JW Broadcasting: febrero de 2018

‎¡Bienvenidos al programa ‎de este mes!

‎Seguro que disfrutarán ‎de lo que hemos preparado para ustedes.

‎Una pregunta: ‎¿se les ha hecho difícil responder ‎a una persona que cuestiona ‎sus creencias de forma agresiva?

‎A muchos nos ha pasado.

‎Hoy veremos cómo Grayson ‎hace frente a dicha situación.

‎Algunos padres han aprovechado ‎sus circunstancias ‎para servir de tiempo completo, ‎pero sin descuidar ‎la crianza de sus hijos.

‎¿Cómo lo han logrado?

‎La familia Schiller ‎nos dará la respuesta.

‎También veremos ‎la alegría y los beneficios ‎que provienen de asistir ‎a la escuela de precursores.

‎Pero en este caso los estudiantes ‎no son precursores sino betelitas.

‎Además, aprenderemos ‎a usar bien el tiempo ‎a fin de atender ‎“las cosas más importantes”.

‎Todo esto y más en nuestro programa ‎de JW Broadcasting.

‎Muchos han visto ‎que la predicación pública ‎es una forma muy productiva de difundir ‎las buenas nuevas en su territorio.

‎Al hablar ‎de esta faceta del ministerio, ‎tal vez se nos venga a la mente ‎una zona urbana ‎o una calle muy transitada.

‎Pero veamos cómo se lleva a cabo ‎en un lugar muy distinto.

‎El libro de Romanos, en el capítulo 1, ‎el versículo 20, ‎nos muestra que podemos percibir ‎el poder de Jehová ‎en las cosas que ha creado.

‎Al llegar a un parque nacional ‎y ver tanta belleza, ‎inmediatamente piensas en ese texto.

‎Varios que participan ‎en esta faceta de la predicación ‎viajan una hora y media ‎para llegar aquí.

‎Algunos hasta más de tres horas.

‎Los parques nacionales tienen, ‎por lo general, ‎una zona para la libre expresión.

‎Así que nos dan permiso para entrar ‎y poner allí ‎los carritos de publicaciones.

‎Es un lugar perfecto para relajarse.

‎Y cuando la gente está relajada, ‎tiene ganas de conversar.

‎El paisaje les hace pensar ‎en la existencia de Dios ‎y en su propia espiritualidad.

‎Al ver las portadas tan bonitas ‎de las publicaciones sobre esos temas, ‎les llama la atención.

‎Viene gente ‎de todas partes del mundo ‎y de muchas culturas diferentes.

‎Y muchas veces tenemos publicaciones ‎en su idioma.

‎La obra que llevamos a cabo ‎con los exhibidores ‎ayuda a muchas personas, ‎sobre todo a quienes no tienen acceso ‎a publicaciones bíblicas.

‎Una pareja de China se acercó ‎y dijo: ‎“Gracias por darnos una Biblia ‎en nuestro idioma”.

‎¡Nos alegró el día!

‎Fue estupendo.

‎Tal vez no se acerquen a conversar, ‎pero al ver los carritos, ‎quizá piensen: ‎“Es lo mismo que vimos ‎en el aeropuerto y en la ciudad”.

‎Luego se preguntan qué hacíamos allí ‎y de qué hablábamos, ‎y visitan nuestro sitio de Internet.

‎A veces nos sentamos aquí ‎y la verdad es que nos parece ‎un sueño ‎que tengamos la oportunidad de predicar ‎con los exhibidores ‎en un lugar tan bonito.

‎Muy pronto, ‎estos parques nacionales ‎no serán tan solo un lugar retirado ‎que visitar.

‎El mundo entero será como un parque.

‎¡Qué alegría sentiremos ‎cuando todos podamos disfrutar ‎de la hermosa obra de arte ‎que Jehová ha hecho para nosotros!

‎Cualquier persona que se dé tiempo ‎para contemplar la creación ‎puede percibir las cualidades de Jehová.

‎Por eso se logra tanto al predicar ‎en un lugar donde la creación ‎se manifiesta en todo su esplendor.

‎Claro, por lo general ‎hay que pedir permiso a las autoridades ‎para predicar en un lugar así.

‎Por cierto, la idea de darnos tiempo ‎para meditar ‎tiene mucho que ver ‎con el tema que quisiera tratar hoy.

‎Me gustaría hablarles de un recurso ‎muy valioso que todos poseemos: ‎el tiempo. ‎Sin duda, el tiempo ‎es algo que tenemos en mente ‎en todo momento del día. ‎Solo piense en cuántas veces ‎miramos el reloj ‎o el teléfono para saber la hora ‎y ver si estamos a tiempo, ‎si tenemos tiempo de sobra, ‎si nos queda poco tiempo ‎o si el tiempo se nos acabó.

‎Pero ¿qué es el tiempo? ‎Un diccionario lo define ‎como una “secuencia continua ‎no afín al espacio”. ‎Otro dice que es “lo que se mide ‎en segundos, ‎minutos, horas, días y años”. ‎Es prácticamente imposible ‎explicar de forma sencilla ‎qué es exactamente el tiempo. ‎Y la Biblia tampoco lo define. ‎Eso pudiera indicar que Jehová sabe ‎que es algo que escapa ‎a nuestra comprensión.

‎Sin embargo, la Biblia ‎sí habla del tiempo. ‎Nos dice que para Jehová ‎es un asunto muy serio. ‎Y explica que es algo ‎que debemos usar bien. ‎Además, nos da la esperanza ‎de vivir por tiempo indefinido, ‎es decir, por toda la eternidad.

‎Ahora bien, sabemos ‎que todo ser humano ‎tiene la misma cantidad ‎de horas y minutos cada día. ‎Los ricos ‎no pueden comprar más horas ‎ni los científicos ‎inventarse más minutos. ‎Tampoco podemos ‎recuperar el tiempo perdido ‎ni guardarlo para otro día. ‎Piense en esto: ‎todos tenemos ‎la misma cantidad de horas al día ‎que Jesús tenía ‎cuando estuvo en la Tierra. ‎Y no hay duda de que nadie ‎ha aprovechado mejor el tiempo ‎que el Hijo de Dios.

‎Se ha dicho que el tiempo ‎es más valioso que el oro. ‎Y todos tenemos que decidir ‎cómo vamos a invertir ‎el tiempo que tenemos. ‎Con respecto a esto, ‎hay un principio bíblico ‎que nos puede ayudar. ‎Fue el apóstol Pablo quien lo puso ‎por escrito en su carta a los Filipenses, ‎capítulo 1, versículos 9 y 10. ‎El versículo 9 dice: ‎Por eso, el título del programa ‎de este mes es ‎“Apartemos tiempo ‎para ‘las cosas más importantes’”.

