Ahora escucharemos el discurso de conclusión.
Lo presentará el hermano Jeffrey Winder, miembro del Cuerpo Gobernante, y el título es “Capacitados, pero ¿para qué?”.
Mucha gente le da un gran valor a la educación universitaria.
Y una razón es que los capacita para ejercer la profesión de sus sueños, para ser doctor, abogado, ingeniero… Pero ¿y la Escuela de Galaad para qué los ha capacitado a ustedes?
Para responder esa pregunta vamos a analizar el ejemplo de Jesucristo, porque él recibió una muy buena preparación para cumplir con la asignación tan importante que tendría en la Tierra.
En Juan 8:28, él dijo: “No hago nada por mi cuenta, […] digo lo que el Padre me enseñó”.
Bueno, no cabe duda de que Jehová preparó muy bien a Jesús.
Le explicó muy bien en qué consistía su asignación aquí en la Tierra.
Tenían que cumplirse en él todas las profecías.
Tenía que elegir y capacitar a sus discípulos, dar a conocer el nombre y la personalidad de Jehová y, por supuesto, entregar su vida en sacrificio para así santificar el nombre de Jehová y hacer posible la salvación de los seres humanos.
Pero la capacitación que recibió Jesús no solo lo preparó para saber en qué consistía su asignación, sino para saber cómo llevarla a cabo.
Y ese es el tema de nuestro discurso.
Leamos juntos el texto principal.
Es Mateo 20:28.
Este texto muestra cuál era la motivación, la actitud con la que Jesús hacía todas las cosas cuando estuvo en la Tierra.
Mateo 20:28: “Eso fue lo que hizo el Hijo del Hombre.
Él no vino para que le sirvieran, sino para servir a los demás y para dar su vida como rescate a cambio de muchas personas”.
Jesús vino “para servir”.
Su capacitación lo preparó para servir a los demás, y esa actitud tan humilde se reflejó en todo su ministerio.
Se percibe claramente en todo lo que hizo.
Veamos cómo.
En primer lugar, él predicaba y enseñaba a otros aunque estuviera cansado, incluso agotado.
Veamos un ejemplo en el Evangelio de Juan.
Los invito a buscar Juan 4:6, 7.
Jesús y sus discípulos van hacia Galilea y tienen que pasar por Samaria.
Allí Jesús se detiene en un pozo y manda a sus discípulos a buscar comida.
Juan 4:6 dice: “De hecho, allí estaba el pozo de Jacob.
Y Jesús, que estaba cansado del viaje, se sentó junto al pozo.
Era alrededor de la hora sexta”.
Y es interesante que la Biblia indica, bueno, la nota de estudio indica que “este es el único lugar de las Escrituras donde se dice que Jesús ‘estaba cansado’”.
Podríamos decir que se sentía agotado.
¿Y qué sucede?
Versículo 7: “En eso llegó una mujer de Samaria a sacar agua”.
¿Y qué hace Jesús?
Aquí lo vemos en la imagen.
¿Dejó pasar la oportunidad?
¿Pensó: “Ya le predicaré la próxima vez. Estoy agotado”?
No.
Empezó a predicarle.
Le dijo: “Dame de beber”.
Y, como ya sabemos, eso dio pie a que le diera un buen testimonio y a que él y sus discípulos se quedaran allí un par de días y predicaran a más personas, y muchos se hicieran discípulos.
Él sirvió a los demás incluso cuando estaba cansado.
Otro relato que puede que nos venga a la mente cuando pensamos en que Jesús enseñaba cuando estaba cansado es el de Marcos 6.
No vamos a leerlo, pero recordarán que es la ocasión en que los 12 apóstoles acababan de volver de una campaña de predicación y estaban emocionados, pero cansados.
De hecho, Marcos 6:31 dice que ellos estaban muy ocupados y que iba y venía tanta gente que “no tenían tiempo ni para comer”.
Y es interesante que fue más o menos en aquellos días que Jesús se enteró de que Juan el Bautista había muerto.
Así que es normal que les dijera a sus discípulos: “Vamos solos a un lugar retirado para que descansen un poco”.
