¡Bienvenidos al programa de este mes!
Seguro que disfrutarán de lo que hemos preparado para ustedes.
Una pregunta: ¿se les ha hecho difícil responder a una persona que cuestiona sus creencias de forma agresiva?
A muchos nos ha pasado.
Hoy veremos cómo Grayson hace frente a dicha situación.
Algunos padres han aprovechado sus circunstancias para servir de tiempo completo, pero sin descuidar la crianza de sus hijos.
¿Cómo lo han logrado?
La familia Schiller nos dará la respuesta.
También veremos la alegría y los beneficios que provienen de asistir a la escuela de precursores.
Pero en este caso los estudiantes no son precursores sino betelitas.
Además, aprenderemos a usar bien el tiempo a fin de atender “las cosas más importantes”.
Todo esto y más en nuestro programa de JW Broadcasting.
Muchos han visto que la predicación pública es una forma muy productiva de difundir las buenas nuevas en su territorio.
Al hablar de esta faceta del ministerio, tal vez se nos venga a la mente una zona urbana o una calle muy transitada.
Pero veamos cómo se lleva a cabo en un lugar muy distinto.
El libro de Romanos, en el capítulo 1, el versículo 20, nos muestra que podemos percibir el poder de Jehová en las cosas que ha creado.
Al llegar a un parque nacional y ver tanta belleza, inmediatamente piensas en ese texto.
Varios que participan en esta faceta de la predicación viajan una hora y media para llegar aquí.
Algunos hasta más de tres horas.
Los parques nacionales tienen, por lo general, una zona para la libre expresión.
Así que nos dan permiso para entrar y poner allí los carritos de publicaciones.
Es un lugar perfecto para relajarse.
Y cuando la gente está relajada, tiene ganas de conversar.
El paisaje les hace pensar en la existencia de Dios y en su propia espiritualidad.
Al ver las portadas tan bonitas de las publicaciones sobre esos temas, les llama la atención.
Viene gente de todas partes del mundo y de muchas culturas diferentes.
Y muchas veces tenemos publicaciones en su idioma.
La obra que llevamos a cabo con los exhibidores ayuda a muchas personas, sobre todo a quienes no tienen acceso a publicaciones bíblicas.
Una pareja de China se acercó y dijo: “Gracias por darnos una Biblia en nuestro idioma”.
¡Nos alegró el día!
Fue estupendo.
Tal vez no se acerquen a conversar, pero al ver los carritos, quizá piensen: “Es lo mismo que vimos en el aeropuerto y en la ciudad”.
Luego se preguntan qué hacíamos allí y de qué hablábamos, y visitan nuestro sitio de Internet.
A veces nos sentamos aquí y la verdad es que nos parece un sueño que tengamos la oportunidad de predicar con los exhibidores en un lugar tan bonito.
Muy pronto, estos parques nacionales no serán tan solo un lugar retirado que visitar.
El mundo entero será como un parque.
¡Qué alegría sentiremos cuando todos podamos disfrutar de la hermosa obra de arte que Jehová ha hecho para nosotros!
Cualquier persona que se dé tiempo para contemplar la creación puede percibir las cualidades de Jehová.
Por eso se logra tanto al predicar en un lugar donde la creación se manifiesta en todo su esplendor.
Claro, por lo general hay que pedir permiso a las autoridades para predicar en un lugar así.
Por cierto, la idea de darnos tiempo para meditar tiene mucho que ver con el tema que quisiera tratar hoy.
Me gustaría hablarles de un recurso muy valioso que todos poseemos: el tiempo. Sin duda, el tiempo es algo que tenemos en mente en todo momento del día. Solo piense en cuántas veces miramos el reloj o el teléfono para saber la hora y ver si estamos a tiempo, si tenemos tiempo de sobra, si nos queda poco tiempo o si el tiempo se nos acabó.
Pero ¿qué es el tiempo? Un diccionario lo define como una “secuencia continua no afín al espacio”. Otro dice que es “lo que se mide en segundos, minutos, horas, días y años”. Es prácticamente imposible explicar de forma sencilla qué es exactamente el tiempo. Y la Biblia tampoco lo define. Eso pudiera indicar que Jehová sabe que es algo que escapa a nuestra comprensión.
Sin embargo, la Biblia sí habla del tiempo. Nos dice que para Jehová es un asunto muy serio. Y explica que es algo que debemos usar bien. Además, nos da la esperanza de vivir por tiempo indefinido, es decir, por toda la eternidad.
Ahora bien, sabemos que todo ser humano tiene la misma cantidad de horas y minutos cada día. Los ricos no pueden comprar más horas ni los científicos inventarse más minutos. Tampoco podemos recuperar el tiempo perdido ni guardarlo para otro día. Piense en esto: todos tenemos la misma cantidad de horas al día que Jesús tenía cuando estuvo en la Tierra. Y no hay duda de que nadie ha aprovechado mejor el tiempo que el Hijo de Dios.
Se ha dicho que el tiempo es más valioso que el oro. Y todos tenemos que decidir cómo vamos a invertir el tiempo que tenemos. Con respecto a esto, hay un principio bíblico que nos puede ayudar. Fue el apóstol Pablo quien lo puso por escrito en su carta a los Filipenses, capítulo 1, versículos 9 y 10. El versículo 9 dice: Por eso, el título del programa de este mes es “Apartemos tiempo para ‘las cosas más importantes’”.
