Harold Corkern: “Compra la verdad y nunca la vendas” (Prov. 23:23)

Hoy vamos a empezar hablando de la importancia de comprarnos la verdad.

Es algo que nadie puede hacer por nosotros.

Y después hablaremos del esfuerzo tan grande que cuesta hacerlo.

Vamos a comenzar hablando de algo que le pasó a un rey de Israel, David.

Él quería comprarle una era a un hombre que se llamaba Arauna.

Quería el terreno para hacerle sacrificios a Jehová, pero Arauna, el dueño de la era, le dijo a David: “Señor, quédate la era.

Yo te doy las reses y todo lo que te haga falta para adorar a Jehová”.

¿Qué le respondió David?

En 2 Samuel 24:24, le dijo: “No voy a ofrecerle a Jehová mi Dios sacrificios quemados que no me han costado nada”.

David sabía que, para que sus sacrificios tuvieran valor, tenían que costarle algo.

En nuestro caso, para comprar la verdad también tenemos que pagar un precio.

¿Qué es lo que tenemos que pagar?

Abramos la Biblia por 2 Pedro, capítulo 1, y ahí veremos un par de expresiones que nos ayudarán a entender cuál es el precio, 2 Pedro 1:5: “Por esta misma razón, esfuércense al máximo por añadir a su fe virtud; a su virtud, conocimiento”.

Así que hay que seguir añadiendo conocimiento al conocimiento que ya tenemos.

¿Y cuánto esfuerzo hay que hacer?

Hay que esforzarse al máximo, porque sabemos lo importante que es.

Y, por cierto, sobre la palabra añadir, que se usa aquí, la expresión original en griego significaba “director de un coro”.

¿Y eso qué tiene que ver con añadir?

Bueno, en el tiempo en el que esto se escribió, si una ciudad quería tener un coro para obras de teatro, los hombres de la ciudad con dinero tenían que pagarlo de su bolsillo, porque se necesitaba dinero para formarlo y mantenerlo.

Era algo muy caro, pero estaban dispuestos a hacerlo porque creían que valía la pena.

Estaban dispuestos a hacer un sacrificio.

En nuestro caso, nadie puede leer, estudiar, investigar o meditar por nosotros.

Es un esfuerzo personal, y lo hacemos porque queremos.

Ahora bien, una vez que tenemos la verdad —y nos alegramos de tenerla—, queremos asegurarnos de no venderla nunca, de no perderla.

Comprar, vender… son expresiones que se usan en el mundo de los negocios.

Pues veamos ahora algunos principios bíblicos que nos protegerán de Satanás y su sistema, que siempre están tratando de que vendamos la verdad, de que nos deshagamos de ella.

Vayamos esta vez al libro de Proverbios, capítulo 20, y vamos a leer el versículo 14.

Proverbios 20:14.

Aquí se habla de un negociante poco honrado.

Miren lo que hace: “ ‘¡No es bueno!

¡No es bueno!’, dice el que compra; luego se va y presume del negocio que hizo”.

Quiere comprar algo que le gusta, pero no quiere pagar su precio.

Así que se pone a criticar el producto y a decir que vale mucho menos de lo que cuesta.

Entonces el vendedor, como no está atento, acaba vendiendo el producto por mucho menos de lo que vale, casi regalado.

Y el negociante se va y presume de su compra.

Bueno, no solo los compradores podrían ser deshonestos, los vendedores también podrían serlo, ¿verdad?

“Este es el producto que usted necesita.

Es justo lo que quiere”.

Pero lo que no te cuentan es la larga lista de desventajas que podría tener.

No te cuentan lo mucho que te costará mantenerlo o los problemas que pueden surgir con él.

Solo les interesa que compres su fantástico producto.

¿Podemos aplicar este principio a lo que Satanás y su sistema tratan de hacernos?

Jehová nos dio una advertencia relacionada con esto en Isaías 5:20: “¡Ay de los que dicen que lo bueno es malo y que lo malo es bueno […]!”.

Así que Satanás, que quiere engañarnos y es muy astuto, nos dice: “¿Sabes?

Esa verdad que compraste no sirve para nada.

Es una carga, te quitó tu libertad, tu independencia.

Pero yo tengo unos productos que te van a hacer muy feliz ahora”.

Sabemos que en el mundo de los negocios el comprador tiene que saber diferenciar lo que es cierto de lo que no lo es, porque muchos vendedores suelen mentir.

No todos lo hacen, pero muchos sí.

Tenemos que tener cuidado de no comprar algo que parece muy bueno, pero que en realidad no vale nada.

