JW Broadcasting: Febrero 2020

¡Bienvenidos!

En el programa de este mes veremos qué podemos hacer para seguir sirviendo a Jehová con alegría.

Criar hijos puede hacernos muy felices, pero no siempre es fácil.

Conoceremos a unos padres cuyo fiel ejemplo fue una bendición para sus hijos.

Cuando se imaginan en el nuevo mundo, ¿vienen a su mente escenas como estas?

¿Qué sienten?

Seguro que les gustará el video musical de este mes, donde veremos una muestra de lo que nos espera en el futuro.

También vamos a ver que nos sentiremos más felices si demostramos aprecio y gratitud a nuestra familia, a nuestros hermanos y, por supuesto, a Jehová, nuestro Dios.

Este es el programa de febrero de 2020 de JW Broadcasting®.

Empezaremos el programa de hoy hablando de las siguientes palabras: “Sirvan a Jehová con alegría”.

Esto es lo que dice el Salmo 100:2.

Ahora bien, ¿servimos a Jehová con alegría siempre?

Supongo que estarán de acuerdo conmigo en que a veces es difícil estar contentos.

Por eso, ¿de verdad es tan importante servir a Jehová con alegría?

¿Y qué significan estas palabras?

Dicho de otro modo, ¿qué implica servir a Jehová con la actitud alegre que él espera de nosotros?

¿Y qué podemos hacer para servir felices a Jehová y mantener una actitud alegre?

¿Por qué decimos que es importante servir a Jehová con alegría?

Bueno, nosotros queremos reflejar la personalidad de Jehová.

Y en 1 Timoteo 1:11 a él se le llama “el Dios feliz”.

¿Verdad que es lógico que Jehová espere que seamos felices sirviéndole?

Vamos a leer en el capítulo 28 de Deuteronomio algo que Dios les dijo a los israelitas.

Jehová les dio una advertencia.

Les dijo lo que les iba a pasar si le desobedecían y si dejaban de servirle con alegría.

Deuteronomio, capítulo 28, a partir del versículo 45, dice: Jehová había cuidado muy bien a los israelitas, aun así ellos no estaban contentos.

A Jehová no le gustó nada esa actitud.

Esto nos muestra que para Jehová es muy importante que le sirvamos con alegría.

Jesús también enseó que esto es importante.

Por ejemplo, en el Sermón del Monte, él les explicó a los que lo escuchaban cómo ser felices.

A veces, a esta parte del capítulo 5 de Mateo la han llamado las nueve felicidades.

Tiempo después, el apóstol Pablo escribió sobre “el fruto del espíritu”.

La felicidad es una de las cualidades del fruto del espíritu.

Es importante que seamos felices, y con la ayuda de su espíritu Jehová nos ayuda a servirle con alegría.

Pero ¿es realista esperar que estemos todo el día alegres sonriendo y cantando todo el tiempo?

No, eso no es lo que Jehová espera.

Todos tenemos personalidades diferentes y expresamos nuestra alegría de distintas maneras.

Además, hay momentos en la vida en los que nos sentimos tristes y decepcionados.

Y Jehová sabe muy bien que algunos de nosotros no tenemos buena salud.

Otros quizás estén luchando contra la depresión, y por eso no siempre pueden expresar alegría.

Aun así, él nos quiere a todos y nos valora muchísimo.

Entonces, ¿qué tipo de alegría espera Jehová que demostremos?

¿Qué es exactamente este espíritu o actitud alegre?

Aquí en Deuteronomio la palabra “alegría” se refiere a la felicidad que sentimos interiormente y a nuestra manera de expresarla.

La Biblia también habla de “un corazón contento”.

El corazón representa a la persona que somos en el interior.

Y se puede ver la clase de persona que somos por dentro por las cosas que hacemos, nuestros deseos, sentimientos, emociones, pensamientos, etcétera.

Así que, como hemos visto, la felicidad está en nuestro interior.

Pero ¿depende la felicidad de la que estamos hablando de las circunstancias?

Por ejemplo, ¿verdad que a todos nos gustan los días soleados?

Pero, si fuéramos un agricultor que necesita urgentemente la lluvia para que crezcan sus cosechas, ¿cómo nos sentiríamos?

Probablemente estaríamos más felices si lloviera.

En estos últimos días, es muy difícil, por no decir imposible, no tener problemas.

Así que está claro que nuestra felicidad al servir a Jehová no depende de nuestras circunstancias.

Y en este programa y en nuestras publicaciones hemos visto muchos ejemplos de hermanos que han conseguido ser felices sirviendo a Jehová a pesar de circunstancias difíciles, como la mala salud o la oposición.

Entonces, ¿qué puede ayudarnos a ser personas felices?

Para contestar esta pregunta, ¿qué les parece si hacemos un pequeño experimento?

Por favor, cierren los ojos un momento.

¿Ya los tienen cerrados?

Pues, ahora, piensen en una manzana.

Ya pueden abrir los ojos de nuevo.

Déjenme preguntarles algo: ¿pensaron en una manzana roja, una manzana verde o una manzana amarilla?

¿Por qué vieron un color?

Si yo solo les pedí que pensaran en una manzana...

La respuesta es...

porque pensamos en imágenes.

De hecho, a diario nos vienen a la mente incontables imágenes.