Esto presenta dos desafíos. El primero es que tenemos que determinar cuáles son las cosas más importantes de la vida. El versículo que acabamos de leer se ha traducido también de esta manera: “Que perciban lo que es vital”. Así que es imprescindible distinguir entre los asuntos de poca importancia y los que son de importancia vital.
Además de la responsabilidad de trabajar para mantener a la familia, ocuparnos de las tareas de la casa y cuidar de los niños o de nuestros padres mayores, también debemos atender muchos asuntos relacionados con nuestra adoración a Jehová. Por ejemplo, tenemos que leer la Biblia y meditar en ella, estudiarla personalmente y en familia, prepararnos para las reuniones y asistir a ellas, cumplir con nuestras responsabilidades en la congregación y participar en el ministerio cristiano.
A parte de todo esto, ¿quién no quiere tener tiempo para descansar, hacer ejercicio, darle cariño al jardín, distraerse un poco o visitar a la familia y los amigos?
Pero ¿hemos sentido alguna vez que el tiempo no nos da, que por estar demasiado ocupados nos falta tiempo para atender los asuntos espirituales? Por mucho que queramos, ninguno de nosotros puede añadirle una hora al día ni un día a la semana para hacer más cosas.
Así que debemos ser selectivos al decidir cómo vamos a usar el tiempo.
Para usar bien el tiempo y hacer más, tenemos que establecer prioridades. ¿Y eso qué significa? Significa que tenemos que decidir cuáles son las tareas más importantes y hacerlas primero, es decir, hacer esas cosas antes que otras menos importantes.
En la Biblia, encontramos un proverbio que ilustra muy bien la importancia de establecer prioridades en la vida. Proverbios 12:11 dice: Está claro que el agricultor no debería perder su valioso tiempo en cosas de poca importancia, cuando tendría que dedicarlo a trabajar en el campo.
De manera parecida, el cristiano que se esfuerza por cultivar su espiritualidad conseguirá la bendición de Jehová, mientras que quien se distrae con cosas de poca importancia pone en riesgo su amistad con Dios. ¿Cómo evitamos ese peligro? Asegurándonos de no robar tiempo a los asuntos espirituales para dedicarlo a cosas que nos distraigan de servir a Jehová con toda el alma.
Por ejemplo, pensemos en el tiempo que dedicamos a hablar con los amigos. ¿Cuál debe ser la prioridad? ¿Empezamos cada día con una oración a Jehová para alabarlo y darle gracias por otro día de vida? ¿O primero llamamos a un amigo para saber cómo le va? No hay nada malo en hablar con amigos. Pero asegurémonos de dedicar tiempo a hablar con nuestro mejor amigo, Jehová. Comunicarnos con nuestro Padre celestial es más importante, así que la oración debe ser la prioridad.
El apóstol Pablo mencionó algo más acerca de cómo debemos usar el tiempo. En Efesios 5:15-17 dijo: Centrémonos ahora en el segundo de los desafíos que mencionamos: apartar suficiente tiempo para atender las cosas más importantes. ¿Qué quiso decir Pablo con la expresión comprarse el tiempo oportuno? Pues bien, significa que tenemos que comprar tiempo de ciertas actividades, es decir, dejar de hacerlas, para emplearlo en otras. Entonces, conviene analizar cómo estamos invirtiendo el tiempo y ver si debemos comprar, o apartar, algún tiempo para emplearlo en lo que es más importante.
Si percibimos “cuál es la voluntad de Jehová”, no dudaremos en dedicar la mayor cantidad de tiempo posible a fortalecer nuestra amistad con él y dar todo lo que podamos en el servicio sagrado. ¿Tiene usted un horario fijo para las actividades espirituales?
En el caso de las reuniones, el horario ya está hecho. Sabemos exactamente cuándo se reúne la congregación entre semana y en el fin de semana. Solo tenemos que asegurarnos de que nada nos impida asistir, pues las reuniones son una prioridad. Hebreos 10:25 nos anima a no “abandonar el reunirnos”.
Para todo lo demás —leer la Biblia, prepararnos para las reuniones, la adoración en familia y la predicación—, tenemos que fijar nuestro propio horario y ser fieles a él. Así tendremos una buena rutina espiritual.
Por ejemplo, ¿qué hace su familia los sábados por la mañana? Muchas familias tienen la costumbre de salir a predicar. Rara vez dejan que algo les impida predicar ese día. Para ellos, el sábado por la mañana no es tiempo de tomar clases de música o de baile o de cocina, o de ir al gimnasio o de cualquier otra cosa. Es tiempo de predicar.
Tener esa costumbre le simplifica la vida a la familia. Nadie tiene que preguntarse cada viernes qué va a hacer el sábado por la mañana. La decisión de salir a predicar ese día ya se tomó. Si se hubiera dejado a la casualidad, tendrían que decidir 52 veces al año si saldrán o no a predicar el sábado. Es mucho más sencillo tomar de una vez por todas la decisión de apartar ese tiempo para predicar, siempre y cuando no surja algo importante que atender. Claro, las circunstancias de ustedes tal vez los obliguen a predicar otro día. Pero ¿captan el punto, verdad? Hay que fijar un horario para predicar con regularidad. En Marcos 13:10, Jesús puso la predicación en primer lugar cuando dijo: “Primero tienen que predicarse las buenas nuevas”. Así que, para que los asuntos espirituales sigan siendo lo más importante en la vida, primero, hay que darles prioridad y, segundo, hay que apartar suficiente tiempo para atenderlos. Para lograrlo, tenemos que fijar un horario que nos permita fortalecer nuestra espiritualidad y participar de lleno en el ministerio.
