JW Broadcasting: Diciembre de 2018 (graduación de la clase 145 de Galaad)

Les damos una cordial bienvenida.

Nos alegra que nos acompañen en el programa de diciembre de 2018 de JW Broadcasting.

En este programa, disfrutarán de emocionantes y edificantes discursos bíblicos que se dirigieron a los estudiantes y otros asistentes a la graduación de Galaad celebrada el 8 de septiembre de 2018.

¡Y es solo un aperitivo!

Las partes 2 y 3 de la graduación se publicarán en las próximas semanas.

Además de escuchar discursos bíblicos motivadores, en unos días podrán conocer a algunos de los estudiantes en la nueva entrega de “De primera mano”.

Por ahora, los invitamos a ver la primera parte de la graduación de la clase 145 de Galaad.

Qué emocionante es estar aquí para la graduación de la clase 145 de Galaad.

Qué tal si comenzamos con una pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre una graduación de Galaad y otras graduaciones que se celebran por todo el mundo?

Seguro que todos concordamos en que, en general, las graduaciones de las instituciones de este mundo se centran en resaltar los logros de ciertas personas, en elogiarlas.

Pero, como han podido comprobar, queridos estudiantes, la formación que han recibido en Galaad se centra en glorificar a Jehová.

Por eso, el título de nuestros comentarios de introducción es “Busquen siempre la gloria de Jehová, no la propia”.

Eso está de acuerdo con lo que enseñan las Escrituras.

Veamos, por ejemplo, lo que dice la carta a los Romanos...

Romanos, capítulo 12, y fijémonos en el recordatorio de los versículos 3 y 16.

Romanos 12:3: “Pues por la bondad inmerecida que se me ha dado digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano, cada uno según le haya distribuido Dios una medida de fe”.

Vemos el punto allí: Todo lo que tenemos proviene de Jehová, así que no debemos pensar en nosotros más de lo necesario.

Luego, el versículo 16 dice: “Estén dispuestos para con otros del mismo modo como lo están para consigo mismos; no tengan la mente puesta en cosas encumbradas, sino déjense llevar con las cosas humildes.

No se hagan discretos a sus propios ojos”.

Estamos seguros de que entienden bien esa advertencia, porque su capacitación en Galaad los ha ayudado a fortalecer su amistad con Jehová.

Y, cuando uno conoce bien a Jehová, quiere glorificarlo, pues sabe que todo lo bueno que tiene viene de él.

Pero ahora van a graduarse y volverán a su anterior asignación o a una nueva, y surgirán situaciones que pondrán a prueba su resolución de glorificar siempre a Jehová, y no a ustedes mismos.

¿Cuáles podrían ser esas pruebas?

Una quizá es obvia.

Digamos que vuelves a tu asignación anterior y los hermanos te dicen: “¡Vaya, has cambiado, cuánto has mejorado!”.

Bueno, ya eso te ayuda a ser humilde, ¿no?

No te habías dado cuenta de lo mal que estabas antes.

“Sabes un montón, qué ejemplos pones, tu enseñanza...

has mejorado tanto...”.

¿Cómo reaccionarás?

Claro, no les vas a decir: “Me alegra que lo notes.

Yo también me he dado cuenta”.

Estoy seguro (todos lo estamos) de que estarán resueltos, en situaciones así, a glorificar a Jehová, y no a ustedes mismos.

Quizá esa prueba sea fácil, porque es obvio que en estos casos hay que tener cuidado.

Pero ¿en qué otras situaciones podemos vernos tentados, por orgullo, a glorificarnos a nosotros mismos?

Podría ser cuando alguien nos critique o tal vez no nos muestre el respeto que creemos que merecemos.

O quizá no tengamos los privilegios que esperamos recibir.

Eso podría ser una tentación, sentir que deben recordarles a todos la preparación especial que recibieron, que son graduados.

Es parecido a la trampa en la que cayó Job.

Claro, cuando pensamos en él, pensamos en una persona muy leal, un hombre íntegro.

Las dos palabras van juntas: “Job” e “integridad”.

Pero también vemos que Job tuvo que recibir un consejo firme.

¿Y en qué punto de su vida hizo algo por lo que hubo que darle ese tipo de consejo?

Recordemos un poco.

No vamos a leer los versículos, porque los conocen bien, pero en el capítulo 1 vemos que Job lo perdió todo, sus hijos, sus posesiones...

una cosa tras otra.

Aun así, en Job 1:22 leemos que él “no pecó”.

No “atribuyó nada impropio a Dios”.

Sufrió todas esas tragedias, pasó por pruebas terribles, pero salió victorioso de ellas.

Hasta ese momento, no pecó.

Y ¿qué pasó en el segundo ataque?

Seguro que recuerdan que tuvo aquella horrible enfermedad, y luego su esposa le dijo: “¡Maldice a Dios, y muere!”.

¿Fue entonces cuando hubo que aconsejarlo? No.

En el capítulo 2 de Job, versículo 10, dice que él “no pecó con sus labios”.

Así que, hasta ese punto, iba bien, podríamos decir.

Había demostrado su lealtad.

Entonces, ¿cuándo fue que empezó a cometer errores que hicieron necesario darle un consejo firme?

Bueno, allá en 1981, “La Atalaya” lo explicó.

Señaló que fue cuando tres supuestos amigos comenzaron a criticarlo, le decían: “Quizá hiciste esto o aquello, debe haber una razón”.

“La Atalaya” mostró que esas acusaciones falsas llevaron a Job al límite, y él se puso a justificarse enérgicamente, aun cuando eso daba a entender que Jehová no lo estaba tratando con justicia.

Vemos que, cuando alguien nos critica o levanta acusaciones falsas contra nosotros, de repente podríamos comenzar a justificarnos.

¿Y qué implica justificarse?

Glorificarse a uno mismo en vez de glorificar a Jehová.

Por supuesto, nuestro Señor Jesucristo nos da un ejemplo mejor.

Veamos lo que se relata en Juan, capítulo 8; Juan, capítulo 8, versículos 48 a 50.

Allí vemos a un grupo de judíos que criticó a Jesús, que levantó acusaciones falsas contra él.

Leamos el versículo 48: “En respuesta, los judíos le dijeron [a Jesús]: ‘¿No decimos correctamente: Tú eres samaritano —recordarán que eso no era un cumplido— y tienes demonio?’”.

En otra ocasión dijeron: “Está loco”.

Pero ¿qué hizo Jesús?

¿Cayó en la misma trampa que Job, y comenzó a justificarse?

No, hizo un simple comentario, en el versículo 49: “Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y ustedes me deshonran a mí”.

Y añadió: “Pero yo no busco gloria para mí mismo; hay Quien busca y juzga”.

Como vemos, nuestro Señor Jesús nos puso un ejemplo excelente en esa difícil situación: aunque sufrió una acusación falsa, se concentró en dar gloria a Jehová.