‎Esto presenta dos desafíos. ‎El primero es que tenemos que determinar ‎cuáles son las cosas ‎más importantes de la vida. ‎El versículo que acabamos de leer ‎se ha traducido también ‎de esta manera: ‎“Que perciban lo que es vital”. ‎Así que es imprescindible distinguir ‎entre los asuntos de poca importancia ‎y los que son de importancia vital.

‎Además de la responsabilidad de trabajar ‎para mantener a la familia, ‎ocuparnos de las tareas de la casa ‎y cuidar de los niños ‎o de nuestros padres mayores, ‎también debemos atender ‎muchos asuntos ‎relacionados con nuestra adoración ‎a Jehová. ‎Por ejemplo, tenemos que leer la Biblia ‎y meditar en ella, ‎estudiarla personalmente y en familia, ‎prepararnos para las reuniones ‎y asistir a ellas, ‎cumplir con nuestras responsabilidades ‎en la congregación ‎y participar en el ministerio cristiano.

‎A parte de todo esto, ‎¿quién no quiere tener tiempo ‎para descansar, ‎hacer ejercicio, ‎darle cariño al jardín, ‎distraerse un poco ‎o visitar a la familia y los amigos?

‎Pero ¿hemos sentido alguna vez ‎que el tiempo no nos da, ‎que por estar demasiado ocupados ‎nos falta tiempo para atender ‎los asuntos espirituales? ‎Por mucho que queramos, ‎ninguno de nosotros ‎puede añadirle una hora al día ‎ni un día a la semana ‎para hacer más cosas.

‎Así que debemos ser selectivos ‎al decidir cómo vamos a usar el tiempo.

‎Para usar bien el tiempo y hacer más, ‎tenemos que establecer prioridades. ‎¿Y eso qué significa? ‎Significa que tenemos que decidir ‎cuáles son las tareas más importantes ‎y hacerlas primero, ‎es decir, hacer esas cosas ‎antes que otras menos importantes.

‎En la Biblia, ‎encontramos un proverbio ‎que ilustra muy bien la importancia ‎de establecer prioridades en la vida. ‎Proverbios 12:11 dice: ‎Está claro que el agricultor ‎no debería perder su valioso tiempo ‎en cosas de poca importancia, ‎cuando tendría que dedicarlo ‎a trabajar en el campo.

‎De manera parecida, ‎el cristiano que se esfuerza ‎por cultivar su espiritualidad ‎conseguirá la bendición de Jehová, ‎mientras que quien se distrae ‎con cosas de poca importancia ‎pone en riesgo su amistad con Dios. ‎¿Cómo evitamos ese peligro? ‎Asegurándonos de no robar tiempo ‎a los asuntos espirituales ‎para dedicarlo ‎a cosas que nos distraigan ‎de servir a Jehová ‎con toda el alma.

‎Por ejemplo, pensemos en el tiempo ‎que dedicamos a hablar con los amigos. ‎¿Cuál debe ser la prioridad? ‎¿Empezamos cada día ‎con una oración a Jehová ‎para alabarlo y darle gracias ‎por otro día de vida? ‎¿O primero llamamos a un amigo ‎para saber cómo le va? ‎No hay nada malo ‎en hablar con amigos. ‎Pero asegurémonos ‎de dedicar tiempo a hablar ‎con nuestro mejor amigo, Jehová. ‎Comunicarnos con nuestro Padre celestial ‎es más importante, ‎así que la oración ‎debe ser la prioridad.

‎El apóstol Pablo mencionó algo más ‎acerca de cómo debemos ‎usar el tiempo. ‎En Efesios 5:15-17 dijo: ‎Centrémonos ahora en el segundo ‎de los desafíos que mencionamos: ‎apartar suficiente tiempo para atender ‎las cosas más importantes. ‎¿Qué quiso decir Pablo ‎con la expresión ‎comprarse el tiempo oportuno? ‎Pues bien, significa ‎que tenemos que comprar tiempo ‎de ciertas actividades, ‎es decir, dejar de hacerlas, ‎para emplearlo en otras. ‎Entonces, conviene analizar ‎cómo estamos invirtiendo el tiempo ‎y ver si debemos comprar, ‎o apartar, algún tiempo ‎para emplearlo ‎en lo que es más importante.

‎Si percibimos ‎“cuál es la voluntad de Jehová”, ‎no dudaremos en dedicar ‎la mayor cantidad de tiempo posible ‎a fortalecer nuestra amistad con él ‎y dar todo lo que podamos ‎en el servicio sagrado. ‎¿Tiene usted un horario fijo ‎para las actividades espirituales?

‎En el caso de las reuniones, ‎el horario ya está hecho. ‎Sabemos exactamente cuándo se reúne ‎la congregación entre semana ‎y en el fin de semana. ‎Solo tenemos que asegurarnos ‎de que nada nos impida asistir, ‎pues las reuniones son una prioridad. ‎Hebreos 10:25 nos anima ‎a no “abandonar el reunirnos”.

‎Para todo lo demás ‎—leer la Biblia, ‎prepararnos para las reuniones, ‎la adoración en familia ‎y la predicación—, ‎tenemos que fijar nuestro propio horario ‎y ser fieles a él. ‎Así tendremos ‎una buena rutina espiritual.

‎Por ejemplo, ¿qué hace su familia ‎los sábados por la mañana? ‎Muchas familias tienen la costumbre ‎de salir a predicar. ‎Rara vez dejan que algo ‎les impida predicar ese día. ‎Para ellos, el sábado por la mañana ‎no es tiempo ‎de tomar clases de música o de baile ‎o de cocina, o de ir al gimnasio ‎o de cualquier otra cosa. ‎Es tiempo de predicar.

‎Tener esa costumbre ‎le simplifica la vida a la familia. ‎Nadie tiene que preguntarse ‎cada viernes ‎qué va a hacer ‎el sábado por la mañana. ‎La decisión de salir a predicar ese día ‎ya se tomó. ‎Si se hubiera dejado a la casualidad, ‎tendrían que decidir 52 veces al año ‎si saldrán o no a predicar el sábado. ‎Es mucho más sencillo ‎tomar de una vez por todas ‎la decisión de apartar ese tiempo ‎para predicar, ‎siempre y cuando no surja ‎algo importante que atender. ‎Claro, las circunstancias de ustedes ‎tal vez los obliguen a predicar otro día. ‎Pero ¿captan el punto, verdad? ‎Hay que fijar un horario ‎para predicar con regularidad. ‎En Marcos 13:10, ‎Jesús puso la predicación ‎en primer lugar cuando dijo: ‎“Primero tienen que predicarse ‎las buenas nuevas”. ‎Así que, para que los asuntos espirituales ‎sigan siendo ‎lo más importante en la vida, ‎primero, hay que darles prioridad ‎y, segundo, hay que apartar ‎suficiente tiempo para atenderlos. ‎Para lograrlo, ‎tenemos que fijar un horario ‎que nos permita fortalecer ‎nuestra espiritualidad ‎y participar de lleno en el ministerio.

