JW Broadcasting: Marzo de 2023

¡Bienvenidos!

Aquí tenemos un adelanto de lo que vamos a ver en este programa.

Joven, ¿te gustaría tener la oportunidad de corregir alguna cosa que has hecho mal?

En la sección “Cuando eres adolescente”, veremos cómo Thalila y José lograron progresar en sentido espiritual con la ayuda de Jehová y de sus padres después de cometer algunos errores.

Si nos hemos alejado de Jehová, puede que nuestro corazón nos haga creer que somos un caso perdido.

Pero el video musical de este mes nos recordará cuánto ama Jehová a los que de verdad desean regresar a su lado.

Si usted fue anciano, pero ya no lo es, ¿qué puede ayudarlo a volver a serlo?

En el video titulado Usted puede volver a tener responsabilidades en la congregación, veremos la experiencia de dos hermanos que pasaron por esa situación.

Sin duda hay cosas muy interesantes en el programa de este mes de marzo de JW Broadcasting®.

¿Alguna vez ha tratado de alcanzar una meta, pero le resultó más difícil de lo que usted esperaba?

¿Cómo lo hizo sentir eso?

En el siguiente video, fíjense en los cambios que tuvo que hacer una hermana mientras se esforzaba por alcanzar su meta.

Ay, qué mal lo hice.

Debería haberle dicho otra cosa.

No, lo hiciste superbién.

En serio.

Siempre pienso que lo hago todo mal.

Y eso fortalecerá nuestra fe.

Por eso, si… Bueno, ya está.

A veces, esos sentimientos negativos me daban tanta ansiedad que hasta hacer las cosas de cada día me parecía imposible.

¿Y por qué crees que tienes esos sentimientos?

No sé, creo que he estado pensando mucho en la Escuela para Evangelizadores.

Creo que, si pudiera ir, todo se arreglaría.

Entiendo.

¿Quieres que leamos un texto?

Creo que te ayudará.

Bueno.

No me dijeron que no enviara la solicitud.

Pero sí que me aconsejaron que primero intentara controlar un poquito mejor mi ansiedad.

Y eso traté de hacer.

Estaba segura de que, si me centraba en mi meta y cuidaba mi salud, podría ir a la escuela.

Pero quizá estaba demasiado centrada en mi meta.

Gracias. Chao.

¿Y cómo te fue?

Bueno, tienen razón.

Ir a la escuela ahora sería mucho para mí.

Lo siento… Pero ya lo lograrás.

Ya no sé qué hacer para sentirme mejor.

¿Qué me pasa?

Nada, solo que algunas cosas toman tiempo.

Sí… Oye, mañana estudio la Biblia con Lilly.

Me vendría bien tu ayuda.

OK.

Yo quiero bautizarme, pero no sé.

Ustedes hacen tanto… No sé si algún día podré...

Creo que sé cómo te sientes.

¿Te puedo mostrar un texto?

Es Miqueas 6:8.

¿Lo puedes leer, porfa?

“Él te ha dicho, oh, hombre, lo que es bueno.

¿Y qué es lo que Jehová espera de ti?

¡Solo que practiques la justicia, ames la lealtad y andes con modestia junto a tu Dios!”.

En la última parte habla de andar “con modestia”.

Esto significa reconocer nuestras limitaciones.

Así que, ¿qué te pide Jehová que hagas?

¿Más de lo que puedes?

¿O solo te pide lo que puedes hacer?

Solo lo que puedo hacer.

Entonces, ¿por qué tendríamos que exigirnos más?

Resulta que al final le estaba dando a Lilly el mismo consejo que me habían dado los ancianos.

Pero ahora me tocaba a mí ponerlo en práctica.

Tenía que reconocerlo: mi problema era que me exigía demasiado.

Llevaba tanto tiempo haciéndolo que no iba a poder cambiar de un día para otro.

Pero eso no quería decir que tuviera que olvidarme de mis metas.

Lo que hice fue concentrarme en lo que sí podía hacer en ese momento, como esforzarme más por comprender a las personas que se sienten como yo y ayudarlas a ver lo mucho que las quiere Jehová.

Podríamos contarle a un estudiante cómo… superamos nosotros un problema, y eso podría ayudarle a progresar… La verdad es que puedo hacer mucho por Jehová si soy razonable conmigo misma.

Algo que ayudó a la hermana a reducir la ansiedad fue reconocer sus propias limitaciones y ser más razonable.

Y eso es muy importante si queremos darle lo mejor a Jehová.

Esta lección tiene mucho que ver con el tema de este mes: Tener expectativas realistas: la clave para ser felices y mejores siervos de Jehová. Cuando escuchan la palabra realista, ¿qué les viene a la mente?

Quizás piensan en alguien que es racional, práctico, razonable o sensato.

De hecho, tener expectativas realistas es la clave para ser felices y mejores siervos de Jehová.

Por el contrario, las expectativas poco realistas pueden desanimarnos, como menciona Proverbios 13:12.

Y es verdad.

Si siempre estamos esperando algo que no acaba de suceder nunca, lo normal es que acabemos desanimándonos.

Ahora bien, las expectativas que son demasiado altas también enferman nuestro corazón.

Noten por favor lo que se dijo en la ¡Despertad! del 8 de diciembre de 1983: Para no decepcionarnos, nuestras expectativas deben ser realistas y razonables.

En este discurso vamos a darles respuesta a tres preguntas acerca de las expectativas.

Primero: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nosotros mismos?

Segundo: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nuestros hermanos y hermanas?

Y tercero: ¿por qué es realista esperar que Jehová nos recompense por el fiel servicio que le damos?

El primer punto: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nosotros mismos?

Está claro que amamos a Jehová con todo nuestro corazón, alma y mente y que deseamos hacer todo lo posible para alabarlo.

No obstante, por más que queramos a Jehová y deseemos obedecerlo, la realidad es que somos descendientes de Adán y somos imperfectos.

Como resultado, pecamos con nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Eclesiastés 7:20 dice: Y Santiago 3:2 añade: Es posible que se sienta como el apóstol Pablo cuando escribió las palabras de Romanos 7:18-20.