Eclesiastés 3:1 subraya esta idea. Dice: Todos debemos tener “un tiempo señalado” para cada una de nuestras actividades espirituales. Si se nos hace difícil encontrarlo, ¿podríamos reducir el tiempo que dedicamos al entretenimiento, los deportes, los pasatiempos y las redes sociales, y dedicarlo a leer la Biblia, estudiar en familia, prepararnos para las reuniones y predicar? Hacerlo renovará nuestras fuerzas para seguir sirviendo a Jehová.
Eso fue lo que hizo un padre de familia que conozco. Empezó a prepararse mejor para comentar en la parte “Busquemos perlas escondidas” de la reunión de entre semana. Ahora aparta tiempo todos los domingos por la tarde para esto. Los miembros de su familia y de su congregación se han beneficiado de los excelentes puntos que ha encontrado al estudiar la lectura asignada, y eso lo hace sentir muy bien.
Un matrimonio decidió dejar a un lado algunos de sus proyectos personales y aficiones. Incluso empacaron las cosas relacionadas con estas actividades para quitarlas de su vista y que no los distrajeran. Eran actividades innecesarias y, por eso, podían vivir sin ellas.
A todos nos convendría examinar nuestra vida y limitar el tiempo que dedicamos a actividades innecesarias que podrían interferir en nuestra rutina espiritual. Las recompensas pueden ser maravillosas. ¡Imagínense! Si tan solo tomamos treinta minutos al día de algo que no es esencial y lo dedicamos a leer la Biblia, podríamos acabarla en un año. ¿Y qué sucedería si cada semana dedicáramos una o dos horas más a predicar? Pensemos en todo lo que podríamos lograr y en lo feliz que se sentirán Dios y Jesús al ver que apartamos tiempo para las cosas más importantes.
¿Por qué hemos dedicado este tiempo a hablar de cómo emplear el tiempo? Por algo más que nos enseña la Biblia. Primera a los Corintios 7:29 dice que “el tiempo que queda está reducido”. Y, sin duda, queda muy poco para la gran tribulación. Este no es tiempo de descuidar la actividad más importante de todas: nuestra adoración a Jehová.
Todos, jóvenes y mayores, tenemos que apartar tiempo para lo más importante.
Y de eso precisamente trata el video musical de este mes.
¡Veamos!
♪♪ Cada día, tenemos que decidir cómo servir a Dios y cómo vivir.
Hay tiempo de reír y de descansar, pero hay algo que tenemos que recordar: (ESTRIBILLO) lo principal de verdad, las cosas vitales, son las cosas espirituales.
Ser fiel a Jehová, eso es lo que vale.
Hay que leer y meditar, ir a las reuniones, orar, predicar, vivir sin descuidar jamás lo principal.
Qué fácil es dejar de atender nuestra propia familia con tanto quehacer.
Pero no debemos olvidar que si queremos velar por su bienestar...
(ESTRIBILLO) lo principal de verdad, las cosas vitales, son las cosas espirituales.
Ser fiel a Jehová, eso es lo que vale.
Hay que leer y meditar, ir a las reuniones, orar, predicar, vivir sin descuidar jamás lo principal.
(ESTRIBILLO) Lo principal de verdad, las cosas vitales, son las cosas espirituales.
Ser fiel a Jehová, eso es lo que vale.
Hay que leer y meditar, ir a las reuniones, orar, predicar, vivir sin descuidar jamás lo principal. ♪♪ ¿Verdad que disfrutamos de escuchar esta canción y de ver a esos niños tan encantadores?
Hemos invitado a nuestro estudio a dos jovencitos.
Ellos son Logan y Aiden.
Gracias por venir, muchachos.
Gracias por invitarnos.
¿Qué les pareció el video?
Me gustó que aparecieran tantas familias haciendo cosas que le gustan a Jehová.
¡Qué bueno!
Me llamó la atención que todos estuvieran en un ambiente relajado, no en un lugar con mucha gente.
Estaban en la playa, donde podían hablar de la Biblia y pasarla bien con su familia.
¡Muy buenas observaciones!
Quizás hayan notado que en el coro, que se repite tres veces, se dice que hay que dedicar tiempo a lo más importante.
Y luego se mencionan al menos tres cosas importantes.
¿Las recuerdan?
—Orar.
—Predicar.
—Y asistir...
—... a las reuniones.
Muy bien, excelente.
Tenemos que recordar esas cosas, ¿verdad?
Mi esposa y yo asistimos a la misma congregación que Logan, Aiden y sus familias.
Así que me consta que ellos no faltan a las reuniones.
Algo que valoro mucho es que siempre participan, y lo hacen en sus propias palabras.
Dan un buen ejemplo.
Sigan así.
Ahora bien, ¿qué opinan de que haya videos en la reunión de entre semana?
A mí me gusta.
Le dan variedad a la reunión.
Así, no solo hay discursos.
Correcto.
Todos los videos son muy buenos.
Cuando los vemos, podemos entender mejor los discursos.
Y a veces hay videos de la serie Hazte amigo de Jehová, donde aparecen Sofía y Caleb.
Por cierto, déjenme preguntarles, ¿tienen alguna idea para un nuevo video de Caleb?
Creo que yo tengo una.
Caleb está en la escuela y lo invitan a un cumpleaños en casa de un compañero.
Él regresa a su casa, les enseña la invitación a sus padres y hablan de lo que él debería hacer.
