¡Bienvenidos al programa de mayo de JW Broadcasting!
Veamos parte de lo que les hemos preparado.
¿Cree que se le han escapado algunas oportunidades de hacer más por Jehová?
¿Siente que su edad o circunstancias le impiden ampliar su servicio a Dios?
Conoceremos a un matrimonio que aprendió que sí existen oportunidades de servicio al alcance de quienes desean hacer más.
¿Alguna vez ha recibido una asignación que lo intimidara?
Los hermanos Halme, que sirven en África occidental, nos hablarán de lo que les ayudó a aceptar una asignación difícil y a mantener la fe fuerte en momentos de mucha tensión.
¿Sirve usted de precursor regular?
¿Qué puede hacer para fortalecer a su congregación?
Tendremos un video muy útil para los precursores.
En la edición de este mes de JW Broadcasting, nos centraremos en el ministerio.
Antes de escuchar las experiencias de nuestros hermanos, me gustaría hablarles brevemente del tema central del programa: cómo darle nueva vida a nuestro ministerio.
Hermanos y hermanas, todos ustedes se siguen esforzando en la predicación, ¡y han logrado muchísimo!
Cada año, se dedican dos mil millones de horas al ministerio, se dan millones de cursos bíblicos y se bautizan cientos de miles de personas.
Si usted es un proclamador del Reino, ha contribuido a esas impresionantes cifras.
Aun así, todos nos enfrentamos a un peligro.
Con tantos asuntos que atender —no solo el ministerio, sino el trabajo, la familia y, algunas veces, los problemas de salud—, podríamos perder el sentido de logro.
Tal vez ni siquiera nos demos cuenta porque la tecnología nos hace creer que estamos logrando muchas cosas.
Pero ¿en qué se nos va realmente el día?
Veamos este video de un minuto.
Fíjense en lo que se ha convertido la vida de este joven y traten de identificar el problema.
¿Qué opinan de la vida que lleva este hermano?
Siempre está ocupado y tiene muchísimas cosas que hacer.
Pero la tecnología y el entretenimiento han secuestrado su atención.
¿Alguna vez se ha puesto a ver su teléfono mientras alguien le está hablando o preguntando algo?
Como usted no estaba prestando ninguna atención a lo que le decían, no supo qué responder.
Esa situación pudiera ser muy bochornosa, ¿no es cierto?
Pensemos ahora que es Jehová quien quiere hablarnos.
Aunque no estemos haciendo nada malo, podríamos estar tan inmersos en la rutina diaria que no prestemos atención a las animadoras palabras de nuestro Padre.
Esto podría sucederle a cualquiera.
Hasta podríamos estar cumpliendo con las actividades espirituales de manera monótona.
Una hermana dijo lo siguiente acerca de su servicio: “Salía a predicar, iba a las reuniones, estudiaba y oraba, pero lo hacía automáticamente, sin sentir nada”.
¿Se ha sentido así alguna vez?
Cuando ve tan felices a los hermanos que salen en JW Broadcasting, ¿se ha preguntado: “¿Por qué yo no tengo esa alegría?
¿Por qué me siento tan insatisfecho con mi servicio?”?
Tal vez su ministerio pueda compararse a un trencito que da vueltas y vueltas en el mismo sitio: va siempre al mismo territorio, sale siempre con el mismo compañero y dice siempre lo mismo en cada casa.
Claro, no hay nada de malo en tener una rutina.
Pero, si esta se vuelve monótona, podríamos perder las ganas de salir a predicar.
Podríamos empezar a ver nuestro servicio como algo aburrido.
Por supuesto, obtener buenos resultados nos da ánimo: encontramos a alguien que muestra interés, y nos sentimos ilusionados...
un inactivo se acerca al carrito y dice que quiere volver a reunirse, y nos sentimos emocionadísimos...
empezamos un curso bíblico, y no podemos contener la alegría...
Y es que todos nos ponemos muy contentos cuando alcanzamos buenos resultados.
Pero obtenerlos no siempre depende de nosotros.
La verdad es que podríamos pasarnos toda una mañana de casa en casa sin encontrar una sola persona.
O podríamos pasar meses haciendo revisitas sin empezar un curso bíblico.
Y entonces volvemos a caer en la monotonía.
Por favor, no me malinterpreten.
Esto no significa que estemos haciendo las cosas mal.
El problema es que quizás no estemos disfrutando de lo que hacemos bien.
A Satanás le gustaría que el servicio a Jehová se nos hiciera aburrido; le encantaría que perdiéramos la alegría.
Pero, si la perdemos, también perderemos la esperanza, las fuerzas...
y podríamos sentir ganas de rendirnos.
El punto es este: si su ministerio ya no lo hace tan feliz, siga luchando; no se dé por vencido.
Usted puede inyectarle nueva vida a su ministerio y servir a Jehová con fuerzas renovadas.
Para entenderlo, pongamos un ejemplo.
Tal vez usted se ha quedado fuera de su casa con la puerta cerrada.
Si consigue la llave, abrir es muy sencillo.
Una puerta cerrada con seguro podría parecer un obstáculo, pero no lo es si uno tiene la llave.
Lo mismo pasa si el ministerio ya no nos entusiasma.
Hay cosas que podemos hacer que son como esa llave; cosas que nos servirán para abrir la puerta a nuevas oportunidades y así darle un nuevo enfoque a nuestro ministerio.
Veamos una.
Vamos a buscar 1 Corintios 16:8, 9.
En estos versículos vemos que a Pablo se le presenta una oportunidad de ampliar su ministerio.
Y no duda en aprovecharla.
Primera a los Corintios 16:8, 9 dice: La oportunidad que se le presentó a Pablo no requirió que se fuera a otro lugar.