Pero ¿qué pasó?
La gente se enteró de adónde iban, se adelantaron y, cuando Jesús llegó, lo estaban esperando para que les enseñara más cosas.
¿Qué haría Jesús?
Estaba cansado, hambriento, muy triste, pero se enfocó en los demás.
Marcos 6:34 dice que “se puso a enseñarles muchas cosas”.
El relato paralelo de Lucas 9 dice que los “recibió amablemente”.
Así que Jesús servía a los demás aunque estuviera cansado.
Veamos la segunda manera en la que Jesús sirvió a los demás durante su ministerio: siempre enseñaba a sus discípulos con paciencia.
A los discípulos de Jesús les costaba entender algunas lecciones básicas, ¿verdad?
¿Recuerdan cuántas veces discutieron sobre cuál de ellos era más importante?
Pero Jesús nunca se dio por vencido.
Nunca perdió los estribos ni les alzó la voz ni los regañó… Más bien, buscaba siempre otras maneras de enseñarles esta importante lección.
Incluso la noche antes de su muerte.
¿Qué hizo?
Vayamos a Juan 13:4, 5.
En su última cena, Jesús “se levantó de la mesa, puso su manto a un lado, [después] tomó una toalla y se la ató a la cintura.
Luego echó agua en una palangana y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba atada a la cintura”.
¡Qué impresionante lo que hizo Jesús!
Aquí lo vemos en una imagen.
La nota de estudio dice que esta tarea normalmente la realizaban los esclavos.
Pero él se ata la toalla a la cintura, como si se pusiera un delantal, y se pone a lavarles los pies a sus discípulos uno por uno.
¡Qué gran ejemplo de servir a los demás!
Y en el versículo 15 él dice: “Yo les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo les hice”.
Así que ellos también tenían que servir a los demás.
Y, por último, su mayor expresión de amor, la más extraordinaria: entregó su vida para rescatar del pecado a la humanidad.
Aquí lo vemos en el madero, sufriendo, pagando ese rescate.
Como dice nuestro texto temático, el Hijo del Hombre vino “para servir […] y para dar su vida como rescate a cambio de muchas personas”.
¿Hay una manera de servir a los demás que supere a esta?
Millones y millones de personas disfrutarán de vida eterna gracias a que Jesús estuvo dispuesto a servir a los demás de manera tan abnegada.
Jesús vino para servir a los demás.
La capacitación que recibió lo preparó para eso.
Y en todo lo que hizo se ve claramente la actitud tan humilde con la que servía a otros.
Volvamos a la pregunta del principio, ¿para qué los ha capacitado a ustedes la Escuela de Galaad?
Ya lo saben: los capacitó para servir a los demás.
Pero ¿cómo lo van a hacer?
Cuando lleguen al lugar donde los asignen, ¿cómo van a usar todo lo que aprendieron en Galaad para servir a los demás?
¿Cómo pueden demostrar a los hermanos que están allí para servirles?
Bueno, vamos a dirigirnos primero a las hermanas.
¿Cómo pueden ponerse el delantal y servir a los demás en sus asignaciones?
Vamos a ver dos formas.
La primera es mediante su ejemplo.
La mayoría de las veces no sabemos si alguien nos está observando o si nuestro ejemplo está ayudando o animando a otros, ¿verdad?
Sin embargo, nuestro ejemplo es una excelente manera de servir a los demás.
Veamos una muestra de esto en el libro de Marcos, capítulo 12.
Y vamos a leer del versículo 41 al 44.
Es la última semana de Jesús en la Tierra.
Se encuentra en el templo.
A partir de Marcos 12:41, leemos: “Y se sentó en un lugar desde donde se veían las arcas del tesoro, y se puso a observar cómo la gente echaba dinero en ellas; muchos ricos echaban muchas monedas.
Entonces vino una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Él llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Les aseguro que esta viuda pobre echó en las arcas del tesoro más que todos los demás.
Porque todos ellos dan de lo que les sobra; pero ella, que es tan pobre, lo echó todo, todo lo que tenía para vivir’”.
