Geoffrey Jackson: “Continúen soportándose unos a otros” (Col. 3:13)

‎Abran sus biblias, por favor, ‎y vayamos a Colosenses 3:13. ‎Analicemos este versículo para ver ‎qué es lo que Jehová espera de nosotros. ‎Colosenses 3:13, ahí dice: ‎“Continúen soportándose unos a otros ‎y perdonándose liberalmente ‎unos a otros ‎si alguno tiene causa de queja ‎contra otro. ‎Como Jehová ‎los perdonó liberalmente a ustedes, ‎así también háganlo ustedes”. ‎El versículo ‎nos da mucho en qué pensar, ¿verdad?, ‎facetas, tal vez, ‎en las que tengamos que mejorar. ‎Pero ¿vieron las dos cosas ‎que tenemos que hacer? ‎Bueno, si volvemos al versículo, ‎notamos que la primera es continuar ‎soportándonos unos a otros ‎y, la segunda, ‎perdonarnos liberalmente.

‎Hablemos del primer punto: ‎“Continúen soportándose ‎unos a otros”. ‎¿Cuál es la diferencia ‎entre esta expresión y la segunda? ‎Pues, al parecer, esta expresión ‎no hace referencia a pecados graves, ‎sino a cosas ‎que hacen otras personas, ‎que nos molestan, nos irritan; ‎no necesariamente ‎tienen que ser cosas que estén mal, ‎pero aun así nos sacan de quicio. ‎Pueden ser cosas pequeñas. ‎¿Cuáles te irritan a ti? ‎Hablemos con sinceridad... ‎¿Te molesta ‎que alguien siempre llegue tarde? ‎¿O que alguien ‎siempre llegue temprano? ‎¿Te molesta ‎que alguien siempre diga lo que piensa? ‎¿O que alguien sea demasiado callado? ‎Es increíble, ¿verdad? ‎Hay que ver las cosas ‎que pueden llegar a irritarnos.

‎Me acuerdo de un discurso ‎que dio el hermano Knorr ‎allá por los años 70. ‎Puso el ejemplo de una hermana ‎que está en la reunión ‎y ve a otra hermana, nueva en la verdad, ‎dando un comentario tras otro. ‎Eso la irrita tanto que piensa: ‎“¿Por qué no se calla un poquito?”. ‎Puede ser que nosotros también ‎nos hayamos sentido así en algún momento.

‎Pero, si lo pensamos bien, ‎tal vez reconozcamos ‎que nuestras quejas no son válidas, ‎que no tenemos una razón justificada ‎para quejarnos, pero aun así nos irrita. ‎¿Verdad que nos ha pasado? ‎Qué cierta es aquella frase que dice: ‎“A veces el problema no es la montaña, ‎sino la piedrecita en el zapato”. ‎Con frecuencia, son esas cosas pequeñas ‎las que más nos sacan de quicio.

‎Recuerdo que, hace años, ‎cuando servía ‎en la sucursal de Samoa Occidental, ‎vinieron muchos hermanos ‎de otros países para la construcción. ‎Y uno en concreto ‎tenía la costumbre de entrar ‎por la mañana al desayuno diciendo: ‎“¡Buenos días!”, ‎a todo el mundo. ‎Aquello a muchos les irritaba, ‎y tal vez a ti también ‎te habría molestado. ‎Así que imagínate ‎lo contento que te pondrías ‎si encontraras el texto ‎de Proverbios 27:14, ‎que se vierte así en una traducción: ‎“Un grito de ‘¡buenos días!’ ‎temprano en la madrugada, ‎ofenderá a tu vecino”. ‎Y estarás pensando: ‎“¡Qué cierto es eso!”. ‎Pues la cuestión es que aquel hermano ‎dejó de hacerlo ‎después de leer este texto ‎(o de que alguien se lo leyera). ‎Pero no siempre vamos a encontrar ‎un texto que nos dé la razón. ‎Entonces, ¿qué hay que hacer? ‎¿Qué leímos en Colosenses? ‎“Continúen soportándose ‎unos a otros”. ‎“Continúen”, así que es algo ‎que tenemos que seguir haciendo.

‎Eso nos lleva al segundo punto: ‎“Perdonándose liberalmente ‎unos a otros”. ‎Es interesante que, cuando uno consulta ‎otras traducciones en inglés ‎de esta expresión, ‎la mayoría la vierten ‎como la Versión del rey Jacobo, ‎y dicen sencillamente: ‎“perdónense”. ‎Pero la “Traducción del Nuevo Mundo” ‎incluye la palabra liberalmente. ‎La razón es porque aquí ‎el original no usa la palabra griega ‎más común para perdonar. ‎En este caso, denota generosidad, ‎estar dispuesto a ir más allá ‎de lo que se espera de uno. ‎La revista “The Watchtower” ‎ya usó en 1882 ‎la expresión ‎“perdónense unos a otros liberalmente”, ‎mucho antes de que tuviéramos ‎la “Traducción del Nuevo Mundo”. ‎Así que esto nos recuerda ‎que no es solo cuestión de perdonar, ‎sino de hacerlo con generosidad. ‎Tenemos que estar dispuestos ‎a perdonar a otros ‎incluso cuando creamos ‎que no se lo merecen.