Dice así: Sí, esa lucha que tenía Pablo contra el pecado lo hacía sentir miserable.

A veces, nosotros también nos sentimos desanimados, decepcionados o frustrados por los errores que cometemos.

Quizás sintamos que no servimos para nada.

Pero ¿qué ayudó a Pablo a seguir sirviendo a Jehová sin perder la alegría?

Por un lado, aceptó con humildad que era imperfecto, y también confió por completo en el valor del sacrificio de Jesús.

En Romanos 7:24, 25, Pablo siguió diciendo: Así es, aunque somos imperfectos, estamos seguros de que Jehová nos sigue amando y de que acepta los esfuerzos que hacemos por servirle, porque con gusto nos rescató del pecado aunque ninguno de nosotros lo merecía.

¿De qué manera nos ayuda el rescate a tener la aprobación de Jehová y una conciencia limpia?

Hechos 3:19 nos lo explica: El verbo griego que se traduce aquí “sean borrados”, significa “hacer desaparecer algo limpiándolo” o “eliminarlo de tal modo que no quede rastro”.

Jehová limpia por completo nuestros pecados.

Para ilustrarlo: digamos que nuestra condición aprobada ante Jehová es como un papel en blanco.

Pero nuestros pecados son como manchas rojas que van cayendo en ese papel.

Con el rescate, Jehová no está tachando esas manchas rojas del pecado.

Si lo hiciera, esas manchas todavía se verían.

Lo que Jehová hace con el rescate es borrar o limpiar esas manchas para que desaparezcan por completo.

También podemos ver hasta dónde llega el perdón y la misericordia de Jehová en las palabras del Salmo 103:12-14.

Jehová “se acuerda de que somos polvo” y no espera de nosotros que seamos perfectos.

Él pone nuestros pecados tan lejos de nosotros como desde donde sale el sol hasta donde se pone.

Puede que un siervo de Jehová cometa un pecado grave.

Pero, si se siente triste y se arrepiente de verdad, Jehová hará desaparecer su pecado.

Lo perdonará por completo.

Por eso, es esencial que veamos nuestra imperfección de forma realista, que seamos razonables y sensatos.

Vamos a cometer errores, pero debemos confiar completamente en que Jehová nos perdonará gracias al sacrificio de su Hijo.

Además, podemos aprender mucho de los errores que cometemos, y así evitaremos repetirlos.

Pero hay que ser pacientes.

Hay ciertos hábitos y características personales que no desaparecerán de inmediato.

Es más, con algunos tendremos que luchar toda la vida.

A veces, necesitaremos consejos o disciplina.

¿Y cómo es lógico que nos sintamos si alguien nos disciplina?

Hebreos 12:11-13 dice claramente que al principio no nos resultará agradable, sino que nos dolerá.

Sin embargo, si aceptamos la disciplina con humildad y seguimos los consejos, sin duda nos sentiremos en paz y seremos mejores siervos de Jehová.

Por eso, no nos rindamos.

Esforcémonos por seguir mejorando.

No permitamos que el Diablo nos haga creer que somos un fracaso.

Fíjense en lo que decía La Atalaya del 1 de septiembre de 2001, en la página 18: La segunda pregunta que responderemos hoy es: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nuestros hermanos y hermanas?

Como hemos visto, es importante que no esperemos más de la cuenta de nosotros mismos.

Así que tampoco deberíamos esperar más de la cuenta de nuestros hermanos.

Esperar demasiado de los demás solo va a causar estrés, frustración y decepciones.

En la ¡Despertad! del 8 de septiembre de 1994, se cita lo que dijo el supervisor de una fábrica: “Hay que aceptar a los demás tal y como son.

Si se espera de ellos más de lo que pueden dar, aumenta el estrés y todos se amargan la vida”.

¡Qué cierto!

Por eso tenemos que esperar de nuestros hermanos lo mismo que Jehová y Jesús esperan de ellos.

En el relato de los talentos, que encontramos en el capítulo 25 de Mateo, vemos lo que ellos esperan.

Lo que quería enseñar Jesús al contarles esta historia a sus discípulos era que él (el amo) espera de los esclavos (o los ungidos) —y, por extensión, de los que son del grupo de las otras ovejas— que hagan todo lo que puedan en la obra de predicar las buenas noticias del Reino.

¿Cómo distribuyó el amo los talentos?

Lo podemos leer en Mateo 25:15: A Jehová y a Jesús les complace muchísimo ver que hacemos todo lo que podemos según nuestras circunstancias y nuestras capacidades, y nos premiarán.

Cuando el esclavo con dos talentos ganó otros dos, su amo no fue y le dijo: “¿Y por qué no ganaste cinco más, como hizo tu compañero?”.

Al contrario, a este esclavo que ganó dos talentos le dijo exactamente lo mismo que le había dicho al esclavo que había ganado cinco talentos: Este esclavo pudo sentirse feliz porque a los ojos de su amo tuvo el mismo éxito que el de los cinco talentos.

Los dos cumplieron las expectativas razonables que su amo tenía de ellos, y eso hizo que se sintiera contento.

¡Qué buen ejemplo para todos nosotros, incluidos los que servimos como ancianos!

Al igual que Jehová y Jesús, los ancianos nunca queremos que los hermanos se sientan obligados a hacer más de lo que pueden.

Si no somos realistas y razonables con lo que esperamos de los demás, nos frustraremos y los frustraremos.

Otro aspecto en el que tenemos que ser realistas y razonables es aceptar que, de vez en cuando, tendremos desacuerdos con los hermanos y que incluso puede que nos hagamos daño.

¿Han escuchado alguna vez a alguien decir: “Me esperaba esto de alguien del mundo, pero jamás de un hermano”?

¿Es realista esperar que nunca tendremos problemas con algún hermano?

No.

¿Esperaba Jesús que nunca surgiera ningún tipo de problema entre sus discípulos?

Claro que no.

¿Por qué lo sabemos?

Solo pensemos en algunas expresiones que usó en el Sermón del Monte: “Felices los que fomentan la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.

“Si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete.

Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda”.

“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”.