El buen ejemplo de esta viuda pobre animó a Jesús.
Además, le sirvió para enseñar una importante lección a sus discípulos.
Y, como quedó escrito en la Biblia, también serviría para enseñar a todo el que lo leyera en el futuro.
Pero pensemos en la viuda; aquí la vemos en la imagen.
¿Sabía ella que el Hijo de Dios la estaba observando?
Probablemente no.
No lo sabemos.
Pero normalmente no notamos cuando otros nos observan.
Seguro que esa no era la razón por la que ella hizo lo que hizo.
No pensó: “Quizá el Hijo de Dios me está mirando”.
No, ella era una persona espiritual.
Así que hizo lo correcto por la razón correcta.
Pensaba que era un honor contribuir para la obra de Jehová y que era su responsabilidad.
Así que hizo lo correcto.
Pero, bueno, el caso es que Jesús la estaba observando y que pudo usar su ejemplo para enseñar a otros.
De manera parecida, ustedes no saben cuándo hay otras personas observándolas.
Pero, como son mujeres espirituales, hacen lo correcto por la razón correcta, tanto si las están viendo como si no.
El hecho es que, cuando día tras día se comportan de esta manera, las personas humildes se fijan en su buen ejemplo y se benefician de él.
Puede ser algo insignificante, como por ejemplo que alguien te vea por casualidad agacharte para recoger un papel que estaba tirado en el suelo, en el pasillo.
O cuando desvías el tema de una conversación a algo más positivo; o tal vez te vean interesarte por los demás aunque saben que estás cansada; o quizás te vean apoyar a tu esposo sin quejarte.
Sea lo que sea, los hermanos pueden notar estas cosas y beneficiarse de tu ejemplo.
Y esta es una excelente manera de servir a los demás.
Segunda forma en que las hermanas pueden servir a otros: con sus palabras.
Hablando sobre la mujer competente, Proverbios 31:26 dice: “Abre la boca con sabiduría; en su lengua está la ley de la bondad”.
¿Verdad que es bonito pensar que podríamos ser conocidos por hablar con bondad y sabiduría?
Pues lo cierto es que las hermanas espiritualmente maduras son conocidas por dar consejos sabios y bondadosos.
Y estoy seguro de que todos los que estamos aquí podemos mencionar el ejemplo de alguna hermana que nos ayudó porque se interesó en nosotros y nos dio buenos consejos.
Cuando pensamos en mujeres como esas, seguro que se nos viene a la mente Abigaíl.
Aquí la vemos, arrodillándose humildemente delante de David, hablándole con sabiduría, usando principios que aprendió en la Ley para ayudarlo a ver que, si sigue adelante con lo que tiene planeado hacer, se hará culpable de derramar sangre.
También le recuerda con tacto que Jehová lo ha ungido para ser el futuro rey de Israel y que no debería hacer nada que pueda manchar su reputación o de lo que más tarde pueda arrepentirse.
Y, aunque David está muy enojado en ese momento, las sabias palabras de Abigaíl le hacen recapacitar y cambiar sus planes.
¿Cómo pueden ustedes, hermanas, usar las palabras para servir a los demás?
No es raro que en discursos de Galaad como este se nos recuerde que no debemos estar diciendo todo el tiempo: “Pues en Galaad aprendí esto; en Galaad aprendí lo otro…”.
Sabemos que no lo van a hacer.
Y entienden el porqué.
Pero la verdad es que han aprendido cosas muy profundas en Galaad que vale la pena compartir.
Así que, después de escuchar a otros, quizás encuentren oportunidades para compartir con ellos humildemente lo que han aprendido.
A menudo esas oportunidades se presentan de una manera espontánea, cuando conversamos con los hermanos, trabajando con ellos o de camino a casa después de trabajar, o en la predicación entre puerta y puerta, o antes y después de las reuniones.
Aprovechen esos momentos para escuchar lo que les cuenten y así saber lo que hay en la mente y en el corazón de los demás.
