“No sé qué hacer.
No sé qué decisión debería tomar”.
¿Alguna vez te has sentido así?
Tal vez te encuentres en esa situación ahora mismo porque tienes que resolver algún problema familiar o porque tienes un problema de salud grave y tienes que decidir cómo atenderlo, o tal vez por algo relacionado con una responsabilidad teocrática.
Y, para complicar más las cosas, puede que no haya una decisión correcta y una incorrecta sino, más bien, varias opciones, cada una con sus ventajas y sus desventajas.
Además, vivimos en tiempos muy impredecibles.
Todo eso puede dejarnos paralizados, sin saber qué decisión tomar.
Todos hemos pasado por esa situación.
Bueno, el texto del día de hoy y su contexto contienen algunos puntos que pueden ayudarnos.
Vamos a leerlo nuevamente.
Es Hebreos 6:1.
Dice: “Por lo tanto, ya que hemos dejado atrás las enseñanzas básicas acerca del Cristo, avancemos hacia la madurez”.
¿Notan?
Debemos avanzar “hacia la madurez”.
¿Y vieron que el versículo empieza con “por lo tanto”?
Esto es porque tiene algo que ver con lo que Pablo estaba diciendo antes.
Si vamos de vuelta al capítulo 5, en el versículo 11, ahí habla acerca de quienes no eran maduros.
No estaban comiendo alimento sólido; tenían que madurar.
¿Por qué?
Leamos el versículo 14, Hebreos 5:14: “En cambio, el alimento sólido es para personas maduras, para las que con la práctica han entrenado su capacidad de discernimiento para distinguir lo que está bien de lo que está mal”.
La madurez espiritual nos da poder, nos da “capacidad de discernimiento”.
Y esa capacidad nos ayuda a tomar decisiones, a pensar en principios que nos ayuden a tomar decisiones cuando las cosas no están claras o cuando no haya una regla que seguir.
Con eso en mente, contestaremos tres preguntas.
La primera, ¿por qué necesitamos madurez espiritual si queremos tomar decisiones basadas en principios?
La segunda, ¿cómo podemos usar los principios para tomar decisiones?
Y, la tercera, ¿qué ejemplos bíblicos o qué ejemplo nos da la confianza de que podemos tomar buenas decisiones sobre asuntos difíciles o complicados incluso si estamos solos?
Comencemos con la primera: ¿por qué hace falta madurez espiritual para tomar decisiones basadas en principios?
Imagínense que llegan a una puerta y ven que tiene un letrero que dice “No pasar”.
Y hay otra puerta más adelante con un letrero que dice “Cuidado al pasar”.
El primer letrero es muy claro: no hay que pasar.
Es una regla.
Pero para la otra puerta hay que tomar una decisión: “¿Debería pasar?
¿Por qué debo tener cuidado?
¿Necesitaré un casco?
¿Qué hay del otro lado de esa puerta?”.
O imagine que va conduciendo por un camino y ve un letrero que dice “Límite de velocidad 60”, mientras que en otro camino hay un letrero que dice “Conduzca con cuidado”.
De nuevo, en el primer camino, sé exactamente qué hacer: debo ir a 60 y no pasarme.
Pero en el otro camino debo tomar una decisión: ¿qué tan rápido debería conducir?, ¿qué velocidad sería segura?
O, para complicar aún más las cosas, imagine que el letrero de aquella puerta solo dice “Peligro” y el letrero del camino dice “Camino peligroso”.
¿Ahora qué hago?
¿Vale la pena pasar por esa puerta o ir por ese camino?
Bueno, ¿cuál es el punto?
El punto es que cuando hay una regla normalmente no hace falta pensar.
Tal vez no nos guste la regla, pero ya sabemos lo que hay que hacer.
Pero cuesta mucho más trabajo tomar una decisión si no hay una regla o si la situación no es tan clara como para saber exactamente qué hacer.
Para eso se necesita la madurez espiritual.
Ahora pasemos a la segunda pregunta: ¿cómo podemos usar los principios bíblicos para tomar decisiones?
Sabemos que hay que hacerlo, nos lo recuerdan todo el tiempo, ¿pero cómo lo hacemos?
Primero es necesario que identifiquemos los principios que encajan en nuestra situación.
Esto no significa tomar el primer texto que se nos ocurra o buscar algún pasaje que justifique lo que queremos hacer en ese caso.
No, debemos entender qué principios son aplicables a esa situación.
¿Y eso cómo se hace?
Bueno, dependiendo de lo complejo de la situación o de la decisión, hay que dedicarle tiempo.
Hay que investigar, meditar, orar...
Tal vez hacer unas anotaciones en una libreta para meditar en eso con tiempo.
Pero, una pregunta: ¿y si nos está costando mucho trabajo encontrar un principio que nos ayude con la situación que estamos enfrentando?
Les daré uno con el que pueden comenzar, y funciona para todo.
Vamos a Mateo, capítulo 22.
Seguro que recuerdan este pasaje, Mateo 22:37-39.
Antes un hombre le pregunta a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”.
¿Qué dijo Jesús?
Veamos la respuesta.
