formó se llenó de agua de lluvia.

A pesar de ser muy montañoso, El Salvador es conocido por su agricultura, especialmente las plantaciones de café.

El suelo volcánico es tan fértil que permite producir un café muy valorado, famoso por su dulzura, su suave acidez y sus notas achocolatadas y acarameladas.

El Salvador es el país más pequeño de Centroamérica, pero también es el más densamente poblado.

Nuestra obra en El Salvador comenzó en 1945, cuando llegaron los primeros misioneros.

Estos predicadores intrépidos se enfrentaron a una inmensa labor: llevar las buenas noticias a más de un millón y medio de personas.

Los salvadoreños son muy amables, trabajadores, hospitalarios y siempre están listos para hablar de la Biblia.

Por eso las primeras semillas de la verdad brotaron rápidamente.

Y, para 1972, los testigos de Jehová obtuvieron reconocimiento legal.

Al día de hoy, hay más de 37.000 publicadores que dirigen unos 20.000 cursos bíblicos.

Predican en español, lengua de señas salvadoreña y chino mandarín, y además les llevan la verdad a presos de 20 cárceles diferentes.

Aproximadamente uno de cada siete publicadores es precursor.

En el pasado año de servicio hubo un aumento en las horas de predicación de más del 20 %.

En la localidad de Acajutla, los hermanos disfrutan de predicar en los puertos.

La congregación El Boquerón se encuentra en una zona de cafetales llamada El Progreso (La Libertad).

Después de un rico cafecito en la mañana, los hermanos salen a predicar de casa en casa y de granja en granja.

La congregación dirige un promedio de 50 cursos bíblicos, y el año pasado asistieron 174 personas a la Conmemoración.

Los 66 publicadores de la congregación El Boquerón les envían su amor y su cariño.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.

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