Después háblenles de lo que piensa Jehová sobre el asunto, pero no les sermoneen.
Eso tendrá un tremendo impacto en ellos.
¡Qué forma más bonita de servir a los demás!
Hermanas, las amamos por ser tan bondadosas y por ver las cosas desde el punto de vista de Jehová.
Hemos visto dos formas en que las hermanas pueden servir a otros: con su ejemplo y con sus palabras.
Pero ¿qué hay de ustedes, hermanos?
¿Cómo pueden ponerse el delantal y servir a los demás en su asignación?
Bueno, todo lo que les hemos dicho a las hermanas también es válido para ustedes: pueden servir a otros mediante su ejemplo y sus palabras.
Sin embargo, Jehová también ha decidido que los hermanos se encarguen de supervisar y dirigir su organización.
Así que, cuando estén en su asignación, probablemente tengan que asumir algunas responsabilidades.
Pero, como nos enseó el ejemplo de Jesús, los que tienen autoridad también deben servir a los demás.
¿Y cómo pueden usar la capacitación que han recibido en Galaad para servir a los demás mientras cumplen con su función?
De dos maneras.
La primera: viendo su asignación como una oportunidad para ser pastores.
David nos dio un buen ejemplo.
Cuando era pastor de joven y estaba en el campo, aprendió muchas cosas que le serían muy útiles más tarde en su vida y en su servicio a Jehová: aprendió a tocar el arpa, aprendió a usar la honda, aprendió a vivir al aire libre...
Y fíjense en cómo la época en la que fue pastor influyó en la clase de rey que sería.
Busquemos el libro de los Salmos y vayamos al capítulo 78, los versículos 70 a 72.
Salmo 78:70-72: “Eligió a su siervo David y lo sacó de los corrales de ovejas, lo quitó de cuidar las ovejas que amamantan; lo convirtió en el pastor de Jacob, su pueblo, y de Israel, su herencia.
Él los pastoreó con un corazón íntegro y los guio con manos expertas”.
Pasó el tiempo y David llegó a ser rey, y Jehová le dio autoridad sobre toda la nación de Israel.
Pero él no trató al pueblo como si fuera un dictador ni como si fuera su amo ni como si se creyera mejor que ellos, sino como un pastor.
Él veía a estas valiosas ovejas precisamente así, como ovejas que necesitaban que alguien las alimentara, las protegiera y las cuidara.
Y su reinado destacó por esto.
El texto dice que “él los pastoreó con un corazón íntegro y los guio con manos expertas”.
David sin duda sirvió al pueblo.
Al igual que David, sirvan a los hermanos que están bajo su cuidado.
Vean su asignación como una oportunidad para ser pastores.
Y, cuando ellos vean que ustedes de verdad se preocupan por su bienestar, su trabajo, su capacitación… y cuando los vean a ustedes a menudo porque salen de su oficina y los visitan con frecuencia y los pastorean, entonces se sentirán seguros.
Sabrán que tienen un superintendente que los quiere, que los cuida, y harán su trabajo con alegría.
Además, podrán aguantar una situación difícil en el trabajo durante un tiempo porque saben que se solucionará.
Confían en que tienen un superintendente que se preocupa por su situación y que hará lo posible por ayudarlos.
La segunda manera en la que pueden servir a los que tienen bajo su cuidado es mostrándoles honra y también respeto.
Vayamos al libro de Romanos, capítulo 12.
Y leeremos el versículo 10.
Ahí dice: “Con amor fraternal, muéstrense tierno cariño.
Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”.
Los superintendentes deben tomar la iniciativa de honrar a los demás.
¿Y no es verdad que todos los siervos de Jehová merecen honra?
¿Por qué?
Pues porque todos ellos fueron creados a la imagen de Dios.
Todos están dedicados a Jehová y son sus amigos.
Todos hablan con él, le oran.
Y él escucha sus oraciones y las responde.
Y, además, las ovejas le pertenecen a Jehová, ¿verdad?
Él las compró con la preciosa sangre de su Hijo unigénito.