Sofía le da unos consejitos para que tenga el valor de predicar en la escuela, y entonces Caleb lo hace.
¡Interesante! Y tú, Aiden, ¿tienes alguna sugerencia?
Sí.
Un nuevo estudiante llega a la clase de Caleb y trae dulces y pastelillos para todos porque es el día de su cumpleaños.
Pero cuando viene adonde Caleb, él le dice: “No, gracias”.
Entonces el niño se burla de él porque, según él, Caleb nunca se divierte y no lo dejan comer dulces.
Luego Caleb le cuenta a su familia lo que pasó y, al final, le explica al niño por qué no celebra los cumpleaños.
Muy bien.
Seguro que el Comité de Enseñanza del Cuerpo Gobernante tomará nota de sus recomendaciones.
Bueno, los hemos invitado al estudio porque nos gustaría que nos ayuden a hacer un experimento.
Tal vez algunos de los que están en casa lo hayan visto antes.
Y puede que ustedes también, pues se habló de esto en el volumen 2 del libro Lo que los jóvenes preguntan.
Respuestas prácticas.
Queremos ver cómo podemos apartar tiempo para “las cosas más importantes”.
Les explico lo que tenemos aquí.
Estos dos recipientes representan una semana en la vida de los siervos de Jehová.
Las piedras grandes son las cosas importantes que todos tenemos que hacer durante la semana.
Y digamos que las pequeñas son las cosas de poca importancia: el entretenimiento, los deportes, las redes sociales, navegar por Internet, los pasatiempos, las clases de música, etc.
Todo eso es muy divertido pero no es esencial.
Lo que queremos lograr es que todas las piedras, las grandes y las pequeñas, quepan en el mismo recipiente.
Ok, Logan, te voy a ir pasando las piedras para que las acomodes en el recipiente.
La primera representa el trabajo que tiene que hacer un padre para mantener a su familia, o el trabajo de una mamá que es precursora, que trabaja fuera de la casa o que, como las de ustedes, tiene mucho que hacer para atender su casa y a su familia.
También puede ser el tiempo que ustedes pasan en la escuela y haciendo las tareas.
Es mucho, ¿verdad?
Esta otra representa todo lo que tenemos que hacer en la casa, como limpiar, lavar la ropa, cocinar, cuidar del jardín y del automóvil, y cosas como esas, que tanto tiempo consumen.
Esta piedra nos recuerda que también necesitamos dormir.
Y ahora vienen las cosas más importantes: las actividades espirituales.
Por ejemplo, leer la Biblia y pensar en lo que leemos, así como estudiar solos y en familia.
Esta otra tiene que ver con las reuniones, e incluye prepararse, arreglarse, ir hasta el Salón del Reino y estar presente en ellas.
Y esta es el tiempo que pasamos en la predicación durante los fines de semana.
Claro, la idea no es que las piedras se salgan.
—Pero no cupieron, ¿verdad?
—No.
Pues bien, cuando esto sucede, algunos hermanos pudieran sentirse tentados a decir algo como: “Quizás esta semana no pueda salir a predicar” o “Voy a tener que faltar a la reunión” o “No tendré tiempo para leer la Biblia ni para la adoración en familia”.
Pero ese es un grave error, ¿no creen?
Estas son las cosas más importantes, las espirituales.
Entonces, ¿qué podemos hacer para que todo esto quepa en nuestro horario semanal?
Intentemos algo distinto.
Primero vamos a poner las piedras grandes en el recipiente vacío.
A ver si te caben todas, Logan.
¡Perfecto!
Cupieron todas sin problema.
De modo que sí podemos cumplir con lo más importante.
Pero también necesitamos un poco de tiempo para divertirnos, ¿no?
Aiden, ahora trata de meter todas las piedritas que puedas en el recipiente.
A ver cuántas te caben.
Todavía te caben más.
Bien hecho.
¡Mira cuánto te cupo!
Claro, no pudiste meter todo.
Pero está bien, porque la Biblia dice que para hacer lo más importante hay que sacrificar otras cosas.
Si queremos cumplir con lo más importante, no quedará tiempo para todo el entretenimiento que quisiéramos.
Entonces, ¿qué aprendemos de este experimento?
¿Por qué no pudimos meter todas las piedras grandes en el recipiente la primera vez?
Aiden.
Porque había demasiada diversión.
Correcto.
Y, Logan, ¿por qué sí pudimos meter todas las piedras grandes la segunda vez?
Porque dejamos para después las cosas menos importantes, como la televisión y los videojuegos.
Sí, las dejamos para el final.
Muy bien.
Ahora sabemos que hay que poner las cosas más importantes en primer lugar.
El éxito depende de qué pongamos primero en la vida.
Agradecemos mucho su ayuda, muchachos.
Sigan trabajando duro en la predicación.
Nos vemos en la próxima reunión en el Salón del Reino.
Teniendo en cuenta esta comparación, veamos el caso de la familia Schiller.
¿Pueden los padres mantenerse muy activos en la congregación y a la vez criar a sus hijos?
¿Podrían ampliar su ministerio y hasta participar en el servicio de tiempo completo?
Veamos la respuesta.
A veces la gente nos dice: “Bueno, y ¿cuál es su secreto?
¿Cómo criaron a seis hijos?”.
Nos casamos el 16 de septiembre de 1972.
Enseguida empezaron a llegar las asignaciones de la organización y los hijos, todo junto.
Me nombraron anciano poco después de que se pusiera en marcha el sistema de ancianos.
Los niños eran parte de todo eso.
