Mark Sanderson: Mantengámonos unidos y no dejemos que nada nos divida

El tema de nuestra asamblea es muy oportuno.

El mundo está lleno de conflictos y divisiones.

La gente sufre mucho, quieren vivir en paz y unidad.

Y la unidad es el tema de este mes y de este discurso.

El título es “Mantengámonos unidos y no dejemos que nada nos divida”.

Permítanme una pregunta: ¿En dónde guardan su billetera?

Cuando salen de casa, los hermanos seguramente la guardan en un bolsillo, tal vez en uno delantero.

No quieren que se les pierda o que se la roben.

Y las hermanas tal vez lleven su billetera en un bolso o una cartera que llevan muy bien apretadita al cuerpo.

Está muy protegida.

Todos sabemos que, si no tenemos cuidado, un ladrón nos la puede robar, y podemos quedarnos sin la billetera y sin lo que había dentro para siempre.

Lo mismo pasa con la unidad tan especial de la que disfrutamos los testigos de Jehová.

Tenemos que defenderla y protegerla.

No queremos que venga alguien y nos la robe.

Que nadie se equivoque, el Diablo está buscando cualquier oportunidad para robarnos nuestra valiosa unidad.

Pensemos en por qué nuestra unidad es algo tan especial.

A diferencia de otras religiones, nosotros no estamos divididos en diferentes agrupaciones.

Nosotros no tenemos testigos de Jehová del norte, testigos de Jehová del sur o testigos de Jehová ortodoxos.

Tal y como dijo el apóstol Pablo, estamos “unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”.

Tampoco estamos divididos por países.

No peleamos unos contra otros cuando las naciones van a la guerra.

Y tampoco dejamos que nos dividan las diferencias raciales.

Al contrario, muchos Testigos han arriesgado sus vidas para proteger a hermanos que pertenecen a otro grupo racial y que estaban sufriendo ataques o persecución solo por pertenecer a otra raza o a otra etnia.

Además, todos trabajamos en la misma dirección.

Por ejemplo, sin importar dónde vivamos, todos predicamos las mismas buenas noticias y recibimos la misma preparación, la misma enseñanza en nuestras reuniones.

¿Es posible encontrar esa unidad por ahí en el mundo?

¡Mire a su alrededor!

Las naciones se atacan constantemente unas a otras.

Los partidos políticos no logran ponerse de acuerdo.

Las empresas comerciales procuran destrozar a la competencia.

Y, en muchas comunidades de todo el mundo, se están cometiendo delitos de odio racial y étnico.

Pero qué diferentes somos los testigos de Jehová, ¿no es cierto?

Nosotros estamos unidos y no dejamos que nada nos divida.

Ahora bien, ¿por qué tiene cada uno de nosotros que proteger esa unidad?

¿No podemos esperar que Jehová la proteja por nosotros, que haga todo lo que sea necesario para que nunca la perdamos?

No del todo.

Proteger la unidad de nuestro pueblo es una responsabilidad que Jehová nos ha dado a cada uno de nosotros.

Debemos hacer nuestra parte para asegurarnos de mantenernos unidos y nunca dejar que nada nos separe.

¿Qué pasará si no lo hacemos?

Se pueden crear divisiones entre nosotros, situaciones muy parecidas a las que vemos en el mundo.

Eso mismo pasó allá en el siglo primero en Corinto.

Leamos juntos lo que Pablo escribió en 1 Corintios 1:11: ¿Cuál era el problema?

Unos decían: “Yo soy de Pedro”.

Otros decían: “Pues yo, de Pablo”.

Y otros más decían: “Pues yo soy de Apolos”.

Por eso es que en el capítulo 1, en el versículo 13, Pablo tuvo que decirles a sus hermanos cristianos: ¡Qué vergüenza manchar así el nombre de Jehová y la adoración pura!

Al permitir que hubiera divisiones entre ellos, aquellos discípulos hicieron que el cristianismo pareciera una religión cualquiera.

¿Podría suceder algo así hoy día en una de nuestras congregaciones?

Lo cierto es que sí.