“Dejen de juzgar, para que no sean juzgados”.

Estos versículos demuestran que Jesús sabía que sus discípulos tendrían problemas entre ellos.

¡Y era realista esperar que los tuvieran!

Pero también era realista pensar que esos problemas se podían solucionar poniendo en práctica los principios bíblicos.

Así conseguirían estar en paz.

Igualmente, hoy no podemos esperar que entre los hermanos no haya ningún desacuerdo.

Pero, si seguimos los consejos que nos da la Biblia, conseguiremos que siempre haya paz entre nosotros.

Analicemos ahora el tercer punto: ¿por qué es realista esperar que Jehová nos recompense por el fiel servicio que le damos?

¿Qué dice Hebreos 11:6?

Que a Jehová le complace recompensar a todo el que lo busca con empeño.

¿Y en 1 Corintios 15:58?

Ahí Pablo nos animó a estar “siempre muy ocupados en la obra del Señor”, recordando que el trabajo que hacemos para él “no es en vano”.

Pablo no dudaba de que recibiría su recompensa.

A pesar de lo que hizo antes de ser cristiano y de la lucha contra sus imperfecciones, fíjense en la confianza que demuestra en las palabras de 2 Timoteo 4:7, 8: Nosotros también podemos estar convencidos de que Jehová nos recompensará, bien sea con vida en el cielo, o con vida eterna en un bello paraíso aquí en la Tierra.

Esta es una expectativa muy realista porque nuestro Dios, que tanto nos quiere, nos lo ha prometido y él no puede mentir.

Por lo tanto, seamos razonables y seamos realistas con lo que esperamos, no solo de nosotros mismos, sino también de nuestros hermanos.

Y nunca dudemos de que Jehová, nuestro Padre, “recompensa a los que lo buscan con empeño”.

Si tenemos expectativas realistas, seremos felices y mejores siervos de Jehová ahora y, además, tendremos la perspectiva de seguir sirviéndole para siempre.

Jóvenes, ustedes tienen toda una vida por delante y muchas expectativas.

No duden de que Jehová quiere lo mejor para ustedes.

Él les dará su espíritu santo y los guiará para que puedan tomar buenas decisiones.

Pero ¿qué puedes hacer si tomas una mala decisión que al final te afecta a ti o quizás a tus seres queridos?

En el siguiente episodio de la serie “Cuando eres adolescente”, vamos a ver lo que puedes hacer si cometes un error.

Comencé a hacer muchos amigos en la escuela y, además de eso, empecé a aprender a patinar.

Así que, cada vez que salía a practicar, conocía un montón de gente nueva.

Cometí algunos errores porque me juntaba con la gente que no debía.

Empecé a salir de noche con ellos, y al principio solo bebíamos un poco, pero luego cada vez bebíamos más… demasiado.

Casi sin darme cuenta, eso se había convertido en mi vida, y solo tenía 17 años.

Ellos llegaron a ser mis mejores amigos.

Lo eran todo para mí, y confiaba mucho en ellos.

Es verdad que hacían algunas cosas malas; por ejemplo, consumían drogas o usaban malas palabras.

Pero yo pensaba: “Yo solamente estoy con ellos.

Mientras no haga lo que ellos están haciendo, no hay ningún problema”.

Empecé a poner excusas diciendo que, en realidad, no era para tanto y que lo que estaba haciendo no era nada malo.

Mi única rutina espiritual era ir a las reuniones.

Nada más.

Comencé a faltar a algunas reuniones.

Nunca oraba.

Ni siquiera sabía hacer mi estudio personal.

Tampoco leía la Biblia todos los días.

En ese grupo de amigos había un chico al que yo le gustaba, y me pidió que saliera con él.

Como todos mis amigos estaban saliendo con alguien, pensé “¿por qué no?”, así que empezamos a salir sin que mis papás lo supieran.

Les mentía sobre adónde iba a ir, con quién iba a ir y lo que iba a hacer.

La verdad es que era como si yo fuera dos personas.

Era una persona con mi familia y otra distinta con mis amigos.

Intentaba orarle a Jehová, pero no podía.

Me daba vergüenza.

En el fondo sabía que a Jehová no le gustaba lo que yo estaba haciendo.

Me sentía mal, me molestaba mucho la conciencia.

Mi novio y algunos de mis amigos me decepcionaron mucho.

Vi que no eran amigos de verdad.

En ese momento sentí que no tenía a nadie más en la vida.

Una vez estábamos por ahí bebiendo, y una chica se puso a decirle a todo el mundo que siguiéramos la fiesta en su casa.

Entonces empecé a pensar en lo que podía pasar si yo iba.

Sabía que iba a haber alcohol, drogas y que incluso podía pasar algo inmoral.

Entonces, después de mucho tiempo sin orar, cerré los ojos y le dije a Jehová: “Por favor, ayúdame.

Estoy sola, no tengo a nadie”.

En ese momento sentía que todos me habían abandonado.

Y ahí mismo le hice una oración a Jehová diciéndole que, si me ayudaba a decir que no, a partir de ese día yo dejaría esas malas compañías y le serviría con todas mis fuerzas.

Le pedí perdón a Jehová muchas veces, y le decía: “Jehová, solo te tengo a ti.

Ayúdame”.

Y eso fue lo que hizo.

Después de hacerle esa oración a Jehová, tuve las fuerzas para irme.

Empecé a pensar en todas las cosas que había hecho y en cómo estaba poniendo en riesgo mi vida y también mi relación con Jehová.

Y pensé: “Voy a hablar con los ancianos”.

Como soy una persona muy tímida, me parecía muy difícil tener que confesar mis errores.

Conversé con ellos y les conté todo lo que tenía que contar, y sentí que me había sacado un peso de encima.

Me di cuenta de que no estaba sola.

Todavía me acuerdo de un texto que me mostraron: Salmo 86:5.

Entendí que el perdón de Jehová no tiene límites si uno está arrepentido de verdad.

Entonces pensé: “Jehová me va a perdonar”.

Los ancianos también me dijeron que tenía que hablar con mis papás.

Y eso iba a ser muy difícil.