Podríamos decir que es como si apiláramos todas esas imágenes en un montón.

Y, cuando volvemos a pensar en algo por segunda vez, es como si sacáramos esa imagen de abajo y la pusiéramos encima del montón.

Cuanto más tiempo pasa sin que pensemos en una imagen, más abajo se va quedando en el montón y más difícil es recordarla.

Este montón de imágenes representa nuestros pensamientos, que influyen en nuestras emociones.

Incluso los pensamientos de los que no estamos conscientes influyen en cómo nos sentimos.

Pueden hacer que nos sintamos tristes o contentos, aburridos o entusiasmados, y así por el estilo.

Jehová, nuestro Creador, conoce muy bien la conexión que hay entre los pensamientos y las imágenes.

Busquemos 2 Reyes, capítulo 6, para ver un ejemplo de cómo se valió Jehová de esto para ayudar a alguien.

Aquí encontramos la historia del rey de Siria, que quería atrapar a Eliseo.

¿Cómo se sentía el sirviente de Eliseo?

Vamos a verlo en 2 Reyes, capítulo 6, a partir del versículo 15: El sirviente de Eliseo tenía mucho miedo.

Probablemente estaba pensando en lo indefensos que estaban, y ya se veía siendo capturado por el ejército sirio.

¿Podría Eliseo ayudar a su sirviente?

El versículo 16 dice: En otras palabras, Eliseo estaba diciendo: “Piensa en otra cosa.

Piensa en que son más los que están con nosotros”.

¿Funcionó eso?

Parece que al sirviente le costó concentrarse en ese pensamiento animador.

No era capaz de visualizar a Jehová rescatándolos.

¿Cómo ayudó Jehová al sirviente?

Veámoslo en 2 Reyes 6:17: Jehová ayudó al sirviente con imágenes.

Los caballos y los carros llamaron su atención.

Ahora sus pensamientos estaban centrados en el hecho de que Jehová estaba con ellos y lo tenía todo bajo control.

Podía imaginarse a Jehová venciendo, y dejó de tener miedo.

Se sentía feliz.

Lo que vio influyó en sus pensamientos y cambió su estado de ánimo.

Los pensamientos tienen mucho poder.

Y qué comprensivo fue Jehová.

Recordemos que al final Jehová no usó ni los caballos ni los carros.

Salvó a Eliseo y a su sirviente dejando ciegos a los soldados sirios.

Comparemos los sentimientos de Eliseo con los de su sirviente.

¿Por qué eran diferentes?

Sus circunstancias eran exactamente las mismas.

Pero sus pensamientos eran distintos.

Bueno, ¿qué tiene que ver todo esto con nuestro tema, “Sirvan a Jehová con alegría”?

Ya hemos visto que Jehová espera que seamos felices.

También hemos visto que los pensamientos son como imágenes que influyen en nosotros y en cómo nos sentimos.

Las imágenes y los pensamientos están muy conectados entre sí.

El apóstol Pablo en Romanos 12:2 explicó lo importantes que son los pensamientos cuando dijo: “Transfórmense renovando su mente”.

Y en Efesios 4:23 recalcó esta idea al decir: “Deben seguir renovando su forma de pensar”.

Estos textos muestran que los pensamientos son muy importantes y determinan la clase de persona que somos.

Además, Pablo sabía que podemos cambiar nuestra forma de pensar.

Por favor, busquen conmigo 2 Corintios, capítulo 10, y veamos lo que Pablo nos recomienda hacer.

Aquí, en 2 Corintios 10:5, dice: Eso es exactamente lo que debemos hacer: controlar lo que pensamos.

Evitemos llenar nuestra mente de pensamientos que debiliten nuestra fe o que debiliten nuestro deseo de servir a Jehová.

Recordemos: los pensamientos son como imágenes que se quedan grabadas en la mente.

No podemos borrarlas, y van a influir en nuestros sentimientos.

Pero hay algo más que podemos hacer.

¿Están listos para un segundo experimento?

Por favor, cierren de nuevo los ojos y no piensen en una manzana.

Ya pueden abrir los ojos.

¿Consiguieron no pensar en una manzana?

Si lo lograron, probablemente tuvieron que obligarse a pensar en otra cosa.

Estamos hechos para pensar siempre en algo.

La clave para ser felices sirviendo a Jehová está no solo en evitar los pensamientos negativos, sino en pensar en cosas positivas.

Algunas de estas se encuentran en Filipenses 4.

El versículo 8 dice: Si pensamos y meditamos en estas cosas positivas, formaremos imágenes en nuestra mente que nos ayudarán a ser felices sirviendo a Jehová.

Servir a Jehová con alegría depende de nosotros.

Nuestra felicidad no depende de las circunstancias que tengamos, sino de que hagamos las cosas a la manera de Jehová.

Si nos esforzamos por controlar nuestros pensamientos, llenaremos nuestra mente de imágenes agradables.

Incluso si en el pasado hemos vivido cosas que nos impiden expresar alegría, con el tiempo esas imágenes desagradables quedarán enterradas debajo de pensamientos como los que leímos en el capítulo 4 de Filipenses.

Poco a poco tendremos más paz interior y seremos más felices, y otros podrán verlo.

Jehová, nuestro Dios feliz, valora mucho todos los esfuerzos que hagamos por servirle con alegría, porque para él eso es muy importante.