Puede ocurrir si hay quienes se preocupan más por defender su propia opinión, su comodidad o sus preferencias que por defender la unidad del pueblo de Jehová.

Ser así de egoísta no es “fruto del espíritu” de Dios.

Más bien, refleja “el espíritu del mundo”.

Este mundo está empeñado en convencernos de que uno tiene que ponerse siempre por delante de los demás.

Pero Jehová nos enseña algo diferente.

1 Corintios 10:24 dice que no debemos buscar nuestro propio beneficio, “sino el de los demás”.

Y en el capítulo 13, versículo 5, Pablo dijo que el amor “no busca sus propios intereses”.

Además, Romanos 15:3 dice que el Cristo no buscaba agradarse a sí mismo.

Así pues, no podemos darnos más importancia a nosotros mismos ni a los privilegios ni a nuestras opiniones que a la unidad de la que disfrutamos.

Si no protegemos bien nuestra unidad, seremos como un hombre que descuidadamente deja por ahí su billetera y viene un ladrón y se la roba.

Si pensamos solo en nosotros mismos, estamos descuidando nuestra unidad, y Satanás nos la va a robar.

Y no tenga ninguna duda: Satanás va a aprovechar la oportunidad, y la congregación sufrirá las consecuencias.

Recordemos que es nuestra responsabilidad personal cuidar y proteger nuestra unidad, no solo en la congregación, sino también en los grupos de predicación, en las familias, en los matrimonios y entre amigos.

Ahora vamos a hablar de cuatro maneras en las que podemos asegurarnos de cuidar y proteger nuestra unidad cristiana.

La primera de ellas es seguir las instrucciones de la organización de Jehová.

En el año 2020, cuando empezó la pandemia del COVID-19, todos recibimos instrucciones.

Se nos dijo cómo beneficiarnos de las reuniones, cómo continuar con la predicación y qué hacer para cumplir con lo que pedían las autoridades locales.

¿Le parecieron bien?

¿Estaba usted de acuerdo con las instrucciones?

Si no lo estaba, ¿de todas maneras siguió las instrucciones?

¿Las apoyó por completo?

En ese caso, usted contribuyó a proteger nuestra unidad.

Cuando todos vamos unidos en la misma dirección siguiendo las instrucciones de nuestra organización, tenemos buenos resultados.

¿Como cuáles?

Como los que tuvieron los cristianos de la congregación del siglo primero cuando obedecieron las instrucciones que les dieron los apóstoles y los ancianos de Jerusalén.

Hechos 16:4, 5 dice: Tanto las congregaciones como los hermanos individualmente obedecieron y se sometieron a las instrucciones del cuerpo gobernante de aquella época, compuesto por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén.

¿Y vieron cuáles fueron los beneficios?

“Las congregaciones continuaron haciéndose firmes [...] y creciendo”.

Y eso es lo que ha sucedido gracias a que todos ustedes han seguido las instrucciones durante la pandemia del COVID-19.

Por ejemplo, ha aumentado muchísimo la asistencia a nuestras reuniones.

En el 2021, la asistencia a la Conmemoración fue la más alta de toda la historia.

¿Verdad que es maravilloso, hermanos, lo que Jehová puede conseguir cuando todos sus siervos colaboramos unidamente?

La segunda manera de proteger nuestra unidad tiene que ver con nuestra cultura.

En nuestra organización hay personas de todo tipo de culturas.

¿Verdad que es bonito conocer hermanos que usan otras formas de vestir, aprender de sus costumbres y probar sus comidas?

¡Nos encanta!

Pero ¿y si yo empezara a pensar que mi raza, mi etnia, mi gente, mi cultura, es superior?

¿No creen que si pensáramos así causaríamos divisiones?

Para conservar nuestra unidad, es mejor que no nos concentremos en esas pequeñas diferencias entre culturas, sino en lo que tenemos en común.

Por encima de todo somos testigos de Jehová, no africanos, asiáticos, norteamericanos, sudamericanos o europeos.

Nuestro pueblo son nuestros hermanos y hermanas espirituales, nuestra hermandad.