Pero recuerdo que pensé: “Voy a tener que hacerlo”.

Y eso hice, les conté a mis papás todo lo que había pasado.

Así que al final decidí hablar con un anciano, y él me leyó Filipenses 4:7, que dice que “la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender”, protegerá nuestros corazones.

Entonces entendí que si cambiaba de verdad podría volver a orar a Jehová de nuevo y sentir esa paz que él nos da.

Y comencé a estudiar la Biblia, pero de verdad.

Dejé de juntarme con aquellos amigos y empecé a esforzarme por ser una persona más espiritual.

Tuve el privilegio de bautizarme y hacerme precursora regular.

Y ahora estoy sirviendo en Betel.

Tuve el bonito privilegio de que me invitaran a trabajar en proyectos de construcción.

Pero hay algo que es mucho más valioso para mí.

Es tener esta amistad tan fuerte con Jehová y además haber encontrado amigos de verdad.

He visto que Jehová siempre ha estado a mi lado.

Incluso cuando yo no quería estar al lado de él, él nunca me abandonó.

¡Qué animador es ver que nuestro Padre celestial nos da lo que necesitamos para ponernos en pie si hemos caído!

Nuestro amoroso Dios, Jehová, siempre está “dispuesto a perdonar”.

La canción de este mes nos recuerda cuánto se preocupa Jehová por los que se han alejado de él y cómo les demuestra su amor.

♪♪ Todos somos imperfectos, tenemos mil defectos.

Siempre hay que luchar con la tendencia a tropezar.

Un día tú te fuiste, hoy te pesa lo que hiciste.

Una llama en tu interior te dice que es momento de cambiar.

Ponte en pie otra vez, recupera tu fe.

Ponte en pie otra vez, cuesta tanto, lo sé.

Déjate ayudar, no mires más hacia atrás.

Explora en tu interior y verás qué es lo mejor: aprender de tu error.

Ahora hay que ser fuerte, deja de compadecerte.

Trata de recuperar tu espiritualidad.

Dios está a tu lado, entierra tu pasado.

Es hora de sanarte y aprovechar la ayuda de Jehová.

Ponte en pie otra vez, recupera tu fe.

Ponte en pie otra vez, cuesta tanto, lo sé.

Déjate ayudar, no mires más hacia atrás.

Explora en tu interior y verás qué es lo mejor.

Si tu mente te condena, no te hundas en la pena.

Jehová Dios es más grande que tu corazón.

Es lo mejor.

Ponte en pie otra vez, recupera tu fe.

Ponte en pie otra vez, cuesta tanto, lo sé.

Déjate ayudar, no mires más hacia atrás.

Explora en tu interior y verás qué es lo mejor: aprender de tu error.

Aprender de tu error. ♪♪ ¡Qué bien se refleja en esta canción el tema del que hemos estado hablando!

Puede que en algún momento caigamos.

Pero, gracias a Jehová, sí es posible levantarse y seguir sirviéndole.

Hace más de 20 años la revista ¡Despertad! publicó la biografía de Alena Žitníková.

Alena se dio cuenta de que agradar a Jehová implicaría que este mundo la rechazaría.

En el siguiente episodio de “¿Qué ha sido de ellos?”, vean cómo se enfrentó a una prueba que para ella era aún más grande.

Me llamo Alena Žitníková.

Nací en una familia muy comunista.

Creíamos que pronto viviríamos en un mundo en el que las personas tendrían todo lo necesario y serían felices.

Así que yo estaba totalmente convencida de que habría paz en la Tierra.

Pero encontré el paraíso en el pueblo de Dios.

A medida que iba creciendo, me di cuenta de que había cosas que no estaban bien en el comunismo.

Vi que había mucha hipocresía, porque la gente enseñaba una cosa, pero después hacía otra, y eso no me gustaba.

Recuerdo que, cuando tenía unos 15 o 16 años, una amiga empezó a hablarme de Dios y de la Biblia.

Me enseó que el nombre de Dios es Jehová y me enseñó cosas totalmente nuevas para mí, que vendría el Reino de Dios y algo llamado Armagedón.

Yo nunca había oído de esas cosas.

Esas eran ideas nuevas para mí.

Ni siquiera había tenido una Biblia en mis manos.

Pero el curso bíblico me ayudó a fortalecer mi fe poco a poco.

Y, en 1983, me bauticé en una bañera.

En ese tiempo, la obra de los testigos de Jehová estaba prohibida en mi país.

En 1989 se produjo la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia.

Esto también trajo cambios para los testigos de Jehová, porque pudimos comenzar a predicar en público.

Empezamos a predicar de casa en casa, y eso fue algo nuevo y muy emocionante para mí.

En mi congregación conocí a Petr, y nos casamos en 1990.

Dos años después, comenzamos a servir a Jehová a tiempo completo.

Primero fuimos precursores regulares y, dos años después, nos invitaron a Betel.

Esos fueron años muy felices.

Trabajamos muy duro para Jehová, y aprendí muchas, muchas cosas.

Cuando salimos de Betel, ocho años después, sentí que la gente había cambiado.

Las personas eran distintas.

Ahora eran mucho más materialistas.

Y eso fue un desafío para nosotros.

Cuando conocí la verdad, me parecía que Armagedón estaba a la vuelta de la esquina.

Y la oposición que sufríamos por parte del mundo nos hacía estar más seguros todavía de que pronto vendría el fin.

En ese tiempo era muy claro que el mundo no nos quería.

Pero el mundo de hoy, con su libertad, es diferente.

No nos dice que no nos quiere; de hecho, sí quiere algo de nosotros.

Quiere nuestro tiempo, nuestra atención, y eso puede ser muy peligroso para los cristianos.

Podríamos pensar que el Armagedón se está retrasando.

Y, entonces, quizás nos dediquemos a disfrutar de la vida ahora.

Pero Jehová, Jehová me enseña a esperar con paciencia.

Él es un Dios feliz.

Y, mientras espera, no se queda de brazos cruzados.

Jehová es muy trabajador, siempre está haciendo algo.

