¡Qué gran privilegio es poder dirigirme a toda la hermandad —a todos— en el mismo día!
Los testigos de Jehová siempre decimos que este día es el más importante de todo el año.
Por supuesto, sabemos bien que la Conmemoración no siempre cae en el mismo día.
¿Por qué?
Porque usamos la fecha en la que murió Jesús según el antiguo calendario judío: el 14 de nisán.
Para comenzar, el texto del día de hoy lo leerá el hermano Mark Noumair, un ayudante del Comité de Enseñanza del Cuerpo Gobernante.
Domingo 24 de marzo.
“Sigan haciendo esto en memoria de mí” (Lucas 22:19).
Gracias, Mark.
Es un texto corto, pero muy importante.
Nos llama la atención que este sea el mismo texto que se utilizó el día de la Conmemoración del año 2023.
El año pasado, quien estuvo a cargo de la adoración matutina fue el hermano Herd.
Él se concentró en lo que significaba la palabra “esto” y explicó con cuánta frecuencia esperaba Jesús que se celebrara la Conmemoración de su muerte.
Si esta semana quieren hacer algo más en su adoración en familia, quizás puedan ver la adoración matutina que hizo el hermano Herd para la Conmemoración del año pasado.
Para encontrarla, vayan a jw.org y pongan “Conmemoración adoración matutina” en el recuadro de búsqueda.
Pueden volver a ver estas instrucciones cuando hagan su adoración en familia más adelante.
El discurso de hoy va a girar en torno a otra expresión, “de mí”, la frase “de mí”.
Jesús dijo: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”.
¿Qué quería Jesús que recordáramos acerca de él exactamente?
¿Solamente lo que iba a hacer en aquella ocasión?
No.
Claro que quería que recordáramos el sacrificio que hizo, pero también su significado.
Tiene que ver con todo lo que hizo para cumplir el propósito divino.
Jesús cumplió varias funciones.
Primero que nada, en el cielo era el Hijo de Dios, un espíritu llamado Miguel.
Luego, después de un espectacular milagro, llegó a ser el Hijo de Dios en la Tierra: Jesucristo.
Más adelante, después de morir y resucitar, se convirtió en algo más.
Volvió a ser un espíritu —el ángel Miguel—, pero ahora sería también Sumo Sacerdote y el futuro Rey.
Al venir a la Tierra y morir como humano, sentó las bases para corregir todo el daño que ha causado la imperfección del ser humano desde el jardín de Edén.
¿Por qué dijo Jesús: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”?
Él les dijo estas palabras a sus 11 discípulos fieles justo después de celebrar la última Pascua obligatoria.
¿Creen que se lo dijo porque quería que lo recordaran como el ser humano con el que habían pasado los últimos dos o tres años?
Obviamente, jamás se olvidarían de Jesús ni de todo lo que hizo y les dijo mientras estuvo en la Tierra con ellos.
Lo tendrían grabado en su memoria para siempre.
Toda su vida recordarían los milagros que hizo, sus enseñanzas y el buen ejemplo que les puso en toda ocasión.
Noten que en Lucas 22:19 Jesús dice “Sigan haciendo esto” (desde entonces y en adelante).
Jesús pronunció esas palabras la noche antes de morir.
Poco después, hizo un pacto con sus discípulos para que estuvieran con él en su Reino celestial.
El propósito principal por el que Jesús vino a la Tierra no fue el de vivir como un ser humano, sino el de morir como un ser humano perfecto.
Y eso es lo que él quería que sus discípulos recordaran.
Sigan junto conmigo la lectura de Mateo 20:28.
Aquí él recalca lo que debían recordar sus discípulos acerca de él: Cuando estuvo en la Tierra sirvió a sus discípulos, pero quería que tanto ellos como nosotros lo recordáramos como aquel que daría su vida como sacrificio para acabar con el pecado y la muerte; que lo recordáramos como quien nos dio la oportunidad de disfrutar de vida eterna en el futuro; que lo recordáramos como el Jesús resucitado, un espíritu lleno de gloria que está sentado en un trono celestial en calidad de Rey, junto a su Padre, Jehová, el Soberano de todo el universo.