Usó la llave que tenía a la mano para entrar por esa puerta y ampliar su ministerio allí mismo donde estaba, en la ciudad de Éfeso.
Nosotros también podemos reinventarnos en nuestro ministerio aprovechando las oportunidades que hay donde ya vivimos.
Por ejemplo, ¿ha pensado en servir de precursor auxiliar o de precursor regular?
Tal vez pueda aprender un nuevo idioma a fin de apoyar a un grupo o congregación cerca de casa.
Cuando abrimos la puerta a nuevas oportunidades, incluso pueden surgir otras más.
Escuchen lo que comentó un hermano llamado Jacob: Sí, disfrutar más de nuestro ministerio depende de nosotros.
Si nos quedamos estancados en la misma rutina, nos sentiremos aburridos.
Pero, si usamos la llave que abre la puerta a nuevas oportunidades, nos sentiremos renovados, con un mayor sentido de logro.
Y no siempre es cuestión de dedicar más horas al ministerio.
A veces, lo que tenemos que hacer es aprovechar mejor el tiempo, tal como aconseja Efesios 5:16.
De hecho, hay quien dice: “No trabajes más, sino mejor”.
Y, para trabajar mejor, tal vez solo haya que hacer algunos cambios.
Por ejemplo, si siempre sale a predicar con la misma persona, ¿por qué no sale con otros publicadores?
¿Ha intentado cambiar sus presentaciones, quizás usando más la Biblia o los videos?
¿Puede participar en otros aspectos del ministerio, como la predicación con los carritos o la predicación telefónica?
¿Podría salir a predicar en un horario diferente, cuando más personas están en casa?
Hay algo más que podemos hacer para darle vida a nuestro ministerio.
Acompáñenme a leer Hechos 16:9, 10.
Aquí veremos que Pablo usa otra llave para abrir una puerta más.
Hechos 16:9, 10 dice: Pablo no se distrajo pensando en razones por las que quizás no le convenía ir a Macedonia.
No, él tomó acción inmediata: usó la llave, abrió la puerta y así revitalizó su ministerio.
Hay quienes piensan que no pueden ser precursores o mudarse adonde haya mayor necesidad porque ya no son tan jóvenes.
Pero no siempre tiene que ser así.
Por poner un caso, los que son padres pueden abrir la puerta a nuevas oportunidades y, de paso, darles un magnífico ejemplo a sus hijos.
Así lo hizo una madre de nombre Tara.
Ella dice: Anthony, el esposo de Tara, pudo ver el buen efecto que tuvo en sus hijas el esfuerzo de su esposa.
Con el tiempo, él también se hizo precursor.
Escuchen sus palabras: Esto me hace pensar en el buen ejemplo que me dieron mis padres.
Mi madre se bautizó en Canadá en 1940 con 16 años de edad.
Se acababa de prohibir la obra de los testigos de Jehová en el país.
Para colmo, su padre había muerto, y su madre no quería saber nada de los Testigos.
Aunque la gente era muy pobre en aquella época, los hermanos la animaron a ponerse metas espirituales.
Por eso, se hizo precursora regular en 1942, aunque nuestra obra seguía prohibida.
En 1947, la invitaron a servir de precursora especial en la provincia de Quebec.
En aquel entonces, los precursores especiales tenían que dedicar 200 horas cada mes al ministerio.
Con muy poco dinero en los bolsillos y sin el apoyo de su familia, mi madre aceptó la asignación.
Esta foto es de cuando ella y su compañera tomaron el tren rumbo a Quebec.
Cada vez que la veo, pienso en la valentía que ella demostró al aceptar esa asignación tan difícil y también en cuánta confianza en Jehová debió haber tenido.
Su ejemplo siempre me ha inspirado muchísimo.
Mi padre tiene el mismo empuje.
En el verano de 1976, cuando yo tenía 11 años, se anunció que habría una nueva faceta de servicio: el precursorado auxiliar.
Para ser precursor auxiliar, había que predicar 60 horas en un mes.
Como el mes de octubre de ese año tenía cinco fines de semana, mi padre animó a la congregación entera a probar el precursorado auxiliar.
Y muchos hermanos, incluido yo, lo intentamos.
Fue una experiencia muy bonita, y nunca la olvidaré.
Padres, no hay duda de que su buen ejemplo ayudará a sus hijos a dedicar su propia vida a Jehová y disfrutar de su servicio.
Entonces, hermanos, ¿qué vamos a hacer si nuestro ministerio se ha vuelto monótono?
No nos rindamos.
Hay varias maneras de darle nueva vida.
Y, con la ayuda de Jehová, lo lograremos.
Ahora conozcamos a algunos hermanos que han ampliado y revitalizado su servicio a Jehová.
Seguro que aprenderemos lecciones muy prácticas.
Para empezar, viajemos hasta Sudamérica... a Brasil.
Cristiano y Joana Souza encontraron una llave que les abrió la puerta a nuevas oportunidades.
Todo empezó cuando se leyó en su congregación una carta sobre la Escuela para Evangelizadores del Reino.
¿Qué bendiciones recibieron los Souza por ampliar su ministerio?
Nosotros ya teníamos nuestra propia casa y cierto grado de comodidad.
El trabajo de mi esposo era fijo, y yo estaba muy activa donde vivíamos.
Como precursora regular, daba varios cursos de la Biblia.
Me sentía satisfecha.
Pensábamos seguir así.
Veíamos que a los más jóvenes los invitaban a Betel o los asignaban de precursores especiales.
Así que, cuando nosotros llegamos a los 40, pensamos que ya no podríamos hacer más por Jehová.
