¡Es un placer dirigirme hoy a nuestros hermanos de todo el mundo y a todos los que nos estén escuchando!
Después de la puesta del sol, unos 20 millones de personas conmemoraremos la muerte de nuestro Señor Jesucristo junto con nuestra congregación, en grupos o incluso solos.
Antes de empezar con este discurso, vamos a pedirle al hermano Don Gordon, ayudante del Comité de Publicación, que lea el texto para el día de hoy.
Martes 4 de abril.
“Sigan haciendo esto en memoria de mí” (Lucas 22:19).
¿Por qué nos vamos a reunir esta noche más de 20 millones de personas?
Una de las razones se encuentra en el texto de hoy, Lucas 22:19.
Jesús les estaba enseñando a sus discípulos cómo conmemorar su muerte.
Acababa de partir el pan sin levadura y se lo había pasado a todos los presentes.
El pan sin levadura representaba el cuerpo perfecto y sin pecado de Jesús.
Y Jesús entregaría ese cuerpo perfecto para que los que demostraran fe en él pudieran disfrutar de bendiciones eternas.
Fue en ese momento que Jesús dijo las palabras que se registran en Lucas 22:19: Con esto se refería a seguir usando el vino y el pan para recordar su sacrificio y todo lo que se lograría gracias a él.
¿Por qué razón dijo: “Sigan haciendo esto”?
Porque eso es justo lo que él quería decir: “Sigan haciendo esto”.
Sí, sigan haciendo esto de ahora en adelante.
Pero ¿con cuánta frecuencia teníamos que seguir haciéndolo?
En algunas religiones se toma del pan y el vino semanalmente.
Es lo que llaman tomar la comunión.
Otras religiones permiten que sea cada congregación la que decida con cuánta frecuencia lo va a hacer.
Incluso algunas enseñan a sus feligreses que tienen que hacerlo cuatro veces al año.
¿Por qué recordamos los testigos de Jehová la muerte de Jesús de esta forma, solamente una vez al año, en la fecha del aniversario de su muerte?
Bueno, lo lógico es celebrar un aniversario anualmente, justo el día que tuvo lugar el suceso que se está conmemorando, como se hace con el aniversario de bodas.
¿Verdad que no celebraríamos nuestro aniversario de bodas cualquier día del año o muchas veces al año?
Claro que no.
No celebramos nuestro aniversario todas las semanas ni todos los días, ¿verdad?
Es interesante que un diccionario define aniversario como “el día en el que cumple años algún evento o suceso importante para una persona o un colectivo”.
Y no hay duda de que la muerte de Jesús fue un suceso importante.
Ahora, no solo es lógico conmemorarla una vez al año, sino que además la Biblia indica que eso es lo que Jesús quería que hiciéramos cuando dijo: “Sigan haciendo esto [una vez al año, en la fecha de mi muerte] en memoria de mí”.
¿Qué pruebas bíblicas tenemos de que la Conmemoración debe celebrarse solo una vez al año?
Veamos el contexto del versículo que estamos analizando hoy.
Por favor, busquemos juntos Lucas, capítulo 22.
El texto para el día de hoy es el versículo 19, pero ¿por qué se reunieron Jesús y sus apóstoles en esa fecha para cenar todos juntos?
¿Con qué fin lo hicieron?
Aquella noche era 14 de nisán, según el calendario lunar judío que se usaba en aquella época.
Vamos a leer Lucas 22:7, 8.
Ahí, dice: De acuerdo con lo que decía la ley judía, la Pascua debía celebrarse una vez al año, y así lo hacía Jesús.
Ahora leamos del versículo 14 al 17: Justo antes de instituir la Conmemoración de su muerte, Jesús celebró la Pascua judía, como acabamos de leer en la Biblia en los versículos 14 a 17.
En la época de Jesús, en el siglo primero, la costumbre era que quienes estaban comiendo juntos la Pascua se pasaran cuatro copas de vino.
Es probable que la copa que se menciona en el versículo 17 fuera la tercera copa de la celebración de la Pascua.
Y es que es lógico pensar que Jesús reservara la cuarta copa para instituir la Conmemoración de su muerte.
Llegados a este punto, la pregunta es: ¿con cuánta frecuencia debía celebrarse la Pascua?
Como leemos en Éxodo 12, Jehová les mandó a los israelitas celebrar la Pascua cuando se estaban preparando para salir de Egipto.
Él quería que recordaran que aquel suceso era muy importante para la nación.
En Éxodo 12:14, Jehová le dijo a Moisés: En el versículo 17, le dijo de nuevo: Por esa razón, los judíos celebran la Pascua solamente una vez al año, en el día del aniversario del éxodo de Egipto.