‎Eclesiastés 3:1 subraya esta idea. ‎Dice: ‎Todos debemos tener ‎“un tiempo señalado” ‎para cada una ‎de nuestras actividades espirituales. ‎Si se nos hace difícil encontrarlo, ‎¿podríamos reducir el tiempo ‎que dedicamos al entretenimiento, ‎los deportes, los pasatiempos ‎y las redes sociales, ‎y dedicarlo a leer la Biblia, ‎estudiar en familia, ‎prepararnos para las reuniones ‎y predicar? ‎Hacerlo renovará nuestras fuerzas ‎para seguir sirviendo a Jehová.

‎Eso fue lo que hizo ‎un padre de familia que conozco. ‎Empezó a prepararse mejor ‎para comentar en la parte ‎“Busquemos perlas escondidas” ‎de la reunión de entre semana. ‎Ahora aparta tiempo todos los domingos ‎por la tarde para esto. ‎Los miembros de su familia ‎y de su congregación ‎se han beneficiado ‎de los excelentes puntos ‎que ha encontrado ‎al estudiar la lectura asignada, ‎y eso lo hace sentir muy bien.

‎Un matrimonio ‎decidió dejar a un lado ‎algunos de sus proyectos personales ‎y aficiones. ‎Incluso empacaron las cosas relacionadas ‎con estas actividades ‎para quitarlas de su vista ‎y que no los distrajeran. ‎Eran actividades innecesarias ‎y, por eso, podían vivir sin ellas.

‎A todos nos convendría ‎examinar nuestra vida ‎y limitar el tiempo que dedicamos ‎a actividades innecesarias ‎que podrían interferir ‎en nuestra rutina espiritual. ‎Las recompensas ‎pueden ser maravillosas. ‎¡Imagínense! ‎Si tan solo tomamos ‎treinta minutos al día ‎de algo que no es esencial ‎y lo dedicamos a leer la Biblia, ‎podríamos acabarla en un año. ‎¿Y qué sucedería si cada semana ‎dedicáramos una o dos horas más ‎a predicar? ‎Pensemos en todo lo que podríamos lograr ‎y en lo feliz ‎que se sentirán Dios y Jesús ‎al ver que apartamos tiempo ‎para las cosas más importantes.

‎¿Por qué hemos dedicado este tiempo ‎a hablar de cómo emplear el tiempo? ‎Por algo más que nos enseña la Biblia. ‎Primera a los Corintios 7:29 dice ‎que “el tiempo que queda está reducido”. ‎Y, sin duda, queda muy poco ‎para la gran tribulación. ‎Este no es tiempo de descuidar ‎la actividad más importante de todas: ‎nuestra adoración a Jehová.

‎Todos, jóvenes y mayores, ‎tenemos que apartar tiempo ‎para lo más importante.

‎Y de eso precisamente trata ‎el video musical de este mes.

‎¡Veamos!

‎♪♪ Cada día, tenemos que decidir ‎cómo servir a Dios y cómo vivir.

‎Hay tiempo de reír y de descansar, ‎pero hay algo que tenemos ‎que recordar: ‎(ESTRIBILLO) ‎lo principal de verdad, ‎las cosas vitales, ‎son las cosas espirituales.

‎Ser fiel a Jehová, ‎eso es lo que vale.

‎Hay que leer y meditar, ‎ir a las reuniones, orar, predicar, ‎vivir sin descuidar jamás ‎lo principal.

‎Qué fácil es dejar ‎de atender ‎nuestra propia familia ‎con tanto quehacer.

‎Pero no debemos olvidar ‎que si queremos velar ‎por su bienestar...

‎(ESTRIBILLO) ‎lo principal de verdad, ‎las cosas vitales, ‎son las cosas espirituales.

‎Ser fiel a Jehová, ‎eso es lo que vale.

‎Hay que leer y meditar, ‎ir a las reuniones, orar, predicar, ‎vivir sin descuidar jamás ‎lo principal.

‎(ESTRIBILLO) ‎Lo principal de verdad, ‎las cosas vitales, ‎son las cosas espirituales.

‎Ser fiel a Jehová, ‎eso es lo que vale.

‎Hay que leer y meditar, ‎ir a las reuniones, orar, predicar, ‎vivir sin descuidar jamás ‎lo principal. ♪♪ ‎¿Verdad que disfrutamos ‎de escuchar esta canción ‎y de ver a esos niños tan encantadores?

‎Hemos invitado a nuestro estudio ‎a dos jovencitos.

‎Ellos son Logan y Aiden.

‎Gracias por venir, muchachos.

‎Gracias por invitarnos.

‎¿Qué les pareció el video?

‎Me gustó que aparecieran ‎tantas familias ‎haciendo cosas ‎que le gustan a Jehová.

‎¡Qué bueno!

‎Me llamó la atención ‎que todos estuvieran ‎en un ambiente relajado, ‎no en un lugar con mucha gente.

‎Estaban en la playa, ‎donde podían hablar de la Biblia ‎y pasarla bien con su familia.

‎¡Muy buenas observaciones!

‎Quizás hayan notado que en el coro, ‎que se repite tres veces, ‎se dice que hay que dedicar tiempo ‎a lo más importante.

‎Y luego se mencionan al menos ‎tres cosas importantes.

‎¿Las recuerdan?

‎—Orar.

‎—Predicar.

‎—Y asistir...

‎—... a las reuniones.

‎Muy bien, excelente.

‎Tenemos que recordar esas cosas, ‎¿verdad?

‎Mi esposa y yo asistimos ‎a la misma congregación ‎que Logan, Aiden y sus familias.

‎Así que me consta ‎que ellos no faltan a las reuniones.

‎Algo que valoro mucho ‎es que siempre participan, ‎y lo hacen en sus propias palabras.

‎Dan un buen ejemplo.

‎Sigan así.

‎Ahora bien, ‎¿qué opinan de que haya videos ‎en la reunión de entre semana?

‎A mí me gusta.

‎Le dan variedad a la reunión.

‎Así, no solo hay discursos.

‎Correcto.

‎Todos los videos son muy buenos.

‎Cuando los vemos, ‎podemos entender mejor los discursos.

‎Y a veces hay videos de la serie ‎Hazte amigo de Jehová, ‎donde aparecen Sofía y Caleb.

‎Por cierto, déjenme preguntarles, ‎¿tienen alguna idea ‎para un nuevo video de Caleb?

‎Creo que yo tengo una.

‎Caleb está en la escuela ‎y lo invitan a un cumpleaños ‎en casa de un compañero.

‎Él regresa a su casa, ‎les enseña la invitación ‎a sus padres ‎y hablan de lo que él debería hacer.

‎Sofía le da unos consejitos ‎para que tenga el valor ‎de predicar en la escuela, ‎y entonces Caleb lo hace.