Entonces llegó una carta a la congregación y todo cambió: nos dimos cuenta de que sí podíamos dar más.
Cuando escuché que hermanos de hasta 65 años podrían ir a una escuela teocrática, le dije a Cristiano: “¡Es ahora o nunca!”.
Así que, en la próxima asamblea regional, fuimos a la reunión para los interesados en ir a esa escuela.
Pero vimos que mi esposo no cumplía con un requisito: llevar dos años seguidos de precursor regular.
Pensé: “¿Por qué no?”.
Y, después de la asamblea, llené la solicitud de precursor.
Aunque no hay garantía de que te inviten en el primer año que solicitas el curso, no queríamos quedarnos esperando de brazos cruzados.
Vendimos la casa y, en solo dos semanas, todos los muebles.
Decidimos mudarnos adonde hubiera más necesidad de predicadores.
Solo echamos al auto “lo necesario”, aunque, a veces,“lo necesario” resulta ser mucho.
Pronto nos dimos cuenta de que no necesitábamos tantas cosas.
Nos emocionaba pensar que los hermanos esperaban nuestra llegada.
Llegamos a la gasolinera de un hermano.
¡Toda la congregación ya estaba allí esperándonos!
¡Sí, los nueve!
¡Aquello marcó nuestra vida!
En su rostro se veía cuánto deseaban que alguien llegara para ayudar.
Pero, para ser sinceros, fueron ellos quienes nos ayudaron...
hicieron mucho más de lo que nosotros hicimos por ellos.
Ahora podrían celebrarse las reuniones regularmente, incluido el discurso público.
Claro, en São Paulo celebrábamos todas las reuniones.
Pero en lugares apartados no es tan fácil recibir el alimento espiritual.
Por eso hace falta gente dispuesta a ayudar.
Un buen día nos llevamos una agradable sorpresa.
Un hermano llamó y me dijo: “Cristiano, ¿no has revisado tu correo?”.
¡Nos había llegado la invitación para la escuela!
La escuela es un regalo de Jehová.
Yo les digo a nuestros amigos que traten de ir a este curso, porque allí uno ve cómo Jehová cuida de su organización.
Lo único que él nos pide es darle lo mejor que tenemos, y eso es precisamente lo que te enseñan a hacer allí.
Nos asignaron a una congregación de Itiruçu.
Los hermanos son lindísimos.
De verdad estamos muy contentos.
Extraño tener mi propia casa.
Es muy cómodo no preocuparse por la renta.
También echo de menos aquel salón de belleza.
Pero nada te produce más satisfacción y alegría que dar una mano donde más se necesita.
Esa alegría es el antídoto perfecto contra la nostalgia.
No hemos sentido ganas de mirar atrás.
En la ciudad se vive a mil por hora.
Yo solo veía a mi esposa después del trabajo, cuando ya estaba agotado y tenía que atender asuntos de la congregación.
Casi no quedaba tiempo para nosotros.
¡Ahora es muy distinto!
Podemos estar juntos en el ministerio, en las reuniones y en casa.
El cambio nos ha ayudado mucho como pareja.
¡Y no estamos cansados!
—No sentimos que, por la edad, —No ya no tengamos nada que ofrecerle a Jehová.
Estamos convencidos de que aún nos queda mucho que dar.
Y queremos hacer más por él.
La escuela es prueba de que él espera eso de nosotros.
Nuestro deseo es dar el máximo adondequiera que nos envíe.
¡Estamos listos!
Esta es la única manera de realmente agradecerle a Jehová todo lo que nos ha dado: el territorio, el curso, la congregación, nuestros estudiantes...
No podríamos ofrecerle menos.
¿Siente que se le han escapado las oportunidades de ampliar su servicio, como pensaban los hermanos Souza?
Ellos aprendieron que quienes desean hacer más por Jehová sí tienen oportunidades a su alcance.
Decidieron abrir nuevas puertas de servicio, y han cosechado muchas bendiciones.
¿Pero notó cuándo llegaron las bendiciones?
Fue antes de ir a la escuela, cuando se mudaron para servir donde se necesitaban más publicadores.
Eso los ayudó a valorar aún más todo lo que Jehová nos da.
Si usted quiere matricularse en alguna escuela teocrática para revitalizar su ministerio, piense en lo que puede hacer para prepararse antes de asistir.
El caso de los Souza demuestra que, incluso mientras nos preparamos para ampliar nuestro servicio, cosechamos muchas bendiciones.
Cuando recibimos una responsabilidad que supone un reto, es importantísimo confiar en Jehová.
Pero ¿cómo demostramos que confiamos en él?
Tengo el placer de presentarles a un buen amigo, Shane Brady, que actualmente sirve junto a su esposa, Iolanda, en la sucursal de Finlandia.
En el pasado, él y yo trabajamos juntos en la sucursal de Canadá.
Shane lleva 22 años defendiendo legalmente a nuestros hermanos en muchos países, como Armenia, Kazajistán y Kirguistán.
Shane, ¡me alegro de verte!
¿Cómo estás?
Muy bien, Mark, gracias.
También me alegra verte.
Shane, queríamos saber: ¿a qué desafíos te has enfrentado al aceptar la labor de defender a nuestros hermanos en varios países?
La verdad es que hemos enfrentado algunos retos.
Uno es viajar a menudo.
Otro, el idioma, pues cada país al que vamos tiene una lengua diferente.
Hay juicios muy estresantes y, a veces, hemos sufrido el odio de nuestros adversarios en carne propia.
Claro. Y, a pesar de todo, tu esposa y tú han aceptado todas esas responsabilidades.
Valoramos mucho su disposición.
¿Puedes contarnos alguna experiencia para hacernos una idea del tipo de situaciones a las que se han enfrentado en esos países?