1 Pedro 3:18 nos describe muy bien el Jesucristo que deberíamos recordar esta noche en la Conmemoración.
Léanlo conmigo, por favor.
Jesús es ahora un ser espiritual, no un ser humano.
Y es ese ser espiritual el que queremos recordar hoy.
Para ayudarnos, poco antes de morir Jesús instituyó una nueva cena.
Y en Lucas 22:19, 20 nos dice lo que tenemos que hacer.
Es sencillo, pero profundo.
Pasamos el pan y el vino, y así lo recordamos.
A eso se refería Jesucristo cuando dijo en el texto de hoy: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”.
Ahora examinemos esto desde un punto diferente. La Atalaya de agosto de 2020 contenía un artículo titulado “La resurrección refleja el amor, la sabiduría y la paciencia de Dios”.
Allí se indicaba algo interesante sobre los que resucitarán en el nuevo mundo.
Decía que, para sus seres queridos, sería fácil reconocerlos.
En un párrafo se decía: “Por las resurrecciones mencionadas en la Biblia, parece que Jehová volverá a crear a las personas de manera que tengan el mismo aspecto y la misma manera de hablar y de pensar que tenían poco antes de morir”.
Es verdad que, si murieron ya mayores, se verán jóvenes y radiantes, pero seguro que será fácil reconocerlos, tanto por su apariencia como por su personalidad.
Jesús mismo dijo que la muerte es como dormir, y que resucitar es como despertar del sueño.
¿Cómo se ve una persona cuando despierta?
Quizás un poco despeinada, pero, claro, aún se la puede reconocer, pues tiene el mismo aspecto que cuando se fue a dormir la noche anterior.
Así sucedió en todas las resurrecciones de la Biblia.
Ninguno tuvo que decirles a sus familiares “Oigan, soy yo”.
Porque todos se veían, hablaban y pensaban igual que antes de morir.
Pensemos en Lázaro.
Llevaba muerto cuatro días, así que su cuerpo había empezado a descomponerse.
Pero, cuando Jesús le devolvió la vida, sus hermanas lo reconocieron al instante.
Y Lázaro, por supuesto, se acordaba de ellas.
Comparemos esto que acabamos de ver con lo que sucedió cuando Jesucristo se presentó ante sus discípulos después de resucitar.
A diferencia de los que van a resucitar en la Tierra cuando llegue el nuevo mundo, Jesucristo no resucitó con un cuerpo humano.
Como dice el texto que leímos anteriormente, 1 Pedro 3:18, a Jesucristo “lo mataron en la carne, pero recibió vida en el espíritu”.
Él ofreció su cuerpo como sacrificio y se presentó ante Jehová para que aceptara el valor de ese sacrificio, dándole a la humanidad la oportunidad de vivir para siempre en la Tierra.
No iba a pedir su cuerpo de vuelta, ni siquiera por un momento.
Cuando Jesús se presentó ante sus discípulos después de resucitar, nadie pudo reconocerlo por su apariencia.
Examinemos algunos ejemplos.
Comencemos con el que se menciona en Juan 20:14, 15.
Eso fue cuando María vio a Jesús en la tumba, después de que resucitara.
Pueden seguir la lectura de los versículos en la pantalla: Obviamente, el aspecto de Jesús después de resucitar era diferente.
Se materializó en un cuerpo, pero no en uno idéntico al anterior.
Vayamos ahora a Lucas 24:15, 16.
Allí encontramos a dos discípulos andando por el camino.
Leamos lo que sucedió en los versículos 15 y 16: ¿Cómo lograron darse cuenta los discípulos de que aquel hombre que estaba caminando con ellos era en realidad Jesús?
Veamos lo que pasó cuando lo invitaron a quedarse con ellos.
Lo veremos en los versículos 30 y 31: Lo reconocieron cuando vieron sus gestos y su forma de hablar, no su apariencia.