‎¡Interesante! Y tú, Aiden, ‎¿tienes alguna sugerencia?

‎Sí.

‎Un nuevo estudiante ‎llega a la clase de Caleb ‎y trae dulces ‎y pastelillos para todos ‎porque es el día de su cumpleaños.

‎Pero cuando viene adonde Caleb, ‎él le dice: “No, gracias”.

‎Entonces el niño se burla de él ‎porque, según él, ‎Caleb nunca se divierte ‎y no lo dejan comer dulces.

‎Luego Caleb ‎le cuenta a su familia lo que pasó ‎y, al final, le explica al niño ‎por qué no celebra los cumpleaños.

‎Muy bien.

‎Seguro que el Comité de Enseñanza ‎del Cuerpo Gobernante ‎tomará nota de sus recomendaciones.

‎Bueno, los hemos invitado al estudio ‎porque nos gustaría que nos ayuden ‎a hacer un experimento.

‎Tal vez algunos de los que están en casa ‎lo hayan visto antes.

‎Y puede que ustedes también, ‎pues se habló de esto ‎en el volumen 2 del libro ‎Lo que los jóvenes preguntan.

‎Respuestas prácticas.

‎Queremos ver ‎cómo podemos apartar tiempo ‎para “las cosas más importantes”.

‎Les explico lo que tenemos aquí.

‎Estos dos recipientes ‎representan una semana ‎en la vida de los siervos de Jehová.

‎Las piedras grandes ‎son las cosas importantes ‎que todos tenemos que hacer ‎durante la semana.

‎Y digamos que las pequeñas ‎son las cosas de poca importancia: ‎el entretenimiento, los deportes, ‎las redes sociales, ‎navegar por Internet, ‎los pasatiempos, ‎las clases de música, etc.

‎Todo eso es muy divertido ‎pero no es esencial.

‎Lo que queremos lograr ‎es que todas las piedras, ‎las grandes y las pequeñas, ‎quepan en el mismo recipiente.

‎Ok, Logan, ‎te voy a ir pasando las piedras ‎para que las acomodes ‎en el recipiente.

‎La primera representa el trabajo ‎que tiene que hacer un padre ‎para mantener a su familia, ‎o el trabajo de una mamá ‎que es precursora, ‎que trabaja fuera de la casa ‎o que, como las de ustedes, ‎tiene mucho que hacer ‎para atender su casa y a su familia.

‎También puede ser el tiempo ‎que ustedes pasan en la escuela ‎y haciendo las tareas.

‎Es mucho, ¿verdad?

‎Esta otra representa ‎todo lo que tenemos que hacer en la casa, ‎como limpiar, ‎lavar la ropa, cocinar, ‎cuidar del jardín y del automóvil, ‎y cosas como esas, ‎que tanto tiempo consumen.

‎Esta piedra nos recuerda ‎que también necesitamos dormir.

‎Y ahora vienen las cosas ‎más importantes: ‎las actividades espirituales.

‎Por ejemplo, leer la Biblia ‎y pensar en lo que leemos, ‎así como estudiar solos ‎y en familia.

‎Esta otra tiene que ver ‎con las reuniones, ‎e incluye prepararse, arreglarse, ‎ir hasta el Salón del Reino ‎y estar presente en ellas.

‎Y esta es el tiempo que pasamos ‎en la predicación ‎durante los fines de semana.

‎Claro, la idea ‎no es que las piedras se salgan.

‎—Pero no cupieron, ¿verdad?

‎—No.

‎Pues bien, cuando esto sucede, ‎algunos hermanos ‎pudieran sentirse tentados ‎a decir algo como: ‎“Quizás esta semana ‎no pueda salir a predicar” ‎o “Voy a tener ‎que faltar a la reunión” ‎o “No tendré tiempo ‎para leer la Biblia ‎ni para la adoración en familia”.

‎Pero ese es un grave error, ‎¿no creen?

‎Estas son las cosas más importantes, ‎las espirituales.

‎Entonces, ¿qué podemos hacer ‎para que todo esto quepa ‎en nuestro horario semanal?

‎Intentemos algo distinto.

‎Primero vamos a poner ‎las piedras grandes ‎en el recipiente vacío.

‎A ver si te caben todas, Logan.

‎¡Perfecto!

‎Cupieron todas sin problema.

‎De modo que sí podemos cumplir ‎con lo más importante.

‎Pero también necesitamos ‎un poco de tiempo para divertirnos, ¿no?

‎Aiden, ahora trata de meter ‎todas las piedritas que puedas ‎en el recipiente.

‎A ver cuántas te caben.

‎Todavía te caben más.

‎Bien hecho.

‎¡Mira cuánto te cupo!

‎Claro, no pudiste meter todo.

‎Pero está bien, ‎porque la Biblia dice ‎que para hacer lo más importante ‎hay que sacrificar otras cosas.

‎Si queremos cumplir ‎con lo más importante, ‎no quedará tiempo para todo ‎el entretenimiento que quisiéramos.

‎Entonces, ¿qué aprendemos ‎de este experimento?

‎¿Por qué no pudimos meter ‎todas las piedras grandes ‎en el recipiente la primera vez?

‎Aiden.

‎Porque había demasiada diversión.

‎Correcto.

‎Y, Logan, ¿por qué sí pudimos meter ‎todas las piedras grandes ‎la segunda vez?

‎Porque dejamos para después ‎las cosas menos importantes, ‎como la televisión ‎y los videojuegos.

‎Sí, las dejamos para el final.

‎Muy bien.

‎Ahora sabemos que hay que poner ‎las cosas más importantes ‎en primer lugar.

‎El éxito depende ‎de qué pongamos primero en la vida.

‎Agradecemos mucho su ayuda, ‎muchachos.

‎Sigan trabajando duro ‎en la predicación.

‎Nos vemos en la próxima reunión ‎en el Salón del Reino.

‎Teniendo en cuenta ‎esta comparación, ‎veamos el caso ‎de la familia Schiller.

‎¿Pueden los padres mantenerse ‎muy activos en la congregación ‎y a la vez criar a sus hijos?

‎¿Podrían ampliar su ministerio ‎y hasta participar ‎en el servicio de tiempo completo?

‎Veamos la respuesta.

‎A veces la gente nos dice: ‎“Bueno, y ¿cuál es su secreto?

‎¿Cómo criaron a seis hijos?”.

‎Nos casamos ‎el 16 de septiembre de 1972.

‎Enseguida empezaron a llegar ‎las asignaciones de la organización ‎y los hijos, todo junto.

‎Me nombraron anciano ‎poco después ‎de que se pusiera en marcha ‎el sistema de ancianos.

‎Los niños eran parte de todo eso.

‎Y, claro, ellos a veces ‎ni se enteraban.

‎Éramos sustitutos en el circuito, ‎¡y con cinco hijos!