Entonces, ¿qué lección nos enseña esto a todos, no solo a ustedes, sino a todos?

Pues, que no hace falta decirle a todo el mundo que se han graduado de Galaad, no es necesario impresionar a otros para ganarse su respeto, y no deben alabarse a sí mismos.

¿Cuál debería ser nuestra meta?

El último versículo que vamos a leer está en Mateo y contiene unas palabras de Jesús; Mateo 5:16: “Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”.

¡Qué meta tan bonita!

Lo que queremos lograr no es glorificarnos a nosotros mismos, sino dar toda la gloria a Jehová.

Con eso presente, esperamos disfrutar del magnífico programa de hoy.

Varios hermanos han dedicado mucho tiempo a preparar las palabras que les dirán antes de que se vayan a sus asignaciones.

El primero es el hermano John Ekrann.

Él ha titulado su discurso “Qué hacer cuando llegue el año de la sequía”.

Ustedes, los estudiantes, son como hermosos árboles plantados a orillas del río Galaad.

En Jeremías 17:8, encontramos una escena que habla de ciertos árboles parecidos a ustedes.

Allí dice: “Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado junto a las aguas, que envía sus raíces al mismísimo lado de la corriente de agua; y no verá cuando venga el calor, sino que su follaje realmente resultará frondoso.

Y en el año de sequía no se inquietará, ni dejará de producir fruto”.

Pues bien, ustedes han bebido de las aguas de Galaad.

Y hoy, que se gradúan, y después, cuando ya estén en sus asignaciones, seguirán echando hojas y dando fruto, por así decirlo.

Ahora bien, según el versículo 8, ¿a qué pruebas se enfrentarían aquellos árboles?

Tendrían que soportar la llegada del calor y el año de la sequía.

Si notamos, el texto no dice “por si viene el calor”, sino “cuando venga el calor”.

¿A qué equivalen el calor y el año de la sequía?

Los cristianos nos vemos sometidos a muchos tipos de calor, o de pruebas, como habrán visto en clase al analizar este versículo.

Pero me gustaría que ahora nos enfocáramos en una prueba en particular: la persecución.

A nuestra obra se le imponen restricciones para que sintamos temor.

Se publican artículos difamatorios sobre nosotros para sembrar la duda.

Nuestros enemigos, entre ellos líderes religiosos, nos critican porque somos neutrales, porque defendemos el punto de vista bíblico sobre el sexo y el matrimonio, porque expulsamos a quienes no se arrepienten...

Además, algunos hermanos han sido arrestados y echados en prisión.

Podemos afirmar que Satanás está avivando el fuego de la persecución.

¿Qué les sucederá durante el tiempo de calor a los árboles que acabamos de mencionar?

¿Se marchitarán por las dudas y el temor?

No.

En el versículo 8, Jehová dice que a ellos no los consumirá el calor, que no se inquietarán por la sequía.

¿Por qué está Jehová tan seguro de que sus siervos sobrevivirán al calor?

Jeremías 17:7 dice: “Bendito es el hombre físicamente capacitado que confía en Jehová, y cuya confianza Jehová ha llegado a ser”.

Entonces, ¿qué debemos hacer en el año de la sequía?

Confiar en Jehová.

Satanás quisiera acabar con esa confianza.

A Eva misma le dijo: “¿Es realmente el caso [...]?”.

Y, de ahí en adelante, su mundo se ha dedicado a sembrar la duda, la incertidumbre y el temor.

La persecución podría compararse a la turbulencia que sacude un avión en pleno vuelo.

Una vez me tocó viajar con una señora que no paraba de gritar.

Cada vez que el avión se sacudía, incluso un poquito, ella gritaba.

¡Estaba muerta de miedo la pobre!

Sin embargo, quienes estaban acostumbrados a volar ni se inmutaban: seguían comiendo, leyendo o viendo una película, de lo más tranquilos.

¿Por qué?

Porque, por experiencia, sabían que el avión podía aguantar sin problema pequeñas turbulencias por la forma en que está diseñado.

Nosotros somos como esos viajeros frecuentes.

No nos inquietamos demasiado por las turbulencias, no nos dejamos intimidar por la persecución.

Si los pilotos de nuestra nave son Jehová y Jesús, ¿por qué vamos a sentir miedo?

Veamos dos maneras de demostrar que confiamos en Jehová, como dice Jeremías 17:7.

Primero hablaremos sobre confiar en el esclavo fiel y discreto, y luego sobre confiar en los principios bíblicos.

Siempre debemos recordar que el esclavo fiel y discreto ha sido nombrado por Jehová y que ha demostrado que es digno de nuestra confianza.

De hecho, solo si una persona ha sido buena con nosotros, aprendemos a confiar en ella.

Y, sin duda, seguir la guía del esclavo fiel y discreto nos ha dado muy buenos resultados.

Algunos dirán: “Lo que dice el esclavo fiel y discreto es práctico en Estados Unidos, pero aquí no.

Ellos no conocen muy bien nuestras circunstancias.

Acá hay que hacer las cosas de otra manera”.

Cuidado: tenemos que confiar en el esclavo fiel y discreto estemos donde estemos.

Jehová lo utiliza para guiar a sus siervos en todas partes del planeta.

Ahora bien, si aunque sea por un instante olvidamos las cosas buenas que Jehová ha hecho por nosotros, nos asaltarán las dudas y el temor.

Satanás quiere que olvidemos las bendiciones que hemos recibido gracias a la guía del esclavo fiel y discreto, que cedamos ante las dudas y que nos marchitemos en sentido espiritual.

En 2 Tesalonicenses 2:2, se nos aconseja que no nos dejemos sacudir prontamente, que no nos alarmemos, en particular por los rumores.

Nuestra confianza en el esclavo fiel se pondrá a prueba.

De eso se va a encargar Satanás.

Tal vez nos invadan malos pensamientos del tipo: “Yo sí sé qué hacer”.

O puede que nos llegue información distorsionada.

Pero no nos dejemos entrampar.

Huyamos de todo eso.

Confiemos siempre en el esclavo fiel y discreto.

Isaías 30:15 nos recuerda: “Su poderío resultará estar simplemente en mantenerse sosegados y en confianza plena”.

No olvidemos que el esclavo fiel ha sido nombrado por Jehová y que seguir su guía siempre nos ha dado buenos resultados.

Pasemos al segundo punto: la confianza en los principios bíblicos.

Los principios que nos ha dado Jehová son perlas de sabiduría que jamás pierden su valor.

Pero mucha gente dice que vivir hoy según los principios bíblicos es una ridiculez, que ya no son prácticos.

Sin embargo, nosotros confiamos en dichos principios porque sabemos lo útiles que son.

Una vez le pregunté a cierta hermana qué hacía cuando algo la preocupaba.

Ella me dijo: “Pienso en un texto bíblico”.

Lo mismo hacía María, la madre de Jesús.