Y en Betel tenemos una razón más para honrar a los demás, y es que todos los hermanos han recibido sus asignaciones de Jehová.
Los hermanos de nuestro departamento están realizando un servicio sagrado.
Han recibido su asignación de Jehová y cumplen con ella muy bien.
Así que todos ellos merecen respeto y honra.
¿Qué podemos hacer para que los hermanos sientan que de verdad los honramos?
Se sentirán honrados si apreciamos su buen trabajo y los felicitamos por ello con frecuencia y con sinceridad.
Se sentirán honrados si respondemos sus peticiones cuanto antes.
Y también si escuchamos sus sugerencias para mejorar el trabajo.
Y, si nos dan alguna sugerencia sobre algo que hay que mejorar, eso no significa que sean presuntuosos o que estén desafiando nuestra autoridad o que estemos nosotros haciendo algo mal.
Hasta Jehová les pidió sugerencias a los ángeles sobre qué hacer en el caso de Acab.
De hecho, aceptó una de las sugerencias.
Pues de estas y otras maneras mostramos que honramos a los hermanos con los que trabajamos.
Y que estamos aquí para servirles.
Pues bien, ¿para qué los capacita o para qué los prepara la Escuela de Galaad?
Los prepara para servir a los demás.
Eso fue lo que hizo Jesús durante su ministerio y eso es también lo que deben hacer todos ustedes.
Y, como hemos aprendido, las hermanas pueden hacerlo mediante su ejemplo y sus palabras, y los hermanos, además de eso, pueden hacerlo cuando ven su asignación como una oportunidad para ser pastores y toman la iniciativa de mostrar honra y respeto a los demás.
Seguro que Jesús estaba deseando demostrarle a Jehová que había aprovechado bien la buena capacitación que le había dado.
Él no solamente hizo todo lo que Jehová le había pedido que hiciera, sino que lo hizo de la manera como su Padre quería.
Sabemos que ustedes también tienen muchas ganas de poner en práctica todas las cosas buenas que han aprendido en Galaad.
Y, cuando estén en su asignación y estén pensando en qué cosas les gustaría hacer de manera diferente, tengan cuidado y presten mucha atención a cómo lo van a hacer.
Demuestren que están ahí para servir a los demás.
Si lo hacen así, dejarán claro que se han beneficiado de esta escuela y se ganarán el cariño de los hermanos.
Pero, sobre todo, tendrán la aprobación de nuestro Dios, Jehová.
Bueno, ahora es el momento de entregar los diplomas a la clase.
Y para esta tarea me ayudará el hermano David Schafer.
Empezamos con el hermano y la hermana Antila, que regresarán a la sucursal de Finlandia.
Los hermanos Beauchemin servirán en la sucursal de Europa central.
Los hermanos Benavides regresarán a la sucursal de Brasil.
Los hermanos Bent regresarán a la sucursal de Colombia.
El hermano y la hermana Calcagni volverán a la sucursal de Croacia.
Los hermanos Chibeu volverán a la sucursal de África oriental.
El hermano y la hermana Epp volverán a la sucursal de Europa central.
Los hermanos Ernst regresarán a la sucursal de Bélgica.
El hermano y la hermana García volverán a la sucursal de España.
Los hermanos Gutiérrez regresarán a la sucursal de Paraguay.
El hermano y la hermana Henriques volverán a la sucursal de Portugal.
El hermano y la hermana Kim volverán a la sucursal de Corea del Sur.
Los hermanos Liang regresarán a la sucursal de Taiwán.
El hermano y la hermana Litsios volverán a la sucursal de Grecia.
Los hermanos Mensah regresarán a la sucursal de África Occidental.
Los hermanos Mwiteneza volverán a la sucursal de Ruanda.
El hermano Palvadeau regresará a la sucursal de Francia.
Los hermanos Perreault ahora servirán en la sucursal de Nueva Caledonia.
El hermano y la hermana Pungo regresarán a la sucursal de Angola.
El hermano Quintanar servirá en la sucursal de la República Dominicana.
El hermano Rodríguez volverá a la sucursal de Venezuela.