‎¿Por qué deberíamos ‎ponernos la meta ‎de mejorar en esos dos aspectos: ‎soportarnos unos a otros ‎y perdonarnos liberalmente? ‎Bueno, las razones ‎las hemos escuchado ‎muchas veces, ¿verdad? ‎La primera es, claro está, ‎porque Jehová nos perdona a nosotros. ‎Si vamos a Colosenses, ‎en el capítulo anterior, ‎el capítulo 2, versículo 13, ‎ahí se destaca esa idea. ‎Dice, en el capítulo 2, versículo 13: ‎“Además, aunque estaban muertos ‎en sus ofensas ‎y en el estado incircunciso de su carne, ‎Dios los vivificó junto con él. ‎Bondadosamente nos perdonó ‎todas nuestras ofensas”. ‎Así es, Jehová nos ha puesto el ejemplo. ‎A veces uno pudiera tratar ‎de encontrar excusas ‎para no perdonar a alguien. ‎Pero ¿recordamos la parábola de Jesús ‎del esclavo que debía muchísimo dinero? ‎Expresada en denarios, ‎la deuda que tenía ‎ascendía a 60 millones; ‎todo eso se le perdonó. ‎Pero luego él fue ‎y le exigió a otro esclavo ‎que le pagara ‎el poco dinero que le debía. ‎¿Por qué le pediría aquello? ‎Tal vez el hombre pensaba: ‎“Bueno, sí, me han perdonado ‎todo lo que debía, ‎y estoy muy agradecido, ‎pero sigo sin dinero. ‎Lo necesito, ‎por eso le he pedido al otro esclavo ‎que me pague lo que me debe”. ‎Como vemos, si uno busca ‎razones para no perdonar, ‎las va a encontrar, ¿verdad?, ‎aunque no sean válidas, ‎y no esté siguiendo ‎el ejemplo de Jehová. ‎Pero, volviendo a Colosenses 3:13, ‎¿qué dice?: ‎“Si alguno tiene ‎causa de queja contra otro”. ‎Así que eso nos da una idea ‎de lo que tenemos que hacer.

‎La segunda razón ‎es que nosotros también necesitamos ‎que nos perdonen. ‎Lo mismo que nos irrita ‎o molesta de otros, ‎a veces es lo que nosotros hacemos. ‎¿Verdad que sí? ‎Y cuánto nos duele que nos digan: ‎“¿Te molesta ‎lo que hace esa persona? ‎¿Y no te das cuenta ‎de lo que haces tú?”. ‎Es bueno recordar ‎que nosotros también necesitamos ‎que los demás perdonen ‎nuestros fallos. ‎Otra razón es que perdonar ‎mantiene la paz en la congregación. ‎“La Atalaya” mencionó ‎algo interesante al respecto. ‎Dijo que, en países donde nuestra obra ‎está restringida o prohibida, ‎muchos hermanos tienen que reunirse ‎en grupos pequeños. ‎Y eso hace que conozcan bien ‎los defectos y el carácter de los demás. ‎Cuando estamos en grupos pequeños, ‎es más fácil ‎que los demás nos irriten. ‎“La Atalaya” mencionó ‎que quienes tenemos la oportunidad ahora ‎de reunirnos en grupos grandes ‎deberíamos aprender a soportarnos ‎y verlo como una preparación ‎para cuando, más adelante, ‎tal vez tengamos que adorar a Jehová ‎en grupos pequeños. ‎De modo que es un buen entrenamiento ‎que contribuye ‎a mantener la paz en la congregación.

‎¿Qué nos puede ayudar? ‎Bueno, hay varias cosas ‎que podemos hacer. ‎Una de ellas ‎es la que vemos en las referencias ‎al margen de Colosenses 3:13, ‎la de 1 Pedro 4:8. ‎Ahí es donde dice que debemos tener ‎“amor intenso unos para con otros”, ‎no solo amor, sino “amor intenso”. ‎Y esa palabra, intenso, ‎significa “muy fuerte” ‎o, literalmente, “que se extiende”. ‎Así que, cuando nos encontremos ‎ante esas cosas que nos irritan, ‎que nos sacan de quicio, ‎o con alguien que cometa ‎un pecado contra nosotros, ‎¿qué deberíamos recordar? ‎“Continúen soportándose ‎unos a otros”. ‎Continúen “perdonándose liberalmente”.

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