Bueno, ha habido muchas.
Pero ahora recuerdo una en particular.
Hace unos meses, se inició un proceso judicial contra un precursor especial.
Si la decisión de la jueza era desfavorable, nuestra obra en el país podía verse seriamente afectada.
Así que hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para presentar una defensa sólida.
Pero, a medida que avanzaba el juicio, no parecía que fuéramos a ganar.
Sin embargo, el último día, todo cambió.
Presentamos una petición para que se cerrara el caso.
Personalmente, yo no creía que eso fuera a funcionar, pero un hermano con el que trabajé muchos años siempre nos decía: “Hay que darle a Jehová algo para bendecir”.
Eso hicimos, y los resultados fueron sorprendentes.
Al presentar la petición, la jueza se dirigió al fiscal y le preguntó: “Bueno, ¿qué opina?”.
Para nuestra sorpresa, el fiscal estuvo de acuerdo con la petición e incluso fue más allá, pues le dijo a la jueza que se deberían tomar medidas en contra del funcionario que había acusado al hermano.
A ella le pareció bien, y el caso se cerró.
Al salir de la sala, miré a los demás hermanos que estaban conmigo y todos nos preguntamos lo mismo: “¿Qué pasó ahí dentro?”.
Estaba claro, Jehová había intervenido.
¡Increíble, Shane!
Ojalá pudiéramos escuchar muchas experiencias más.
¿Puedes contarnos aunque sea otra?
Por supuesto.
En otro país donde nuestra obra no está reconocida, arrestaron a algunos hermanos la noche de la Conmemoración por supuestas actividades religiosas ilegales.
Los condenaron a todos.
Así que se hicieron planes para presentar una apelación para cada uno de los casos, y los juicios se celebraron ante jueces diferentes.
Lo que comenzó mal, pues se había condenado a los hermanos, tuvo un resultado sorprendente.
Por ejemplo, en una de las apelaciones, poco después de empezar a presentarla, el juez nos interrumpió.
Entonces, nos hizo muchas preguntas sobre la Biblia y sobre nuestras creencias.
Respondimos sus preguntas durante un tiempo, y el juicio continuó.
Unos minutos más tarde, el juez nos volvió a interrumpir y comentó: “Recuerdo que leí en la Biblia...” —el juez dijo eso, ¿eh?— “leí en la Biblia que Jesús dijo: ‘Si me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes’”.
Nosotros le respondimos: “Sí, es verdad, Jesús dijo eso”.
Y el juez preguntó: “¿Creen que esa es la razón por la que los testigos de Jehová tienen problemas en esta zona?”.
Y, claro, le tuvimos que dar la razón.
Pero aquello no acabó ahí.
Después de unos minutos más, el juez volvió a parar el juicio.
En esta ocasión, comentó: “Miren, no estoy seguro de si Jesús dijo esto.
¿No está en la Biblia eso de ‘dónde están dos o tres reunidos, yo estoy en medio de ellos’?”.
Y le respondimos que sí, que esas eran palabras de Jesús.
Entonces, el juez miró a la sala, que estaba llena de hermanos y hermanas, y dijo: “Bueno, Jesús debe de estar en medio de nosotros hoy”.
Nos dieron ganas de aplaudir.
Al final de la audiencia, el juez falló a nuestro favor y absolvió al hermano, y todos los jueces de las demás apelaciones también absolvieron a nuestros hermanos.
¡Fue muy emocionante!
¡Qué bueno, Shane, impresionante!
Muchas gracias por contarnos estas experiencias.
Quería preguntarte..., a pesar de los retos a los que Iolanda y tú se han tenido que enfrentar, ¿cómo les ha beneficiado a ustedes aceptar este tipo de responsabilidades en diferentes lugares del mundo?
Nos ha beneficiado de muchas formas, Mark.
Nuestra relación con Jehová es más fuerte.
Confiamos mucho más en él.
Y hemos experimentado de primera mano el amor de la hermandad mundial.
¿Quieres que te cuente algo que nos pasó?
Sí, por favor.
Hace dos años, trabajábamos en un caso en el que la policía había entrado por la fuerza durante una reunión en un Salón del Reino de cierto país.
Golpearon brutalmente a los hermanos y amenazaron a las hermanas.
¡Fue horrible!
Semanas después, en el juicio que la propia policía había iniciado contra los hermanos, bueno, pues durante ese juicio la policía intentó arrestarme muchas veces, a mí y a otro hermano que estaba trabajando conmigo.
Lo intentaron durante dos días, incluso dentro de los juzgados.
Y mientras tanto, mi esposa allí delante, viendo todo lo que ocurría.
Pero ¿sabes qué fue lo más impresionante?
Que a pesar del terrible maltrato que habían sufrido nuestros queridos hermanos y hermanas unas semanas antes a manos de aquellos mismos policías, no dudaron en venir a ayudarnos.
Fueron como un muro protector a nuestro alrededor, y no se apartaron de nuestro lado hasta que todo acabó.
Vimos el amor en acción.
Así que, la respuesta a tu pregunta es que nos hemos beneficiado de muchas maneras.
Y no nos arrepentimos ni un solo momento de haber aceptado esta emocionante labor.
Muchísimas gracias, Shane.
Por favor, hazle llegar nuestro cariño a Iolanda.
Valoramos muchísimo el impresionante trabajo que realizan y deseamos que Jehová los siga bendiciendo con su espíritu.
Es un honor.
Deseamos seguir trabajando junto a ustedes, Mark.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer si deseamos renovar nuestro ministerio, pero no lo hemos logrado?
Vayamos a Italia para conocer a un matrimonio que quería participar en una campaña especial de predicación.