Mateo 22:37: “‘Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’.
Este es el primero y el más importante de los mandamientos.
El segundo, que es parecido, dice: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’”.
Aquí Jesús, en realmente muy pocas palabras, dijo a quiénes hay que tomar en cuenta al tomar una decisión y qué prioridad hay que darle a cada uno al tomar una decisión.
¿Entonces a quiénes hay que tomar en cuenta?
Obviamente a Jehová y al prójimo, pero no solamente a ellos.
Dice: Jehová, el prójimo y tú mismo.
Y ahora, ¿qué prioridad hay que darle a cada uno?
Bueno, obviamente Jehová se lleva el primer lugar.
Y generalmente ponemos el amor al prójimo justo después porque consideramos al prójimo superior a nosotros (ese es otro principio).
Pero noten que dice que hay que amar al prójimo como a uno mismo.
Así que habrá ocasiones en las que antes de pensar en cómo le afectará una situación al prójimo tendremos que pensar un poco en cómo nos afecta a nosotros.
Amor a Jehová, amor al prójimo, amor a mí mismo.
Por eso, cuando tengamos que tomar una decisión, preguntémonos: “Si elijo esta opción, ¿cómo va a afectar eso mi relación, mi amistad con Jehová?
¿Qué efecto tendrá esta decisión en la reputación de Jehová ante los demás?
¿De qué manera va a afectar al prójimo que yo haga o no haga esto?
¿Quién será el prójimo al que le afectará mi decisión?”.
Porque recordemos que el prójimo más cercano son los miembros de nuestra familia.
“¿Y cómo va a afectarme a mí que haga o no haga esto?”.
Así que los invito a que piensen en una decisión que tengan que tomar ahora.
Órenle a Jehová al respecto y vean cómo pueden poner en práctica este principio para tomar la mejor decisión.
Puede que se sorprendan de lo claras que verán las cosas y de cómo les vienen a la mente otros principios útiles.
¿Cuál es la lección?
La lección es que los principios nos ayudan a tomar buenas decisiones cuando las cosas no están claras.
Pero para eso hay que ser maduros.
Y, honestamente, ahora es el momento en el que tenemos que avanzar hacia la madurez para ser capaces de tomar decisiones basadas en principios.
¿Por qué?
Porque, mientras más cerca estemos del fin, más complicadas serán las situaciones que tengamos que enfrentar, más difíciles, y puede que las enfrentemos completamente solos.
Por ejemplo, tal vez perdamos el contacto con nuestros hermanos y hermanas.
O tal vez pasemos por algo que no hayamos enfrentado nunca, como ocurrió en la pandemia.
¿Qué vamos a hacer?
Seguro que nos irá bien si contamos con el espíritu de Jehová y somos maduros espiritualmente.
Eso nos lleva a la tercera pregunta: ¿qué ejemplo bíblico nos da la confianza de que podemos tomar buenas decisiones incluso en situaciones complicadas?
El profeta Daniel nos da un excelente ejemplo a todos.
Sabemos que al principio Daniel contaba con sus tres compañeros hebreos, con quienes podía conversar, compartir ideas, aclarar dudas.
Pero a ellos ya no se les menciona más adelante en la historia de Daniel.
¿Qué hizo Daniel entonces?
Porque tuvo que hacerles frente a muchas situaciones difíciles, complicadas.
Veamos, por ejemplo, Daniel 5:12.
Aquí se muestran algunas de las cosas que enfrentó.
Daniel 5:12: “Daniel […] tenía un espíritu extraordinario y tenía conocimiento y entendimiento para interpretar sueños, aclarar enigmas y resolver problemas complicados”.
¡Vaya, vaya!
¿A qué se refería con “resolver problemas complicados”?
Aquí la nota dice “desatar nudos”, así que eran problemas difíciles.
¿Y qué nudos tuvo que desatar Daniel mientras estuvo en Babilonia?
Bueno, no los conocemos todos, pero los que sí conocemos fueron problemas difíciles y graves.
Entonces, ¿qué le permitió a Daniel tomar buenas decisiones?
Haber sido una persona espiritual, tener madurez espiritual.
Sabemos que él acostumbraba a orar; oraba tanto que casi lo matan por eso cuando hicieron una ley que lo prohibía.
Pero él siguió orando.
Confió en Jehová y en su espíritu santo.
Él también estudiaba las Escrituras.
En Daniel 9:2 vemos que él dedujo, tras leer y analizar los libros sagrados, cuándo acabarían los 70 años.
Así que leía la Palabra de Dios y le sacaba provecho.
En Daniel 5:11 dice que tenía “el espíritu de dioses santos”.
Como era una persona madura en sentido espiritual, se dejó guiar por el espíritu santo y pudo tomar decisiones difíciles, aunque se encontrara aislado o completamente solo.
Entonces, que todos nosotros tengamos la determinación de seguir avanzando hacia la madurez espiritual.
No esperemos a que siempre haya una regla.
Tomemos decisiones basadas en principios, que estos guíen nuestra vida.
Si lo hacemos, Jehová nos ayudará, y también podremos resolver cualquier problema complicado que enfrentemos en estos últimos días.