Según Lucas 2:51, ella guardaba dichos en su corazón.

Se esforzaba por llenar su mente de las enseñanzas de Jesús, de aprender de sus milagros, de beber de las aguas de la verdad.

En el caso de María, el tiempo de sequía llegó cuando los fariseos y los saduceos —y tal vez hasta sus vecinos y familiares— empezaron a atacar a Jesús, a insultarlo, a difamarlo y a poner en duda sus motivos.

¿Qué le permitió resistir el calor de esa prueba?

Las aguas de la verdad que había almacenado en su corazón.

¿Y ustedes? ¿Qué principios bíblicos están guardando en su corazón para cuando los ataquen?

Como María, vayamos llenando el corazón con las experiencias positivas que hemos tenido al seguir los principios bíblicos.

Confiemos siempre en ellos, pues sabemos que nunca fallan, que siempre nos van a servir.

Nosotros jamás podremos concebir principios más valiosos y útiles para la vida...

nadie podrá.

Recuerden: podemos confiar en los principios bíblicos porque nos los dio Jehová y porque sabemos por experiencia que nunca fallan.

Claro, confiar en el esclavo fiel y discreto y en la Biblia son solo dos de las muchas maneras en las que podemos demostrar fe en Jehová.

En conclusión, ¿qué haremos en el año de la sequía?

Confiar en Jehová.

Pensemos en las aves.

¿Creen que al volar van pensando: “¡Uy, qué miedo, me voy a caer!”?

No, ¿verdad? No se preocupan por eso.

¿Por qué? Porque confían en sus alas y en el instinto que les dio Jehová.

Saben que pueden volar.

Del mismo modo, nosotros no debemos preocuparnos cuando nos difamen, ataquen nuestros principios o prohíban nuestra obra.

Jehová nos ha dado lo que necesitamos para volar.

Tenemos al esclavo fiel, los principios bíblicos, la oración, el espíritu santo y mucho más.

Al acercarnos al fin de este sistema y sentir que el calor va intensificándose, ¿qué haremos?

¿Reaccionaremos con temor o con dudas, o tomaremos la decisión de confiar y ser valientes?

Muchas gracias, hermano Ekrann.

Nos gustó mucho.

Olvidé decir que el hermano Ekrann es ayudante del Comité de Coordinadores.

Imaginarán que, como soy el presidente de la sesión, no me da tiempo a tomar notas.

Otras cosas me tienen inquieto.

Pero hice algún apunte rápido: “Ni en sequía hay que dudar; en Jehová hay que confiar”.

Con esto espero recordar algo del discurso del hermano Ekrann.

Ahora, el hermano William Turner, ayudante del Comité de Servicio, nos plantea una pregunta que despierta la curiosidad: “¿Se han convertido en otras personas?”.

Creo que no me equivoco si digo que, después de toda la preparación e instrucción que han recibido, ustedes ya no son las mismas personas que llegaron a Patterson.

Ahora bien, ¿en qué sentido han cambiado?

¿Y por qué es importante que continúen haciéndolo?

Bueno, analicemos este tema fijándonos en un personaje bíblico que, como ustedes, recibió una asignación especial.

Tuvo el honor de ser el primer hombre que Dios escogió para reinar sobre Israel.

Hablamos de Saúl.

Cuando Saúl fue ungido, el profeta Samuel le dio tres señales proféticas para confirmarle que Jehová lo había escogido.

Los invito a abrir sus biblias en 1 Samuel, capítulo 10.

En el versículo 6, fíjense en qué le ocurriría a Saúl después de la tercera señal.

Capítulo 10, versículo 6, dice: “Y el espíritu de Jehová ciertamente entrará en operación sobre ti, y ciertamente hablarás como profeta junto con ellos y serás mudado en otro hombre”.

¿Qué significa que Saúl sería “mudado” o convertido en otro hombre?

¿Acaso cambiaría de aspecto físico?

¿Podría ser un cambio drástico de personalidad?

Bueno, vayamos un capítulo atrás, al capítulo 9.

En el versículo 21 aprendemos algo sobre cómo era la personalidad de Saúl antes de ser nombrado rey.

El versículo 21 menciona: “A lo cual Saúl contestó y dijo: ‘¿No soy yo un benjaminita de la más pequeña de las tribus de Israel, y no es mi familia la más insignificante de todas las familias de la tribu de Benjamín?

¿Por qué, pues, me has hablado semejante cosa?’”.

Por lo que vemos, Saúl era una persona muy humilde...

y modesta.

¿Siguió igual después de haber sido nombrado rey?

Volvamos al capítulo 10.

En el versículo 22, se nos explica qué ocurrió cuando Saúl fue presentado ante el pueblo como rey.

Ahí dice: “Por lo tanto inquirieron nuevamente de Jehová: ‘¿Ya ha venido aquí el hombre?’.

A esto Jehová dijo: ‘Aquí está, escondido entre el equipaje’”.

Vemos que todavía era un hombre modesto y humilde.

Es interesante que la obra “Perspicacia” menciona que, aproximadamente un mes después de haber sido nombrado rey, Saúl ganó dos batallas importantes: primero, contra los ammonitas y después contra los filisteos.

Ahora, piensen en lo siguiente: ¿cómo es posible que Saúl cambiara —y bastante rápido— de ser alguien tímido, que se esconde, a ser alguien que conduce a una nación a la victoria?

Esto es una prueba clara del poder del espíritu de Dios y del impacto que puede tener en nosotros si permitimos que influya en nuestras vidas.

¿Qué lección aprendemos?

Todos ustedes han demostrado cualidades útiles para servir a Jehová y que él valora.

Estas cualidades los han ayudado a ser más eficaces en su servicio y les han permitido asistir a la Escuela de Galaad.

Pero ahora, cuando vayan a sus asignaciones, seguirán necesitando que el espíritu de Dios influya en sus vidas.

Y, como en el caso de Saúl, eso no siempre implica que tengan que cambiar por completo su personalidad.

Puede que, al escuchar que alguien se ha convertido en una persona diferente, pensemos en quienes han abandonado el mundo de Satanás, están en el pueblo de Jehová y se han vestido de la nueva personalidad.

Y eso es así.

Pero la realidad es que, todos los cristianos, incluso los que son espiritualmente maduros, tienen que hacer cambios de vez en cuando, y esos cambios pueden influir mucho en sus vidas.

Es posible que algunos de ustedes tengan una personalidad reservada y tímida, y que también se sientan cómodos quedándose escondidos entre el equipaje.

Pero ahora, con la ayuda del espíritu de Dios y porque valoran lo que han aprendido, quizás se sientan impulsados a salir de su zona de confort y a compartir con los demás lo que han aprendido.

O puede que antes de Galaad fueran buenos organizadores y les resultara fácil tomar la iniciativa y cumplir con sus tareas de manera eficaz.