Estas campañas pueden cambiar la vida de quienes participan en ellas, pues los exponen a nuevos retos y los sacan de su zona de confort.
Aunque los Di Giacinto enfrentaron obstáculos que les impidieron participar en una de estas campañas, no dejaron de luchar hasta alcanzar su meta.
Vivimos en un pueblo tranquilo y muy bonito en el centro de Italia, entre el mar y las montañas.
Tenemos muchos amigos, algunos son muy buenos cocineros.
Llevamos varios años sirviendo en una congregación en el idioma rumano y les predicamos a personas que se han mudado a Italia en busca de nuevas oportunidades.
Cuando escuchamos el anuncio acerca de la campaña especial, nos miramos y dijimos: “¡Vamos!”.
—¡Vamos!
Se nos estaba abriendo “una puerta grande” para hacer más en el servicio a Jehová.
Pero había un problema: mi trabajo.
Iba a necesitar ausentarme un mes, y no sería fácil.
Oramos y nos pusimos a investigar.
Durante la adoración en familia decidimos que, para poder participar, pediría un mes de permiso.
Pero Jehová había pensado algo diferente, que nos permitiría tener las circunstancias adecuadas para ir.
Al día siguiente, cuando llegué al trabajo, me encontré con algo que no esperaba.
Debido a la crisis económica, mi jefe nos dio a algunos empleados la carta de despido.
No me preocupé, la verdad.
Confiaba en Jehová y sabía que esa nueva situación nos permitiría colaborar en la campaña.
Participar en esta campaña es un sueño hecho realidad.
Habíamos querido participar en el 2013, pero, por desgracia, a veces pasan cosas en la vida que uno no espera.
Recibimos una noticia terrible: a mi padre le habían diagnosticado cáncer de páncreas.
Fue un golpe emocional duro.
La tranquilidad con la que habíamos soñado casi se había esfumado.
En esos momentos, lo único que me ayudaba era pensar en las promesas que Jehová nos ha hecho.
Además del dolor por la muerte de mi padre, empecé a tener ataques de pánico.
Tenía miedo de algo que no existía...
tenía miedo de no poder seguir adelante.
Es ese sentimiento que te deja un nudo en la garganta, que no te deja ni respirar.
Me di cuenta de que solo Jehová podía llenar ese vacío que sentía.
Un día, después de la adoración en familia, Fabio y yo decidimos entregar la solicitud para ser precursores regulares.
Sentí que Jehová estaba a mi lado, abrazándome y apoyándome.
Han resultado ser los tres años más bonitos de nuestra vida, que nos han dado la oportunidad de participar en esta campaña tan especial.
En Rumania, hay muchos territorios aislados que los hermanos del país no pueden visitar porque quedan muy lejos.
Es toda una aventura llegar adonde vive la gente a través de caminos de tierra o hasta de barro.
Las personas son generosas, hospitalarias y genuinas.
Casi todo el mundo nos invita a entrar en la casa y quiere hablar con nosotros.
Es muy emocionante poder hablar con personas que, aunque no conocen a Jehová, tienen muchas ganas de aprender sobre temas doctrinales.
Experimentar una cultura diferente a la nuestra, ver a personas que viven de manera más sencilla y tratar de entender sus necesidades son cosas que nunca olvidaremos.
Y nos va a ayudar a ser más eficientes en la predicación cuando lleguemos a nuestra congregación, en Italia.
Ahora somos más fuertes que cuando salimos de Italia.
Esta campaña nos ha hecho apreciar aún más el ministerio y nos ha renovado el entusiasmo.
Tenemos ganas de llegar al territorio de nuestra congregación.
Estamos seguros de que Jehová nos brindará más oportunidades de ayudar a otras personas a que conozcan su maravilloso propósito.
¿Vieron lo que consiguieron los hermanos por mantener muy claro su objetivo?
Pudieron experimentar las alegrías del servicio de tiempo completo.
Ni siquiera la posibilidad de quedarse sin trabajo los hizo dudar.
Después de la campaña, regresaron a su congregación con bríos renovados.
Eso demuestra que, aun en las peores circunstancias, si mantenemos la vista fija en Jehová, fortaleceremos nuestra fe y le serviremos con mayor convicción.
Ahora conozcamos a Juuso y Pauliina Halme, un matrimonio de Finlandia que sirve en Sierra Leona, en África occidental.
Ellos recibieron una asignación que al principio los intimidó.
De hecho, algunos de sus peores temores se hicieron realidad.
¿Cómo los enfrentaron?
¿Cómo les dio Jehová “el poder que es más allá de lo normal” para aguantar?
Inquietarse no sirve de nada.
La verdad es que no hace falta preocuparse por lo que podría ocurrir.
Incluso si algo sucede, debemos dejar que Jehová se encargue de la situación.
Lo puede hacer de formas que nunca hubieras imaginado.
Somos Juuso y Pauliina Halme.
Nos encantaba servir en la sucursal de Finlandia.
Teníamos muy buenos amigos.
Nuestras familias vivían cerca y podíamos vernos a menudo.
En el Anuario del 2014, se hablaba de Sierra Leona.
Recuerdo que, mientras lo leía, le dije un par de veces a Pauliina: “Ese debe ser un lugar duro”.
Después de volver de Galaad, no lo podía creer.
Recibimos una carta en la que se nos explicaba que nuestro nuevo destino sería la sucursal de Sierra Leona.
Era un cambio tremendo para nosotros.
Entonces buscamos sobre Sierra Leona en Google y lo único que encontramos fue información sobre una guerra civil que había ocurrido años atrás.
Había empezado un brote del virus del Ébola en África occidental, y algunos de nuestros familiares estaban preocupados.