El hermano y la hermana Rosabal ahora servirán en la sucursal de Liberia.
Los hermanos Stoičević volverán a la sucursal de Serbia.
Muy bien.
¿Les gustaría ver a la clase…?
Bueno, les daré un momento para que se sienten.
¿Les gustaría ver a la clase 155 de Galaad?
Cuánta gente los quiere, pero, sobre todo, Jehová y su Hijo los quieren muchísimo.
Y ahora nos gustaría escuchar al hermano Marco Calcagni, de Croacia, que leerá una carta de parte de la clase.
“Al Cuerpo Gobernante.
Queridos hermanos: Nos gustaría darles las gracias por el inmenso honor que hemos recibido de asistir a la clase 155 de Galaad.
Desde el día en que recibimos la invitación para asistir a la escuela, nos hemos sentido como David, cuando dijo: ‘Jehová Dios, ¿quién soy yo?
¿Qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?’.
Durante los últimos cinco meses, hemos visto y comprobado que no hay Dios como Jehová.
Estamos muy agradecidos a nuestro Gran Instructor, Jehová, y al Gran Maestro, Jesucristo, por toda la enseñanza que hemos recibido.
También estamos muy agradecidos a los instructores que tuvimos durante la escuela, porque dieron lo mejor de sí mismos día tras día.
Siempre recordaremos las muchas lecciones que nos enseñaron, que tenían el objetivo de fortalecer nuestra fe.
Su enseñanza personalizada, sus sugerencias, sus consejos… los convirtieron en nuestros mentores y amigos.
Mientras estudiábamos profundamente la Palabra de Dios, no dejábamos de sorprendernos por la belleza de las cualidades de Jehová, y pudimos ver con más claridad ‘la anchura, la longitud, la altura y la profundidad’ de la Biblia.
Desde el día en que llegamos aquí, sentimos el amor, la generosidad y la hospitalidad de la familia Betel.
Enseguida nos dimos cuenta de lo mucho que valoraban los asuntos espirituales, porque estaban muy interesados en saber lo que estábamos aprendiendo.
Hemos llegado a querer mucho a estos hermanos y hermanas.
Cuando pensamos en lo que hemos vivido en la Escuela de Galaad, nos sentimos maravillados por todo lo que hemos aprendido, por los recuerdos que hemos creado y por las amistades que hemos formado.
Nunca vamos a olvidar que los hermanos del Cuerpo Gobernante y sus ayudantes dedicaron tiempo a enseñarnos y a conocernos personalmente a pesar de lo ocupados que están.
Su empatía y humildad hicieron que llegáramos a quererlos mucho.
Ahora más que nunca, estamos decididos a imitarlos mostrando amor abnegado y trabajando en unidad para así alegrar el corazón de Jehová.
Salmo 106:1 dice: ‘¡Alaben a Jah!
Denle gracias a Jehová porque él es bueno’.
Ahora que estamos llegando al final de esta maravillosa experiencia, podemos decir que hemos logrado entender mejor que Jehová de verdad es muy bueno con sus siervos.
Hemos sentido su bondad como nunca antes.
Como el salmista, también preguntamos: ‘¿Cómo le pagaremos a Jehová todo el bien que nos ha hecho?’.
Estamos resueltos a hacer lo que es bueno y a fortalecer y estabilizar la obra en el campo y en las sucursales donde se nos manda.
Muchas gracias por la preparación que nos han dado para realizar esta labor y por la confianza que han tenido en nosotros.
Le pedimos a Jehová que cada uno de nosotros salga de Galaad siendo un mejor siervo suyo que cuando llegó.
Los amamos desde el fondo de nuestro corazón y les agradecemos que nos hayan permitido disfrutar de esta experiencia tan importante en nuestra vida.
Con profundo amor, sus hermanos y hermanas de la clase 155 de Galaad”.
Muchas gracias por esa carta tan bonita.
La valoramos mucho.
Y también queremos darle las gracias al hermano Schafer, que nos ha ayudado a entregar los diplomas.
Qué bueno que por fin los tienen en sus manos, ¿verdad?