Y, claro, ellos a veces ni se enteraban.
Éramos sustitutos en el circuito, ¡y con cinco hijos!
Creo que ellos no se daban cuenta de todo lo que hacíamos.
En 1989, mientras éramos precursores, tuvimos la oportunidad de colaborar en Betel por períodos de una o dos semanas.
En esa época se estaba construyendo Patterson.
Y vimos que quizás estábamos demasiado cómodos con nuestra vida.
Un día, estando en Betel, dijimos: “Miren, si necesitan un médico en Patterson, cuenten con nosotros; podríamos hacernos disponibles”.
Y para nuestra sorpresa, poco después nos preguntaron: “¿Cuánto tiempo necesitan para vender su casa y mudarse acá?”.
De modo que nos fuimos a Betel con los seis niños.
Vendimos la casa por menos de lo que valía con la intención de irnos pronto y empezar una nueva vida.
Pronto nos dimos cuenta de que si surgía una oportunidad de servicio, no debíamos decir no, aunque tuviéramos hijos.
Cuando llegamos a Betel, la mayor tenía 17 años.
Ser padres nos obligó a mi esposo y a mí a ser humildes porque en el momento en que sientes que tienes una situación bajo control, te das cuenta de que cada niño necesita algo diferente.
Y cuando piensas: “Ya sé cómo hacer esto”, te salen con algo nuevo.
No descuidar las cosas básicas era todo un reto.
Uno llega a casa agotado.
Sería muy fácil no hacer el estudio de familia tan solo un lunes.
Pero creo que fueron esas cosas básicas y cotidianas las que nos dieron estabilidad.
A menudo pienso en lo que Jesús dijo al final del Sermón del Monte...
lo que dijo sobre la casa que se desplomó porque sus cimientos no eran firmes.
Jesús no culpó a la tormenta, sino a los cimientos.
Pasa lo mismo con los niños —y hasta con los adultos—, que ven probada su fe.
Por eso nos esforzamos para que ellos tuvieran una buena base, una que no fuera fácil de destruir.
Hay que prepararlos: enseñarles a tratar a la gente y entrenarlos para la vida.
Pensábamos: “Algunos padres obligan a sus hijos a ir a la universidad”.
Nosotros solo les pedimos a los nuestros que fueran precursores durante un año.
Cualquier tipo de educación —me refiero a educación seglar— te enseña alguna habilidad para conseguir un trabajo.
Pero la Biblia te enseña a vivir y te enseña principios por los que guiar tu vida.
Los seis siguieron siendo precursores.
Para mantenerse, trabajaron en diferentes cosas: en limpieza, en almacenes de madera, reparando techos...
Y ninguno se complicó la vida, para poder servir a Jehová sin trabas.
Yo quería que mis hijos vivieran para siempre y sabía que tendría que devolvérselos a Jehová.
No podemos olvidar que nuestros hijos no nos pertenecen, son de Jehová.
Y debemos respetar eso.
Ya no les decimos lo que deben hacer.
Estamos muy muy agradecidos de que aparten tiempo para hablar con nosotros, por más lejos y por más ocupados que estén.
Y, quizás no te acuerdes de esto, pero recuerdo que una noche te pregunté antes de que te durmieras: “Con todo lo que has hecho por Jehová, ¿qué te gustaría a cambio?”.
¿Te acuerdas de lo que me dijiste?
Dijo tres palabras: “A mis hijos”.
Deuteronomio dice: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, [...] y tienes que escoger”.
Como padre, uno hace lo que puede, algunas cosas mejor que otras; pero al final cada uno tuvo que escoger.
La verdad es que no tenemos ningún secreto.
Estamos muy orgullosos de nuestros hijos por las decisiones que han tomado, por la clase de personas que son y porque ellos mismos eligieron este camino.
La vida nos ha enseñado que no se deben desaprovechar las oportunidades de hacer más por Jehová.
¡Cuánto nos alegra ver que, como los Schiller, hay hermanos que lo dan todo por Jehová!
El hermano Schiller dijo que no descuidar las cosas básicas ayudó a su familia a mantenerse enfocada en lo espiritual.
Y, cuando surgieron oportunidades de hacer más, el hermano las pudo aprovechar: fue precursor y superintendente de circuito sustituto, y puso sus conocimientos de medicina al servicio del Centro Educativo de Patterson.
Proverbios 10:22 dice: La familia Schiller sabe lo ciertas que son estas palabras.
Una de las maneras en las que Jehová enriquece nuestra vida es capacitándonos en las reuniones, las asambleas y las escuelas teocráticas.
Allí nos enseñan a darles prioridad a “las cosas más importantes”.
Durante los últimos años, se ha invitado a los miembros de la familia Betel a la Escuela del Servicio de Precursor.
Veamos cómo lo que han aprendido los ha ayudado tanto en Betel como en la predicación.
Para nosotros los betelitas, fue muy especial pasar seis días estudiando.
El Cuerpo Gobernante nos dio tiempo para conocer mejor las cualidades de Jehová, y eso fue una magnífica ayuda espiritual.
Para muchos betelitas, fue un regalo de Jehová porque nunca habían asistido a esta escuela.
De hecho, un matrimonio que llevaba cincuenta años en el servicio de tiempo completo nunca había estado en la escuela de precursores.
Ya me habían invitado dos veces, pero por desgracia no pude asistir.
Pensé que Jehová me estaba dando otra oportunidad, y esta vez no me la perdería.
Al principio, es un poco raro, porque eres betelita, no precursor.