Veamos otra cosa que podemos hacer para servir a Jehová con alegría.

Estoy seguro de que recuerdan aquellas palabras del señor Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”.

¿Y no es cierto que cuando expresamos palabras de reconocimiento y gratitud, nos sentimos más contentos?

Entrevistamos a algunos hermanos para la sección “Lecciones de La Atalaya”.

A ellos no se les hacía fácil demostrar aprecio y gratitud.

Veamos qué los ayudó a lograrlo.

Soy precursora y además trabajo como voluntaria externa en Betel.

Disfruto mucho de mi servicio.

Pero, como tengo tanto que hacer, a veces olvido decirles a los hermanos y hermanas lo importantes que son para mí.

Quería que mi esposa supiera que la valoro, pero me daba vergüenza expresarlo.

No me salía de forma natural.

Sabía que es bueno demostrarle a los demás que los valoramos.

Pero me di cuenta de que necesitaba una razón más poderosa para expresar mi agradecimiento.

Aunque los 10 leprosos seguramente estaban agradecidos, solo uno de ellos volvió para dar las gracias.

Al pensar en eso me di cuenta de que, aunque me siento agradecida, a veces me cuesta expresarlo con palabras.

Esaú era impaciente y no meditaba.

Por otro lado, David dedicó tiempo a pensar en el honor que tenía de servir a Jehová.

Comprendí que es importante meditar.

Una hermana estaba visitando casi todos los días a otra hermana muy enferma.

La ayudaba con las compras y la cuidaba con mucho cariño.

Pensar en por qué ella estaba haciendo todo esto y en cómo se sentía me hizo valorarla mucho más.

Jehová nos recompensa generosamente.

Entonces, si él demuestra que nos valora, ¿no debería yo también demostrarles a los demás que los valoro?

¿Será que pienso que por mantener a mi familia soy yo el que merece que le den las gracias?

Comencé a pensar en lo que debe sentir Jehová por mi esposa.

Eso me motivó a hablarle con más cariño.

También siento que mi manera de mirarla y mis expresiones faciales son más cariñosas.

Ahora resolvemos los desacuerdos de forma más fácil y rápida.

Y siento que cada día estamos más cerca el uno del otro.

Me siento muy feliz cuando les digo a los demás que los valoro.

Mi relación con los hermanos y hermanas ha mejorado y nuestra amistad es más fuerte.

Me di cuenta de que Jehová quiere que expresemos nuestro agradecimiento porque sabe que nos sentimos felices al hacerlo.

Eso me ha acercado más a Jehová.

Expresar palabras de aprecio y gratitud no es fácil para algunos.

Como vimos, quizá estemos muy ocupados en nuestro ministerio, o seamos tímidos, o tengamos que esforzarnos por conocer mejor a nuestros hermanos.

Pero, si nos esforzamos por mostrar aprecio, nos sentiremos más cerca de los demás y de Jehová mismo, y eso nos hará felices.

Que una familia se mantenga unida es toda una bendición, pero exige sacrificios de parte de todos, tanto de los padres como de los hijos.

En la siguiente escenificación conoceremos a tres hermanos que ponen todo de su parte para cuidar a su mamá como Jehová desea.

Y fíjense en cómo la buena comunicación resulta fundamental.

No era la primera vez que mamá nos daba un susto.

Mi hermano y mi hermana siempre están ahí para ayudar.

Pero esta vez era diferente.

Se tendría que quedar en el hospital por lo menos una semana y después de salir iba a necesitar más cuidados.

La verdad es que no estábamos preparados para eso.

Tendría que haber aceptado más ayuda de los hermanos, pero es que no quería ser una carga.

Janice me entendía, y ahora se preguntaba si podría seguir sirviendo en Betel.

Tony se sentía mal por vivir tan lejos y no poder ayudar tanto.

Así que decidimos orar, descansar un poco, buscar información y juntarnos otra vez.

Yo les conté lo que había aprendido de José en Génesis 45.

Él le dijo a su padre: Como Jacob vivía lejos, José hizo lo necesario para poder atender sus necesidades.

Cuidar a su padre era una de las cosas más importantes para él.

Janice y Tony también encontraron algunos artículos que daban sugerencias muy buenas, como pedir ayuda de vez en cuando, sacar tiempo para hablar más con mamá o incluso contratar a una enfermera para cuidarla algunas horas al día.

No estábamos preparados para que la salud de mamá empeorara de golpe, pero Jehová nos está ayudando a afrontar todas las nuevas situaciones.

Para nosotros, cuidarla es una prioridad.

Y, con la ayuda de Jehová, le estamos dando a mamá la honra que merece.

Acabamos de ver lo que estos tres hijos decidieron hacer para cuidar de su madre envejecida.

Claro, cada familia —y cada situación— es distinta.

Pero en todos los casos debemos pedir ayuda a Jehová y seguir su guía.

¿Se enfrenta su familia a una situación como la que hemos visto?

¿Qué podría ayudarlos?

Los principios bíblicos y, como hemos visto, comunicarse con franqueza.

Claro, mostrar respeto y consideración siempre contribuirá al éxito.

Ya dijimos que criar hijos implica retos, pero puede hacerse con alegría.

Acompáñenme hasta Alaska, donde conoceremos a la hermosa familia Bode.