‎Creo que ellos no se daban cuenta ‎de todo lo que hacíamos.

‎En 1989, ‎mientras éramos precursores, ‎tuvimos la oportunidad ‎de colaborar en Betel ‎por períodos de una o dos semanas.

‎En esa época ‎se estaba construyendo Patterson.

‎Y vimos que quizás ‎estábamos demasiado cómodos ‎con nuestra vida.

‎Un día, estando en Betel, dijimos: ‎“Miren, si necesitan ‎un médico en Patterson, ‎cuenten con nosotros; ‎podríamos hacernos disponibles”.

‎Y para nuestra sorpresa, ‎poco después nos preguntaron: ‎“¿Cuánto tiempo necesitan ‎para vender su casa y mudarse acá?”.

‎De modo que nos fuimos a Betel ‎con los seis niños.

‎Vendimos la casa ‎por menos de lo que valía ‎con la intención de irnos pronto ‎y empezar una nueva vida.

‎Pronto nos dimos cuenta de que si surgía ‎una oportunidad de servicio, ‎no debíamos decir no, ‎aunque tuviéramos hijos.

‎Cuando llegamos a Betel, ‎la mayor tenía 17 años.

‎Ser padres nos obligó ‎a mi esposo y a mí a ser humildes ‎porque en el momento en que sientes ‎que tienes una situación bajo control, ‎te das cuenta de que cada niño ‎necesita algo diferente.

‎Y cuando piensas: ‎“Ya sé cómo hacer esto”, ‎te salen con algo nuevo.

‎No descuidar las cosas básicas ‎era todo un reto.

‎Uno llega a casa agotado.

‎Sería muy fácil no hacer ‎el estudio de familia tan solo un lunes.

‎Pero creo que fueron ‎esas cosas básicas y cotidianas ‎las que nos dieron estabilidad.

‎A menudo pienso en lo que Jesús dijo ‎al final del Sermón del Monte...

‎lo que dijo ‎sobre la casa que se desplomó ‎porque sus cimientos no eran firmes.

‎Jesús no culpó a la tormenta, ‎sino a los cimientos.

‎Pasa lo mismo con los niños ‎—y hasta con los adultos—, ‎que ven probada su fe.

‎Por eso nos esforzamos ‎para que ellos tuvieran una buena base, ‎una que no fuera fácil de destruir.

‎Hay que prepararlos: ‎enseñarles a tratar a la gente ‎y entrenarlos para la vida.

‎Pensábamos: “Algunos padres obligan ‎a sus hijos a ir a la universidad”.

‎Nosotros solo les pedimos ‎a los nuestros ‎que fueran precursores ‎durante un año.

‎Cualquier tipo de educación ‎—me refiero a educación seglar— ‎te enseña alguna habilidad ‎para conseguir un trabajo.

‎Pero la Biblia te enseña a vivir ‎y te enseña principios ‎por los que guiar tu vida.

‎Los seis siguieron siendo precursores.

‎Para mantenerse, ‎trabajaron en diferentes cosas: ‎en limpieza, en almacenes de madera, ‎reparando techos...

‎Y ninguno se complicó la vida, ‎para poder servir a Jehová sin trabas.

‎Yo quería que mis hijos ‎vivieran para siempre ‎y sabía que tendría ‎que devolvérselos a Jehová.

‎No podemos olvidar que nuestros hijos ‎no nos pertenecen, son de Jehová.

‎Y debemos respetar eso.

‎Ya no les decimos ‎lo que deben hacer.

‎Estamos muy muy agradecidos ‎de que aparten tiempo ‎para hablar con nosotros, ‎por más lejos ‎y por más ocupados que estén.

‎Y, quizás no te acuerdes de esto, ‎pero recuerdo que una noche ‎te pregunté antes de que te durmieras: ‎“Con todo lo que has hecho ‎por Jehová, ‎¿qué te gustaría a cambio?”.

‎¿Te acuerdas de lo que me dijiste?

‎Dijo tres palabras: ‎“A mis hijos”.

‎Deuteronomio dice: ‎“He puesto delante de ti ‎la vida y la muerte, ‎[...] y tienes que escoger”.

‎Como padre, ‎uno hace lo que puede, ‎algunas cosas mejor que otras; ‎pero al final ‎cada uno tuvo que escoger.

‎La verdad es que no tenemos ‎ningún secreto.

‎Estamos muy orgullosos ‎de nuestros hijos ‎por las decisiones que han tomado, ‎por la clase de personas que son ‎y porque ellos mismos ‎eligieron este camino.

‎La vida nos ha enseñado ‎que no se deben desaprovechar ‎las oportunidades ‎de hacer más por Jehová.

‎¡Cuánto nos alegra ver ‎que, como los Schiller, ‎hay hermanos ‎que lo dan todo por Jehová!

‎El hermano Schiller dijo ‎que no descuidar las cosas básicas ‎ayudó a su familia ‎a mantenerse enfocada en lo espiritual.

‎Y, cuando surgieron oportunidades ‎de hacer más, ‎el hermano las pudo aprovechar: ‎fue precursor ‎y superintendente de circuito sustituto, ‎y puso sus conocimientos de medicina ‎al servicio del Centro Educativo ‎de Patterson.

‎Proverbios 10:22 dice: ‎La familia Schiller sabe lo ciertas ‎que son estas palabras.

‎Una de las maneras en las que Jehová ‎enriquece nuestra vida ‎es capacitándonos en las reuniones, ‎las asambleas ‎y las escuelas teocráticas.

‎Allí nos enseñan a darles prioridad ‎a “las cosas más importantes”.

‎Durante los últimos años, ‎se ha invitado ‎a los miembros de la familia Betel ‎a la Escuela del Servicio de Precursor.

‎Veamos cómo lo que han aprendido ‎los ha ayudado tanto en Betel ‎como en la predicación.

‎Para nosotros los betelitas, ‎fue muy especial ‎pasar seis días estudiando.

‎El Cuerpo Gobernante nos dio tiempo ‎para conocer mejor ‎las cualidades de Jehová, ‎y eso fue ‎una magnífica ayuda espiritual.

‎Para muchos betelitas, ‎fue un regalo de Jehová ‎porque nunca habían asistido ‎a esta escuela.

‎De hecho, un matrimonio que llevaba ‎cincuenta años en el servicio ‎de tiempo completo ‎nunca había estado ‎en la escuela de precursores.

‎Ya me habían invitado dos veces, ‎pero por desgracia no pude asistir.

‎Pensé que Jehová me estaba dando ‎otra oportunidad, ‎y esta vez no me la perdería.

‎Al principio, es un poco raro, ‎porque eres betelita, no precursor.

‎Pero, al ir a la escuela y ver el efecto ‎que tiene en tu predicación, ‎es realmente...

‎entiendes por qué ‎el Cuerpo Gobernante...