Si, mientras estamos esperando, nos mantenemos ocupados, el tiempo se nos pasa más rápido.

La predicación es muy importante para mí.

A veces puede ser un desafío, pero las hermanas con las que predico siempre están ahí para animarme.

Y, gracias a Jehová, tenemos buenas conversaciones.

Y todavía encontramos a personas que se preguntan qué sentido tiene la vida.

El ministerio de un cristiano no solo es predicar de casa en casa.

En realidad, abarca todo aspecto de nuestra vida, y eso incluye cuidar de nuestros hermanos y hermanas.

Y, para cuidarlos bien, tenemos que pasar tiempo con ellos.

Así conseguimos que haya un buen ambiente en la congregación.

Para poder disfrutar del paraíso espiritual, todos tenemos que poner de nuestra parte, yo incluida.

Y eso hará que este paraíso sea cada vez más bonito, que vaya creciendo y que estemos más unidos.

Cuando hacemos cosas por los demás, ya no pensamos tanto en nosotros mismos, en nuestro sufrimiento.

La verdad es que, a veces, la vida en el servicio a Jehová puede ser difícil.

Tiene sus desafíos, sus retos.

Pero vale la pena, porque al final somos muy felices.

Por eso, puedo decir que mi sueño de tener una vida feliz ya se ha hecho realidad.

¡Qué animador es saber que la hermana Alena Žitníková y su esposo Petr siguen muy ocupados sirviendo a Jehová!

Nos alegra mucho que esto los haya ayudado a tener expectativas realistas y ser más felices sirviendo a Jehová.

Aunque el mundo le roba tiempo y fuerzas, Alena se mantiene enfocada predicando las buenas noticias, atendiendo las necesidades de los hermanos y haciendo todo lo posible por animar a otros.

¿Quiere usted animar a alguien, pero no sabe qué decirle?

Veamos la lección que aprendemos del ejemplo del apóstol Pablo en esta adoración matutina que presentará el hermano Schafer.

“Si tienen alguna palabra de ánimo […], díganla”.

¿Quién dijo esas palabras?

¿Cómo respondió el apóstol Pablo a estas palabras?

¿Cómo reaccionaron quienes lo escucharon a él?

¿Y qué podemos aprender del ejemplo de Pablo sobre animar a otros?

Busquemos Hechos, capítulo 13.

Este es el relato del primer viaje misionero de Pablo.

Después de un viaje peligroso de unos 180 kilómetros, Pablo y sus compañeros se encontraban en una sinagoga de Antioquía de Pisidia.

El versículo 15 dice: “Después de la lectura pública de la Ley y los Profetas, los presidentes de la sinagoga mandaron a decirles: ‘Hermanos, si tienen alguna palabra de ánimo para el pueblo, díganla’ ”.

Los siguientes cinco párrafos contienen el discurso de Pablo.

¿Qué efecto tuvo?

Los versículos 42 a 44 nos lo dicen.

Primero, la gente le rogó a Pablo que diera otro discurso la siguiente semana.

Segundo, muchos judíos y prosélitos se hicieron creyentes.

Tercero, el sábado siguiente, casi toda la ciudad se presentó para escuchar el discurso de Pablo.

Impresionante.

Tenemos que preguntarnos, ¿qué dijo Pablo en esos cinco párrafos que fue tan convincente?

Bueno, una de las primeras cosas que nos llaman la atención fue su introducción en Hechos 13:17: “El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros antepasados”.

¿Vieron que usó el pronombre “nuestros”?

No sus antepasados, no los míos.

“Nuestros antepasados”.

¿Sabían que la última vez que se usó esta palabrita en el libro de Hechos fue mucho más atrás, en el capítulo 7?

Durante el impactante discurso de Esteban.

Esteban usó la palabra “nuestros” 10 veces, casi siempre hablando de los “antepasados”.

Pablo escuchó ese discurso cuando se le conocía como Saulo de Tarso y, ahora, más de una década después, él usa exactamente la misma palabra con el mismo objetivo: establecer un terreno común: “Sus antepasados son mis antepasados; venimos del mismo sitio”.

Y eso es un buen comienzo para animar a los demás.

El artículo de La Atalaya de donde se toma el texto de hoy dice que “la palabra griega, que suele traducirse […] ‘animar’ significa literalmente ‘llamar al lado de uno’ ”.

Y está relacionada con la palabra griega para “consolar”, que tiene un significado parecido.

Así que Pablo se puso en el lugar de ellos, como si les dijera: “Los entiendo. Yo aprendí las mismas cosas que ustedes”.

Y en los versículos 17 a 31 habla de la historia de los judíos y de acontecimientos de aquella época para demostrar que Jesús era el Mesías.

Entonces, en los versículos 32 a 37, explica cómo sucesos de la época cumplían profecías que ellos conocían.

Hoy hacemos lo mismo, ¿verdad?

Leemos en las puertas Mateo 24:7 y preguntamos: “¿Qué piensa?

¿Son las guerras, el hambre y los terremotos que vemos hoy lo mismo de siempre, o son una prueba de que se están cumpliendo las profecías?”.

Queremos que la gente vea que Jehová es real, que Jehová está vivo, que su Palabra se está cumpliendo.

Pero Pablo va más allá, ¿verdad?

No termina aquí.

En el versículo 33, Pablo dice que Dios ha cumplido la promesa “hasta el último detalle” para nosotros.

Esto tiene que ver con nosotros, Jehová está haciendo cosas por ustedes, por mí.

Y luego Pablo concluye con las palabras de los versículos 38-41.

Es como si Pablo les dijera: “Jehová hizo todo esto por ustedes, no pierdan esta oportunidad”.

Y de esta manera el apóstol Pablo estaba diciéndoles palabras de ánimo.

Por eso era un buen maestro.

¿No es eso lo que se nos anima a hacer en las asignaciones de la reunión de entre semana?

Para animar y fortalecer al auditorio debemos explicar lo que Jehová ya ha hecho, lo que está haciendo y lo que hará por nosotros.

Pero el discurso de Pablo fue tan convincente que llamó la atención de sus enemigos, y lo persiguieron en dos ciudades más.

