El título para este mes es: “A Jehová le agrada mucho lo que usted le da”.
Todos amamos a Jehová y queremos darle lo mejor.
Queremos que esté contento con los sacrificios que hacemos por él.
Por eso quizá nos esforcemos por participar al máximo en los emocionantes proyectos que la organización tiene en marcha.
¿Alguna vez se ha sentido frustrado?
¿Frustrado o incluso culpable o desanimado en su servicio a Jehová?
Por un lado, puede que a veces esté tan ocupado en tantas actividades de la organización que no le dé suficiente atención a su espiritualidad, a su familia o a usted mismo.
Y, por otro lado, puede que pase lo contrario.
Tal vez se sienta mal porque no puede hacer tanto como a usted le gustaría o tanto como hacen otros.
Por ejemplo, es posible que usted haya estado muy activo y, de repente, cambiaran sus circunstancias —sea por salud o por algún otro problema que surgió— y, entonces, todo se detuvo.
Este tipo de situaciones pudieran hacer que usted se pregunte: “¿Qué espera realmente Jehová de cada uno de nosotros?”.
En este discurso vamos a analizar tres puntos.
El primer punto es tener claro qué es lo más importante.
El segundo es no compararse con los demás.
Y el tercero, tener presente lo que es importante para Jehová.
Veamos el primero.
Jehová espera que tengamos claro qué es lo más importante.
¿Pero cómo se hace eso?
Un texto que me ayudó a mí fue 2 Corintios 8:12.
Para cuando se escribió esta carta, los cristianos de Judea estaban pasando por muchas pruebas.
Entre otras cosas, ellos eran víctimas del hambre, la persecución y la delincuencia.
Necesitaban ayuda.
Antes, en su primera carta, Pablo les había dicho a los corintios que apartaran dinero para ayudar a los hermanos de Judea.
Poco después, cuando el apóstol Pablo escribió su segunda carta a los cristianos de Corinto, los animó a tener listas sus donaciones.
Ahora que sabemos a qué se refería Pablo con hacer sacrificios, dar y ayudar a otros, vamos a leer 2 Corintios 8:12: Aquí Pablo está hablando de sacrificios que le agradan a Jehová y también de sacrificios que no le agradan.
¿Cuál es la diferencia?
Usemos la imaginación.
Imaginémonos a una familia en la ciudad de Corinto: el padre, la madre y sus niños.
Cuando se lee la carta de Pablo en la congregación, el padre la escucha y, lleno de entusiasmo, quiere hacer todo lo posible por ayudar a los hermanos de Judea.
Cuando la familia llega a su casa, él habla del tema con su esposa.
Le dice: “Tenemos un dinerito apartado para hacer algunas reparaciones en la casa, y también estábamos ahorrando para poder comprar otro burro.
Pero me gustaría usar ese dinero para ayudar a los hermanos necesitados de Jerusalén”.
¿Qué le parece?
¿Diría usted que es un sacrificio que le agrada a Jehová?
Sí.
Él y su familia van a donar dinero para ayudar a los hermanos, pero ese sacrificio es de lo que tienen.
Sin duda, ese sacrificio es muy valioso para Jehová.
Imagínese: la familia estaría encantada de apoyar esa decisión.
Pero ahora imagínese a otra familia de la misma congregación.
En este caso, cuando llegan a su casa, el esposo dice: “Ya sé que no tenemos ahorros, pero me gustaría donar el dinero que teníamos apartado para comer las próximas dos semanas para ayudar a los hermanos necesitados de Jerusalén”.
¿Qué le parece ahora?
¿Diría usted que es un sacrificio que le agrada a Jehová?
Son las mismas intenciones, el motivo es bueno y a lo mejor es la misma cantidad de dinero.
¿Pero está haciendo bien?
No.
¿Por qué?
Porque no da en función de lo que tiene.
Jehová no quiere que les quite el pan de la boca a sus hijos.
¡Imagínese a ese padre contándole su decisión a su familia!
Jehová le ha dado al padre la responsabilidad de alimentar a su familia.
Pablo dice que solo demos en función de lo que tenemos.
¿Qué nos enseña esto?
¿Cómo nos ayuda esto a tener claras nuestras prioridades y mantener el equilibrio?
Cuando hacemos sacrificios en función de lo que tenemos, le agrada mucho a Dios.
Pero lo que a Jehová no le agrada es que queramos darle más de lo que tenemos.
