William Turner: Demos siempre fruto (Juan 15:8)

Bueno, una idea animadora del comentario del texto de hoy es que dar fruto no se refiere a las personas a las que ayudamos a hacerse Testigos, y eso es muy lógico, porque todos predicamos en territorios diferentes y en condiciones y circunstancias diferentes.
Más bien, el fruto que damos —del que habla Juan 15:2— se refiere a la predicación de las buenas noticias.
Y, como sabemos, esa actividad es muy importante para Jesús y su Padre, Jehová.
Fíjense en cómo Jesús vuelve a enfatizar este punto en el versículo 8.
Ahí dice: “Esto glorifica a mi Padre: que den siempre mucho fruto y demuestren ser mis discípulos”.
Así que nuestra predicación da alabanza y gloria a Jehová.
Por eso, según nos lo permitan nuestras circunstancias, todos nosotros debemos buscar maneras de dar siempre fruto.
En otras palabras, todos deberíamos seguir esforzándonos por ser mejores predicadores y mejores maestros.
¿Cómo podemos lograrlo?
Bueno, los cristianos luchamos en una guerra espiritual y nuestro ministerio nos ayuda a combatir en esa guerra.
Así que comparemos la guerra espiritual a una guerra física.
En concreto hablaremos de un grupo muy especial de guerreros: los benjaminitas.
Vamos a ver algo que tienen en común tanto la guerra literal como la guerra espiritual.
Vayamos a Jueces 20:16: “En este ejército había 700 de los mejores soldados, todos ellos zurdos.
Cada uno de ellos podía lanzar una piedra con la honda y darle a un cabello sin fallar el tiro”.
Está claro que estos excelentes soldados tenían muy buena puntería, de hecho, impresionante.
¿Qué creen que necesitaron para conseguir este nivel de puntería?
Miren lo que dijo un experto sobre este tema.
Él dijo: “Estos hombres eran muy hábiles con el uso de la honda porque recibían un entrenamiento especializado muy intenso.
Para llegar a ser tan buenos, tenían que practicar el tiro con honda desde que eran niños.
Por eso, en las culturas en las que era común el uso de la honda, se empezaba a enseñar a los futuros soldados desde muy pequeños”.
Si comparamos lo que acabamos de leer con nuestra propia experiencia como siervos de Dios, ¿verdad que una de las primeras cosas que aprendemos los cristianos es a leer la Biblia, estudiarla y manejarla bien, con habilidad?
Y se nos anima a hacerlo todos los días no solo por nuestro propio bien, sino para poder ayudar a otros.
Sabemos que apartar tiempo para estudiar y entender bien lo que leemos es bueno para nosotros.
Gracias a eso, fortalecemos nuestra fe, adquirimos un conocimiento exacto de lo que enseña la Biblia y podemos transmitir su mensaje con exactitud.
Sabemos que la Palabra de Dios tiene poder, así que cuando les predicamos a otras personas nos basamos en la Biblia.
Una vez un hombre se acercó a una hermana y le preguntó que por qué era testigo de Jehová y por qué predicábamos los Testigos.
Para contestarle, la hermana sacó la Biblia, y entonces él la detuvo y le dijo: “No, no, no, no siga, no me lea nada de la Biblia.
Dígame solo lo que usted piensa”.
Y la hermana le dijo: “No puedo hacer eso”.
Él le respondió: “Tiene que entender que la Biblia es solo un libro, una buena guía”.
Y ella le dijo: “Es mucho más, si le da la oportunidad”.
Así que le leyó 2 Timoteo 3:16, 17.
Y, mientras la hermana le explicaba el texto, el hombre se quedó callado, mirando la Biblia fijamente.
Al final dijo: “Nunca había leído esto.
¡Qué interesante!”.
Luego sacó su teléfono para tomarle una foto al texto.
Está claro que lo que había leído le había impactado.
Si utilizamos la Palabra de Dios con habilidad para enseñar a otros, tendremos más posibilidades de dar en el blanco, de llegar al corazón de nuestros oyentes.
Vamos a ver otra característica de los benjaminitas.
Se encuentra en 1 Crónicas, en el capítulo 12.
Vamos a leer 1 Crónicas 12:2: “Estaban armados con arcos, y usaban tanto la mano derecha como la izquierda para lanzar piedras o para disparar flechas con el arco.