Pero, al ir a la escuela y ver el efecto que tiene en tu predicación, es realmente...
entiendes por qué el Cuerpo Gobernante...
fue un gran regalo que nos invitaran a la escuela.
Estás con hermanos que llevan muchos años de precursores, algunos han ido a Galaad, han sido viajantes o hasta han sido instructores en la escuela de precursores.
Es genial.
En Betel hay un ambiente espiritual, pero también necesitan ánimo.
Al estar en Betel, predicamos menos que cuando éramos precursores.
Así que es muy importante aprovechar al máximo el tiempo que pasamos predicando.
En la escuela de precursores, aprendes mucho sobre la predicación.
Para prepararme para la escuela, un mes hice el precursorado auxiliar de 30 horas y me esforcé por predicar más durante los fines de semana.
Creo que todos los cristianos debemos ponernos metas, también quienes servimos en Betel.
Lo más importante que aprendí en la escuela es que, aunque estoy en Betel, puedo hacer más por la congregación y esforzarme más en la predicación.
Al terminar la escuela de precursores, vi que tenía que ser más humilde tanto en mi servicio en Betel como en la predicación.
Como en Betel tenemos tanto alimento espiritual a nuestra disposición, puede ser fácil descuidar el estudio personal.
Escuchar los comentarios tan bien pensados de los estudiantes y los instructores me animó a dedicar más tiempo a meditar.
Durante la escuela, tuve que estudiar más de lo habitual, así que tuve que pasar más tiempo leyendo para prepararme bien para las clases.
Me ayudó mucho a mejorar mi forma de predicar, y estuvo muy bien porque, en esta nueva escuela, se hizo una escenificación de lo que debemos evitar y lo que debemos hacer.
En una escenificación vimos lo que no hay que hacer en un curso bíblico, y me di cuenta de que yo hacía algunas de esas cosas.
Vi que tenía que mejorar mi forma de dirigir cursos bíblicos.
Una escenificación mostró cómo predicar informalmente, por ejemplo, en la fila de un supermercado.
Esa escenificación me ayudó a tener más confianza al predicar de esta forma.
En la escuela aprendimos muchas cosas sobre Jesús, que era trabajador y entusiasta, y se interesaba por los demás.
Su ejemplo me ayuda a trabajar más y a hacerlo con entusiasmo, y a ser más accesible a mis compañeros.
Para eso estamos en Betel, para apoyar la predicación.
No importa dónde sirvamos.
Todo tiene que ver con esa obra.
El fruto del espíritu no solo nos ayuda en la predicación, sino también al tratar con los hermanos en el día a día.
El amor es muy importante para servir en Betel.
Trabajo en el Departamento de Computación, y, claro, no hace falta amor para usar computadoras.
Pero, gracias a la escuela, estoy más decidido a tratar con amor a mis hermanos.
De todas las escuelas en las que he estado, esta es la que ha tenido un mayor impacto en mi vida.
En una semana, fortalece nuestra fe, amplía nuestro punto de vista, moldea nuestra conciencia y hace crecer nuestro amor.
Sin duda, la escuela fomentó el espíritu de precursor.
Aunque no somos precursores, nos ayudó a comprender la importancia del precursorado y cómo nos hace sentir más gozo en nuestro servicio a Jehová.
Así que es algo que no debemos olvidar.
Agradecimos muchísimo que se destacara esa idea y cómo el precursorado nos ayuda a proteger nuestra amistad con Jehová.
No hay duda: recibir más capacitación espiritual es toda una bendición.
En Betel, dicha instrucción incluye la adoración matutina.
De hecho, muchos de ustedes han expresado cuánto disfrutan los discursos de la adoración matutina que hay en JW Broadcasting.
¿Qué les parece si vemos uno en el que el hermano Geoffrey Jackson, del Cuerpo Gobernante, explica cómo podemos ser fieles toda la vida, tal como lo fue Abrahán?
Imagínese esta mañana que le piden escribir su biografía para La Atalaya.
Después del susto, quizás se plantee por dónde empezar.
Seguramente se habrá fijado en que las biografías de La Atalaya suelen comenzar con un párrafo que narra un momento decisivo en la vida de esa persona.
Por ejemplo, la biografía del hermano Eric Beveridge, que sirve aquí en Betel de Estados Unidos, comienza de esta forma: “‘Sentencio al acusado a seis meses de prisión’.
Con estas palabras resonando en mis oídos, fui a parar a la cárcel [...] en Manchester (Inglaterra). [...] Acababa de enfrentarme a una de las pruebas más duras de mi joven vida: negarme a realizar el servicio militar”.
Otro hermano, Harley Harris, quien fue misionero en el Ecuador por muchos años, empieza hablando del día 2 de septiembre de 1950.
Dice: “Estábamos en una asamblea de circuito [...].
Una turba enardecida nos había rodeado.
El alcalde había mandado a la guardia nacional para que nos protegiese, y los soldados, con las bayonetas caladas en sus fusiles, flanqueaban la calle.
Entre insultos, caminamos hasta nuestros vehículos [...], a fin de continuar con la asamblea.
Fue allí donde me bauticé a los 14 años”.
También, el hermano Don MacLean, que es canadiense pero ahora sirve en el comité de la sucursal de Australasia, comienza así su historia: “Allí estaba yo sentado, hora tras hora, con un miembro de la Real Policía Montada de Canadá a mi lado.
Yo era su prisionero.