Pero quizás han visto la necesidad de cambiar y se han dado cuenta de que es sabio bajar el ritmo, esperar un poco e incluso pedir la opinión de los demás.

El espíritu santo los puede ayudar a ser superintendentes más amables, mejores pastores, más tolerantes y a demostrar empatía.

Todo son ventajas.

Cuanto más se dejen guiar por el espíritu de Dios, más evidentes serán los cambios en su vida.

Bueno, todos sabemos que la historia de Saúl no acabó bien.

En lugar de seguir apoyándose en Jehová, empezó a confiar en sí mismo.

Le preocupaba más su posición como rey que su relación con Jehová.

Si todavía están en el capítulo 10, fíjense en el versículo 27.

Es interesante ver cómo reaccionó Saúl al enfrentar pruebas cuando todavía contaba con el espíritu de Dios.

Aquí vemos que algunos hombres cuestionaron su nombramiento, pero él no sintió la necesidad de defenderse o probar que estaban equivocados.

Simplemente se quedó callado y se centró en su asignación.

Pero fíjense en lo que pasó un poco después, cuando ya no contaba con el espíritu de Dios y un mal espíritu empezó a apoderarse de él.

Ahora los comentarios negativos de otros “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”...

¡Ahora sí!

Ya le importaban.

Ya eran un problema.

Le nublaron el juicio, no controló sus emociones y tomó malas decisiones.

¿Qué nos ayudará a no actuar como Saúl y a mantener nuestra amistad con Dios?

Bueno, analicemos el ejemplo de otro personaje bíblico que también se llamaba Saúl o Saulo, y que después llegó a ser conocido como el apóstol Pablo.

Sabemos muy bien que Pablo necesitaba más que solo pulir un poco su personalidad; necesitaba un cambio radical.

Pero gracias al espíritu de Dios consiguió ser una persona diferente y recibió el privilegio de servir como “apóstol a las naciones”.

Si buscan en sus biblias 1 Corintios, capítulo 15, verán qué actitud demostró Pablo.

1 Corintios 15:9 dice: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la congregación de Dios.

Mas por la bondad inmerecida de Dios soy lo que soy”.

Qué buena actitud, ¿verdad?

¿Por qué creen que Pablo mantuvo esa actitud humilde el resto de su vida, mientras que el rey Saúl no?

Bueno, los dos sabían que la única razón por la que disfrutaban de una asignación especial era por la bondad inmerecida de Jehová.

Pero Pablo nunca consideró su privilegio más importante que su relación con Dios.

Por eso estudiaba, meditaba, percibía cuál era la voluntad de Jehová y después estaba atento para seguir la guía del espíritu de Dios.

Claro, Pablo también tuvo que enfrentarse a retos.

Durante los tres primeros años de su ministerio hubo hermanos que ni siquiera creían que él fuera apóstol.

Aun así, nunca usó su puesto de autoridad para obligarlos a respetarlo.

Nunca se alejó de sus hermanos; los amó mucho.

Dejó que sus acciones hablaran por él, y ustedes pueden hacer lo mismo.

Amen a sus hermanos, que perciban el amor que ustedes sienten por Jehová y el amor que sienten por ellos.

En resumen, sigan manifestando las bonitas cualidades que hicieron posible que asistieran a Galaad, como la modestia y la humildad.

Y estudien, mediten y sigan dejándose guiar por el espíritu santo.

Cuando vean que es necesario hacer cambios en su personalidad para mejorar en su labor o para mantener la paz con los hermanos, bueno, no duden en hacerlos.

Así demostrarán que se han convertido en otras personas, que se han refinado, que son útiles...

Personas muy queridas por Jehová.

Y que la bendición de Jehová siga estando sobre ustedes y sobre la gran labor que realizan por su nombre.

Muchas gracias, hermano Turner, lo agradecemos mucho.

En mis notas puse: “Si has cambiado, no lo cambies; sigue cambiando por tu bien”.

Ahora tendremos el gusto de escuchar a un miembro del Cuerpo Gobernante, el hermano Kenneth Cook.

El hermano Cook pronunciará el discurso “Aprendan a disfrutar de que Jehová los bendiga poco a poco”.

Gracias a lo que han vivido y a lo que han aprendido en Galaad, son conscientes de que Jehová es un Dios de acción.

Y, como tal, sabe actuar con rapidez, ¿cierto?

Y actúa de esa manera siempre que una situación lo amerita.

Sí, se asegura de que las cosas sucedan en el momento justo.

Por ejemplo, en el Pentecostés del año 33 de nuestra era, de repente una brisa trajo consigo el espíritu santo que llenó a los presentes.

Otro ejemplo: la Biblia indica que, cuando los hombres estén diciendo que hay paz y seguridad, sucederá algo más.

¿Qué será?

Primera a los Tesalonicenses 5:3 dice que “destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente”.

Ahora bien, Jehová no hace todas las cosas así.

A menudo decide hacer las cosas de manera gradual.

Veamos dos ejemplos y lo que podemos aprender de ellos.

El primero tiene que ver con los ángeles y la creación; y el segundo, con la resurrección y la perfección.

Al final, veremos cómo estos ejemplos pueden ayudarlos a ser felices con las bendiciones de Jehová, que muchas veces llegan de manera gradual.

Hablemos un poco sobre los ángeles que estaban presentes cuando Jehová creó la Tierra y todo lo que hay en ella.

¿Qué fue lo que vieron esos ángeles?

¿Una súbita explosión de un poder increíble que dio origen a todo?

¡De ninguna manera!

Jehová pudo haber hecho eso, pero decidió crear las cosas de forma gradual.

Job 38:5, 6 dice que Dios tomó las medidas de la Tierra y colocó sus pedestales, así como su piedra angular.

Y en los capítulos 1 y 2 de Génesis podemos leer que fue creando distintas formas de vida en nuestro planeta, la última de las cuales fuimos nosotros, los seres humanos.

¿Se pueden imaginar la alegría de los ángeles que observaron todo ese maravilloso proceso?

De seguro pudieron ver que Jehová se sentía muy contento con aquel trabajo tan bien hecho.

Y sin duda descubrieron nuevas facetas de la personalidad de Jehová a medida que observaban su obra: una ballena saltando a la superficie del mar...

un colibrí suspendido frente a una hermosa flor...

unos cachorros de león jugueteando entre ellos.

¡Todo era estupendo!

Y presenciar la creación de todo lo que Jehová puso en la Tierra fue una experiencia tan impresionante para los ángeles que, según se indica en Job 38:7, en determinado momento rompieron en gritos y aplausos.

Haber visto el desarrollo gradual de la creación es algo que los ángeles jamás van a olvidar.

Pero eso no es todo.

La Biblia dice que los ángeles continúan muy atentos a lo que Jehová hace hoy con respecto a la Tierra, sobre todo en lo que tiene que ver con sus siervos.