Así que, después de celebrar la última Pascua judía válida, cuando Jesús instituyó la Conmemoración de su muerte y dijo: “Sigan haciendo esto”, sus apóstoles entendieron claramente que, en lugar de observar la Pascua una vez al año en ese día, ahora debían recordar la muerte de Jesús en su lugar, una vez al año, el mismo día.
Esto parece lógico, es fácil de entender y tiene apoyo bíblico.
Sin embargo, muchas religiones que afirman ser cristianas creen que conmemorar este suceso más de una vez al año es aún mejor.
Esto se debe, en parte, a que entienden mal el significado de 1 Corintios 11:25.
Y es que muchas versiones de la Biblia traducen este versículo así: “Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí”.
Algunos creen que la expresión “cuantas veces” indica que la muerte de Cristo debe conmemorarse con frecuencia, es decir, tantas veces como sea posible.
La Traducción del Nuevo Mundo también traducía así este versículo antes de que saliera la edición revisada.
Claro, esta es una forma correcta de traducir el versículo.
El problema es que muchos malinterpretan el significado de estas palabras.
Por ejemplo, ya han transcurrido casi dos mil años desde que Jesús instituyó la Conmemoración de su muerte.
Por eso, aunque se haya celebrado solo una vez al año, podemos decir que se ha celebrado con frecuencia.
Son muchas conmemoraciones.
Aun así, hay que tener en cuenta el contexto de 1 Corintios 11:25, 26.
Ahí Pablo estaba hablando de cómo debía celebrarse la Conmemoración, y no de la frecuencia con que debía hacerse.
En el texto original, Pablo no utilizó la palabra griega que significa “repetidas veces” o “con frecuencia”.
Más bien, utilizó una palabra griega que significa “cuantas veces”, “siempre que” o “cada vez que lo hagan”.
Pablo estaba diciendo: “Cada vez que hagan esto, estarán proclamando la muerte del Señor”.
Por eso, para que quedara más claro, la edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo ahora traduce 1 Corintios 11:25 así: Y, como ya hemos visto, la intención de Jesús era que se reemplazara la celebración de la Pascua, que se hacía una vez al año, por el aniversario de su muerte.
Que quede claro, el que sigamos las instrucciones de Jesús sobre el pan y el vino tan solo una vez al año no significa que solo pensemos en su sacrificio un único día al año, no.
Todos los testigos de Jehová, es decir, todos los siervos de Dios dedicados y bautizados, tenemos muy presente el sacrificio de Cristo todos y cada uno de los días del año.
Siempre se menciona en nuestras reuniones de congregación y en nuestra adoración en familia.
Y cada vez que nos dirigimos a Dios en oración mediante Cristo, demostramos que agradecemos y valoramos el sacrificio que hizo por nosotros.
Cada vez que oramos, al final de nuestras oraciones le pedimos a Dios que nos escuche “en el nombre de Jesús, amén”.
Como somos humanos imperfectos, no podemos acceder directamente a Jehová.
Por eso, para que escuche nuestras oraciones, tenemos que dirigirnos a él siempre en el nombre de su Hijo, Jesucristo.
La mayoría de los que están viendo este programa saben muy bien que la Conmemoración va dirigida principalmente a quienes Dios ha escogido para vivir en el cielo.
Eso significa que forman parte del nuevo pacto y que reinarán con Cristo en el cielo.
Sin embargo, estar presentes en la Conmemoración es muy importante para todas las personas.
Todos nosotros somos imperfectos, así que todos necesitamos el sacrificio de Cristo, pues hace posible el perdón de nuestros pecados.
Y todos nosotros tendremos la oportunidad en el futuro de vivir para siempre, ya sea en el cielo, como es el caso del pequeño grupo de cristianos ungidos, o en un paraíso en la Tierra, que es donde vivirán millones de siervos de Jehová.
Así que solo ese pequeño grupo de ungidos tomará del pan y del vino esta noche.
Como la mayoría de los asistentes esperan vivir en la Tierra, muy pocos, en comparación, comen del pan y beben del vino.
En la mayoría de las congregaciones puede que no haya ningún participante y, en otras, quizás uno o dos.
Entonces, ¿por qué se pasan los símbolos del pan y el vino entre todos los asistentes?
¿Por qué no se pide solo a los ungidos que suban a la plataforma para que tomen del pan y del vino?
Eso sería más rápido que andar pasando estos símbolos de unos a otros.
La principal razón por la que se pasa el pan y el vino entre todos es porque seguimos el modelo que Jesús estableció.