¿Cómo lo ponemos en práctica?
Bueno, hay cosas que para Jehová no son opcionales.
¿Cuáles son algunas de ellas?
Una de esas cosas es nuestra amistad con Jehová.
Él espera que mantengamos fuerte esa amistad dedicando tiempo a actividades tan importantes como orar desde el corazón, leer la Palabra de Dios y meditar en ella, asistir a las reuniones y participar en ellas y estar muy ocupados en el ministerio.
Así que no dejemos que nuestras ocupaciones en la organización les quiten tiempo a estas otras actividades que nos acercan a Dios.
Está claro que eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
Otro aspecto son nuestras responsabilidades familiares.
Jehová espera que cuidemos a nuestra familia, no solo en sentido físico y material, sino también en sentido espiritual y emocional.
Por eso hay que pasar tiempo juntos, estudiando la Biblia, participando en el ministerio y divirtiéndonos.
Eso significa que no debemos permitir que nuestras responsabilidades en la organización nos impidan dedicar suficiente tiempo a cuidar a nuestra familia.
Eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
Otro aspecto es nuestra salud.
Jehová desea que le sirvamos con toda el alma.
Eso implica hacer todo lo que nuestra salud nos permita.
Así que hacemos todo lo posible por cuidar nuestra salud al comer sanamente, dormir suficientes horas, hacer ejercicio de forma regular… Una vez más, no debemos permitir que nuestras responsabilidades en la organización nos impidan cuidar nuestra salud.
Eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
¿Vemos cuál es la lección?
¿Cómo podemos tener claro qué es lo más importante?
Acuérdese del principio bíblico de 2 Corintios 8:12.
Jehová aquí nos dice: “Dame en función de lo que tienes, no de lo que no tienes, y eso es lo que realmente me agrada mucho”.
Pero, aunque tengamos claro qué es lo más importante, es todo un reto mantener el equilibrio.
El equilibrio no es algo que, una vez que lo alcanzas, ya está.
No, es como un equilibrista, que tiene que ir pensando y cambiando sus movimientos para mantener el equilibrio.
Pasa lo mismo si queremos mantener el equilibrio en nuestra vida.
Yo lo trato de hacer constantemente, y estoy seguro de que ustedes también lo hacen.
Tenemos excelentes publicaciones con consejos muy útiles para organizar nuestro tiempo.
Veamos dos ejemplos.
En la ¡Despertad! de abril de 2010, página 7, hay un artículo que se titula “Veinte consejos para que el tiempo le rinda”; y en la de febrero de 2014, página 6, hay otro artículo que se titula “Cómo invertir sabiamente el tiempo”.
Allí encontrará información que le ayudará a tener claro qué es lo más importante y a mantener el equilibrio.
El segundo punto que nos ayudará a mantener el equilibrio es no compararse con otras personas.
Siempre habrá alguien que dé en su servicio a Jehová más que nosotros.
Y, si empezáramos a compararnos con ellos o a pensar que le agradan más a Jehová que nosotros, no solo podríamos perder el equilibrio, también la felicidad.
Respecto a la importancia de no compararse con los demás, pensé en los profetas Daniel, Ezequiel y Jeremías.
Como recordará, estos hombres vivieron en la misma época, pero las circunstancias de cada uno eran muy diferentes.
Daniel vivía en la corte del rey de Babilonia.
Es cierto que pasó por persecución y dificultades.
Pero, después de todo, era un oficial de la corte.
Había recibido capacitación para su puesto.
Así que las cosas eran relativamente fáciles para él.
Ezequiel vivía con otros desterrados en una comunidad junto al río Kebar.
En general, las circunstancias allá eran buenas.
Los judíos allá tenían cierto grado de libertad.
Tenían casas, tenían hijos, se establecieron ahí.
Se hicieron expertos en distintos oficios.
Así que todo parece indicar que llevaban una vida relativamente estable.
¿Y qué decir de Jeremías?
Él estaba en Jerusalén.
Parece que siempre había alguien que quería matarlo.
Casi todo el tiempo estaba escondido o confinado.
Piense en esto: ¿Significaban las diferentes asignaciones que Jehová amaba o favorecía a unos más que a otros?
Para nada.
Solo era una asignación.
Jehová quería tener un profeta en Jerusalén, otro con los exiliados en Babilonia y tener otro en la corte del rey.
Solo era la asignación que le tocó a cada uno.