En 1 Pedro 1:12 leemos que “en estas mismas cosas los ángeles desean mirar con cuidado”.

Entonces, ¿les gusta a los ángeles que a veces Jehová haga las cosas poco a poco?

Sin duda que sí.

¿Y no nos alegra que amen tanto a Jehová, y que nos quieran a nosotros también?

Por supuesto.

Pues bien, ¿qué aprendemos de su ejemplo?

Que debemos atesorar cada momento, cada etapa en nuestro servicio a Jehová.

Que debemos estar agradecidos por la oportunidad de conocerlo cada día mejor.

Por eso, imiten a los ángeles.

“Aplaudan” por cada detalle que aprendan sobre nuestro Padre celestial.

Dense tiempo para meditar en sus obras, en su Palabra y en la misericordia incomparable que demostró al dar a su Hijo por nosotros.

En el siguiente ejemplo, los invito a mirar hacia el futuro no muy lejano.

Hablemos un poco sobre la resurrección y, más en concreto, sobre la perfección.

Cuando Jehová y su Hijo devuelvan la vida a incontables millones de personas en el nuevo mundo, no volverán todos al mismo tiempo ni se levantarán siendo perfectos.

Pero sí estarán en condiciones de reconocerse a sí mismos, de saber quiénes son.

Sus enfermedades y limitaciones más graves serán cosas del pasado, pero tendrán los mismos sentimientos y la misma forma de pensar.

Ahora bien, estarán felices de conocer a Jehová y de ir recibiendo su bendición a medida que hacen su voluntad y progresan día tras día.

Verán cumplidas las palabras de Proverbios 10:22, que los invito a leer.

El versículo 22 dice: “La bendición de Jehová...

eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”.

Así que, ¿cómo bendecirá Jehová a los resucitados?

De manera gradual.

Y eso los enriquecerá muchísimo, sobre todo en sentido espiritual.

Gracias a la ayuda de Jehová y al amor que sienten por él, serán capaces de ir dejando atrás las debilidades que, en este mundo controlado por el Diablo y sus secuaces, tanto cuesta superar.

Y, por si fuera poco, los millones y millones de personas que vivan en el nuevo mundo desarrollarán un grado de salud y vitalidad que hoy no podemos ni imaginar.

Jehová hará cosas maravillosas día a día en favor de una nueva humanidad agradecida.

Y vale la pena recordar que, a medida que los habitantes del nuevo mundo se acerquen a la perfección, irán desarrollando la empatía necesaria para ayudar a quienes resuciten a conocer a Jehová y a convertirse en mejores personas.

¿Cómo nos ayuda a todos, tanto a ustedes como a nosotros, detenernos a pensar en esto?

Nos motiva a ver los beneficios de ser pacientes y de comprender que, a menudo, Jehová decide cumplir de manera gradual lo que promete.

Hacer esto nos ayuda a mantener los pies sobre la tierra, por decirlo así.

Hoy hacemos nuestro mejor esfuerzo, pero no esperamos que todo salga a la perfección.

Sí habrá perfección, pero en el futuro.

Mientras tanto, una fe fuerte nos permitirá sentirnos satisfechos, más allá de lo que tengamos que afrontar.

¿Por qué?

Porque vamos a estar seguros de que todo lo que Jehová ha prometido se cumplirá, y en el momento justo.

Ahora hablemos concretamente sobre ustedes.

Hoy que se gradúan de Galaad, quizás miren atrás, a lo que vivieron los pasados cinco meses, y se preocupen al pensar que no todo salió a la perfección.

Creo que así me sentiría yo.

Pero no se preocupen por eso.

Mejor concéntrense en lo felices que se sentirán a medida que vayan poniendo en práctica todo lo que han aprendido y vean cómo Jehová les va dando bendiciones.

Al fin y al cabo, Jehová no nos bendecirá por ser enciclopedias vivientes, sino por lo que hagamos con el conocimiento.

El ejemplo del rey Salomón lo deja claro.

En 1 Reyes 4:32 leemos que él podía recitar tres mil proverbios y que compuso más de mil canciones.

Pero, en determinado momento, su mente y su corazón perdieron la conexión entre sí.

Como resultado, se alejó de Jehová.

La Biblia señala que sus esposas extranjeras terminaron por corromper el corazón de Salomón.

Así, en vez de acercarse cada vez más a Jehová, Salomón se fue alejando poco a poco del Dios verdadero.

Tristemente, se perdió la oportunidad de seguir recibiendo bendiciones de su parte.

Por eso, cuídense para nunca actuar como él.

Más bien, esfuércense de corazón por ser como los ángeles.

Aunque ellos se saben muchísimos más proverbios y canciones que Salomón, saborean cada pizca de conocimiento que van adquiriendo sobre su Padre celestial.

Miren hacia el futuro; piensen en cómo pueden emplear toda la maravillosa instrucción de este curso y úsenla para servir humildemente a los demás.

Si se esfuerzan por hacerlo, Jehová irá dándoles bendiciones, pequeñas muestras de lo que les espera en el nuevo mundo.

Además, recuerden que quienes aprenden a disfrutar ahora de que Jehová los bendiga poco a poco también sabrán disfrutar de las bendiciones que, una a una, les llegarán en el nuevo mundo.

Muchas gracias, hermano Cook.

Fueron ideas muy importantes.

Lo que anoté fue: “Esperemos lo inesperado, pero poco a poco”.

Estoy seguro de que hemos captado el mensaje y de que tenemos muchas ganas de volver a ver el discurso y repasar los puntos principales.

Nuestros estudiantes están a punto de escuchar a uno de sus profesores de Galaad.

Ya han escuchado al hermano Cauthon muchas veces, pero ahora les dirigirá estas palabras finales, en un discurso con un título que nos intriga: “Hombro a hombro”.

Para la primavera de 1945, las fuerzas aliadas y rusas acorralaban a Alemania.

Los nazis iban perdiendo la guerra.

Así que dieron una orden siniestra, la de llevar al oeste a los prisioneros de los campos de concentración y destruir toda evidencia de las atrocidades que se habían cometido allí.

El 21 de abril, comenzó la evacuación de Sachsenhausen.

El plan era hacer marchar a los prisioneros hasta la costa del Báltico, enviarlos mar adentro y hundir las embarcaciones.

Y, por si no bastara con eso, los guardias de la SS tenían la orden explícita de disparar contra cualquier prisionero que no mantuviera el paso.

Como ya estaban débiles, cientos fueron blanco de los disparos por el camino, y miles más murieron de frío, hambre y agotamiento.

Así comenzó lo que llegó a llamarse “la marcha de la muerte”.

Llama la atención que entre los evacuados de Sachsenhausen estaban 230 de nuestros hermanos.

Y, tal como los demás prisioneros, no estaban en condiciones para realizar el viaje, en sentido físico, aunque sí estaban a la altura en sentido espiritual.

¿Por qué lo decimos?