En Listra, sus enemigos lo dieron por muerto.

Pero Hechos 14:20, 21 dice que “al día siguiente se fue con Bernabé a Derbe.

Después de predicar las buenas noticias en aquella ciudad y de hacer una buena cantidad de discípulos”, tuvieron que tomar una decisión.

Podemos ver cuál fue en el mapa B13.

Las líneas rojas corresponden al primer viaje misionero de Pablo.

La última parada es Derbe, pero fíjense en la siguiente ciudad hacia el este.

Es Tarso.

¿Les suena familiar?

Saulo de Tarso.

Había un camino que iba de Derbe a Tarso.

Y Pablo tenía que conocerlo.

Pasó por él en su segundo viaje misionero y en el tercero, pero esta vez no.

Como indican las flechas rojas y Hechos 14:21, Pablo volvió a las tres ciudades en las que lo habían perseguido, incluyendo Antioquía de Pisidia, donde le pidieron por primera vez que dijera palabras de ánimo.

Pero ¿por qué volvió?

Pablo podía haber pensado: “Creo que aquí ya hicimos un buen trabajo.

Ayudé al gobernador de Chipre a hacerse creyente.

Hice mi primer milagro, dejando ciego a Elimas.

Formamos congregaciones en Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe.

Pasé por todo tipo de dificultades.

Me golpearon, me apedrearon, me dieron por muerto.

No se puede pedir más.

Yo necesito recuperarme”.

No.

Él no pensó así.

¿Por qué?

Porque puso las necesidades de los hermanos por encima de sus propios sentimientos y temores.

¿Creen que los opositores que lo habían apedreado y dejado casi muerto iban a tratar mejor a los nuevos discípulos de Listra?

Además, ¿quién iba a cuidar de ellos?

Pablo tenía que nombrar superintendentes, una tarea muy importante.

Así que volvió.

Hoy pasa lo mismo.

Nuestros hermanos ponen las necesidades de la congregación por encima de su propia seguridad.

¿Se acuerdan de estas imágenes del video Los testigos de Jehová: una historia de fe viva. Parte 2?

Aquí el hermano Pillars explica que, cuando se negó a saludar la bandera en Winnsboro (Texas), lo golpearon y lo colgaron del cuello.

Menos mal que la cuerda se rompió y pudo sobrevivir para contar la historia.

Lo que el video no dice es que Oscar Pillars era superintendente de circuito.

¿Y saben adónde tuvo que volver unos meses más tarde?

A Winnsboro (Texas).

Meses después de aquel incidente, los hermanos todavía tenían miedo de predicar en la ciudad, lo estaban haciendo en los alrededores.

Y el hermano Pillars pensó: “Si no predico en la ciudad, los hermanos nunca tendrán el valor de predicar allí”.

Así que seleccionó todos los territorios de la ciudad y predicaron allí toda la mañana.

Les fue muy bien y no hubo ningún problema, pero en la última puerta una mujer le dijo: “Oiga, usted es testigo de Jehová, ¿verdad?”.

“Sí, señora. Lo soy”.

“¿Sabe?

Nosotros aquí colgamos a uno.

Y lo haríamos otra vez”.

Claro, él no le dijo que era a él a quien habían colgado.

¡Qué ejemplo tan bueno de estar al lado de los hermanos y poner sus necesidades por encima de los sentimientos de uno!

Y podemos decir que esta familia Betel es muy generosa dando ánimo cuando se necesita.

Pero a veces es fácil pensar: “Es que yo no sé qué decir”.

Y es que ¿hace falta siempre que digamos algo?

¿Cómo creen que se sintieron los hermanos de Listra al ver a Pablo de nuevo, sabiendo lo difícil que sería para él simplemente volver allí?

Ese único acto habló por sí solo.

OK, pero es que creo que tengo que decir algo.

¿Qué dijo Pablo?

Versículo 22: “Tenemos que pasar por muchas dificultades para entrar en el Reino de Dios”.

El Reino.

El verdadero ánimo siempre se centra en el Reino.

No somos como los falsos amigos de Job: “Claro, si tienes problemas es porque estás haciendo algo mal”.

Más bien: “Imitaste a Jesús.

Hiciste enojar a Satanás.

¡Bien hecho!

Y que estés dispuesto a aguantar, muestra que tu esperanza es real.

Verás que Jehová te va a ayudar ahora y te va a recompensar en el futuro.

No te rindas”.

¿Nos han pedido alguna vez que digamos algo para animar a algún hermano?

No lo pensemos mucho.

Hagámoslo.

Estemos cerca de los que lo necesitan.

Así que, “si tienen alguna palabra de ánimo para el pueblo, díganla”.

¿No fortalece su fe analizar ejemplos, tanto del presente como del pasado, de hermanos que estuvieron dispuestos a animar a otras personas, incluso poniendo en riesgo su propia vida?

Es posible que un problema de salud lo haya obligado a hacer un alto y replantearse sus metas.

Si ese ha sido su caso, preste atención a esta entrevista que se presentó a la familia Betel.

Sabemos que muchos hermanos siguen centrados en servir a Jehová aunque están pasando por pruebas muy difíciles.

Veamos el ejemplo de Félix y Mayra Terrazas en esta entrevista que se grabó hace un tiempo.

Es un gran honor estar aquí con Félix y Mayra Terrazas, que sirven en Wallkill.

Sabemos que ha sido un año muy difícil para ustedes.

Félix, ¿podrías contarnos algunos detalles sobre tu enfermedad?

Hace como un año y medio, comencé a sentir unos dolores extraños en el pecho.

Así que fui a ver a varios doctores.

Poco después me dijeron que tenía un tumor maligno y que la única solución era extirparlo.

Después de la cirugía, esperábamos que los doctores nos dieran buenas noticias.

Pero unas semanas más tarde uno de mis doctores habló con nosotros y nos dio las peores noticias que alguien podría recibir: solo me quedaban unos meses de vida.

Qué duro tiene que haber sido escuchar eso.

¿Y qué hiciste después de recibir esa noticia?