Nuestra cultura es el cristianismo verdadero.

Debemos estar dispuestos a adoptar la manera de pensar de Jehová, que aprendemos en su Palabra, y a dejar a un lado nuestras propias costumbres y nuestra cultura cuando sea necesario.

Así estaremos unidos y no dejaremos que nada nos separe.

Es tal y como se predijo en el libro de Sofonías 3:9: ¡Qué maravilla!

La tercera manera de conservar la unidad tiene que ver con las diferencias de personalidad.

Hoy día, la gente del mundo se ofende por cualquier cosa, pero nosotros no queremos ser así.

En Eclesiastés 7:9, según la nota, dice: “No te apresures [...] a ofenderte”.

Y si alguien hace algo que nos hiere, en ese caso, tenemos la oportunidad —y también el deber— de demostrar que valoramos nuestra unidad por encima de todo.

¿Y cómo lo hacemos?

Colosenses 3:13 dice: Notemos que el texto habla de soportarnos unos a otros y perdonarnos unos a otros.

Si lo pensamos bien, hay ofensas que son tan insignificantes que no necesitamos que vengan literalmente a pedirnos perdón.

Recordemos que todos somos imperfectos, así que a veces lo mejor que podemos hacer es soportarnos y dejar pasar el asunto.

Por ejemplo, puede que alguien haya invitado a otros hermanos a su casa y no nos haya incluido a nosotros; o que se le haya pasado saludarnos en el Salón del Reino, o que no nos haya elegido para comentar.

Estas cosas pueden hacer que nos sintamos ofendidos o incluso dolidos.

Pero no es que esos hermanos hayan pecado contra nosotros y tengamos que perdonarlos.

Son cosas que se hacen sin querer, por la imperfección, y tenemos que aprender a soportarlas.

Ahora bien, si resulta ser que un hermano comete de verdad un pecado contra nosotros, algo serio, que nos da una razón de queja, ¿qué es lo que nos dice este texto que debemos hacer?

Dice que nos perdonemos con generosidad.

Jehová lo perdonó con generosidad a usted, y también a mí.

Es imprescindible aprender a soportarnos y perdonarnos si queremos mantenernos unidos sin que nada nos separe.

La cuarta manera de mantener nuestra unidad es ayudar a los hermanos en tiempos difíciles.

En algunos países, además del COVID-19, los hermanos han tenido que enfrentarse a otros desastres, como huracanes, incendios y volcanes.

Y todo eso sin contar con otras dificultades que pudieran ser más comunes, como los achaques de la vejez, la pérdida de un ser querido, problemas de salud...

Lo cierto es que la lista es interminable.

¿Qué hacemos todos los testigos de Jehová cuando nuestros hermanos pasan por momentos difíciles?

Les brindamos ayuda al instante.

Estamos siempre ahí, a su lado.

En este mundo tan egoísta y dividido, esto no es algo de poca importancia.

Es algo que nunca debemos dar por sentado.

Jesús dijo en Juan 13:34, 35 que este tipo de amor, que hay que demostrar con hechos, libre de egoísmo, permitiría saber quiénes son sus discípulos.

Así pues, queridos hermanos, si nos esforzamos por proteger nuestra unidad de estas cuatro maneras que hemos analizado, demostraremos sin lugar a dudas que somos los verdaderos discípulos de Jesucristo.

Él sabía la importancia de la unidad.

Justo la noche antes de que lo mataran, él estaba muy preocupado por que sus discípulos mantuvieran su unidad.

En el libro de Juan, capítulo 17, él oró así.

Leamos los versículos 20 al 22: Está claro: Jehová contestó esa oración.

Él nos está enseñando a mantenernos unidos y no dejar que nada nos separe.

Por tanto, queridos hermanos, esforcémonos más que nunca por proteger nuestra valiosa unidad cristiana por medio de De esa forma, Satanás no tendrá ninguna oportunidad de robarnos nuestra unidad.

Más bien, nos mantendremos siempre unidos y no dejaremos que nada nos divida.



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