Además, igual que un ungido deja claro que tiene la esperanza de vivir en el cielo cuando come del pan y bebe del vino, quienes pasan estos símbolos, pero no toman de ellos, también hacen algo.
Dejan claro que tienen la esperanza de vivir para siempre en un maravilloso paraíso aquí, en la Tierra.
Y es que, piénsenlo, para un ser humano, ¿qué puede haber mejor que eso?
Eso es lo que Jehová quería para la humanidad cuando creó a la primera pareja y la puso en el jardín de Edén.
Sin duda, no hay nada mejor para un ser humano que vivir en la Tierra.
Pronto Satanás no tendrá ninguna influencia en este planeta.
¡Qué ganas tenemos todos de que por fin llegue ese día!
Él y todos sus demonios serán arrojados a un abismo de inactividad y estarán allí por mil años.
De eso se encargarán Cristo y todos los ungidos, que ya estarán en el cielo.
Y las personas que estén vivas en la Tierra durante el Reinado de Mil Años de Jesús trabajarán para que la Tierra vuelva a su estado original, es decir, como Jehová la creó en un principio.
Ahora pensemos en un futuro aún más lejano.
Después del Reino de Mil Años, los seres humanos habrán alcanzado la perfección.
Serán como Adán y Eva cuando Jehová los creó, cuando todavía no habían pecado.
1 Corintios 15:24 dice: Para ese momento, el Reino mesiánico habrá cumplido su objetivo de llenar la Tierra con seres humanos perfectos.
Entonces, después de la prueba final, las personas rebeldes serán eliminadas.
Y Satanás y sus demonios serán destruidos para siempre.
Por fin se habrá cumplido el propósito original de Dios para la Tierra.
Todo el planeta estará lleno de personas maravillosas, personas que adorarán al Soberano del universo, nuestro querido Padre, Jehová Dios.
Hermano Gordon, ¿puedes leer, por favor, el comentario del texto de hoy?
“Jesús les habló a sus 11 apóstoles fieles de dos pactos o acuerdos: el nuevo pacto y el pacto del Reino.
Estos pactos hicieron posible que aquellos apóstoles y un número limitado de otros cristianos llegaran a ser reyes y sacerdotes en los cielos.
Los que forman parte del resto ungido están incluidos en estos dos pactos, y por eso solo ellos pueden participar del pan y del vino en la Conmemoración.
Jehová les ha dado una esperanza especial: disfrutar de vida inmortal e incorruptible en el cielo, servir al lado de Jesucristo glorificado y los demás de los 144.000 y, sobre todo, estar ante la mismísima presencia de Jehová.
Los ungidos saben que deben ser fieles hasta la muerte”.
Gracias, Don.
En estos días hemos estado leyendo en la Biblia lo que sucedió poco antes de la muerte de Jesús.
Ahora los invitamos a que sigan con nosotros la lectura de hoy.
En la pantalla podrán ver en su idioma los versículos que vamos a leer.
Esperamos que disfruten de las bonitas ilustraciones que se han preparado este año.
“El primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, los discípulos de Jesús vinieron a preguntarle: ‘¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?’.
Él les contestó: ‘Vayan a la ciudad, busquen a Fulano y díganle: “El Maestro dice: ‘Se acerca mi hora.
Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”’.
Los discípulos hicieron lo que Jesús les ordenó y lo prepararon todo para la Pascua”.
“Entonces llegó el día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, en el que hay que ofrecer el sacrificio de la Pascua.
Así que Jesús envió a Pedro y a Juan con estas instrucciones: ‘Vayan y preparen la Pascua para que la comamos’.
Ellos le preguntaron: ‘¿Dónde quieres que la preparemos?’.
Él les dijo: ‘Miren, cuando entren en la ciudad, se encontrará con ustedes un hombre que lleva una vasija de barro con agua.
Síganlo y entren en la casa en la que él entre.
Y díganle al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ‘¿Dónde está el cuarto de invitados, para que yo coma la Pascua con mis discípulos?’”.
Y ese hombre les mostrará en la parte alta una habitación grande amueblada.
Preparen la Pascua allí’.
Ellos se fueron y lo encontraron todo tal como él les había dicho; entonces hicieron los preparativos para la Pascua”.
“Cuando anocheció, él estaba sentado a la mesa con los 12 discípulos.
Y mientras comían les dijo: ‘Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar’.
Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza, y todos sin excepción se pusieron a decirle: ‘Señor, no seré yo, ¿verdad?’.
Él les respondió: ‘El que mete la mano conmigo en la fuente es el que me va a traicionar.
Es verdad que el Hijo del Hombre se va, tal como se escribió acerca de él.
Pero ¡ay del que va a traicionar al Hijo del Hombre!