Así que ¿cómo podemos protegernos de toda la propaganda de este sistema, que quiere convencernos de que hicimos un mal negocio cuando compramos la verdad?

Vamos a fijarnos en el ejemplo de Jesús.

¿Recuerdan cuando Satanás lo tentó?

Está en Mateo 4.

El Diablo le dijo: “Te voy a dar todos los reinos del mundo y toda su gloria.

Lo único que tienes que hacerme es un solo acto de adoración”.

¿Qué le respondió Jesús?

“¡Vete, Satanás!”.

Él sabía que le estaba mintiendo, que quería engañarlo.

¿Y qué hizo Jesús para defender la verdad?

Se apoyó en ella, le dijo a Satanás: “Está escrito: ‘Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él’ ”.

Esa fue su respuesta.

Jesús usó la verdad de la Palabra de Dios.

Y así es como nosotros podemos proteger la verdad que tanto nos costó conseguir y mantener: usando las Escrituras, la verdad que viene de Jehová, para defender nuestra valiosa compra.

Así que hagamos eso.

Y que no nos deslumbre todo el brillo de este mundo, que no nos engañen sus promesas vacías.

Hasta ahora hemos visto que nos esforzamos para comprar la verdad y que la valoramos tanto que no queremos perderla.

Un buen ejemplo de esto es el apóstol Pablo.

En Hechos 22:3, él habló de la enseñanza que había recibido en el pasado.

Él dijo: “Fui educado […] a los pies de Gamaliel.

Me enseñaron a obedecer estrictamente la Ley […] y he sido […] devoto de Dios”.

Saulo, como se le conocía antes, fue educado a los pies de uno de los maestros más conocidos del siglo primero, Gamaliel.

¿Y qué enseñaba Gamaliel?

Centraba sus enseñanzas en la ley oral.

Le daba más importancia a las tradiciones judías que a las Escrituras inspiradas.

Así que, cuando las Escrituras Hebreas no decían específicamente lo que una persona tenía que hacer, hombres como Gamaliel se inventaban normas, llegó a haber un montón de ellas.

Y se las sabían todas.

Eran los rabinos los que tomaban las decisiones por las personas, no ellas mismas.

Gamaliel era tan respetado que fue el primero en recibir el título de rabán, que era superior al de rabí.

Y Pablo tuvo que aprenderse todas aquellas tradiciones.

Se sabe que memorizar aquello era muy tedioso, un verdadero dolor de cabeza, porque tenían que aprenderse de memoria todas aquellas leyes orales, y saber usarlas.

¿Qué se conseguía con todo eso?

Prestigio.

Pero, cuando Pablo aprendió la verdad, ¿de qué se dio cuenta?

Llegó a entender lo que quiso decir Jesús en Marcos 7:7, 8: “De nada sirve que me estén adorando, porque enseñan doctrinas que son mandatos de hombres. […] Dejan de lado los mandamientos de Dios y se aferran a las tradiciones”.

Así que Pablo entendió que aquello por lo que tanto había luchado no tenía ningún valor.

Y una vez que aceptó y compró la verdad no la cambió por nada.

Todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar, todos los sacrificios que hizo…, todo aquello para él valió la pena.

¡Cuánto se esforzó Pablo por comprar la verdad!

¡Qué buen ejemplo!

Los años pasaron, pero Pablo nunca vendió la verdad.

En Filipenses 3, él apóstol Pablo habla de su vida como siervo de Dios, y no se arrepiente de nada.

Lo que había dejado para él era “un montón de basura”, que en griego pudiera ser “excrementos” o “desperdicios de comida”.

¿Verdad que hizo una buena compra?

Cuando enseñaba o en las cartas que escribió, el apóstol Pablo nunca dijo: “Cuando yo estaba con Gamaliel, él decía esto” o “Gamaliel hubiera hecho esto en este caso”.

No. Siempre se apoyaba en la auténtica verdad, la verdad de la Palabra inspirada de Dios.

De nuevo, un gran ejemplo para todos.

Bueno, ¿qué aprendimos hoy?

La verdad es muy valiosa, y todo lo que hagamos para comprarla vale la pena.

Pero ¡cuidado!

No dejemos que el Diablo nos haga creer que hicimos una mala compra.

Y que no nos engañe este sistema.

Hermanos, no nos arrepentiremos nunca de la decisión que tomamos.

Siempre estaremos muy contentos por todo lo que hicimos para comprar la verdad y no venderla.

Así, el Dios de la verdad nos recompensará con un precioso regalo: la vida eterna.

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