Si estos hombres se hubieran valorado a sí mismos según su asignación, o se hubieran comparado con los otros dos, seguro se habrían sentido desanimados.
Es posible.
Vamos a ver… Ezequiel y Jeremías pudieron haber visto a Daniel y pensar: “¡Guau!
Él tiene libre acceso al rey; vive donde se toman las grandes decisiones.
¡Qué emocionante vivir allí!
Puede usar su influencia para ayudar al pueblo de Dios.
¡Qué privilegio!
¡Ojalá yo estuviera ahí!”.
O Daniel y Jeremías pudieron haber visto a Ezequiel y pensar que querían estar en su lugar.
“Disfrutaríamos de cierta libertad junto con los exiliados, podríamos animarlos a ellos, a otros siervos de Jehová.
Podríamos ayudar a otros a conocer a Jehová”.
O, aunque no lo crea, Ezequiel y Daniel pudieron haber visto a Jeremías y pensar: “Su situación es difícil, pero está agarrando al toro por los cuernos.
Ahí es donde quiero estar, arriesgando la vida por Jehová y por mi pueblo.
Ahí está toda la acción”.
Distintas asignaciones, distintas circunstancias y distintos lugares; pero los tres eran especiales para Jehová.
¿Qué aprendemos?
Que debemos tener mucho cuidado de no comparar lo que hacemos con lo que hacen los demás.
Es bueno tratar de ver lo que podemos aprender de los demás y procurar seguir su ejemplo.
Pero ¡cuidado!
No caigamos en el error de medir lo que hacemos en nuestro servicio a Jehová basándonos en lo que otros hacen.
Podríamos terminar perdiendo la alegría, el equilibrio… Y podríamos caer en la trampa de hacer las cosas por el motivo incorrecto.
Esto nos lleva al tercer punto: Las circunstancias siempre cambian.
En el pasado, como vimos, tal vez hayamos hecho mucho en el servicio a Jehová.
Pero, debido a la situación en el mundo, eso pudo haber cambiado.
O puede que nuestras circunstancias sean diferentes.
¿Pero cambia eso lo que Jehová siente por usted?
No.
¿Y cómo lo sabemos?
¿Qué es lo más importante para nuestro Dios?
¿Qué lo hace a usted realmente valioso para Jehová?
Vamos a leer juntos Hechos 10:34, 35: Temer a Jehová, hacer lo que está bien y obedecer sus mandamientos.
¡Ahí lo tiene!
Eso es lo que hace que usted sea muy valioso para Jehová.
Pero a veces nos complicamos la vida pensando que no es suficiente, y pensamos que la asignación que recibimos es lo que realmente determina cuánto valemos para Dios.
Pero Jehová no ve las cosas de esa manera.
Un texto que me ha ayudado a mí es el de Eclesiastés 3:10: “La ocupación” se refiere a las cosas que hacemos, nuestras actividades.
Y Jehová nos da trabajo para mantenernos ocupados.
Cuando leo esto pienso en los padres con sus niños.
Cuando los llevan a la playa a pasar la tarde, ¿qué hacen?
Les dan juguetes y los ponen a jugar.
¿Para qué?
Para mantenerlos ocupados.
Y, en cierto sentido, es lo que Jehová hace con nosotros.
Si lo piensa bien, Jehová no necesita que nosotros hagamos el trabajo.
Jehová podría hacerlo perfectamente sin nosotros; pero nos dignifica y nos da la oportunidad de participar.
Nos da un trabajo con propósito.
Fíjese en lo que sigue diciendo el versículo 13 del mismo capítulo de Eclesiastés: El trabajo es un regalo de parte de Dios.
¿Le parece lógico que Jehová nos dé un regalo que nos cause estrés o que nos complique la vida?
No.
Él quiere que disfrutemos nuestro trabajo.
Somos nosotros mismos los que nos preocupamos tanto por darles un rango a las asignaciones o puestos de responsabilidad, o sea, en qué parte de la playa jugamos y con qué juguetes estamos jugando.
¿Qué es lo que realmente cuenta para Jehová?
Leamos un último texto, Eclesiastés 12:13.
Ahí dice: Temer a Jehová; obedecer sus mandamientos; en definitiva, servir a Jehová.
Haga todo lo que pueda, mantenga el equilibrio, dé en función de lo que tiene; esto es lo que cuenta.
Si hace esto, sean cuales sean sus circunstancias, a Jehová le agradará mucho lo que usted haga por él.