Más le valdría no haber nacido’.
Judas, que estaba a punto de traicionarlo, le preguntó: ‘No seré yo, ¿verdad, Rabí?’.
Jesús le contestó: ‘Sí, tú mismo lo has dicho’.
Mientras seguían comiendo, Jesús tomó un pan y, después de hacer una oración, lo partió, se lo dio a los discípulos y les dijo: ‘Tomen, coman.
Esto representa mi cuerpo’.
Y tomó una copa, le dio gracias a Dios y se la dio a ellos diciendo: ‘Beban de ella, todos ustedes, porque esto representa mi sangre, “la sangre del pacto”, que va a ser derramada en beneficio de muchas personas, para que sus pecados sean perdonados.
Pero les digo que no volveré a beber más de este producto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre’.
Por último, después de cantar alabanzas, se fueron al monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: ‘Esta noche, todos ustedes van a fallar por mi causa, porque está escrito: “Heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas”.
Pero, después de ser resucitado, iré delante de ustedes camino a Galilea’.
Pedro le respondió: ‘Aunque todos los demás fallen por tu causa, ¡yo nunca fallaré!’.
Jesús le dijo: ‘Te aseguro que esta noche, antes de que cante un gallo, tú negarás tres veces que me conoces’.
Pedro le dijo: ‘Aunque tenga que morir contigo, yo nunca negaré conocerte’.
Y todos los demás discípulos dijeron lo mismo.
Después Jesús fue con ellos al lugar llamado Getsemaní y les dijo: ‘Quédense aquí sentados mientras yo voy allá a orar’.
Entonces se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y empezó a sentirse triste y muy angustiado.
Les dijo: ‘Estoy tan angustiado que siento que me muero.
Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo’.
Luego se alejó un poco de ellos, cayó rostro a tierra y oró así: ‘Padre mío, si es posible, aparta de mí esta copa.
Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres’.
Después volvió adonde estaban los discípulos y los encontró dormidos.
Y le preguntó a Pedro: ‘¿Es que no pudieron mantenerse despiertos conmigo ni siquiera una hora?
Manténganse despiertos y oren constantemente para que no caigan en la tentación.
Claro, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil’.
De nuevo, por segunda vez, se fue y oró así: ‘Padre mío, si no es posible apartar esto de mí sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad’.
Volvió otra vez y los encontró durmiendo, porque tenían los ojos cargados de sueño.
Así que de nuevo los dejó y se fue a orar por tercera vez.
Y repitió lo mismo que antes.
Entonces volvió adonde estaban los discípulos y les dijo: ‘¡Están durmiendo y descansando en un momento como este!
¡Miren!
Se ha acercado la hora para que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de pecadores.
Levántense, vámonos.
Miren, ya está llegando el que me va a traicionar’.
En ese momento, mientras él todavía estaba hablando, apareció Judas, uno de los Doce, y con él venía una gran multitud armada con espadas y garrotes, enviada por los sacerdotes principales y los ancianos del pueblo.
Ahora bien, el traidor les había dado esta señal: ‘Al que yo bese, ese es; deténganlo’.
Así que fue directamente hacia Jesús, le dijo ‘¡Hola, Rabí!’ y le dio un beso cariñoso.
Pero Jesús le preguntó: ‘Amigo, ¿a qué has venido?’.
Entonces se acercaron a Jesús, lo agarraron y lo detuvieron.
De pronto, uno de los que estaban con Jesús se llevó la mano a la espada y la sacó, atacó al esclavo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
Jesús entonces le dijo: ‘Guarda tu espada, porque todos los que usan la espada morirán a espada.
¿O crees que no puedo rogarle a mi Padre que me mande ahora mismo más de 12 legiones de ángeles?
Pero, si hiciera eso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que es así como tiene que pasar?’.
En ese momento, Jesús le dijo a la multitud: ‘¿Salieron con espadas y garrotes para arrestarme como si yo fuera un ladrón?
Día tras día me sentaba para enseñar en el templo y ustedes no me detuvieron.
Pero todo esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas’.
Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron”.
Estos relatos nos hablan de los sucesos que precedieron a las dos muestras de amor más grandes de la historia.
Jehová y Jesús colaboraron para deshacer las obras del Diablo, que, como ya saben, comenzaron en el jardín de Edén con la rebelión de Adán y Eva.
Seamos ungidos o de las otras ovejas, todos tenemos la maravillosa esperanza de vivir para siempre gracias al sacrificio que hizo un hombre perfecto, nuestro Señor Jesucristo.
¡Deseamos que todos disfruten esta noche de la Conmemoración de la muerte de Cristo!