Esa fue nuestra primera impresión sobre este país.
Estábamos aterrorizados y no podíamos dormir.
Nos pasamos la noche orando.
Pero lo que más nos preocupaba del cambio era mi papá.
Llevaba dos años sufriendo una enfermedad terminal, y sabíamos que en algún momento la situación empeoraría.
Iba a necesitar más ayuda, y la mamá de Juuso también.
Si nos íbamos, ¿podríamos regresar a Finlandia?
Los vuelos son caros, y no teníamos ahorros.
Aunque teníamos todos esos miedos, después de orar mucho, nos dimos cuenta de que no podíamos decir que no.
Y entendimos que esa asignación venía de Jehová.
“Vamos allá, vamos a trabajar, demos lo mejor de nosotros”.
Y lo cierto es que en tres meses nuestro mayor temor se hizo realidad.
Su mamá nos llamó y nos dijo que su papá estaba muy mal.
Así que enseguida empezamos a buscar vuelos.
Y la siguiente llamada fue para decirnos que había fallecido.
Pudimos conseguir pasajes, ir a casa, estar con mi mamá y ayudar con el funeral.
Cuando regresamos a Sierra Leona nos sentimos contentos.
Y pensamos que ahora nos podríamos concentrar en nuestra asignación y en nuestro trabajo en Betel.
Pero, entonces, un día, mi papá nos llamó por Skype.
Nos dijo que le habían diagnosticado un cáncer muy agresivo y que estaba en el hospital, y nos preguntó si podíamos ir a visitarlos a Finlandia.
Pasamos 10 días preciosos con él y, después, falleció.
Ese fue el momento más difícil de nuestra vida.
Nos tomó por sorpresa, no nos imaginábamos algo así.
Ahora teníamos dos viudas que cuidar.
Así que nos preguntábamos si podríamos seguir en Sierra Leona.
Uno de nuestros textos favoritos entonces era Isaías 30:15, que dice: “Su poderío resultará estar simplemente en mantenerse sosegados y en confianza plena”.
Y al orar a Jehová y contarle lo que sentíamos vimos claramente cómo nos ayudaba a estar tranquilos y a tener paz.
También, algunos hermanos maduros nos aconsejaron no tomar decisiones apresuradas.
Así que confiamos en Jehová y nos dimos cuenta de que él quería que siguiéramos en nuestra asignación.
La verdad es que las bendiciones siempre superan a los desafíos.
Y hemos llegado a amar nuestro trabajo.
Los hermanos y hermanas de aquí son muy leales a pesar de sus problemas y desafíos.
Nos ponen un ejemplo maravilloso.
Es un país con mucho potencial, hay mucho trabajo que hacer...
Puedes dirigir todos los cursos bíblicos que quieras, así que es un paraíso para predicar.
Vivir todo esto nos hace muy felices porque Jehová es quien está escribiendo nuestra historia y, por supuesto, va a tener un final feliz.
Si Jehová quiere que vayas a algún lugar, no dudes en ir, descubre lo que tiene pensado para ti.
Y entonces de verdad podrás gustar y ver que Jehová es bueno.
En los momentos de mayor angustia, los Halme percibieron el cuidado amoroso de Jehová.
¡Y nunca se rindieron!
Si le servimos a Jehová sin reservas, podemos estar seguros de que él permanecerá a nuestro lado en las buenas y en las malas, y de que nos dará todo su apoyo, pase lo que pase.
¿Qué cualidad se necesita para servir en el extranjero, como hicieron los Di Giacinto, o para superar el temor a lo desconocido, como los Halme?
¡Se necesita valor!
Como se anunció el año pasado, la valentía es el tema de la asamblea regional del 2018.
En ella se presentará una película basada en la historia de un personaje bíblico que tuvo que ser muy valiente para cumplir con su asignación.
Nos alegra presentarles un avance de la película “La historia de Jonás, una lección de valentía y compasión”.
Papá dice que eres profeta.
Era profeta.
Traté de escapar de Jehová.
¿Pero cuándo le ha pedido Jehová a un profeta que vaya a otro país, y proclame algo así?
¿Y cómo es la gente?
Adoran dioses de guerra.
¿Cómo crees que son?
¿Qué vas a hacer ahora?
Por favor, Joanna, vuelve adentro.
—¡No! ¡Hablemos con papá!
—¡Joanna!
No puedo ir a Nínive.
—De verdad no puedo.
—Eres su profeta...
Pues ya no.
Entra, Joanna, lo siento.
Oh, Jehová, desde el vientre de la Tumba, te suplico que me ayudes.
¿Qué me va a pasar ahora?
Seguramente, estará ansioso de asistir a su asamblea regional; las primeras del año se celebrarán durante este mes.
Buena parte de nuestro programa ha destacado distintas formas de servir en el extranjero.
Pero, si sus circunstancias no le permiten participar en esta faceta, no olvide que hay muchas formas de darle nueva vida a su predicación ahí mismo en donde vive.
Por ejemplo: De los más de 100.000 publicadores que hay en Corea del Sur, unos 40.000 son precursores regulares.
¿Qué esfuerzos hacen estos hermanos tan entusiastas para llegar a más personas en territorios que se predican con frecuencia?
Veamos.
No llevaba ni un año bautizado cuando me hice precursor, y por eso tenía ganas de ser más hábil en la predicación.
Quería compartir mi esperanza con los demás.
Pero es muy difícil encontrar a las personas en sus hogares durante el día.
Y, si las encuentras, no es fácil conversar con ellas.
Nuestra congregación hizo planes para predicar en los negocios de siete a nueve de la mañana, así que pensé que esa podría ser una buena manera de llegar a más gente y tener buenas conversaciones.