Íbamos rumbo al campamento de prisioneros de [...] Ontario, Canadá, y parecía que el viaje de 2.400 kilómetros (1.500 millas) por tren nunca terminaría”.
Está claro que estos fueron momentos decisivos en la vida de esos hermanos.
¿Y usted?
¿Recuerda algún momento que haya sido decisivo en su vida?
Quizás piense: “Bueno, a mí nadie me apuntó con un arma a la cabeza y me dijo: ‘¡Decida ahora si quiere servir a Jehová!’”.
Pero todos hemos vivido momentos que han sido decisivos para nosotros.
Quizás cuando decidimos servir a Jehová, o empezar el servicio de tiempo completo.
Para ello, tal vez tuvimos que vender nuestra casa o un negocio, decidir si queríamos servir en Betel o irnos a vivir a otro país.
También es posible que tuviéramos que pasar por algunas pruebas...
Quizás rechazamos la oportunidad de seguir con nuestros estudios académicos o dijimos que no a un trabajo muy bien pagado.
Pues bien, sea como sea, estoy seguro de que todos recordamos algunos de estos momentos cruciales, decisiones que tomamos que tuvieron buenos resultados.
Pensemos ahora por un momento en un siervo fiel de Jehová: Abrahán.
¿Cuál fue el momento decisivo de su vida?
Bueno, si buscan en la Biblia el capítulo 11 de Hebreos, verán que el apóstol Pablo resume muchos de los momentos decisivos en la vida de algunos siervos fieles del pasado.
En el versículo 8, dice sobre Abrahán: “Por fe Abrahán, cuando fue llamado, obedeció, y salió a un lugar que estaba destinado a recibir como herencia; y salió, aunque no sabía adónde iba”.
Ese fue un momento decisivo en la vida de Abrahán, ¿verdad?
Decidió obedecer a Jehová, irse de Ur y viajar a un país lejano que ni siquiera conocía.
Pero ¿fue eso lo único que tuvo que hacer para recibir su recompensa?
No.
Leamos ahora el versículo 9.
Dice: “Por fe residió como forastero en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y moró en tiendas con Isaac y Jacob, herederos con él de la mismísima promesa”.
Aquí no se destaca un momento decisivo de su vida.
Se destaca la fe que demostró día tras día.
¿Por qué lo decimos?
Bueno, sabemos que, después de un tiempo, Abrahán y su familia cruzaron el río Éufrates y entraron en la Tierra Prometida.
Eso fue en el año 1943 antes de nuestra era.
Pero aún tuvo que esperar veinticinco años para que naciera su hijo Isaac, y otros sesenta para que nacieran sus nietos Esaú y Jacob.
Y murió después de haber vivido como extranjero en la Tierra Prometida por unos cien años.
Entonces, ¿qué aprendemos?
Aunque Abrahán tomó una decisión clave en un momento crucial de su vida, respaldó esa decisión, tal como menciona el versículo 9, sirviendo a Jehová fielmente día tras día.
Así que la lección que aprendemos es que no son solo esos momentos decisivos en la vida los que definen quiénes somos en realidad.
Más bien, esos momentos y las decisiones que tomemos tienen que ir acompañados de un historial de fidelidad.
Para ser sinceros, puede que muchas de las biografías que leemos en La Atalaya comiencen de forma muy emocionante: “Sí, me pusieron un arma en la cabeza.
‘¡Decídete!
¿Morirás?
¿Estás dispuesto a morir por Jehová?’”.
Pero luego, cuando uno sigue leyendo, siento decirlo, se da cuenta de que no pasó nada espectacular en la vida de esas personas.
Y eso incluye también mi biografía.
¿Por qué digo eso?
Porque, por lo general, nuestra vida no está llena de momentos decisivos o experiencias emocionantes.
Sencillamente consiste en seguir siendo fieles a Jehová.
Por lo tanto, no podemos confiarnos y decir: “Bueno, yo ya tomé la decisión de servir a Jehová.
Pasé la prueba.
Así que a partir de ahora siempre seré fiel”.
¡No!
Debemos seguir respaldando esas decisiones con un historial de fidelidad.
Recuerde que en la Biblia se habla de muchos siervos de Dios que vivieron momentos decisivos.
Por ejemplo, Salomón.
¿Recuerda cuando le pidió a Jehová sabiduría y no riquezas, y Él lo alabó por ello?
Ese fue un momento decisivo, ¿verdad?
Pero luego no respaldó aquella decisión con una vida de lealtad.
De hecho, aquel momento decisivo de su vida perdió su valor porque no siguió siendo fiel a Jehová.
¿Y qué pasó con Judas Iscariote?
¿Hubo momentos decisivos en su vida?
¡Claro que sí!
Recuerde que en cierto momento decidió hacerse seguidor de Jesús.
Y no hay duda de que mientras siguió fielmente a su Maestro vivió cosas interesantes y emocionantes.
Pero, de nuevo, aquellas buenas decisiones perdieron su valor porque no siguió siendo fiel.
Esto nos ayuda a entender por qué el apóstol Pablo mencionó algunas ideas muy interesantes justo antes de hacer la lista del capítulo 11 de Hebreos.
Volvamos a Hebreos, esta vez al capítulo 10.
Hebreos 10:35-39.
Fíjese, aquí está la lección que queremos aprender.
Comenzando en el versículo 35, Pablo dice: “Por lo tanto, no desechen su franqueza de expresión, la cual tiene un gran galardón que se le ha de pagar.
Porque ustedes tienen necesidad de aguante”.
Y esto nos recuerda las palabras de Jesús: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo”.
