Empecemos haciendo una pregunta: ¿deberían el Cuerpo Gobernante y los hermanos que dirigen la organización preocuparse solo de los asuntos espirituales y no estar pendientes de los temas económicos?
Puede que alguien diga: “Sí, eso es lo que deberían hacer”.
Y puede que incluso algunos se sientan un poco avergonzados si se habla de temas económicos en las reuniones o en JW Broadcasting®.
A lo mejor creen que deberíamos hacer lo que se menciona en Hechos 6, donde se habla de los días posteriores al Pentecostés cuando se hacía el reparto diario de comida.
Y seguro que recordamos que los apóstoles delegaron ese trabajo —el trabajo de repartir el alimento entre las mesas— a un grupo de hombres, y así ellos podían centrarse en asuntos espirituales, como la oración y cosas por el estilo.
¿Significa esto que los que dirigimos la organización deberíamos centrarnos solo en las cosas espirituales?
Bueno, incluso en este relato podemos percibir que los apóstoles estaban muy involucrados en este programa de distribución.
Ellos mismos lo pusieron en marcha.
Se aseguraron de que el alimento se distribuyera, aunque ellos mismos no iban personalmente a las mesas a repartirlo.
Cuando estudiamos la Biblia, vemos muy claramente que, aunque tenemos la responsabilidad de cuidar a nuestros hermanos en sentido espiritual, también tenemos otra responsabilidad: la de atender sus necesidades físicas y ayudarlos con “las labores de socorro”.
Veamos el ejemplo del apóstol Pablo.
Por favor, abran sus biblias y busquemos juntos Gálatas 2.
Nos situamos en el año 49 de nuestra era, y Pablo y Bernabé se encuentran en Jerusalén.
En este momento, el cuerpo gobernante les acaba de asignar la tarea de ir a las naciones.
Leamos Gálatas 2:9, 10: “Y ellos reconocieron la bondad inmerecida que yo había recibido.
Entonces Santiago, Cefas y Juan, los que eran considerados columnas, nos dieron la mano derecha a Bernabé y a mí en señal de compañerismo [en otras palabras, les dieron su aprobación y su apoyo], para que nosotros fuéramos a las naciones y ellos a los circuncisos”.
Así que aquí ellos recibieron su asignación.
Veamos ahora lo que dice el versículo 10: “Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, [y fíjense en lo que dice ahora Pablo] algo que también me he esforzado por hacer con empeño”.
Así que está claro que a Pablo le interesaban mucho —le preocupaban mucho— estas “labores de socorro”, que implicaban temas económicos, de dinero.
Y, cuando pensamos en esto, vemos claramente que Pablo se tomó muy en serio este consejo de ayudar a los pobres en su ministerio.
En su tercer viaje misional, que tuvo lugar entre los años 52 a 56 de nuestra era, Pablo participó directamente en recoger contribuciones y donaciones que hacían los hermanos para llevárselas a los hermanos pobres de Judea, que estaban pasando por un momento muy difícil en sentido económico.
Veamos lo que dijo Pablo sobre esto en su primera carta a los corintios, capítulo 16.
1 Corintios 16:1-4.
Aquí, hablando a los corintios, él dijo: “Ahora bien, con respecto a la colecta para los santos, sigan las instrucciones que les di a las congregaciones de Galacia.
El primer día de cada semana, cada uno de ustedes debe apartar algo según sus posibilidades para que no se hagan colectas cuando yo llegue.
Y, cuando llegue allá, enviaré a Jerusalén a los hombres que ustedes aprueben en sus cartas para que lleven su bondadoso regalo”.
Y fíjense ahora en lo que dijo Pablo en el versículo 4: “Sin embargo, si conviene que yo también vaya, ellos irán conmigo”.
Durante su tercer viaje misional, Pablo estaba centrado en ayudar a las personas y en predicar las buenas noticias del Reino.
Aun así, también estaba interesado en recoger dinero para ayudar a los hermanos que estaban en Jerusalén.
Y fíjense que en el versículo 4 notamos que estaba dispuesto a interrumpir su labor misional para ir él mismo a Jerusalén.
Y eso es lo que pasó.
Si vamos a la Carta a los Romanos y buscamos el capítulo 15, veremos lo que ocurrió.