Estábamos sirviendo en un pueblito de Alberta cuando nuestra familia empezó a crecer.

Cuando nos mudamos aquí, a Craig, teníamos cuatro hijos.

Con el tiempo, llegamos a tener nueve.

Ser padre es una gran responsabilidad.

Debes poner el Reino en primer lugar, debes ser un buen ejemplo, debes ir a las reuniones, debes ser constante en la predicación.

Estábamos convencidos de que, para poner un buen ejemplo a nuestros hijos, primero debíamos amar a Jehová nosotros.

Nos ayudaron a ver que lo que nos haría felices sería servir a Jehová.

Mis padres nos enseñaron a buscar primero el Reino con sus acciones más que con sus palabras.

Cuando tienes nueve niños no paras.

Con tanto que hacer, podrías buscar excusas para bajar el ritmo en el servicio a Jehová.

Criar a nueve hijos es muy difícil.

Hay un millón de desafíos.

Sí...

A veces se sentaba en su mecedora y se notaba que estaba tan cansada...

Me acuerdo de una vez que era la hora de ir a la reunión, pero yo estaba rendida.

Entonces pensé en Isaías 40, donde Jehová dice que “los que ponen su esperanza” en él “recobrarán las fuerzas”.

Llegué a la conclusión de que Jehová quería que fuera a la reunión.

Él me daría fuerzas.

Así que hice una oración y me arreglé.

Siempre estábamos corriendo.

En Hebreos se nos anima a no “dejar de reunirnos” nunca.

Mi padre siempre lo mencionaba.

Hubo una época en la que durante el invierno podíamos tardar hasta dos horas en llegar a la reunión.

Luego volvíamos a casa tarde en la noche.

Veías a todos los niños agotados...

y tú también lo estabas, claro.

Ver la importancia que mis padres les daban a las reuniones me enseñó a no darlas por sentado.

Ellos siempre nos inculcaron que había que ser constantes en la predicación y en la asistencia a las reuniones.

Era nuestra rutina.

No hacía falta hablarlo.

Nos levantábamos el sábado por la mañana y salíamos de casa para ir a predicar.

No íbamos de adorno en el asiento de atrás.

Sabíamos que teníamos que hablar de Jehová con las personas.

Desde pequeñitos imitamos el interés que mostraban nuestros padres por la gente.

Eso hizo que disfrutáramos de salir a predicar.

Me sentía útil, con un propósito.

Tenía que visitar a algunas personas, así que debía prepararme para saber de qué iba a hablar.

Al predicar, muchas veces nos tomábamos descansos.

Lo hacíamos por nuestros hijos y por nosotros.

Queríamos que los niños disfrutaran del ministerio y por eso teníamos que ser razonables y flexibles.

Pienso en lo que dice Proverbios 22:6: “Educa al niño en el camino por el que debe ir”.

Nuestros padres hicieron eso al darle más importancia a las cosas espirituales que a las materiales.

Jehová nos ayudó a cumplir lo mejor posible con nuestra responsabilidad.

A veces cometimos errores, pero siempre tuve claro que Jehová es el mejor Padre.

Si enseñábamos a nuestros hijos a amarlo, él haría el resto.

Bueno, tuvimos éxito como familia porque Jehová estaba en nuestras vidas.

Todos nuestros hijos le sirven fielmente.

Eso nos hace muy felices, y estoy seguro de que a Jehová también.

¿Qué podemos aprender de todo lo que hicieron Dale y Nadja al criar a sus hijos?

Tal vez usted no tenga nueve hijos ni siete ni cinco ni dos, pero ¿no es cierto que aprendemos algo valioso de Dale y Nadja?

Una de sus hijas lo resumió así: “Mis padres nos enseñaron a buscar primero el Reino con sus acciones más que con sus palabras”.

Dale y Nadja estaban ocupadísimos, pero jamás descuidaron las cosas espirituales.

Y fue su ejemplo lo que influyó de manera tan positiva en sus hijos.

Ahora escuchemos al hermano Stephen Lett, del Cuerpo Gobernante, quien le habló a la familia Betel sobre algo que amenaza nuestra alegría en el servicio a Jehová y cómo podemos evitarlo.

El tema de este discurso es “Evitemos todo tipo de codicia”.

Jehová le dijo con cariño a Baruc, el secretario de Jeremías, que dejara de buscar “cosas grandes”.

¿A qué se refería?

No estamos seguros, quizás buscaba fama o cosas materiales, o ambas.

Pero Jehová veía que en el corazón de Baruc se estaba desarrollando una mala cualidad: la codicia.

La obra “Perspicacia” define la codicia como “ansia y deseo vehemente”.

Un diccionario dice que la codicia es un deseo egoísta y exagerado de tener más de lo necesario de algo, por ejemplo, dinero.

Así que Jehová le estaba diciendo a Baruc: “Deja de ser codicioso”.

Y nos dice lo mismo a nosotros.

Jesús también nos da un consejo parecido al que Jehová le dio a Baruc.

Busquemos Lucas, capítulo 12, y leamos el texto temático.

Lucas 12:15 —vamos a ver qué advertencia dio Jesús allí—.

Lucas 12:15 dice: “Entonces [Jesús] les dijo: ‘Mantengan los ojos bien abiertos y eviten —fíjense ahora— todo tipo de codicia, porque, por mucho que uno tenga, las cosas que posee no le pueden dar la vida’”.