‎fue un gran regalo ‎que nos invitaran a la escuela.

‎Estás con hermanos ‎que llevan muchos años de precursores, ‎algunos han ido a Galaad, ‎han sido viajantes ‎o hasta han sido instructores ‎en la escuela de precursores.

‎Es genial.

‎En Betel hay un ambiente espiritual, ‎pero también necesitan ánimo.

‎Al estar en Betel, ‎predicamos menos ‎que cuando éramos precursores.

‎Así que es muy importante ‎aprovechar al máximo ‎el tiempo que pasamos predicando.

‎En la escuela de precursores, ‎aprendes mucho sobre la predicación.

‎Para prepararme para la escuela, ‎un mes hice ‎el precursorado auxiliar de 30 horas ‎y me esforcé por predicar más ‎durante los fines de semana.

‎Creo que todos los cristianos ‎debemos ponernos metas, ‎también quienes servimos en Betel.

‎Lo más importante ‎que aprendí en la escuela ‎es que, aunque estoy en Betel, ‎puedo hacer más por la congregación ‎y esforzarme más en la predicación.

‎Al terminar ‎la escuela de precursores, ‎vi que tenía que ser más humilde ‎tanto en mi servicio en Betel ‎como en la predicación.

‎Como en Betel tenemos ‎tanto alimento espiritual ‎a nuestra disposición, ‎puede ser fácil descuidar ‎el estudio personal.

‎Escuchar los comentarios ‎tan bien pensados ‎de los estudiantes y los instructores ‎me animó a dedicar ‎más tiempo a meditar.

‎Durante la escuela, tuve que estudiar ‎más de lo habitual, ‎así que tuve que pasar ‎más tiempo leyendo ‎para prepararme bien ‎para las clases.

‎Me ayudó mucho a mejorar ‎mi forma de predicar, ‎y estuvo muy bien ‎porque, en esta nueva escuela, ‎se hizo una escenificación ‎de lo que debemos evitar ‎y lo que debemos hacer.

‎En una escenificación ‎vimos lo que no hay que hacer ‎en un curso bíblico, ‎y me di cuenta de que yo hacía ‎algunas de esas cosas.

‎Vi que tenía que mejorar ‎mi forma de dirigir cursos bíblicos.

‎Una escenificación mostró ‎cómo predicar informalmente, ‎por ejemplo, ‎en la fila de un supermercado.

‎Esa escenificación me ayudó ‎a tener más confianza ‎al predicar de esta forma.

‎En la escuela aprendimos ‎muchas cosas sobre Jesús, ‎que era trabajador y entusiasta, ‎y se interesaba por los demás.

‎Su ejemplo me ayuda a trabajar más ‎y a hacerlo con entusiasmo, ‎y a ser más accesible ‎a mis compañeros.

‎Para eso estamos en Betel, ‎para apoyar la predicación.

‎No importa dónde sirvamos.

‎Todo tiene que ver con esa obra.

‎El fruto del espíritu ‎no solo nos ayuda en la predicación, ‎sino también al tratar con los hermanos ‎en el día a día.

‎El amor es muy importante ‎para servir en Betel.

‎Trabajo en el Departamento ‎de Computación, ‎y, claro, no hace falta amor ‎para usar computadoras.

‎Pero, gracias a la escuela, ‎estoy más decidido a tratar ‎con amor a mis hermanos.

‎De todas las escuelas ‎en las que he estado, ‎esta es la que ha tenido ‎un mayor impacto en mi vida.

‎En una semana, fortalece nuestra fe, ‎amplía nuestro punto de vista, ‎moldea nuestra conciencia ‎y hace crecer nuestro amor.

‎Sin duda, la escuela fomentó ‎el espíritu de precursor.

‎Aunque no somos precursores, ‎nos ayudó a comprender ‎la importancia del precursorado ‎y cómo nos hace sentir más gozo ‎en nuestro servicio a Jehová.

‎Así que es algo ‎que no debemos olvidar.

‎Agradecimos muchísimo ‎que se destacara esa idea ‎y cómo el precursorado ‎nos ayuda a proteger ‎nuestra amistad con Jehová.

‎No hay duda: ‎recibir más capacitación espiritual ‎es toda una bendición.

‎En Betel, dicha instrucción ‎incluye la adoración matutina.

‎De hecho, muchos de ustedes ‎han expresado cuánto disfrutan ‎los discursos de la adoración matutina ‎que hay en JW Broadcasting.

‎¿Qué les parece si vemos uno ‎en el que el hermano Geoffrey Jackson, ‎del Cuerpo Gobernante, ‎explica cómo podemos ‎ser fieles toda la vida, ‎tal como lo fue Abrahán?

‎Imagínese esta mañana ‎que le piden escribir ‎su biografía para La Atalaya.

‎Después del susto, ‎quizás se plantee ‎por dónde empezar.

‎Seguramente se habrá fijado ‎en que las biografías de La Atalaya ‎suelen comenzar con un párrafo ‎que narra un momento decisivo ‎en la vida de esa persona.

‎Por ejemplo, la biografía ‎del hermano Eric Beveridge, ‎que sirve aquí ‎en Betel de Estados Unidos, ‎comienza de esta forma: ‎“‘Sentencio al acusado ‎a seis meses de prisión’.

‎Con estas palabras ‎resonando en mis oídos, ‎fui a parar a la cárcel [...] ‎en Manchester (Inglaterra). [...] ‎Acababa de enfrentarme ‎a una de las pruebas ‎más duras de mi joven vida: ‎negarme a realizar ‎el servicio militar”.

‎Otro hermano, Harley Harris, ‎quien fue misionero en el Ecuador ‎por muchos años, ‎empieza hablando ‎del día 2 de septiembre de 1950.

‎Dice: “Estábamos ‎en una asamblea de circuito [...].

‎Una turba enardecida ‎nos había rodeado.

‎El alcalde había mandado ‎a la guardia nacional ‎para que nos protegiese, ‎y los soldados, con las bayonetas ‎caladas en sus fusiles, ‎flanqueaban la calle.

‎Entre insultos, caminamos ‎hasta nuestros vehículos [...], ‎a fin de continuar con la asamblea.

‎Fue allí donde me bauticé ‎a los 14 años”.

‎También, el hermano Don MacLean, ‎que es canadiense ‎pero ahora sirve ‎en el comité de la sucursal ‎de Australasia, ‎comienza así su historia: ‎“Allí estaba yo sentado, ‎hora tras hora, ‎con un miembro de la Real Policía ‎Montada de Canadá a mi lado.

‎Yo era su prisionero.

‎Íbamos rumbo al campamento ‎de prisioneros de [...] Ontario, Canadá, ‎y parecía que el viaje ‎de 2.400 kilómetros ‎(1.500 millas) ‎por tren nunca terminaría”.

‎Está claro que estos fueron ‎momentos decisivos ‎en la vida de esos hermanos.

