Por todo el mundo se conoce a los testigos de Jehová por ser buenos ciudadanos que respetan y obedecen las leyes, que pagan los impuestos y no se rebelan contra sus gobernantes.
Y, si alguien nos preguntara por qué nos comportamos así, seguramente le mostraríamos Romanos 13:1.
Así que busquémoslo juntos y recordemos lo que nos enseña este versículo sobre el tema del que estamos hablando.
Romanos 13:1.
Ahí dice: “Que todos se sometan a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no venga de Dios; las autoridades que existen han sido colocadas por Dios en sus posiciones relativas”.
Y fijémonos en el versículo 7.
Dice: “Denles a todos lo que les corresponde: al que pide impuesto, el impuesto”.
Así que esta es la razón bíblica por la que pagamos impuestos y obedecemos las leyes.
El versículo 1 nos ayuda a entender que para hacer esto necesitamos confiar en Jehová, porque reconocemos que las autoridades superiores no nos tienen que rendir cuentas a nosotros, sino a Jehová.
Por eso, aunque Jehová permita que algunas autoridades que abusan de su poder sigan gobernando, confiamos en él, porque a su debido tiempo tendrán que rendirle cuentas.
Pero hay algo que podría ser un desafío para nosotros porque, aunque se nos conoce por ser neutrales en temas políticos, ¿qué más nos dice el versículo 7 que tenemos que hacer?
Dice que debemos darles algo más a las autoridades.
Al final dice: “Al que pide honra, dicha honra”.
Así que no solo hay que ser neutrales, no solo hay que ser sumisos, también debemos estar dispuestos a darles honra a estas personas que tienen puestos de autoridad.
¿Y por qué puede ser eso un desafío para nosotros?
Bueno, en pocas palabras, ¿verdad que es fácil honrar a alguien si no sabes mucho de él, si no lo conoces personalmente ni conoces su horrible personalidad?
También puede que se nos haga un poco más fácil darle honra a esa persona con autoridad si no nos afectan directamente las decisiones que toma.
Pero, hoy día, vivimos en un mundo en el que tenemos acceso a muchísima información.
En la radio, en la televisión… nos cuentan muchas cosas sobre las personas que forman parte de las autoridades superiores.
Así los conocemos un poco más.
Y a veces nos topamos con información falsa o poco exacta que podría afectar la opinión que tenemos de ellos.
Aparte de esto, algunas de las decisiones que toman los gobiernos nos afectan personalmente de muchas maneras.
Pero ¿qué nos dice la Biblia que tenemos que hacer, a pesar de esto?
Dice que tenemos que darles honra, “dicha honra”, a esas personas.
Esto podría ser un desafío para un cristiano.
Bueno, antes de nada, hay que recordar que la palabra honra, igual que la palabra amor, puede tener diferentes significados según el contexto o la situación.
Porque, por ejemplo, el amor que sientes por tu enemigo no es el mismo amor que sientes por tus padres.
Entonces, ¿qué significa dar honra en este caso?
En este versículo dar honra no significa “admirar”, “imitar”, “idolatrar” ni tampoco “estar de acuerdo con la conducta” de los que gobiernan.
No, significa darles el respeto que se merecen por la autoridad que tienen y la posición que ocupan.
Si recuerdan, 1 Pedro 3:15 nos dice cómo debemos responder si alguien nos pregunta por nuestras creencias o si tenemos que defendernos ante una autoridad.
¿Y con qué actitud debemos hacerlo?
El texto dice que lo hagamos “con apacibilidad y profundo respeto”.
Así que es bueno que tengamos cuidado con lo que decimos y con la manera en la que hablamos de las personas que tienen un puesto de autoridad.
El apóstol Pablo se esforzó por hacer esto y nos puso un buen ejemplo.
Hablemos del tiempo en el que Pablo estuvo injustamente encarcelado en Cesarea.
Él estuvo ahí detenido un buen tiempo esperando a que se le hiciera justicia, pero eso no pasó mientras estuvo en Cesarea.
Así que, durante todo ese tiempo, seguramente llegó a conocer muy bien a algunos representantes de las autoridades superiores de su época.
Además, también le afectaron personalmente las malas decisiones que ellos tomaron.
Pero ¿qué actitud demostró Pablo en esta situación?
¿De qué manera les habló a estas personas que lo estaban juzgando?
Bueno, como se menciona en el relato que aparece en la Biblia, una de las autoridades con las que tuvo que hablar Pablo fue el gobernador Félix.
¿Y qué sabemos de Félix?
Según lo que han escrito los historiadores, este hombre no tenía valores morales.
Creía que podía hacer lo que quisiera, aunque fueran cosas muy malas o inmorales.
Creía que no tenía que darle explicaciones a nadie.
De hecho, tuvo el descaro de seducir a la esposa de otro hombre y casarse con ella.
Así que realmente este hombre no seguía para nada las normas y los valores cristianos.