Como te imaginarás, oramos intensamente y con lágrimas pidiéndole a Jehová que nos diera paz mental, que calmara nuestro corazón y nos ayudara a saber qué hacer.

Entonces decidimos que seguiría un tratamiento paliativo que me permitiría aprovechar bien el tiempo que me quedaba para poder darle lo mejor de mí a Jehová.

Guau… eso es admirable.

Y, Mayra, tú has apoyado tanto a Félix… ¿qué te ha ayudado a seguir adelante?

Me ayuda mi fe y mi esperanza en Jehová.

Eso me da fuerzas.

Pienso en lo que dice 2 Corintios 1:7.

Es verdad que ahora estamos sufriendo, pero al final del versículo se nos asegura que recibiremos consuelo.

Y nosotros ya estamos recibiendo ese consuelo ahora.

Estoy segura de que volveré a ver a Félix cuando resucite.

Cuando pienso en el futuro, ya nos imagino a los dos en el Paraíso caminando juntos, disfrutando de la creación.

Esa es la vida, la vida de verdad que promete Jehová.

Y esta esperanza me hace feliz y me da paz.

Qué palabras tan bonitas. Gracias.

Y, Félix, ¿qué has hecho tú para no perder la alegría?

Mi amistad con Jehová nunca ha sido tan fuerte como ahora.

Y tener esta amistad tan íntima y especial con él, estar tan cerca de él, es lo que me ha hecho sentir alegría a pesar de todo.

Filipenses 4:6, 7 me da la seguridad de que, “mediante oraciones y ruegos”, la paz de Dios protegerá mi corazón.

Sin la oración habría sido imposible sentir paz durante este tiempo, y además ha hecho que valore la esperanza de la resurrección como nunca antes en mi vida.

En Proverbios 12:25 creo que se describe muy bien nuestra situación.

Ahí dice que “la ansiedad aplasta el corazón del hombre, pero una buena palabra lo reanima”.

Tanto a Mayra como a mí nos ha consolado mucho la enorme cantidad de palabras de interés, de ánimo y de cariño que hemos recibido de parte de los hermanos.

Además, mis circunstancias actuales me han dado la maravillosa oportunidad de compartir las verdades de la Biblia con mi familia.

Incluso he tenido el bonito privilegio de darle clases de la Biblia a mi mamá estos últimos meses.

Guau… impresionante.

Y, dinos, Mayra: ¿cómo ha fortalecido tu fe y tu confianza en Jehová pasar por esta situación?

Hemos visto la mano de Jehová desde el primer momento, pero hay algo que no voy a olvidar nunca.

Fue el día que los doctores nos dieron la mala noticia.

Esa tarde en Betel, en el Estudio de La Atalaya analizamos el artículo “Mantengamos la calma y confiemos en Jehová”, y después hubo un discurso.

Se titulaba “Permanezcamos en los brazos eternos de Jehová”.

Jehová nos dio exactamente lo que necesitábamos ese mismo día.

Sentimos que estaba respondiendo a nuestras oraciones, como si quisiera asegurarnos que él lo tenía todo bajo control.

Vivir esto ha fortalecido mi fe en que Jehová seguirá haciendo “infinitamente más” por nosotros, y sé que nos cuidará cuando nos toque enfrentar nuevos desafíos y que sin ninguna duda cumplirá lo que ha prometido para el futuro.

Creo que, cuando finalmente entiendes que te queda poco tiempo de vida, en ese momento es muy fácil que te sientas derrumbado.

Pero sabemos que Jehová nos tiene agarrados de la mano y que nos está cuidando, y eso es lo que nos da paz.

En medio de este sufrimiento hemos visto el amor de Jehová… cómo nos ha ayudado en cada paso, en cada decisión que hemos tomado.

En las primeras visitas al médico, cuando me operaron, cuando me dijeron que me quedaba poco tiempo de vida… Nunca nos ha faltado nada.

Estoy absolutamente convencido de que esta prueba ha hecho que mi fe sea más fuerte que nunca.

Así que, ahora que me preparo para cerrar los ojos y dormirme durante solo un poquito de tiempo, para mí es un honor demostrarle a Jehová que confío en todas sus promesas y esforzarme por mantenerme íntegro hasta que dé mi último suspiro.

Félix, tus palabras demuestran una fe extraordinaria.

Muchísimas gracias a los dos por compartir algo tan personal con nosotros y por animarnos tanto.

Ustedes son un ejemplo de lo que es la verdadera fe.

Los amamos mucho.

No sé cuántas veces he visto este video ya, pero la verdad es que siempre me emociono.

El 8 de junio de 2021, nuestro hermano Félix se durmió en la muerte.

Solo siete semanas después de esta entrevista.

Y, sinceramente, todos los que estuvimos con Félix y Mayra en ese tiempo pudimos ver de primera mano que su fe era muy fuerte y que su máxima prioridad era darle siempre lo mejor a Jehová.

Impresionante.

Mayra, nuestra querida Mayra, sigue siendo un excelente ejemplo de fe y aguante.

¿Y la mamá de Félix?

Sigue progresando espiritualmente y acercándose a Jehová.

Qué contento se va a poner Félix.

A mí, personalmente, me ha llegado al corazón ver la fe inquebrantable que tiene Mayra, así como el amor y el apoyo que le ha mostrado toda la familia Betel.

Al igual que Mayra, todos queremos volver a ver a Félix.

Aun estando muy enfermo, él usaba todas sus fuerzas para animar a todos a su alrededor.

Jehová valora muchísimo a los pastores que muestran ese mismo espíritu de sacrificio.

¿Ha sido usted anciano en el pasado?

¿Quiere volver a serlo?

En la siguiente entrevista, dos hermanos nos explican cómo Jehová los ayudó a superar sus sentimientos y a volver a cumplir los requisitos para ser ancianos.

Fui anciano hasta finales del año 2014.

Entonces, bueno, surgieron algunos problemas y dejé de cumplir con los requisitos para ser anciano.

Llevaba sirviendo como anciano casi dos años.

Pero llegó un momento en el que sentí que lo mejor era dejar de realizar esa tarea para poder cuidar mi salud emocional.