¿Era una buena decisión volver a Jerusalén?
Bueno, veámoslo leyendo Romanos 15:25, 26: “Pero ahora estoy a punto de viajar a Jerusalén para servir a los santos”.
Las publicaciones han explicado que Pablo regresó a Jerusalén con el principal objetivo de llevarles el dinero recaudado a los hermanos de Judea.
Y luego él dice: “Porque los de Macedonia y de Acaya han compartido con mucho gusto sus cosas haciendo una contribución a los santos de Jerusalén que son pobres”.
Así que, ¿era importante para Pablo el tema económico, es decir, recoger contribuciones y donaciones?
Sí, lo veía tan importante que estuvo dispuesto a interrumpir su viaje misional para regresar a Jerusalén.
Y, cuando vemos el contexto, nos damos cuenta de que quizás fueron nueve hermanos los que regresaron.
Además, es posible que estos hermanos llevaran una gran cantidad de dinero que habían recogido.
Nuestras publicaciones han explicado que quizá estos hermanos viajaron juntos por seguridad y también porque así nadie podría poner en duda la honradez de Pablo en cuanto al dinero que estaba llevando.
Entre ellos estaban Tito y otros hombres confiables que habían sido recomendados por hermanos de diferentes partes de Asia y de Europa.
Pero ¿habían hecho los hermanos estas donaciones solo por caridad, por el simple hecho de dar dinero a otros?
Bueno, vayamos otra vez a la Biblia, esta vez a 2 Corintios 8.
En 2 Corintios 8:13-15 se nos explica la razón, por así decirlo, o el punto de vista que tiene el Cuerpo Gobernante sobre ayudar económicamente a los hermanos.
2 Corintios 8:13-15 dice: “Y no es que quiera ponérselo fácil a otros y difícil a ustedes.
Lo que quiero es que hagan una compensación: que lo que les sobra ahora a ustedes compense lo que les falta a ellos, y de esa manera lo que les sobre a ellos compense también lo que les falte a ustedes, y que así haya un equilibrio.
Tal como está escrito: ‘A la persona que tenía mucho no le sobró, y a la persona que tenía poco no le faltó’ ”.
¿Qué principio aprendemos?
El principio aquí es que, aunque estas contribuciones eran para los hermanos y hermanas pobres, todos tenían que hacer algo.
No era una organización benéfica que se dedicaba a dar dinero a los pobres, sino que se esperaba que todos, tanto si tenían mucho dinero como si tenían poco, hicieran algo para ayudar a los hermanos.
Y ese es el punto de vista que tiene hoy el Cuerpo Gobernante.
Los hermanos de todas partes del mundo pueden conseguir biblias y publicaciones bíblicas gratis, sin ningún costo, y luego pueden hacer donaciones según sus circunstancias.
En muchos países en los que los hermanos no tienen recursos suficientes se construyen Salones del Reino.
Aun así, el Cuerpo Gobernante también les da la oportunidad a estos hermanos de que puedan contribuir para la construcción de más salones.
¿Por qué?
Bueno, las religiones de la cristiandad tal vez digan: “Estas personas son pobres, denles a ellas el dinero”.
Pero Jesús no impidió que la viuda pobre donara sus dos moneditas, ¿verdad?
Él no dijo: “Espera, tú necesitas ese dinero.
Eres pobre.
Que los ricos den de lo que tienen”.
No, Jesús le permitió hacer su donación porque era su regalo para Jehová.
Y Jehová la bendeciría por ello.
Así que, cuando pensamos en todo lo que está haciendo nuestra organización —imprimiendo biblias, publicaciones bíblicas, construyendo Salones del Reino, y también llevando a cabo una gran labor de socorro por todo el mundo—, ¿cómo nos sentimos?
Estamos muy contentos con el punto de vista que tiene el Cuerpo Gobernante y también estamos muy contentos de que el Comité de Publicación use bien nuestros recursos, que son limitados.
Ellos se ocupan de todo, para que, cuando el Cuerpo Gobernante tome decisiones sobre algo que hay que hacer, no haya que decir: “Es que no tenemos dinero”.
Se aseguran de que el dinero del que disponemos se utilice para la importante labor de alimentar espiritualmente a las personas y también ayudarlas en sentido material.