A pesar de eso, si nos fijamos en lo que dice Hechos 24:10, vemos que cuando Pablo habla con Félix no lo critica, no le echa en cara ninguna de estas cosas, sino que le habla de una forma muy respetuosa y le dice que está contento de presentar su caso ante él.
Bueno, ¿y qué pasó más adelante?
El tiempo fue pasando, Pablo seguía encarcelado injustamente, y entonces tuvo la oportunidad de hablar con el gobernador Festo.
Y, bueno, Festo adoraba a dioses falsos.
Además, la verdad es que no estaba tan interesado en hacer justicia.
En Hechos 25:9, la Biblia nos cuenta que Festo estaba más interesado en “quedar bien con los judíos”.
Así que lo que le preocupaba era buscar una manera de ganarse el favor de los judíos en vez de hacerle justicia a Pablo.
Y por esta razón al final Pablo terminó apelando a César.
Era su derecho.
Pero más adelante, después de esto, vemos que Festo estaba hablando con Pablo y le dice: “Pablo, ¡te estás volviendo loco!
¡Estás perdiendo la cabeza!”.
Pablo sabía perfectamente que, como había apelado a César, Festo no podía hacerle nada, así que podría haber aprovechado para decirle a Festo un par de cositas sobre lo que pensaba de él, sobre todo si Festo —igual que había hecho Félix antes— esperaba que Pablo lo sobornara.
Eso era un delito.
Pero no, Pablo le habló con mucho respeto, y lo llamó “excelentísimo Festo”.
Entonces Pablo tuvo que hablar con el rey Herodes Agripa II.
Y, bueno, este hombre estaba envuelto en una escandalosa relación inmoral con su hermana.
Así que tampoco tenía valores morales.
Pero, de todas formas, Pablo le mostró honra.
Una vez más, obedeció el mandato que encontramos en Romanos 13:7.
Pablo les dio honra a los que pedían honra.
Esto me recuerda a algo que sucedió hace muchos años.
Fue en un país donde la obra de los testigos de Jehová había estado prohibida por más de 30 años.
Entonces por fin el gobierno reconoció legalmente nuestra obra.
Hasta ese momento no se nos había permitido tener Salones del Reino ni oficinas de traducción.
Así que la sucursal enseguida hizo planes para comprar un terreno donde se pudiera construir un Salón del Reino y una Oficina de Traducción.
Todo marchaba bien, pero había un problema.
Nos faltaba una cosa, y era que el gobierno no nos daba el permiso necesario para terminar la compra.
Entonces los hermanos contrataron a un abogado no Testigo para que los ayudara a resolver este asunto.
Pasaron unos 18 meses.
Vimos que el gobierno estaba jugando con nosotros y que en realidad no quería atender nuestra solicitud.
Cuando el abogado les preguntaba sobre el estado de la solicitud, ellos decían: “No, si nosotros no tenemos ninguna solicitud suya”.
Pero, cuando el abogado les mostraba las copias de la documentación, entonces ellos de repente encontraban la solicitud.
Después de todo este tiempo, el abogado no Testigo llamó al Comité de Sucursal y les dijo: “¡Los tenemos!
Por fin tienen la oportunidad de poner en ridículo al gobierno.
Tengo pruebas de todas las cosas ilegales que han hecho.
Si les pasamos esta información a los medios, el gobierno se sentirá tan presionado que no les quedará más remedio que permitirles hacer esta compra”.
Bueno, ¿qué hubieras hecho tú?
Los hermanos le dijeron esto al abogado: “El objetivo de los testigos de Jehová no es poner en ridículo al gobierno.
No participamos en manifestaciones ni protestas.
Lo único que queremos es un pedazo de tierra para construir un Salón del Reino”.
Así que le dijimos al abogado: “Por favor, pregúntales con respeto si hay algo que podamos hacer para resolver este problema”.
Entonces nos contestaron que no querían que compráramos ese terreno porque para ellos era importante.
Pero no tenían ningún problema en que compráramos otro terreno, y allí se construyó un Salón del Reino, una Oficina de Traducción y un hogar misional.
Pero ahí no acaba la historia.
Resulta que más adelante este abogado dejó su trabajo y decidió meterse en política, y llegó a tener uno de los cargos más importantes dentro del gobierno, porque lo nombraron ministro.
Siendo ya ministro, llamó a la sucursal y les dijo a los hermanos del comité: “Recuerdo muy bien lo que me dijeron.
Nunca lo olvidaré.
Ustedes no quieren poner en ridículo al gobierno.
Por eso, les alegrará saber que el gobierno ha aprobado que tengan el doble de misioneros en el país”.
Desde entonces nuestros hermanos han disfrutado durante décadas de una buena relación con el gobierno.
Así que, en resumen, los testigos de Jehová no protestamos contra los gobiernos.
Más bien, hacemos lo que dice Romanos 13:7.
Cuando las autoridades superiores nos piden honra, nosotros les damos honra.