Kenneth Flodin: “Los planes del que es trabajador” (Prov. 21:5)

Proverbios 21:5 menciona lo siguiente: “Los planes del que es trabajador tendrán buenos resultados; en cambio, todo el que se precipita acabará en la pobreza”.

Esto no es una ley divina.

Es un principio.

Antes de hablar sobre cómo poner en práctica Proverbios 21:5, vamos a repasar las diferencias que hay entre una ley y un principio; aunque es verdad que hemos hablado sobre este tema ya unas cuantas veces.

Pero lo cierto es que a algunos nos cuesta todavía diferenciar entre una cosa y otra.

Pues bien, un principio se puede aplicar en muchas situaciones, en distintas circunstancias de la vida, mientras que una ley suele ser aplicable a algo mucho más específico, más concreto.

Podemos ver un ejemplo de esto en 1 Corintios 6:9, 10.

Sobre ciertas cuestiones, Jehová ha dado mandatos específicos.

Detrás de cada uno de los pecados que se mencionan aquí, si se fijan bien, verán que hay una ley de Dios: Seguramente recordarán las leyes que hay detrás de estos pecados: “No cometas adulterio” —esa es una ley—, “No robes”, “No seas un borracho”; esas también son leyes.

No dejan lugar a ninguna otra interpretación.

Son cosas que no se deben hacer, y punto.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un principio y una ley?

Bueno, en la Biblia los principios son verdades fundamentales que nos ayudan a tomar buenas decisiones.

A veces tenemos que tomar decisiones en la vida y no encontramos en la Biblia una ley que nos diga qué hacer.

Así que tenemos que deducirlo a partir de lo que sí dice la Biblia.

Pongamos un ejemplo: imagine que va conduciendo cuando ve que una manada de venados está a punto de cruzarse con usted.

¿Qué haría?

Pues no hay una ley que le diga: “Acelere para que pase antes de que ellos lleguen”.

Tampoco hay una ley que diga: “Mantenga la misma velocidad para ver qué sucede”.

¿Qué es lo más probable que haga?

Pues reducir la velocidad a la que va.

¿Y por qué tomaría esa decisión?

(No hay una ley).

Porque se basaría en un principio.

¿En cuál?

En el principio de velar por la seguridad.

Supongamos que la carretera tiene un límite de velocidad.

Eso es una ley: está prohibido exceder esa velocidad en esa carretera.

Pero imagine que empieza a llover a cántaros.

¿Mantendría la velocidad límite porque la ley lo permite?

¡Claro que no!

Basándose en el mismo principio de la seguridad, tomaría la sabia decisión de reducir la velocidad.

¿Ven?

Dos situaciones distintas y ninguna ley.

Y, sin embargo, un mismo principio nos ha servido para las dos situaciones.

Ahora bien, ¿qué principios pueden ayudarnos a tomar decisiones en el camino que lleva a la vida?

¿Qué hay de Romanos 15:3?

“Ni siquiera el Cristo se agradó a sí mismo”.

Este principio es la clave para saber exactamente qué hacer en muchísimas situaciones en la vida.

O el de Santiago 4:4: “La amistad con el mundo es enemistad con Dios”.

Este principio nos ayuda a escoger los amigos, las películas, la música, la ropa, etc.

Así que, cuando se cruce en su camino una situación para la que no hay una ley, reduzca la velocidad y busque un principio.

Vayamos a Efesios, capítulo 5.

En este capítulo podemos ver qué implica buscar un principio.

Comencemos leyendo el versículo 15: “Así que tengan muchísimo cuidado de no comportarse como tontos, sino como sabios”.

Esto podríamos lograrlo obedeciendo una ley: “No robes”, “No cometas adulterio”.

Así ya nos estaríamos comportando como sabios.

Pero vean qué interesante es lo que dice el versículo 17.

Dice: “Dejen de ser insensatos”.

Hace falta tener sensatez, pensar bien las cosas.

Y ahora añade: “Comprendan cuál es la voluntad de Jehová”.

Así que, cuando no hay una ley que nos diga exactamente qué hacer, debemos esforzarnos por comprender cuál es la voluntad de Jehová.

Hay que buscar un principio que nos guíe y ponerlo en práctica.

Y no es que quiera complicar las cosas, pero voy a decirles algo más: en muchas ocasiones, las leyes de Dios están basadas en principios.

Por ejemplo, en Deuteronomio 22:8, hay una ley que decía que había que construir un muro pequeño alrededor de las azoteas de las casas.

Así se evitaba que la gente se cayera y se lastimara o se matara.

Pero ¿qué principio había detrás?

Hay que respetar la vida.

Y ese principio puede sernos muy útil en diferentes circunstancias.

Piensen en el típico caso del tabaco.

En ningún lugar en la Biblia se prohíbe su uso.

Ahora bien, quien entiende el principio del respeto por la vida decide dejar de fumar por su propio bien y por el de los demás.

Y Proverbios 21:5 también es un principio y, como tal, puede aplicarse en un sinnúmero de situaciones.

Decía que “los planes del que es trabajador tendrán buenos resultados”, pero que “todo el que se precipita acabará en la pobreza”.

Según nuestras publicaciones, ¿en qué circunstancias es aplicable este principio?

Bueno, para comentar en las reuniones, hay que prepararse bien, hay que hacer planes.

¿Y si alguien tiene una asignación especial de servicio y sucede que sus padres se enferman gravemente?

¿Qué dice el proverbio?

Que no hay que precipitarse.

No debe apresurarse a pensar que no le queda más remedio que dejar su asignación.

Tal vez, si hace buenos planes, pueda encontrar una solución aceptable.

Y, para vivir de acuerdo con nuestras posibilidades, también hay que hacer un buen plan, en este caso un presupuesto.

¿Y qué puede decirse de quienes están pensando en casarse?

No se apresuren.

Y, si un matrimonio está pensando en tener hijos, hay que pensarlo muy bien.

No deben centrarse en lo bonitos y apretujables que son los bebés, sino en los pros y los contras.

Y, si alguien está a punto de retirarse, este texto lo ayudará a tomar buenas decisiones.

Y, como estas, hay muchas más situaciones en las que este único principio puede ayudarnos a decidir qué hacer.

¡Qué bueno que Jehová nos ha dado leyes específicas que todos debemos obedecer, así como infinidad de principios que nos ayudan a diario a tomar buenas decisiones!

Si tenemos en cuenta ambas cosas, podremos servir a Jehová con una conciencia limpia.

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