¿Por qué es difícil evitar “todo tipo de codicia”, como dijo Jesús?

Bueno, tenemos tres grandes enemigos.

Vamos a hablar de cada uno de ellos y de cómo nos lo ponen difícil.

El primero es la imperfección.

En Génesis 8:21, Jehová dijo: “El corazón de los hombres tiende al mal desde la juventud”.

Una mala tendencia es la codicia.

Esta tendencia se empieza a notar desde que somos pequeños.

Por ejemplo, los niños pequeños agarran cosas y las sujetan con fuerza diciendo: “Es mío, mío, mío”.

¿Verdad que se empieza a notar en ellos la codicia?

Cuando la gente los ve, dice: “Qué niño tan simpático” o “tiene los ojos de su madre y la nariz de su padre”.

Pero nunca dirían: “Mira qué niño tan desinteresado, cómo piensa en los demás”.

No, requiere mucho esfuerzo enseñarle a un pequeño a ser desinteresado, como Jehová.

Hablemos ahora de nuestro segundo enemigo, Satanás.

¿Qué fue lo que lo hizo caer?

La codicia.

Dejó que el deseo de tener algo que solo le pertenece a Jehová creciera en su corazón.

¿Qué deseaba tanto?

Que lo adoraran.

Y él quiere que a nosotros nos pase lo mismo, que caigamos en la trampa de la codicia.

Por eso intenta fomentar nuestra tendencia a ser codiciosos.

Piensa en esto, ¿cómo logró entrampar Satanás a Eva, que era una mujer perfecta?

Con la codicia.

Consiguió que deseara tener lo que solo le pertenecía a Dios.

Fue como si le dijera: “Mira, comer de todos los árboles del jardín menos uno no es suficiente.

Deberías fijarte en ese árbol del que no puedes comer”.

Pongamos un ejemplo que ilustra lo codiciosos que llegaron a ser Adán y Eva al dejarse llevar por Satanás, hasta dónde llegaron.

Imagina que tienes invitados quedándose en tu casa y les dices: “Quiero que se sientan como en casa mientras estén aquí”.

Los llevas a la cocina; abres el refrigerador y les dices: “Aquí tienen de todo para comer, en los armarios —la despensa—, todo lo que quieran.

Siéntanse libres, no hace falta que pregunten”.

Entonces, abres una pequeña gaveta y les dices: “He guardado aquí algunas cosas para otro momento.

Es muy importante que no tomen nada de esta gaveta.

Es la misma comida que hay en los armarios y en la despensa.

No les va a faltar de nada”.

¿Habrías sido demasiado restrictivo?

¿Habrías sido poco generoso con tus invitados?

Para nada.

Habrías sido muy generoso, ¿verdad?

Pues así fue Jehová con Adán y Eva.

Pero volvamos al ejemplo.

Supongamos que entras en la cocina y descubres a tus invitados comiendo algo de la gaveta de la que les dijiste que no comieran.

¿Verdad que te molestarías mucho?

Probablemente pensarías que te están robando y les dirías que se fueran de tu casa.

Pues así se sintió Jehová y así reaccionó.

Si Eva hubiera estado contenta con lo que él le había dado, no habría caído en la trampa de Satanás.

¿Y qué hay de nuestro tercer gran enemigo, el mundo?

El mundo de Satanás y su espíritu, “el espíritu del mundo”, intentan influenciarnos todo el tiempo.

Por un lado, Jehová “insufla” espíritu santo en sus siervos para que sean como él y no sean codiciosos.

Por otro lado, Satanás “exhala” el apestoso espíritu del mundo, que hace que la gente sea codiciosa, como él.

Una manera en la que el mundo de Satanás promueve la codicia por las cosas materiales es a través de la publicidad.

Recibimos un bombardeo constante de anuncios publicitarios.

Por ejemplo, ves un automóvil nuevo y reluciente.

Brilla tanto que parece que lleva 12 capas de cera.

Lo iluminan con un montón de luces y lo enfocan desde muchos ángulos diferentes.

Entonces, aparece una mujer...

digamos que con poca ropa, caminando hacia el auto.

No te das cuenta, pero suena una música suave de fondo.

Cuando la mujer abre la puerta del auto y se mete dentro, la música es cada vez más impactante.

Quieren que pienses: “No eres nadie sin él, tienes que comprártelo”.

Eso sí, no te dicen lo mucho que te va a costar pagarlo cada mes ni todas las reuniones que te vas a perder para conseguir el dinero.

“No eres nadie sin este auto”.

A menudo usan estrategias de venta similares para promocionar aparatos electrónicos y otras cosas.

Está claro que tenemos que luchar mucho contra el espíritu del mundo para que no nos convierta en personas codiciosas.

Si no tenemos cuidado, podríamos llegar a amar más el dinero y las cosas materiales que a Jehová.

Si nos pasa eso, en vez de vencer al mundo, como hizo Jesús, el mundo nos habrá vencido a nosotros.

No es fácil luchar contra estos tres grandes enemigos y evitar, como dijo Jesús, “todo tipo de codicia”.

Pensemos en esto por un momento: Jesús no dijo que hubiera solo un tipo de codicia.

Hay diferentes clases, y tenemos que protegernos de todas las formas de codicia.