Pero la verdad es que me cuesta levantarme temprano y que las mañanas no son mi mejor momento del día.
Así que tuve que hacer ajustes y no hacer planes por las noches ni acostarme tarde.
Las ideas para presentar las publicaciones que se dan en las reuniones me han ayudado.
Antes, apenas usaba la Biblia en la predicación, pero ahora hasta dirijo algunos cursos bíblicos.
El tiempo que pasa mientras vamos de un negocio a otro es muy edificante, porque compartimos ideas para mejorar nuestra forma de predicar y nos animamos unos a otros.
Participar regularmente en la predicación en los negocios me ha permitido ser más eficaz en el ministerio.
Siento que estoy progresando en sentido espiritual y que predico mejor.
Entre semana, trabajo para mantener a mi familia, así que normalmente salía a predicar los fines de semana.
Pero no era fácil encontrar a la gente en casa, porque es cuando hacen planes para salir.
Y, claro, es difícil disfrutar de la predicación cuando no encuentras a casi nadie.
Yo quería ponerle un buen ejemplo a mi familia, pero era todo un reto mantener el entusiasmo por la predicación.
Por eso comencé a predicar al atardecer los lunes, martes y viernes.
Normalmente, salgo de trabajar alrededor de las cinco.
No es fácil cambiarse y salir a predicar después de un largo día de trabajo.
Pero seguí atendiendo a mis revisitas y tuve experiencias muy animadoras.
Un joven a quien visitaba aceptó un curso de la Biblia y está progresando muy bien.
Mis hijos pueden ver que disfruto mucho de la predicación y, por eso, ahora ellos también predican con valor en sus propias palabras, incluso cuando enfrentan oposición.
Estoy muy orgulloso de ellos.
La verdad es que prepararlos y enseñarles a hacer buenas revisitas y a dirigir cursos bíblicos me produce mucha alegría.
Servimos en un pequeño pueblo rural.
Aquí muchos se van a trabajar al campo temprano por la mañana y vuelven tarde por la noche, así que casi no están en sus casas durante el día.
Y, aunque a veces sí los encontramos, es difícil tener buenas conversaciones, y aún más complicado hacer revisitas o dirigir cursos bíblicos.
Cuando llegaba a casa después de predicar, me preguntaba: “¿Qué logré hoy en la predicación?”.
Es un pueblito.
A muchas personas les preocupa lo que pensarán los vecinos si se enteran de que hablaron con nosotras.
Así que hasta los que estaban interesados en saber más de la Biblia tenían reparos en recibirnos y conversar.
Era una lástima.
Nos pusimos a pensar en cuál sería el mejor momento para visitar a las personas, y nos dimos cuenta de que muchas están más tranquilas y dispuestas a hablar sobre la Biblia si las visitamos alrededor de las nueve o las diez de la noche.
Pensé mucho en cómo ayudar a mis estudiantes a recibir alimento espiritual de forma regular.
Una de mis estudiantes trabajaba de nueve de la mañana a diez de la noche.
Le pregunté si podíamos vernos temprano por la mañana y me dijo que sí.
A menudo les digo a mis estudiantes que me llamen cuando tengan un ratito para hablar.
Y, cuando me llaman, salgo para allá enseguida sea la hora que sea.
Hay una señora de más de ochenta años que ha ido a la iglesia toda su vida.
Para adaptarme a sus necesidades la visito a las nueve o diez de la noche para estudiar la Biblia.
Cuando llego a casa me siento cansada y tengo hambre, pero saber que he ayudado a esta señora a aprender más de la verdad me permite mantener mi gozo.
Ahora dirijo unos doce cursos bíblicos.
Intento hacerme “toda cosa a gente de toda clase” para adaptarme a sus necesidades.
Y me da mucha satisfacción y alegría ver progresar a mis estudiantes.
Así es como Jehová quiere que cumplamos nuestro ministerio.
Tal vez sienta que ya le ha dado muchísimas vueltas a su territorio.
Sin embargo, tal como un pescador busca el mejor momento para pescar, nosotros tenemos que predicar cuando podamos encontrar a más personas.
Como vimos, la hermana organizó su horario para dar un curso bíblico a las nueve o diez de la noche.
Claro, debemos ser prudentes y no correr riesgos innecesarios ni visitar a la gente en momentos inoportunos.
Lo importante es ser adaptables al elegir el horario, el lugar y el método para predicar.
Así obtendremos buenos resultados, como nuestros hermanos de Corea del Sur.
Y nos sentiremos más satisfechos mientras participamos en la trascendental labor de buscar a los que están “correctamente dispuestos para vida eterna”.
Los precursores regulares se esfuerzan mucho por ayudar a sus hermanos a disfrutar al máximo de su ministerio.
Pero ¿verdad que ellos también podrían quedar atrapados en la rutina, como dijimos antes?
En el siguiente video, observaremos a una precursora que se da cuenta de que necesita hacer ciertos cambios.
¡Qué bueno que María quisiera que predicáramos juntas!
Pero yo ya había quedado con Sara.
Las dos tenemos horarios parecidos y nos encanta predicar juntas.
Trato de hacer mis horas entre semana...
¿Alguien ya tiene planes?
Aunque a veces también salgo a predicar los sábados.
Hermana Martin, ¿podría salir con Rachel?
Gracias a todos.
¿Alguien tiene algún plan en especial?
OK.
Joanna, con Sara.
¿Alguno de ustedes tiene planes con alguien?
—Sara, tengo un curso bíblico.
¿Me acompañas?
—¿Puedo salir con Alisha?
—Claro.
—Perfecto, voy contigo.