¡Fantástico!
El propósito de esta escuela es fortalecer su fe, y estamos convencidos de que ha logrado su objetivo.
Nuestra fe nos ayudará a aguantar lo que nos espera en el futuro.
En 1 Juan 5:4, el apóstol Juan escribió: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo: [¿qué es?] nuestra fe”.
¿Verdad?
Necesitamos una fe muy fuerte para aguantar lo que nos queda por vivir en este sistema.
Y en el programa de hoy se destacaron excelentes ejemplos de fe que podemos imitar para lograrlo.
Si queremos fortalecer nuestra fe, tenemos que atender nuestras necesidades espirituales.
Y, para atender nuestras necesidades espirituales, tenemos que cuidar primero las cosas básicas.
No podemos descuidar las cosas básicas.
Aunque se hayan graduado de esta escuela, seguirán necesitando las cosas básicas.
Así que asegúrense de asistir con regularidad a las reuniones.
Necesitamos a nuestra congregación.
Millones de hermanos y hermanas han prosperado en sentido espiritual por décadas en las congregaciones sin haber servido nunca en Betel.
Sin embargo, en Betel no hay nadie que pueda sobrevivir sin la congregación; la necesitamos.
Es una de las cosas básicas que Jehová nos ha dado para cuidarnos.
Es una forma en la que Jehová usa su espíritu para fortalecernos y animarnos.
Por eso, hermanos, no se pierdan las reuniones, aunque estén muy ocupados.
No dejen las cosas básicas.
Otra cosa básica es hablarle con entusiasmo a la gente acerca del nombre de Dios y su Reino.
Necesitamos predicar.
También asegúrense de tener una fe fuerte y de confiar siempre en Jehová.
¿Y cuál es una forma fundamental de hacer esto?
Por medio de la oración.
Cuando le oremos a Jehová, pidámosle que fortalezca nuestra fe.
Y Jehová lo hará si nosotros hacemos todas estas otras cosas: leer su Palabra cada día y seguir sus consejos en todo lo que hacemos.
Ustedes se van de aquí con un tesoro.
Y no es el diploma que tienen en sus manos.
Es un tesoro que está en su mente y en su corazón.
Son las cosas que Jehová ha hecho por ustedes, lo que han vivido en esta escuela y la enseñanza tan valiosa que han recibido aquí.
Pero recuerden: solo conservarán ese tesoro si no descuidan las cosas básicas que hemos mencionado.
Y, si no las descuidan, Jehová los va a bendecir por eso.
Los va a amar por eso, porque ve que son personas humildes que reconocen que necesitan estas cosas básicas para seguir adelante.
Así que, en resumen, nunca piensen que ya no necesitan mantener su rutina espiritual porque se han graduado de esta maravillosa escuela.
Quizás ahora reciban una responsabilidad que les gusta mucho, pero no se crean que ya lo saben todo por eso.
Nos queda mucho por hacer y aprender.
Si amamos a Jehová, en el futuro tendremos incontables oportunidades de seguir trabajando para él.
Sigan aprendiendo, sigan creciendo como personas espirituales que aman a Jehová.
Y nunca dejen de confiar en Jehová.
Él es muy cariñoso con nosotros.
Él es muy cariñoso con ustedes.
Él es muy cariñoso con todos los que lo aman, se apoyan en él y se esfuerzan por darle lo mejor.
Y por eso Jehová los seguirá amando y bendiciendo.
Si siguen poniendo en práctica lo que esta escuela les ha enseñado, estarán listos para hacer lo que dice 1 Timoteo 6:12, pelear “el noble combate de la fe”.
Y estamos convencidos de que lo harán.
Serán un adorno para el santo nombre de Jehová y le darán mucha honra, y también serán una bendición para los hermanos.
Ellos los amarán mucho y les darán su cariño.
También les darán su ayuda, y por eso ustedes los amarán.
Que Jehová y su querido Hijo los sigan bendiciendo a cada uno de ustedes.
Los queremos mucho y estamos muy contentos de estar con ustedes en este día.