¿Cuál dirías que es el antídoto contra este peligroso veneno?

¿Verdad que es estar contentos con lo que tenemos?

Por ejemplo, un tipo de codicia que hemos mencionado es desear más cosas materiales.

Estar contentos con lo que tenemos nos ayudará a evitar ese tipo de codicia.

Sabemos lo que dice 1 Timoteo 6:8: “Así pues, si tenemos comida y ropa [y, como dice la nota, “refugio”], estemos contentos con eso”.

Así que estar contentos nos protege.

Y eso fue lo que Jehová le dijo a Baruc: “Ya tienes lo que necesitas.

Deja de acumular cosas, deja de buscar cosas grandes.

Debes estar contento con lo que tienes y centrarte en cosas más importantes”.

Luego le dijo por qué debía hacer esto.

Se lo explicó en Jeremías 45:5: “Porque voy a mandarle una calamidad a toda la gente”.

Le dijo que, si era capaz de controlarse, le daría su “vida como botín de guerra”.

Lo mismo sucederá con nosotros.

Pronto Jehová mandará una calamidad a toda la gente, así que tenemos que estar contentos con tener lo que de verdad necesitamos y buscar “primero el Reino”.

Y es que solo somos residentes temporales.

Eso dice 1 Pedro 1:17.

Pongamos un ejemplo para explicar lo que significa esta expresión.

Imagina que alquilamos un estadio para celebrar nuestra asamblea regional.

Puede que hagamos varias cosas para preparar el lugar y estar más cómodos durante la asamblea.

Tal vez lo limpiemos a fondo, quizás hagamos algunos retoques de pintura, o incluso reparemos algunos inodoros o algunas lámparas rotas.

Pero no nos pondríamos a arreglar y a pintar todas las paredes del estadio.

No quitaríamos las sillas para poner unas nuevas.

Tampoco demoleríamos el estacionamiento para construir uno nuevo, porque solo estaremos allí temporalmente.

Vamos a irnos después del fin de semana.

Bueno, no sabemos cuándo dejaremos de estar en este sistema, pero sí sabemos que será pronto.

Por eso tenemos una vida sencilla.

Somos residentes temporales.

Otro tipo de codicia es el deseo de ser alguien importante.

Pero estar contentos con todo lo que Jehová nos ha permitido hacer en su servicio nos protegerá.

Eso habría protegido a Coré, que vivió en el tiempo de Moisés.

Por otra parte, están los deseos sexuales codiciosos.

Estemos solteros o casados, estar contentos con lo que de verdad nos pertenece nos protegerá.

Si a David le hubiera bastado con lo que tenía, no habría pecado con Bat-Seba.

También hay otros tipos de codicia, como la glotonería o la borrachera.

Pero el antídoto contra todos ellos es estar contentos, satisfechos con lo que Jehová nos ha dado y que ahora nos pertenece.

Está claro, si logramos evitar todo tipo de codicia, podremos disfrutar de la vida en un hermoso nuevo mundo en el que Jehová abrirá su mano para satisfacer el “deseo de todos los seres vivos”.

El servicio de tiempo completo es una manera especial de servir a Jehová con alegría.

Pero ¿cómo mantener la alegría si de repente enfrentamos un problema grave?

Jay y Elaine Humer, ustedes han pasado por esto.

Gracias por estar aquí hoy para contarnos su propia experiencia.

Llevan más de cuarenta años sirviendo a tiempo completo y muchos de ellos en la obra de circuito.

Sí, hemos tenido el gran honor de ser precursores y, desde hace treinta años, —servir en la obra de circuito.

—Sí.

Y sentimos que Jehová ha sido muy bondadoso al permitirnos servirle de esta manera.

Recuerdo que, cuando llené la solicitud para ser precursora regular en el año 1972, pensé que le estaba haciendo un regalo a Jehová.

Pero, después de muchos años de recibir bendiciones y de ver cómo Jehová nos ha ayudado en momentos muy difíciles, me di cuenta de que era Jehová quien me estaba haciendo un regalo a mí.

Eso es muy animador, gracias.

Pero mencionaste que hubo momentos difíciles.

¿Recuerdan alguno en particular?

Uno de los más duros fue hace unos veinte años, cuando murieron siete familiares y amigos en tan solo seis meses.

Fue un momento muy difícil porque cinco de ellos eran familiares.

Murió el padre de Jay, mi tía Alma (que fue quien me enseñó la verdad) y también mi padre.

Fue una cosa tras otra, vino todo seguido.

No nos podemos ni imaginar cómo debieron sentirse.

Nos recuerda un poco a lo que vivió Job.

¿Qué hicieron para volver a ser felices?

Bueno, no fue nada fácil.

Por supuesto, nos concentramos en ayudar a los hermanos y trabajar a su lado, y eso nos ayudó a no estar todo el tiempo dándole vueltas a la situación.

También pensábamos en la resurrección.

Centrarnos en esta esperanza fue como si nos pusiéramos “el casco de la salvación”, porque protegió nuestros corazones y nuestros pensamientos del dolor.

Y, claro, hablar de esa esperanza con otros nos ayudó a grabarla aún más en nuestros corazones.

Es verdad.

Muchas gracias.

¿Nos podrían contar qué otras cosas hicieron?

Lo más difícil de todo fue unos cuatro años después, cuando nuestro querido sobrino Christopher murió en un accidente a la edad de 17 años.