Eran de los hermanos de Saúl, de Benjamín”.
Los benjaminitas eran tan hábiles que podían adaptarse a cualquier circunstancia.
Podían usar las dos manos o cambiar de arma; les daba igual.
Estaban preparados para hacerle frente a cualquier ataque, viniera de donde viniera.
¿Se imaginan la ventaja que eso les daba en la batalla?
Pues, al igual que ellos, nosotros también queremos estar preparados y así poder vencer cualquier objeción que nos surja.
Así que debemos buscar maneras de ser adaptables a la hora de llevar nuestro mensaje a otras personas.
En este sentido el kit de enseñanza puede ayudarnos mucho, porque este kit contiene herramientas específicas para cada situación en particular.
Así que tenemos que pensar en cuál es nuestro objetivo.
¿Es que alguien conozca a los testigos de Jehová y su obra?
Pues hay varias herramientas para eso.
¿O estamos hablando con alguien de nuestra familia y deseamos despertar su interés por la verdad?
También hay herramientas para eso.
La idea es que tenemos distintas herramientas que nos ayudan a adaptarnos a cada situación.
Por ejemplo, habrán visto que los artículos recomendados en la página de inicio de nuestro sitio de internet van cambiando dependiendo de lo que sucede en el mundo.
Por eso, al empezar la pandemia, el artículo de portada de nuestra web hablaba de cómo prevenir las enfermedades contagiosas.
Pero después, para adaptarse a las necesidades de la gente, salieron otros como “Cómo calmar la ansiedad” o “¿Solucionan algo las protestas?”.
Nosotros también podemos hacer lo mismo.
Si estamos al tanto de lo que sucede en el mundo, podremos adaptar nuestro mensaje.
Esta es una excelente manera de hablar de la verdad con otras personas.
Como hemos visto en estos dos versículos que hemos analizado, los benjaminitas eran guerreros poderosos, muy bien preparados y con habilidades especiales.
Pero surge una pregunta: ¿significa eso que siempre ganaban todas las batallas?
Volvamos a Jueces, capítulo 20.
En este capítulo se habla de cuando los benjaminitas no quisieron entregarles a sus hermanos israelitas a unos hombres que habían hecho algo moralmente despreciable.
Por ese motivo, las tribus de Israel decidieron unirse para ir a luchar contra la tribu de Benjamín.
Y, aunque los benjaminitas tenían un buen ejército, cuando las demás tribus se unieron y pusieron toda su confianza en Jehová, ¡miren lo que pasó!
Versículo 35.
Ahí dice: “Jehová derrotó a Benjamín delante de Israel.
Aquel día, los israelitas mataron a 25.100 hombres de Benjamín, todos ellos armados con espadas”.
Jehová le dio la victoria a Israel.
¿Cuál es la lección?
Pues que, sin importar las habilidades, las destrezas o las aptitudes que tengamos en nuestro trabajo, en el ministerio o en cualquier otra asignación teocrática, no podemos ganar la batalla y dar fruto si nuestra relación con Jehová no es fuerte.
Otra manera de dar fruto es demostrando en nuestra vida las cualidades que forman parte del fruto del espíritu santo.
Así que es muy muy importante especialmente ahora que nos esforcemos por desarrollar y demostrar estas cualidades, cualidades que nos van a ayudar a permanecer limpios y a tener la aprobación de Jehová.
Además, estas cualidades también nos ayudarán a ser obedientes y a seguir las instrucciones de los hermanos que nos dirigen.
Cuando hablamos de dar fruto, puede que algunos pensemos que no es nada fácil.
Tal vez nuestras circunstancias hayan cambiado y no podamos hacer tanto por Jehová como hacíamos antes.
Si ese es nuestro caso, recordemos que Jehová entiende las limitaciones que podamos tener.
Y él no quiere que nos angustiemos por eso; él solo quiere que hagamos todo lo que podamos dentro de nuestras circunstancias.
Podemos confiar en que Jehová valora todo lo que hacemos.
Así que, como hemos visto, si nos esforzamos por usar la Biblia con habilidad y con exactitud, por ser adaptables en nuestro ministerio y por desarrollar cualidades que le agradan a Jehová, podemos estar seguros de que estaremos obedeciendo el mandato de dar siempre fruto, y todo para la gloria y alabanza de Jehová.



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