Y pensar en lo que les dijo en el camino también los ayudó a reconocerlo.
Veamos esto en el 32: Justo después salieron de allí para encontrarse con los 11 apóstoles y otros discípulos en Jerusalén.
Jesús volvió a aparecerse, pero claramente su aspecto había vuelto a cambiar.
Ya no era el mismo de antes.
Vayan a los versículos 36 y 37.
Síganme en la lectura: Recuerden que aún era el mismo día.
Los discípulos que habían estado caminando con él hacía unas horas estaban allí.
Y no lo pudieron reconocer porque su aspecto no era el mismo que la última vez que lo vieron.
En ese momento su aspecto físico no era lo importante, pues nunca llegaría a reflejar la gloria de su cuerpo espiritual.
Pero, claro, como los seres humanos no pueden ver un cuerpo espiritual, Jesús tuvo que materializarse en un cuerpo físico.
De esa forma, los discípulos podían ver a Jesús e interactuar con él, aunque en realidad ya era un ser espiritual invisible.
La Biblia no lo dice, pero ¿no podría haber causado algún conflicto o confusión que Jesús se hubiera materializado en un cuerpo físico idéntico al que tenía antes de morir?
¿Podrían sus discípulos haber llegado a la conclusión equivocada de que se trataba del mismo Jesús, aquel que conocían tan bien?
¿Se les habría hecho más difícil entender que Jesús ya no era el mismo, que ahora era un poderoso ser espiritual?
Piénsenlo.
Jesucristo había sido elevado “a un puesto superior”, una posición incluso superior a la que tenía antes de venir a la Tierra y nacer de una virgen y antes de convertirse en un adulto, el Hijo de Dios, el Mesías que por tanto tiempo habían esperado los judíos fieles.
Además, si Jesús hubiera adoptado un cuerpo idéntico al que había tenido, tal vez hubieran surgido rumores entre sus enemigos.
Habrían dicho que no había muerto, que en realidad no había sido resucitado como el Hijo espiritual de Dios.
Aunque no podemos saber si estas cosas habrían sucedido, sí podemos asegurar que Jehová estaba muy pendiente de su Hijo —que acababa de resucitar— y que lo estaba dirigiendo, tal como lo había hecho cuando Jesús vivió en la Tierra como ser humano perfecto.
Hermanos, esperamos con ansias la Conmemoración.
La mayoría de nosotros ya hemos asistido anteriormente.
Algunos incluso han asistido unas 40 o 50 veces en las décadas pasadas.
Aun así, tenemos muchos deseos de recordar durante esta noche, en la Conmemoración, lo que Jehová y Jesucristo hicieron por toda la humanidad.
Así es, seguimos “haciendo esto” para recordar al glorioso Rey, Jesucristo.
Y toda la honra y la alabanza irán a su Padre —que también es nuestro Padre—, nuestro Salvador y el Soberano del universo, Jehová.
Esperamos que disfruten del resto de su día, el día más importante del año.
Mark, ¿nos lees el comentario de La Atalaya, por favor?
“Durante la temporada de la Conmemoración, demostramos cuánto valoramos el sacrificio de Jesús.
Por ejemplo, dedicamos tiempo a orar y meditar en el significado de su muerte.
Además, invitamos a tantas personas como sea posible a que nos acompañen en este acontecimiento tan especial.
Y no queremos que nada nos impida asistir a la Conmemoración.
Allí aprendemos por qué necesitamos el rescate y cómo la muerte de un solo hombre logra que se perdonen los pecados de muchas personas.
Se nos recuerda quiénes comen del pan y beben del vino, y qué representan estos símbolos.
Y reflexionamos en las bendiciones que disfrutarán los que tienen la esperanza de vivir en la Tierra.
Comprender estas verdades es algo muy especial; no debemos darlo por sentado”.
Gracias, Mark.
Ahora continuaremos con la lectura bíblica para la Conmemoración, de la que hemos disfrutado ya por varios días.
Los versículos para hoy aparecerán en pantalla.