Abran sus biblias, por favor, para leer una promesa de Jehová que se encuentra en Sofonías 3:9.

Allí él prometió dar a su pueblo un lenguaje puro.

La pregunta sería ¿para hacer qué?

Ese versículo dice: “Para servirle hombro a hombro” o, como dice la nota de la revisión en inglés, “en unidad”.

Esa era la clave.

Su arma secreta fue su unidad, ir “hombro a hombro”.

Hasta los débiles se hacen fuertes cuando están unidos.

Hoy en día, nosotros estamos en la marcha de la vida.

Pero no olvidemos que no marchamos solos.

En el viaje nos acompañan hermanos y hermanas de diversos antecedentes y edades.

La cuestión es ¿marchamos “hombro a hombro”?

¿Qué podemos aprender de los hermanos que estuvieron en aquella marcha de la muerte?

Primero, para llegar a la costa, los prisioneros debían caminar 250 kilómetros, o sea, 155 millas.

En el trayecto, colocaron sus alimentos en un pequeño bulto que compartían entre todos.

Pueden imaginarse que compartir la comida no es fácil si uno se está muriendo de hambre y se siente muy débil.

Pero los hermanos recordaban principios bíblicos, como el de Proverbios 11:25, que dice que el alma generosa será engordada, y el que riega a otros será regado.

¿Qué lección aprendemos?

La siguiente: La unidad debe resistir las pruebas más severas.

Ser un cristiano verdadero es más que un compromiso con Dios, es un compromiso con otros cristianos también.

Así que no se refrenen.

Sean generosos en sus asignaciones.

Y, recuerden, uno de los recursos más valiosos que pueden compartir con otros es su tiempo.

Aprendan a ser equilibrados.

Dediquen tiempo a quien lo necesite.

No dejen que el tiempo los gobierne.

En vez de decir “No tengo tiempo”, digan “¿En qué te ayudo?”.

Segundo punto: Cuando los guardias de la SS les dieron una carreta, los hermanos podrían haberlo visto como una carga más, pero se pusieron contentos.

¿Por qué?

Porque lo vieron como una oportunidad.

¿En qué sentido?

En el trayecto, los enfermos y los mayores podían ir en la carreta y descansar un poco.

Cuando uno recuperaba fuerzas, otro tomaba su lugar, así que, en sentido literal, llevaron la carga los unos de los otros.

¿Qué lección aprendemos?

Donde hay unidad, está la victoria.

Y, en medio de las dificultades, surgen oportunidades.

Busquen oportunidades de darse ánimo unos a otros.

La palabra “animar” significa “infundir vigor, energía moral”.

Como tenemos una fe fuerte, quizá no perdamos la esperanza, pero podríamos perder el ánimo, especialmente en tiempos de crisis o dolor extremos.

Pero algo tan sencillo como una palabra de ánimo o un acto de bondad puede hacer milagros.

Puede darle fuerzas a un alma cansada o levantar a alguien que pasa por una mala racha.

De modo que el punto es este: ustedes no son responsables de la amistad que otros tengan con Jehová, pero sí son responsables de darles ánimo.

Jehová espera que hagamos todo lo que esté en nuestra mano por ayudar a los hermanos.

Sencillamente no podemos permitir que los intereses personales destruyan nuestra unidad.

Una idea más: Durante la última noche, los prisioneros se detuvieron cerca de un bosque.

Los guardias les dijeron a todos que se podían ir, que eran libres.

Imagínense que hubieran estado allí.

Habría sido muy tentador.

Por supuesto, no estaban seguros de qué hacer, así que le pidieron a Jehová que los guiara.

Todos unidos decidieron quedarse en su sitio.

Ninguno se separó del grupo.

Más tarde se supo que los que aceptaron la oferta murieron de un disparo.

¿La lección?

No dejemos que nada ni nadie nos divida.

Satanás es el rey del lema “Divide y vencerás”.

Nosotros debemos seguir juntos, para siempre.

Cuando surgen diferencias, uno puede usar sus energías para vengarse o para resolver el problema, pero no para ambas cosas.

La Biblia dice: “Tengan amor intenso unos para con otros”, así que no dejemos que las diferencias nos distancien y no guardemos rencor por ofensas pasadas.

En el pueblo de Jehová las imperfecciones no se graban, se borran.

Para resumir: Servimos a Jehová, en parte, sirviendo a los demás.

Compartan de buena gana sus recursos con otros, en especial, su tiempo.

Es en momentos de crisis, de dolor, de duda, cuando nos necesitamos más.

Si ven que un hermano empieza a estar decaído, llévenlo en “la carreta”.

Hagamos lo que sea necesario, aunque nos parezca difícil o no nos convenga.

Recuerden, nuestras acciones revelan lo que tenemos en el corazón, sea que nos guste o no.

“Tengan amor intenso unos para con otros”.

Mantengan la unidad de mente y corazón, cumplan con su responsabilidad para con otros como la cumplen para con Jehová y Jesús.

Y, finalmente, recordemos que en la unidad está la fuerza, y la belleza.

Jehová está formando un nuevo mundo, hermanos, un mundo nuevo.

Un solo mundo, un solo pueblo, una nueva sociedad mundial, formada por personas que lo adoren unidas.

No pierdan eso de vista.

En conclusión, más de 10.700 personas perdieron la vida en aquella infame marcha de la muerte, que salió de Sachsenhausen, pero ni uno, ni uno solo de los 230 hermanos, perdió la vida.

¿Por qué?

Bueno, que lo digan ellos con sus propias palabras.

Esta es una cita de la resolución que adoptaron los hermanos en ese bosque justo después de su liberación: “Un largo y duro período de prueba queda tras nosotros, y los que han sido [...] arrebatados [...] del horno ardiente, ni siquiera tienen sobre ellos el olor a fuego [...].

Al contrario, están llenos de fortaleza y poder de Jehová [...].

Tenemos un solo deseo, [...] en vista [...] de que [se] nos ha librado de [...] la guarida de los leones, que se nos permita servir a Jehová [...] para toda la eternidad.

Eso sería en sí mismo nuestra más grande recompensa”.

Firmado: “VUESTROS CONSIERVOS POR EL NOMBRE SANTO DE JEHOVÁ”.

No solo decían ser hermanos, sino que lo demostraron.

Fueron como una familia unida a lo largo de toda la prueba, y salieron victoriosos.

A medida que este mundo se hace más y más frío, hermanos, estemos más resueltos que nunca a servir a nuestro Dios hombro a hombro.

Muchas gracias, hermano Cauthon, mencionaste tantos puntos interesantes en tu discurso...

¿Y qué escribí para recordarlo?: “Hombro a hombro”.

También anoté: “Las imperfecciones: no las grabes, bórralas”.

Estoy seguro de que ustedes, queridos estudiantes que ya se van a graduar, también están anotando muchas buenas ideas.