—Joanna, ¿podrían salir juntas?
Mmm... Me gustaría, pero acabo de hacer planes con Sara.
Lo siento mucho.
Está bien.
María, ¿podrías ir con ella?
Al hacer mi lectura de la Biblia aquella noche, me impactaron las palabras de 2 Corintios 6:12, 13: Me di cuenta de que algunos hermanos de aquella congregación se perdieron una bonita bendición por alejarse del apóstol Pablo.
Entendí que yo también estaba poniendo límites a mi felicidad por no predicar con más hermanos.
Estaba cumpliendo con mi precursorado, pero de una forma rutinaria.
¿Cómo estás, María?
Bien, ¿y tú?
¿Crees que podrías acompañarme a dar un curso bíblico este sábado?
¡Me encantaría! Gracias.
Genial.
Después nos ponemos de acuerdo.
—Los invitamos a tomar sus asientos.
—Ya empieza la reunión.
La reunión está a punto de empezar.
A la chica con la que estudio le cayeron muy bien María e Isabel.
Y yo aprendí mucho de ellas.
Ahora trato de predicar todos los fines de semana...
¿Alguien tiene planes?
... y de salir con diferentes hermanos.
Y en una mañana de predicación, aprendí más de la hermana Martin que en todos los años que hemos estado juntas en la congregación.
Aún me encanta predicar con Sara.
Pero me doy cuenta de que salir con diferentes hermanos me hace más feliz.
Me alegro tanto de haber abierto mi corazón a otros en la congregación.
Joanna se dio cuenta de que ser precursora regular significa más que solo cumplir con una cuota de horas.
Ella vio que, si quería animar a otros, tenía que salir con diferentes hermanas y apoyar su grupo de predicación.
Los cambios que hizo fueron sencillos, pero la ayudaron a revitalizar su ministerio.
Todos apreciamos mucho el amor y la abnegación de nuestros precursores.
¿Se siente motivado a hacer cambios en su servicio?
Sean grandes o pequeños, aun si se queda en el mismo territorio, usted puede sentir la satisfacción de darle nueva vida a su ministerio.
De eso trata el video musical de este mes, titulado “Hoy voy a cambiar”.
♪♪ La monotonía me tiene mal, y día tras día me hace sentir fatal.
Servir a Jehová no debe ser así.
Hay mil metas delante de mí, ¡voy a cambiar el chip!
(ESTRIBILLO) Ya no pienso dejar otro día más.
Hoy voy a cambiar, sin mirar atrás.
Un nuevo camino voy a buscar.
Y tengo la clave: confiar en Jehová.
Estoy demostrando un gran valor: me voy alejando de mi zona de confort.
Me gusta sentir el corazón a mil.
Superé la rutina por fin, ¡ya vuelvo a ser feliz!
(ESTRIBILLO) Porque voy a lograr ser quien quiero ser.
Hoy voy a cambiar, tengo que poder.
Hay puertas abiertas de par en par.
Y no tengo miedo: me guía Jehová.
Ayer, parecía que sería tan difícil.
Qué mal, todo iba mal, ¡y no sé por qué!
Y hoy decidido voy, buscando metas nuevas.
Al fin, puedo sonreír, ¡me siento superbién!
Ya no pienso dejar un minuto más.
Hoy voy a cambiar, sin mirar atrás.
Ahora ya sé cuánto puedo dar, y ya tengo la clave: confiar en Jehová.
(ESTRIBILLO) Ya no puede pasar un segundo más.
Por fin voy a dar lo que soy capaz.
Y sé que Jehová me bendecirá, pues tengo la clave: Ya no puede pasar un segundo más.
Hoy voy a cambiar, sé que soy capaz.
Ni nada ni nadie me detendrá.
Y tengo la clave:
confiar en Jehová.
Confiar en Jehová. ♪♪ El Cuerpo Gobernante valora enormemente todo lo que hace cada uno de los publicadores.
¡Los felicitamos, queridos hermanos, por mantenerse activos en la predicación!
Recuerden que “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que [...] [han mostrado] para con su nombre”, como dice la Biblia en Hebreos 6:10.
Saber eso puede impulsarnos a evaluar nuestro ministerio a fin de encontrar maneras de revitalizarlo y de participar al máximo en él.
Para finalizar, recibamos los saludos de nuestros hermanos de Bosnia-Herzegovina.
Este país se encuentra ubicado en una región montañosa.
Tiene una larga e interesante historia y, desde la Edad Media, ha sido un punto de encuentro para las culturas de oriente y occidente.
Debido a que sus habitantes profesan diversas creencias, los 1.160 hermanos que viven allí deben adaptar su forma de predicar para llegar al corazón de quienes los escuchan.
Aquí vemos la ciudad de Mostar, a las orillas del río Neretva.
Este río fluye a lo largo de 230 kilómetros (más de 140 millas).
Durante el conflicto de los años noventa, Mostar fue parte del frente de batalla; muchos de sus edificios todavía llevan las marcas de la intensa lucha.
Además, muchas personas de esta región aún sufren debido a las heridas emocionales que les dejó la guerra.
Nuestros hermanos hacen grandes sacrificios para llevar un mensaje de esperanza a las personas que lo necesitan.
En los años treinta, un precursor llamado Alfred Tuček encabezó la predicación en la ciudad de Mostar.
De hecho, él fue uno de los primeros precursores de la antigua Yugoslavia.
En la actualidad, la congregación de esta ciudad cuenta con unos sesenta publicadores, incluidos nueve precursores y cuatro misioneros.
Todos ellos nos envían sus saludos y su cariño.
Y así, desde la sede mundial de los testigos de Jehová, concluimos nuestro programa mensual de JW Broadcasting.