Él y sus padres habían vivido con nosotros en la misma casa antes de que empezáramos la obra de circuito.

Para nosotros, Christopher era como el hijo que nunca tendríamos en este sistema.

Por eso, perderlo nos partió el corazón.

Fue devastador para toda la familia, especialmente para sus padres.

Christopher iba camino al Salón del Reino para encontrarse con su papá y su abuela y salir a predicar.

Pero su auto pisó hielo en la carretera, patinó y chocó contra un auto que venía de frente.

Murió al instante.

Fue muy difícil para nosotros.

Estábamos destrozados, hundidos en el desánimo.

Era incapaz de hablar con Jehová, ni siquiera de dirigirme a él con lamentos no expresados.

No hablé con él por tres días, aunque sí lo escuchaba.

¿Por qué dices que sí lo escuchabas?

Recuerdo que estaba toda la familia reunida, haciendo los preparativos para el funeral.

Entonces mi hermana dijo que habían cremado el cuerpo de Christopher; aquel momento fue muy duro.

Fue tan duro que literalmente me derrumbé y empecé a llorar.

Allí, tirada en el suelo, pensé que quizás María se sentía como yo cuando le dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, esto no habría pasado”.

En aquel momento, escuché a mi hermana decir: “Traigan su Biblia y léanle su texto favorito”.

Jay la trajo y me empezó a leer el Salmo 91, un salmo que yo me sabía de memoria.

Fue entonces cuando empecé a escuchar la voz de Jehová.

¿Y esta fue la única ocasión en que escuchaste a Jehová?

No, para nada.

Tuve que investigar mucho.

Busqué todos los artículos sobre la resurrección, todos los textos que hablan del consuelo y medité en las imágenes que había en las publicaciones.

Recuerdo un texto en particular que me llegó al corazón.

Fue el Salmo 56:8.

Ese texto dice: “Tú estás al tanto de mi vida errante.

Recoge mis lágrimas en tu odre.

¿Acaso no están anotadas en tu libro?”.

Y me imaginé a Jehová observándonos de esa forma, estando tan pendiente de nosotros, hasta el punto de recoger y anotar cada una de nuestras lágrimas.

Eso me acercó mucho a Jehová.

Así que seguiste escuchando a Jehová al estudiar información animadora de las publicaciones.

¿Recuerdas algún artículo en especial?

Sí, recuerdo uno que hablaba de una florecita que quedó doblada después de una tormenta.

El aguacero fue tan fuerte que obligó a las personas y a los animales a buscar refugio, pero la flor no podía hacerlo.

Sin embargo, ahí estaba, entera, doblada por la tormenta pero bien arraigada.

Y esto me hizo pensar en nosotros.

El artículo decía que no podemos evitar la pérdida de un ser querido, tal como la flor no podía salir corriendo a buscar refugio.

Tenía que aguantar.

Pero también mencionaba muchas cosas sobre la esperanza y la fe.

La esperanza es nuestra ancla y protege nuestra relación con Jehová.

Y en cuanto a la fe, Santiago 1:3 dice que, si tenemos una fe fuerte, podemos aguantar lo que sea.

Y eso es justo lo que nos pasó.

Aquello alivió nuestro dolor.

Como aquella flor, con el tiempo nos levantaríamos y volveríamos a sonreír.

Y así fue.

Recuerdo la primera vez que sonreí por dentro y pensé: “Jehová, sin duda curas las heridas del corazón”.

¿Hubo algo más que te ayudó?

Sí, comencé a buscar algunas imágenes en nuestras publicaciones.

En una de ellas aparecía un pastor que se había metido en un arbusto con espinas para rescatar a un corderito perdido.

El pastor lo llevaba bien sujeto en los hombros después de haberlo sacado del arbusto.

Y pensé: “Qué lugar tan seguro donde estar”.

Así que decidí imprimir aquella bonita imagen y también la amplié un poco.

Al hacerla más grande, noté algo que no había visto en la publicación.

El pastor tenía rasguños en la cara.

Aquello me hizo pensar en lo que el pastor había tenido que sufrir para sacar al corderito del arbusto.

Y entonces pensé en Jehová.

Él es nuestro Gran Pastor y ha tenido que hacer mucho para rescatarnos, incluso ha estado dispuesto a sufrir.

Así es como escuchaba a Jehová y pude acercarme otra vez a él.

¿Y qué hiciste con todos esos artículos e imágenes?

Pues decidí imprimirlo todo —los artículos, las imágenes y los textos bíblicos— y los expuse en mi escritorio por algún tiempo.

Después, los guardé en un sobre, como una carpeta, y me imaginaba que era la tarjeta que Jehová me había enviado para animarme.

Sabíamos que teníamos que hacer algo para que la tristeza no nos paralizara.

Se dice que el duelo es un camino muy difícil, pero que no se puede esquivar.

No es un lugar donde vivir, sino un camino que recorrer.

Y aunque el dolor nunca desaparece por completo, sí se alivia con el tiempo.

Jehová creó el corazón con la capacidad de sanarse.

Y así fue en nuestro caso.

Sí, así fue.

No es que te falte fe; es que quieres mucho a esa persona.

Queríamos a Christopher y lo extrañamos.

No es que nos hayamos olvidado de él.