Y, además, “Ahora bien, el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, cuando tenían la costumbre de ofrecer el sacrificio de la Pascua, sus discípulos le preguntaron: ‘¿Adónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?’.
Entonces, él envió a dos de sus discípulos con este encargo: ‘Vayan a la ciudad.
Allí se encontrará con ustedes un hombre que lleva una vasija de barro con agua.
Síganlo y, donde sea que él entre, díganle al señor de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está el cuarto de invitados, para que yo coma la Pascua con mis discípulos?’”.
Y él les mostrará en la parte alta una habitación grande, amueblada y lista.
Hagan allí los preparativos para nosotros’.
Los discípulos se fueron, entraron en la ciudad y lo encontraron todo tal como él les había dicho; entonces hicieron los preparativos para la Pascua”.
“El primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, los discípulos de Jesús vinieron a preguntarle: ‘¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?’.
Él les contestó: ‘Vayan a la ciudad, busquen a Fulano y díganle: “El Maestro dice: ‘Se acerca mi hora.
Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”’.
Los discípulos hicieron lo que Jesús les ordenó y lo prepararon todo para la Pascua”.
“Después de caer la tarde, él llegó allí con los Doce.
Y, mientras estaban sentados a la mesa comiendo, Jesús les dijo: ‘Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar, uno de los que están comiendo aquí conmigo’.
Ellos se pusieron muy tristes y uno tras otro le fueron diciendo: ‘No seré yo, ¿verdad?’.
Él les dijo: ‘Es uno de los Doce, el que moja el pan conmigo en la fuente.
El Hijo del Hombre se va, tal como se escribió acerca de él.
Pero ¡ay del que va a traicionar al Hijo del Hombre!
Más le valdría no haber nacido’.
Mientras seguían comiendo, él tomó un pan, hizo una oración, lo partió, se lo dio a ellos y les dijo: ‘Tómenlo; esto representa mi cuerpo’.
Y tomó una copa, le dio gracias a Dios y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: ‘Esto representa mi sangre, “la sangre del pacto”, que va a ser derramada en beneficio de muchas personas.
Les aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el Reino de Dios’.
Por último, después de cantar alabanzas, se fueron al monte de los Olivos.
Y Jesús les dijo: ‘Todos ustedes van a fallar, porque está escrito: “Heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas”.
Pero, después de ser resucitado, iré delante de ustedes camino a Galilea’.
Pedro le respondió: ‘Incluso si todos los demás fallan, yo no lo haré’.
Entonces Jesús le dijo: ‘Te aseguro que hoy mismo, esta misma noche, antes de que un gallo cante dos veces, tú negarás tres veces que me conoces’.
Pero él seguía insistiendo: ‘Aunque tenga que morir contigo, yo nunca negaré conocerte’.
Y todos los demás empezaron a decir lo mismo.
Entonces llegaron a un lugar llamado Getsemaní, y él les dijo a sus discípulos: ‘Quédense aquí sentados mientras yo oro’.
Y se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y empezó a sentirse profundamente afligido y muy angustiado.
Les dijo: ‘Estoy tan angustiado que siento que me muero.
Quédense aquí y manténganse despiertos’.
Luego se alejó un poco de ellos, cayó al suelo y empezó a orar pidiendo que, si era posible, no le llegara aquella difícil hora.
Decía: ‘Abba, Padre, para ti todo es posible; quítame esta copa.
Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres’.
Después volvió adonde estaban ellos y los encontró dormidos.
Y le preguntó a Pedro: ‘Simón, ¿te dormiste?
¿No tuviste fuerzas para mantenerte despierto ni siquiera una hora?
Manténganse despiertos y oren constantemente para que no caigan en la tentación.
Claro, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil’.
Entonces se fue a orar de nuevo y pidió lo mismo que antes.
Volvió otra vez y los encontró durmiendo, porque tenían los ojos cargados de sueño.
Y ellos no sabían qué decirle.
Y vino por tercera vez y les dijo: ‘¡Están durmiendo y descansando en un momento como este!
¡Basta!
¡Ha llegado la hora!