Ahora van a escuchar a otro hermano muy conocido para ustedes, otro de sus profesores.

Pero esta vez la diferencia es que cuando lo vean no pensarán en ejercicios escritos..., sino que dirán: “Me puedo relajar y escucharlo tranquilamente”.

El hermano Mark Noumair, ayudante del Comité de Enseñanza y profesor de Galaad, presentará el discurso “Cuatro palabras que deben guiar nuestra vida”.

¿De verdad podemos guiar nuestra vida solo por cuatro palabras?

Si es así, ¿cuáles serían?

Encontramos la respuesta en el ejemplo que nos dejó Cristo.

Pensemos en la última noche que vivió en la Tierra.

El futuro de toda la humanidad recaía sobre sus hombros.

Lo que dijo, lo que hizo y lo que pensó en aquellas horas críticas se seguiría recordando miles de años más tarde.

¿Y qué dejaría en la memoria de la humanidad?

No hace falta adivinarlo.

En un versículo, tan solo uno, Jesús reveló lo que guió cada uno de sus actos y decisiones.

En un solo versículo.

Cuatro palabras, cuatro palabras por las que guió su vida.

Los animamos a guiar sus vidas también por esas mismas cuatro palabras.

A tomarlas a pecho.

A tomarlas en serio.

Se encuentran en Juan 14, versículo 31; Juan 14:31.

Tienen que ver con la última noche de la vida de Jesús: “Para que el mundo conozca que yo amo al Padre”.

“Yo amo al Padre”.

Estas cuatro palabras expresan el vínculo más fuerte que existe en el universo, un lazo irrompible de amor entre Jesús y su Padre.

Esa unión inquebrantable motivó a Jesús a defender sin egoísmo la reputación de su Padre, hasta su último aliento, con la confianza en que Jehová lo protegería y lo resucitaría...

“Yo amo al Padre”.

Pero ¿cómo se hizo tan fuerte ese amor?

¿Cómo se formó ese lazo irrompible, inquebrantable?

El Hijo unigénito de Dios fue creado perfecto, es cierto.

Pero ¿tenía ya Jesús un amor así de fuerte por su Padre cuando fue creado?

No.

Fue creado con libertad de elección.

Satanás también había sido creado con libre albedrío y la capacidad de fortalecer y profundizar ese amor.

Por su parte, el Hijo de Dios no tenía completamente desarrollado al principio ese amor desinteresado y abnegado.

¿Qué tuvo que hacer?

Tuvo que cultivar ese estrecho apego por su Padre, ese amor profundo.

¿Y cómo lo logró?

Observando la personalidad de su Padre.

Podemos imaginarnos en qué se fijó antes de venir a la Tierra.

Quizá se fijó con atención en cómo su Padre usaba su poder, su autoridad, su fuerza...

a favor de la gente —de los aplastados, de los humildes—.

Es posible que viera cómo su Padre usaba su poder para ayudar a los aplastados de espíritu.

Vio cómo trató a Rut la moabita, una muchacha moabita, de una nación pagana.

¿Acaso pensó: “¿Una muchacha moabita?

¿No fueron las moabitas las que sedujeron a los hombres de Israel justo antes de entrar en la Tierra Prometida?”?.

Es verdad.

Pero su Padre vio que esta joven era diferente.

¡Qué lección para el Hijo de Dios!

El Padre no etiqueta a las personas, no las juzga por estereotipos, no dijo: “Ah, esa es una joven moabita, no voy a ayudarla”.

No, Jehová se fijó en Rut como persona.

Hasta dejó que ella...

hasta permitió que un libro de la Biblia llevara su nombre: “Rut”, no “Noemí” ni “Boaz”, sino “Rut”, una joven moabita.

Ahí está.

Y el amor de Jesús quizás aumentó al ver que su Padre permitió que esa joven llegara a ser antepasada del Mesías.

Pero él no se conformó con admirar a su Padre.

Fue más allá.

A medida que el Hijo cultivaba más aprecio por las cualidades de su Padre, el lazo de amor que los unía llegó a ser más que un sentimiento.

El amor por su Padre comenzó a dar forma a sus decisiones y acciones, y Jesús lo demostró cuando estuvo en la Tierra.

No se limitó a decir: “Yo amo al Padre”.

No fue sentimentalismo, decir: “Me encanta cómo me trata mi papá, lo cariñoso que es”.

No, no, no.

Él vivió según esas palabras.

Por eso pudo decir, según la segunda parte de Juan 14:31: “Así como el Padre me ha dado mandamiento de hacer, así hago”.

“Así [lo] hago”.

Ahí lo vemos.

Su vida entera demostraba que amaba al Padre.

Por ejemplo, cuando una mujer sirofenicia le suplicó que curara a su hija, poseída por un demonio, al principio Jesús respondió: “No me enviaron a los gentiles, sino a los judíos”.

Pero la mujer no se rindió; demostró su fe y siguió suplicando y suplicando ayuda.

De modo que, en vista de que las circunstancias eran excepcionales, Jesús consideró que no era el momento de insistir en una regla general, de seguir estereotipos, de ser inflexible o de poner “etiquetas”.

No dijo: “No, porque eres gentil.

Eres sirofenicia.

No, no”.

Al contrario.

Jesús vio que era el momento de seguir principios más elevados.

¿Recordaría cómo manejó su Padre el caso de Rut?

Quizá eso lo motivaría a pensar: “Mi Padre trató así a Rut, ahora yo tengo una situación parecida.

¿Qué querría mi Padre que hiciera?”.

Jesús ayudó a la mujer sirofenicia.

Estuvo listo para actuar, para ser amoroso como Jehová.

Otro ejemplo sería lo que Jesús aprendió de su Padre sobre el perdón.

Vio a su Padre perdonar a muchas personas.

Vio cómo perdonó a David después de que cometió adulterio y ordenó el asesinato de Urías.

¿Cuántos casos así vio el Hijo de Dios?

¿A cuántas personas perdonó su Padre?

Las Escrituras Hebreas están repletas de relatos en los que Jehová perdonó a alguien; él perdona en gran manera, está listo para perdonar, busca oportunidades para perdonar...

eso fue lo que aprendió el Hijo de Dios.

Sin duda, eso lo ayudó a perdonar los frecuentes errores de sus apóstoles y de otras personas.

Jesús vio que perdonar a otros era una oportunidad de parecerse a su Padre, una oportunidad de que sus acciones proclamaran fuerte y claro que “de tal palo, tal astilla”.

No se limitó a decir: “Yo amo al Padre”.

No solo lo sintió, también lo vivió.

Ahora llevemos esta explicación más allá de esta escuela y veamos cómo aplicarla a las situaciones de la vida diaria.

Justo después de que Jesús dijera: “Yo amo al Padre”, dijo: “Levántense, vámonos de aquí”.

Dentro de poco, ustedes también se “levantarán” y se irán de aquí.