A veces tienes miedo de eso cuando pierdes a alguien.

Pero sabemos que Christopher está en la memoria de Jehová.

Como él es justo, nunca se olvida de quienes son leales.

Y Christopher lo era.

Así que estamos convencidos de que lo vamos a volver a ver.

Y eso nos ayuda a no estar mirando siempre por el espejo retrovisor, sino a mirar hacia adelante, al momento en que estemos con él en el Paraíso.

La verdad es que Jehová cumplió sus promesas y nos ayudó a atravesar la tormenta.

Recogió los pedazos de nuestros corazones rotos y los unió.

Y aunque esto pasó hace 17 años, nuestro corazón todavía tiene cicatrices.

Pero estamos seguros de que llegará el día en que desaparecerán del todo.

Será cuando volvamos a estar junto a él en el Paraíso.

Sin ninguna duda, Jehová ha demostrado ser mi fortaleza, mi Padre y mi Amigo de una manera especial.

Hemos aprendido que Jehová de verdad nos ama, nos cuida y nos protege.

Y, gracias a que es tan buen Padre, hemos recuperado la felicidad y hemos tenido una vida llena de bendiciones.

En todos los años que hemos servido a nuestro Dios, siempre hemos visto que, no importa lo que le demos a Jehová, no importan los sacrificios que hagamos por él, él siempre nos da más.

Uno no puede ser más generoso que la Persona más generosa del universo.

Y estamos convencidos de que, así como nos ha bendecido todos estos años, seguirá haciéndolo en nuestra próxima asignación.

Muchísimas gracias por contarnos un poquito de su vida.

Deseamos que Jehová los siga bendiciendo en su servicio de tiempo completo ahora como precursores especiales.

Y que sigan poniendo en práctica los principios que mencionaron para que Jehová continúe protegiendo sus corazones.

Gracias.

Como ya hemos dicho, ser felices no depende tanto de nuestras circunstancias, sino de nuestros pensamientos y nuestra actitud.

Y nuestros pensamientos dependen de lo que ponemos en nuestra mente.

A propósito, el video de este mes nos ayudará a imaginar cómo será la vida de verdad en el nuevo mundo.

¿Te imaginas que ya vives allí, que este mundo ha quedado detrás de ti?

Mira a tu alrededor, es un nuevo mundo lleno de amor.

Los niños ríen y juegan al sol, te rodea el aroma de un valle en flor y se respira la paz, tus ojos brillan de felicidad.

Gracias a la fe, si quieres, hoy ya puedes ver la vida de verdad.

Es como un rayo de sol, es como un fuego en tu corazón, es como un ancla que te sostendrá, cuando ves con tu fe la vida de verdad.

¿Te imaginas que ya vives allá, a la orilla de un río, de un lago o del mar?

¿Te imaginas tu hogar?

Y es ahora cuando ves llegar a un ser querido que se fue.

Hace tanto ya que no lo ves, ¡y hoy lo vas a abrazar!

Es imposible no ponerse a llorar.

Gracias a la fe, hoy ya puedes ver la vida de verdad.

Es como un rayo de sol, es como un fuego en tu corazón, es como un ancla que te sostendrá, cuando ves con tu fe la vida de verdad.

La voluntad de Jehová, lo que prometió, se cumplirá, pues nada puede evitar que su palabra se haga realidad.

Es como un rayo de sol, es como un fuego en tu corazón, es como un ancla que te sostendrá, cuando ves con tu fe la vida de verdad, la vida de verdad, la vida de verdad, la vida de verdad.

Seguro que disfrutarán de escuchar esta canción una y otra vez, o incluso de cantarla.

Tengamos siempre presente nuestra maravillosa esperanza, porque hacerlo influirá positivamente en nosotros y nos ayudará a seguir siendo felices.

Antes de terminar, los invito a visitar la hermosa isla de Martinica.

Martinica se encuentra al este del mar Caribe.

Mide solo 35 kilómetros (22 millas) de ancho, y 80 kilómetros (50 millas) de largo.

Pero Martinica, conocida como la isla de las flores, tiene de todo: tiene playas, bosques, ríos, campos sembrados de caña de azúcar y montañas escarpadas.

El punto más alto de la isla es el volcán Montagne Pelée, que causó la erupción más mortífera del siglo veinte.

En aquella erupción, que tuvo lugar en 1902, murieron casi 30.000 personas por no haber hecho caso a las advertencias.

Nuestros hermanos y las personas del territorio todavía hablan de aquella tragedia.

Hay 62 congregaciones y se predica en ocho idiomas, entre ellos francés, inglés, lenguaje de señas francés, árabe y criollo de Martinica.

Los más de 4.700 publicadores dan un total de 4.500 cursos bíblicos, casi uno por publicador.

Más de un millón de turistas visitan la isla cada año, lo cual representa una oportunidad de oro en la predicación.

Además, a la ciudad de Le Marin llegan 55.000 veleros cada año, por lo que nuestros hermanos predican literalmente de velero en velero.

Aquí, en un lugar llamado La Trinité, se formó hace dos años una congregación en criollo de Martinica.

Actualmente, cuenta con 91 publicadores y 10 precursores regulares.

Predican en el campo, en las montañas, dondequiera que haya gente.

Nuestros hermanos de La Trinité, en Martinica, nos envían su cariño y saludos.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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