Antes de perder mis responsabilidades en la congregación, los ancianos se reunieron hasta tres veces para analizar si seguía cumpliendo con los requisitos.

Eso creó una barrera en mí.

Me desanimé y se me quitaron las ganas de volver a ser anciano.

Empecé a pensar: “Si los publicadores van a vivir para siempre, igual que los ancianos, ¿para qué voy a pasar por todo eso otra vez?”.

Cuando decides dejar de ser anciano o cuando te dan de baja, es normal que uno sienta que ha fracasado, que esté triste y, sobre todo, puede que piense que le ha fallado a Jehová.

Y no es nada fácil seguir manteniéndose activo.

Algo que me ayudó muchísimo en esos momentos fue tener el apoyo de mi esposa.

Ella creía en mí y me ayudó a seguir trabajando.

Mi esposa era precursora regular y me animó a que empezara el precursorado, así que, en unos pocos meses, yo también empecé a servir como precursor.

Y eso fue algo clave.

Predicar fue lo que me ayudó a recuperar esas ganas de ser anciano.

Participaba todo lo que podía en las actividades de la congregación, ayudaba con la limpieza… Predicaba con mi esposa, daba clases de la Biblia… Hubo hermanos que me ayudaron mucho.

Lloraron conmigo cuando necesitaba llorar y se rieron conmigo cuando tenía ganas de reír.

Un anciano maduro me ayudó a entender que tenía que dejar el asunto en manos de Jehová.

Ese tiempo en que dejé de ser anciano, creo que puedo decir que ha sido la época en la que más he orado en toda mi vida.

Aunque ya no era anciano, me sentía en paz con Jehová.

Recordé lo que dice 1 Juan 3:20, que Jehová “es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo”.

Así que él sabía por lo que yo estaba pasando.

Que ya no fuera anciano no significaba que Jehová me quisiera menos que antes.

Pensar en eso me ayudó.

Lo que más me costó superar fue la amargura y el resentimiento.

No me sentía bien con los hermanos que habían analizado mi situación.

Salmo 119:165 me ayudó a darme cuenta de que, cuando pasas por una situación difícil, ahí más que nunca tienes que demostrar cuánto amas a Jehová.

Así que entendí que, en esos momentos difíciles, tenía que demostrarle cuánto lo amaba.

Le hacía oraciones a Jehová todos los días y mencionaba a esos hermanos por nombre.

Eso me ayudó a sentirme menos enojado con ellos y, poco a poco, el resentimiento fue desapareciendo.

Confiar en Jehová fue lo mejor que pude hacer.

Y siento que Jehová me mostró tanto amor al dejarme ser anciano otra vez.

Fue como si me dijera: “Marcelo, yo sé que vas a hacer un buen trabajo como anciano”.

Lo más importante es confiar en Jehová.

Cuando empecé a mostrar esa confianza, todo empezó a mejorar y pasaron cosas que no esperaba.

En menos de dos años, me volvieron a nombrar anciano.

Y, además, en el 2016, nos invitaron a mi esposa y a mí a servir en Betel.

Mi esposa y yo llevamos sirviendo aquí, en Betel, un poquito más de 10 años.

Cuando aceptas de verdad la disciplina, dejas de centrarte en qué responsabilidades tienes y piensas más en los hermanos y en estar más activo en la predicación.

Nunca perdí el privilegio más importante de todos: ser testigo de Jehová.

En el programa de hoy hemos visto lo importante que es tener expectativas razonables y realistas, tanto de nosotros como de nuestros hermanos.

En vez de lamentarnos por lo que no podemos hacer, confiemos en Jehová y pongámonos metas que estén a nuestro alcance.

El video de la serie “Cuando eres adolescente” y la canción de este mes nos recordaron que Jehová nos ayuda a recuperarnos si sufrimos un tropiezo en sentido espiritual.

Y la sección “¿Qué ha sido de ellos?” nos ha puesto al día con lo que ha estado haciendo la hermana Alena Žitníková.

Su ejemplo nos enseña que ayudar a los hermanos nos mantiene enfocados y felices.

Y, para finalizar el programa de este mes, veamos una videopostal de nuestros hermanos en Costa Rica.

Costa Rica es un país bellísimo, y forma parte del llamado Cinturón de Fuego, que es una zona de nuestro planeta que mide alrededor de 40.000 kilómetros (25.000 millas) y contiene una tercera parte de los volcanes de la Tierra.

En Costa Rica hay 61 volcanes, y 6 de ellos están activos.

El clima y la topografía son los ideales para cultivar el delicioso café.

El nombre de este país nos recuerda sus bellas playas y que es rico en muchas cosas.

Aquí tienen una pequeña muestra de su rica variedad de animales.

Algunos solo se encuentran en Costa Rica.

Este país también tiene una riqueza que es muy especial a los ojos de Jehová.

Entre sus más de 5.000.000 de habitantes, hay más de 32.000 publicadores de las buenas noticias del Reino.

Y, de ellos, alrededor de 4.000 sirven de precursores regulares.

Su territorio es amplio y muy variado.

El idioma oficial del país es el español, pero también hay congregaciones y grupos en 10 idiomas.

Vayamos a visitar Limón, una ciudad que se encuentra cerca del lugar donde llegó Cristóbal Colón en el año 1502.

Aquí, en Limón, hay una congregación que predica en un idioma criollo.

A los hermanos de esta congregación les encanta predicar.

Por ejemplo, muchos de ellos predican por carta o por teléfono.

Y entre todos dirigen 65 cursos de la Biblia cada mes.

La gente que habla criollo respeta profundamente la Biblia y les encanta cuando les hablan acerca de Jehová.

Los publicadores aprovechan las publicaciones y videos que se han traducido al criollo inglés de Belice.

De hecho, algunos de estos hermanos han colaborado en la traducción o grabación de algunas publicaciones o videos en criollo de Belice, incluyendo la Biblia y canciones.

Nuestros queridos hermanos y hermanas de Limón, en Costa Rica, les envían saludos y quieren decirles que los quieren mucho.

Y nosotros también los queremos mucho.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, ¡esto es JW Broadcasting!

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