Y no saben qué pruebas de fe se les presentarán.

Aún no lo saben.

No podemos prever todas las situaciones que pondrán a prueba nuestra fe.

Sin embargo, si conocen estas cuatro palabras, ya saben lo suficiente.

Graben estas cuatro palabras, “yo amo al Padre”, en sus mentes y corazones.

Que rijan todas sus palabras y acciones.

Por ejemplo, si reciben cierta autoridad, ¿cómo van a tratar a los demás?

¿Cómo van a tratar a los que estén a su cargo?

Aprendan de Jesús, de lo que dijo la noche antes de morir.

Pudo haber hablado solamente de sí mismo, haber dicho algo como: “Para que el mundo sepa que soy el Hijo de Dios, el primogénito de toda la creación...

soy la segunda persona más importante en el universo”.

O quizá: “Yo pienso entregar mi vida en sacrificio, como rescate, por ustedes”.

O: “En mí se cumplen todas las profecías”.

Pero ninguno de sus pensamientos giraba en torno a sí mismo, de su autoridad o sus logros.

Tal como Jesús, no se concentren en su puesto.

Muestren por su manera de tratar a otros que su deseo sincero e intención es complacer a su Padre celestial.

Eso es lo que queremos hacer.

Ahora, después de que se vayan de aquí, ¿quién será para ustedes como Rut?

Demuestren que no clasifican a la gente por categorías.

En vez de quejarse de tal o cual departamento, de una nacionalidad, de cierto idioma, de las hermanas...

¿Quién será para ustedes como la mujer sirofenicia?

Aprovechen las oportunidades para ser más flexibles y razonables.

Distingan cuándo es el momento de ser flexibles y mostrar más amor, en vez de estar siempre buscando y corrigiendo errores.

Esfuércense por cultivar la capacidad de pensar, la capacidad de aplicar principios en vez de insistir en las reglas.

Desarrollar esa facultad no es fácil, porque, cuando pensamos en alguien, con frecuencia nuestras emociones afectan nuestra manera de tratar a esa persona.

Empezamos a recordar lo que nos gusta o disgusta de ella, si la respetamos o no, si confiamos en ella...

reaccionamos de forma emocional en vez de valorarla de forma objetiva.

Pero, cuando tomamos decisiones basándonos simplemente en sentimientos disfrazados de argumentos lógicos, solemos llegar a conclusiones equivocadas.

Así que no olviden lo que les voy a decir ahora.

Pregúntense: “¿Mis decisiones se basan en principios elevados o simplemente en si me cae bien o mal cierta persona?”.

Si se basan en principios, eso fortalece y da estabilidad a la organización.

Por eso, ¿quiénes serán para ustedes como los apóstoles imperfectos?

Busquen oportunidades de perdonar más, de ser más pacientes con los defectos de otros.

Quizá seas un superintendente, y los “apóstoles” imperfectos sean los que trabajan bajo tu dirección.

O tal vez te decepcione otro traductor o un compañero de tu departamento.

Si eso pasa, ¿te guiarás por aquellas cuatro palabras?

Una hermana lo hizo.

Ella cuenta: “Algo que pasó en mi departamento me lastimó mucho.

Me afectó en lo más profundo.

Desde entonces lucho con el sentimiento de no estar a la altura.

Me he sentido muy desanimada, como si no tuviera nada que aportar.

Pero no me rindo.

Me aferro a Jehová y no me suelto.

Lo amo por encima de todo y estoy segura de que superaré mis sentimientos negativos y de que me haré más fuerte en sentido espiritual y mental”.

Ella no solo repitió las palabras “yo amo al Padre”, sino que las vivió...

esas cuatro palabras le dieron el enfoque correcto y equilibrio en la vida.

En resumen: cuando lo más importante para nosotros es la aprobación de Jehová y el gran amor que sentimos por él...

cuando esa relación espiritual está por encima de cualquier cosa en nuestra vida, lo demás es secundario.

¿Cómo llegar a ese punto?

Reflexionando en la manera como Jehová hace las cosas, desarrollando amor por sus caminos e imitándolo.

En Juan 13:15, Jesús dijo: “Yo les he puesto el modelo”.

Estamos seguros de que seguirán ese modelo.

Demuéstrenselo al mundo, como Jesús.

Ahora es su oportunidad de demostrarles a todos que ustedes también pueden hacer frente a cualquier prueba de fe que les sobrevenga.

Sabemos que pueden hacerlo, confiamos en ustedes.

¿Cómo lo sabemos?

Porque están unidos al Padre por el lazo más fuerte del universo, porque los motivan las cuatro palabras que deben guiar nuestras vidas: “Yo amo al Padre”.

Bueno, aunque pudieron escuchar al hermano Noumair sin tener que hacer un ejercicio escrito después, seguro que, como yo, anotaron las cuatro palabras: “Yo amo al Padre”.

Muchas gracias, hermano Noumair.

Hemos disfrutado mucho.

La verdad es que hemos aprendido bastantes puntos buenos en el programa de hoy.

Pero de repente me acordé de que este programa se va a retransmitir por nuestro canal, JW Broadcasting, en 163 idiomas, así que no hacía falta que tomara notas.

¡Qué programa tan emocionante y fortalecedor!

No olviden conectarse en unos días para ver la segunda y la tercera partes de esta reunión especial.

Para concluir, nos gustaría enviarles saludos desde Taiwán.

Es una isla del sudeste asiático, de más de 35.000 kilómetros cuadrados, o casi 13.000 millas cuadradas de superficie.

Tiene una gran densidad de población, pues cuenta con 23 millones de habitantes.

El primer occidental que vio esta isla la llamó Ilha Formosa, o “Isla Bella”, y es fácil entender por qué.

Tiene hermosas costas, tierras fértiles y majestuosas montañas tapizadas con frondosas selvas.

La mayor parte de la población está asentada a lo largo de las llanuras costeras, en extensas y bulliciosas ciudades.

La manufactura y la exportación de diversos productos son el motor de la economía.

La lengua oficial es el chino mandarín, aunque convive con otras 16 lenguas nativas.

Una de las lenguas en las que predican los hermanos es el amis.

En enero de 2018, se estableció en la ciudad de Hualien una Oficina Remota de Traducción a ese idioma.

Allí se traducen publicaciones escritas y en audio.

La Congregación Amis de Hualien tiene 80 publicadores.

Cuenta con 5 ancianos y 22 precursores regulares.

Dirigen más de 70 cursos bíblicos todos los meses.

Los hermanos tratan de contactar con los hablantes de amis de la ciudad de Hualien, donde coexisten poblaciones de habla china y minnán.

En las montañas, los hablantes de amis se encuentran más aislados, así que los hermanos recorren largas distancias en pequeñas motos para llevarles las buenas noticias del Reino.

Nuestros hermanos de la Congregación Amis de Hualien nos envían sus afectuosos saludos.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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