Miren, el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
Levántense, vámonos.
Miren, ya está llegando el que me va a traicionar’.
Enseguida, mientras él todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los Doce, y con él venía una multitud armada con espadas y garrotes, enviada por los sacerdotes principales, los escribas y los ancianos.
Ahora bien, el traidor había quedado en darles esta señal: ‘Al que yo bese, ese es.
Deténganlo y llévenselo bien custodiado’.
Así que fue directamente hacia él, se le acercó y le dijo ‘¡Rabí!’, y le dio un beso cariñoso.
De modo que lo agarraron y lo detuvieron.
Pero uno de los que estaban allí sacó su espada, atacó al esclavo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
Por su parte, Jesús les dijo: ‘¿Salieron con espadas y garrotes para arrestarme como si yo fuera un ladrón?
Día tras día estuve con ustedes enseñando en el templo y no me detuvieron.
Pero esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras’.
Y todos lo abandonaron y huyeron.
Pero cierto joven que solo llevaba puesta una prenda de lino de calidad comenzó a seguirlo de cerca.
Trataron de atraparlo, pero él dejó atrás su prenda de lino y se escapó desnudo.
Entonces llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote, y todos los sacerdotes principales, los ancianos y los escribas se reunieron.
Pedro lo siguió de lejos hasta entrar en el patio del sumo sacerdote, donde se quedó sentado con los sirvientes de la casa calentándose junto al fuego.
Los sacerdotes principales y todo el Sanedrín buscaban algún testimonio contra Jesús para que lo mataran, pero no encontraban ninguno.
Y la verdad es que muchos presentaban acusaciones falsas contra él, pero sus testimonios no coincidían.
También, algunos se pusieron de pie y lanzaron este testimonio falso contra él: ‘Nosotros le oímos decir: “Yo derribaré este templo que fue hecho por la mano del hombre y en tres días levantaré otro que no estará hecho por la mano del hombre”’.
Pero ni en esto coincidían sus testimonios.
Entonces el sumo sacerdote se puso de pie en medio de ellos y le preguntó a Jesús: ‘¿No respondes nada?
¿Qué hay de lo que estos hombres testifican contra ti?’.
Pero él se quedó callado, no respondió nada.
De nuevo el sumo sacerdote se puso a interrogarlo.
Le preguntó: ‘¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?’.
Jesús entonces le respondió: ‘Lo soy.
Y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del poder y viniendo con las nubes del cielo’.
Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó la ropa y dijo: ‘¿Para qué necesitamos más testigos?
Ustedes mismos han oído la blasfemia.
¿Cuál es su decisión?’.
Todos decidieron que merecía morir.
Y algunos se pusieron a escupirle, a cubrirle la cara, a darle puñetazos y a decir: ‘¡Profetiza!’.
Y, después de darle bofetadas, los guardias del tribunal se lo llevaron.
Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote.
Cuando vio a Pedro calentándose junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: ‘Tú también andabas con el Nazareno, ese Jesús’.
Pero él lo negó.
Dijo: ‘Ni lo conozco ni entiendo de qué me hablas’.
Entonces salió a la entrada.
Pero la sirvienta lo vio y otra vez se puso a decirles a los que estaban allí: ‘Este es uno de ellos’.
Y él seguía negándolo.
Poco después, los que estaban por allí se pusieron a decirle de nuevo a Pedro: ‘No hay duda de que tú eres uno de ellos, porque está claro que eres galileo’.
Entonces, él empezó a maldecir y a jurar: ‘¡Yo no conozco al hombre del que hablan!’.
Al instante, un gallo cantó por segunda vez y Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: ‘Antes de que un gallo cante dos veces, tú negarás tres veces que me conoces’.
Destrozado, rompió a llorar”.
podrán escuchar la lectura.
Para terminar, hermanos, nunca olviden lo mucho que los queremos a todos.
Que esta Conmemoración les sirva para acercarse aún más a nuestro amoroso Padre celestial, a su Hijo amado y a sus queridos hermanos.