Pablo sigue: “Para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa.
Porque aún ‘un poquito de tiempo’, y ‘el que viene llegará y no tardará’.
‘Pero mi justo vivirá a causa de la fe’, y, ‘si se retrae, mi alma no se complace en él’.
Ahora bien, nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción, sino de la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma”.
¡Qué palabras tan animadoras!
Por eso, cuando reflexione sobre su vida, no se desanime si sus momentos decisivos no fueron espectaculares.
Y recuerde: las decisiones que tomamos a lo largo de la vida son importantes, pero aún es más importante que le seamos fieles a Jehová día tras día.
Como ha explicado el hermano Jackson, casi todos pasamos por momentos decisivos en la vida.
Pero la fidelidad no solo se demuestra en esos momentos, sino en las cosas pequeñas del día a día.
Por ejemplo, alguien pudiera atacarnos en público por nuestras creencias.
¿Le ha pasado?
¿Se puso nervioso?
¿Le costó trabajo encontrar las palabras apropiadas para defenderse?
Veamos en el siguiente video cómo maneja Grayson una situación parecida.
Esa mañana todo parecía ir bien.
La verdad es que este año está yendo bien, desde que me bauticé.
Mi familia está más unida.
Tengo buenos amigos en la congregación.
Hasta le doy un curso de la Biblia a una persona.
Me siento bien por ir superando mis miedos y dar a Jehová lo mejor de mí.
Pero las cosas pueden cambiar de repente.
Oye, ¿sabes qué?
Me parece que vi a Grayson el sábado.
Creo que es uno de esos que van por ahí con la Biblia, debe ser un...
—¿Que Grayson es testigo de Jehová?
Pues, voy a preguntarle.
Oye, Grayson.
¿Qué tal, John?
¿Eras tú el que estaba el sábado en la calle Central?
Sí. ¿Sabes?, soy testigo de Jehová.
Lo que hacemos es conversar con la gente sobre...
—No, no, no.
No estoy de acuerdo.
Van tocando las puertas de los demás por su religión, pero no se atreven a defender este país.
¿Por qué no hacen algo de una vez y ayudan a mejorar las cosas?
Me sentí decepcionado.
Creía que había superado mis temores, pero parece que no.
Esa noche, en la adoración en familia, hablamos sobre los hermanos que están en prisión por sus creencias.
¿Por qué están en la cárcel?
Porque no quieren ir a la guerra a matar gente.
Eso le llegó al corazón a Aiden.
Oró por los hermanos esa noche.
Su oración me conmovió.
Yo no podía dormir pensando en todo eso, así que me levanté y me puse a buscar información.
Encontré algo sobre el apóstol Pedro.
Aunque tenía mucho fervor, también tuvo que luchar contra el temor a los demás, como cuando negó conocer a Jesús tres veces.
Pero, con el tiempo, venció ese temor.
Les ordenamos que no siguieran enseñando sobre la base de este nombre, y sin embargo han llenado a Jerusalén con su enseñanza y están resueltos a traer la sangre de este hombre sobre nosotros.
Tenemos que obedecer a Dios más bien que a los hombres.
El Dios de nuestros antepasados levantó a Jesús, a quien ustedes mataron, colgándolo en un madero.
Pedro se concentró en su esperanza, no en su temor.
Quiero ser como estos hermanos fieles, para que Jehová se sienta orgulloso de mí.
Me levanté al día siguiente pensando en el apóstol Pedro y en los hermanos que están en prisión por su fe.
Aunque todavía estaba un poco nervioso, me sentí listo para hablar con Eric.
Hola, John, Eric.
El otro día no pude aclararles lo que hablamos, pero, si tienen un minuto, me gustaría hacerlo ahora.
No me interesa.
Lo siento, Grayson.
Pensé que ahí se acabó la conversación, pero no.
John quería que le explicara más.
Quizá nunca me libre por completo de mis temores.
Pero el amor que le tengo a Jehová y el ejemplo de sus valientes siervos me ayudan a estar listo para defender mis creencias.
El otro día quería mostrarte...
Está claro que meditar en el ejemplo de fieles siervos de Jehová de la Biblia o de la actualidad nos da el valor que necesitamos para defender nuestra fe.
Sí, vemos una vez más que darnos tiempo para lo más importante —como orar, estudiar y meditar— contribuye a que sigamos siendo fieles.
Antes de despedirnos, los invito a visitar Hungría, país ubicado en el centro de Europa.
Allí se puede disfrutar de exquisitos platillos y buen vino.
También se puede contemplar una hermosa planicie llamada Puszta.
En Hungría, el agua es un recurso fundamental.
Abundan los ríos, los lagos y las aguas termales.
Hay más de 21.000 publicadores y casi 300 congregaciones.
Nuestros queridos hermanos ofrecen las aguas de la verdad incluso en medio de la estrechez económica.
Actualmente, hay casi el doble de precursores regulares que hace diez años.
En el 2016 se formó un pregrupo en lovari, idioma hablado por muchos romaníes en Hungría.
Nadie en el grupo es hablante nativo, pero todos desean aprender dicha lengua con la intención de ayudar a quienes tienen sed de la verdad.
Además, tan solo este año, 30.000 estudiantes extranjeros ingresaron a las universidades del país.
¡Qué gran oportunidad de predicar para las congregaciones y los grupos de lengua extranjera!
Nuestros hermanos y hermanas nos envían su cariño de todo corazón.
¡Y nosotros a ellos también!
Desde la sede mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.