‎¿Y usted?

‎¿Recuerda algún momento ‎que haya sido decisivo en su vida?

‎Quizás piense: ‎“Bueno, a mí nadie me apuntó ‎con un arma a la cabeza y me dijo: ‎‘¡Decida ahora si quiere ‎servir a Jehová!’”.

‎Pero todos hemos vivido momentos ‎que han sido decisivos ‎para nosotros.

‎Quizás cuando decidimos ‎servir a Jehová, ‎o empezar el servicio ‎de tiempo completo.

‎Para ello, tal vez tuvimos ‎que vender nuestra casa ‎o un negocio, ‎decidir si queríamos servir en Betel ‎o irnos a vivir a otro país.

‎También es posible que tuviéramos ‎que pasar por algunas pruebas...

‎Quizás rechazamos ‎la oportunidad de seguir ‎con nuestros estudios académicos ‎o dijimos que no ‎a un trabajo muy bien pagado.

‎Pues bien, sea como sea, ‎estoy seguro de que todos recordamos ‎algunos de estos momentos cruciales, ‎decisiones que tomamos ‎que tuvieron buenos resultados.

‎Pensemos ahora por un momento ‎en un siervo fiel de Jehová: Abrahán.

‎¿Cuál fue el momento ‎decisivo de su vida?

‎Bueno, si buscan en la Biblia ‎el capítulo 11 de Hebreos, ‎verán que el apóstol Pablo ‎resume muchos ‎de los momentos decisivos ‎en la vida de algunos siervos ‎fieles del pasado.

‎En el versículo 8, ‎dice sobre Abrahán: ‎“Por fe Abrahán, ‎cuando fue llamado, obedeció, ‎y salió a un lugar que estaba ‎destinado a recibir como herencia; ‎y salió, aunque no sabía ‎adónde iba”.

‎Ese fue un momento decisivo ‎en la vida de Abrahán, ¿verdad?

‎Decidió obedecer a Jehová, ‎irse de Ur y viajar a un país lejano ‎que ni siquiera conocía.

‎Pero ¿fue eso lo único ‎que tuvo que hacer ‎para recibir su recompensa?

‎No.

‎Leamos ahora el versículo 9.

‎Dice: ‎“Por fe residió como forastero ‎en la tierra de la promesa ‎como en tierra extranjera, ‎y moró en tiendas con Isaac y Jacob, ‎herederos con él ‎de la mismísima promesa”.

‎Aquí no se destaca ‎un momento decisivo de su vida.

‎Se destaca la fe que demostró ‎día tras día.

‎¿Por qué lo decimos?

‎Bueno, sabemos que, ‎después de un tiempo, ‎Abrahán y su familia ‎cruzaron el río Éufrates ‎y entraron en la Tierra Prometida.

‎Eso fue en el año 1943 ‎antes de nuestra era.

‎Pero aún tuvo que esperar ‎veinticinco años ‎para que naciera su hijo Isaac, ‎y otros sesenta para que nacieran ‎sus nietos Esaú y Jacob.

‎Y murió después de haber vivido ‎como extranjero ‎en la Tierra Prometida ‎por unos cien años.

‎Entonces, ¿qué aprendemos?

‎Aunque Abrahán ‎tomó una decisión clave ‎en un momento crucial de su vida, ‎respaldó esa decisión, ‎tal como menciona el versículo 9, ‎sirviendo a Jehová ‎fielmente día tras día.

‎Así que la lección que aprendemos ‎es que no son solo esos momentos ‎decisivos en la vida ‎los que definen ‎quiénes somos en realidad.

‎Más bien, esos momentos ‎y las decisiones que tomemos ‎tienen que ir acompañados ‎de un historial de fidelidad.

‎Para ser sinceros, ‎puede que muchas de las biografías ‎que leemos en La Atalaya ‎comiencen de forma muy emocionante: ‎“Sí, me pusieron ‎un arma en la cabeza.

‎‘¡Decídete!

‎¿Morirás?

‎¿Estás dispuesto ‎a morir por Jehová?’”.

‎Pero luego, ‎cuando uno sigue leyendo, ‎siento decirlo, ‎se da cuenta de que no pasó ‎nada espectacular ‎en la vida de esas personas.

‎Y eso incluye también mi biografía.

‎¿Por qué digo eso?

‎Porque, por lo general, ‎nuestra vida no está llena ‎de momentos decisivos ‎o experiencias emocionantes.

‎Sencillamente consiste ‎en seguir siendo fieles a Jehová.

‎Por lo tanto, ‎no podemos confiarnos y decir: ‎“Bueno, yo ya tomé la decisión ‎de servir a Jehová.

‎Pasé la prueba.

‎Así que a partir de ahora ‎siempre seré fiel”.

‎¡No!

‎Debemos seguir respaldando ‎esas decisiones ‎con un historial de fidelidad.

‎Recuerde que en la Biblia ‎se habla de muchos siervos de Dios ‎que vivieron momentos decisivos.

‎Por ejemplo, Salomón.

‎¿Recuerda cuando le pidió a Jehová ‎sabiduría y no riquezas, ‎y Él lo alabó por ello?

‎Ese fue un momento decisivo, ‎¿verdad?

‎Pero luego no respaldó aquella decisión ‎con una vida de lealtad.

‎De hecho, aquel momento ‎decisivo de su vida ‎perdió su valor porque no siguió ‎siendo fiel a Jehová.

‎¿Y qué pasó con Judas Iscariote?

‎¿Hubo momentos decisivos en su vida?

‎¡Claro que sí!

‎Recuerde que en cierto momento ‎decidió hacerse seguidor de Jesús.

‎Y no hay duda de que mientras ‎siguió fielmente a su Maestro ‎vivió cosas interesantes ‎y emocionantes.

‎Pero, de nuevo, ‎aquellas buenas decisiones ‎perdieron su valor ‎porque no siguió siendo fiel.

‎Esto nos ayuda a entender ‎por qué el apóstol Pablo mencionó ‎algunas ideas muy interesantes ‎justo antes de hacer la lista ‎del capítulo 11 de Hebreos.

‎Volvamos a Hebreos, ‎esta vez al capítulo 10.

‎Hebreos 10:35-39.

‎Fíjese, aquí está la lección ‎que queremos aprender.

‎Comenzando en el versículo 35, ‎Pablo dice: ‎“Por lo tanto, no desechen ‎su franqueza de expresión, ‎la cual tiene un gran galardón ‎que se le ha de pagar.

‎Porque ustedes tienen ‎necesidad de aguante”.

‎Y esto nos recuerda ‎las palabras de Jesús: ‎“El que haya aguantado hasta el fin ‎es el que será salvo”.

‎Pablo sigue: ‎“Para que, después que hayan ‎hecho la voluntad de Dios, ‎reciban el cumplimiento ‎de la promesa.

‎Porque aún ‘un poquito de tiempo’, ‎y ‘el que viene llegará ‎y no tardará’.

‎‘Pero mi justo vivirá ‎a causa de la fe’, ‎y, ‘si se retrae, ‎mi alma no se complace en él’.

‎Ahora bien, nosotros no somos ‎de la clase ‎que se retrae para destrucción, ‎sino de la clase que tiene fe ‎que resulta en conservar ‎viva el alma”.

‎¡Qué palabras tan animadoras!

‎Por eso, cuando reflexione ‎sobre su vida, ‎no se desanime ‎si sus momentos decisivos ‎no fueron espectaculares.

‎Y recuerde: ‎las decisiones que tomamos ‎a lo largo de la vida ‎son importantes, ‎pero aún es más importante ‎que le seamos fieles ‎a Jehová día tras día.

‎Como ha explicado el hermano Jackson, ‎casi todos pasamos ‎por momentos decisivos en la vida.

‎Pero la fidelidad no solo se demuestra ‎en esos momentos, ‎sino en las cosas pequeñas ‎del día a día.

‎Por ejemplo, alguien pudiera atacarnos ‎en público por nuestras creencias.

‎¿Le ha pasado?

‎¿Se puso nervioso?

‎¿Le costó trabajo encontrar ‎las palabras apropiadas para defenderse?

‎Veamos en el siguiente video ‎cómo maneja Grayson ‎una situación parecida.

‎Esa mañana todo parecía ir bien.

‎La verdad es que este año ‎está yendo bien, ‎desde que me bauticé.

‎Mi familia está más unida.

‎Tengo buenos amigos ‎en la congregación.

‎Hasta le doy un curso de la Biblia ‎a una persona.

‎Me siento bien por ir superando ‎mis miedos ‎y dar a Jehová lo mejor de mí.

‎Pero las cosas ‎pueden cambiar de repente.

‎Oye, ¿sabes qué?

‎Me parece que vi a Grayson el sábado.

‎Creo que es uno de esos ‎que van por ahí con la Biblia, ‎debe ser un...

‎—¿Que Grayson es testigo de Jehová?

‎Pues, voy a preguntarle.

‎Oye, Grayson.

‎¿Qué tal, John?

‎¿Eras tú el que estaba el sábado ‎en la calle Central?

‎Sí. ¿Sabes?, ‎soy testigo de Jehová.

‎Lo que hacemos ‎es conversar con la gente sobre...

‎—No, no, no.

‎No estoy de acuerdo.

‎Van tocando las puertas de los demás ‎por su religión, ‎pero no se atreven ‎a defender este país.

‎¿Por qué no hacen algo de una vez ‎y ayudan a mejorar las cosas?

‎Me sentí decepcionado.

‎Creía que había superado ‎mis temores, ‎pero parece que no.

‎Esa noche, ‎en la adoración en familia, ‎hablamos sobre los hermanos ‎que están en prisión por sus creencias.

‎¿Por qué están en la cárcel?

‎Porque no quieren ir a la guerra ‎a matar gente.

‎Eso le llegó al corazón a Aiden.

‎Oró por los hermanos esa noche.

‎Su oración me conmovió.

‎Yo no podía dormir ‎pensando en todo eso, ‎así que me levanté ‎y me puse a buscar información.

‎Encontré algo ‎sobre el apóstol Pedro.

‎Aunque tenía mucho fervor, ‎también tuvo que luchar ‎contra el temor a los demás, ‎como cuando negó conocer ‎a Jesús tres veces.

‎Pero, con el tiempo, ‎venció ese temor.

‎Les ordenamos ‎que no siguieran enseñando ‎sobre la base de este nombre, ‎y sin embargo han llenado ‎a Jerusalén con su enseñanza ‎y están resueltos a traer la sangre ‎de este hombre sobre nosotros.

‎Tenemos que obedecer a Dios ‎más bien que a los hombres.

‎El Dios de nuestros antepasados ‎levantó a Jesús, ‎a quien ustedes mataron, ‎colgándolo en un madero.

‎Pedro se concentró en su esperanza, ‎no en su temor.

‎Quiero ser ‎como estos hermanos fieles, ‎para que Jehová ‎se sienta orgulloso de mí.

‎Me levanté al día siguiente ‎pensando en el apóstol Pedro ‎y en los hermanos ‎que están en prisión por su fe.

‎Aunque todavía ‎estaba un poco nervioso, ‎me sentí listo para hablar con Eric.

‎Hola, John, Eric.

‎El otro día no pude aclararles ‎lo que hablamos, ‎pero, si tienen un minuto, ‎me gustaría hacerlo ahora.

‎No me interesa.

‎Lo siento, Grayson.

‎Pensé que ahí ‎se acabó la conversación, ‎pero no.

‎John quería que le explicara más.

‎Quizá nunca me libre ‎por completo de mis temores.

‎Pero el amor que le tengo a Jehová ‎y el ejemplo ‎de sus valientes siervos ‎me ayudan a estar listo ‎para defender mis creencias.

‎El otro día quería mostrarte...

‎Está claro que meditar en el ejemplo ‎de fieles siervos de Jehová ‎de la Biblia o de la actualidad ‎nos da el valor que necesitamos ‎para defender nuestra fe.

‎Sí, vemos una vez más ‎que darnos tiempo para lo más importante ‎—como orar, estudiar y meditar— ‎contribuye a que sigamos siendo fieles.

‎Antes de despedirnos, ‎los invito a visitar Hungría, ‎país ubicado en el centro de Europa.

‎Allí se puede disfrutar ‎de exquisitos platillos y buen vino.

‎También se puede contemplar ‎una hermosa planicie llamada Puszta.

‎En Hungría, ‎el agua es un recurso fundamental.

‎Abundan los ríos, ‎los lagos y las aguas termales.

‎Hay más de 21.000 publicadores ‎y casi 300 congregaciones.

‎Nuestros queridos hermanos ‎ofrecen las aguas de la verdad ‎incluso en medio ‎de la estrechez económica.

‎Actualmente, hay casi el doble ‎de precursores regulares ‎que hace diez años.

‎En el 2016 ‎se formó un pregrupo en lovari, ‎idioma hablado ‎por muchos romaníes en Hungría.

‎Nadie en el grupo es hablante nativo, ‎pero todos desean aprender dicha lengua ‎con la intención de ayudar ‎a quienes tienen sed de la verdad.

‎Además, tan solo este año, ‎30.000 estudiantes extranjeros ‎ingresaron a las universidades del país.

‎¡Qué gran oportunidad de predicar ‎para las congregaciones ‎y los grupos de lengua extranjera!

‎Nuestros hermanos y hermanas ‎nos envían su cariño de todo corazón.

‎¡Y nosotros a ellos también!

‎Desde la sede mundial ‎de los testigos de Jehová, ‎esto es JW Broadcasting.


 

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