De pequeño, mi mamá hacía una tarta dulce que era espectacular.
Para mí, era perfecta.
Además, siempre sabía exactamente igual.
Y a menudo le preguntaba: “Mamá, ¿qué le echas?
Esto está riquísimo”.
Ella me decía: “Hijo, siempre uso los mismos ingredientes”.
Es decir, primero, no me iba a decir qué usaba.
Y, segundo, su receta era perfecta, así que no la cambiaba.
Bueno, la Biblia es como un libro de recetas, y todas ellas son perfectas.
Nos ayudan a ser felices y ser leales a Dios.
Veamos cómo Pablo resalta lo buenas que son estas recetas de la Biblia.
Vayamos a 2 Timoteo 3:16, 17: A veces, las recetas que encontramos en la Palabra inspirada de Dios contienen ejemplos de fieles siervos del pasado.
Cuando los estudiamos, aprendemos mucho de su forma de actuar, así como de sus cualidades.
Otras veces, las recetas tienen una lista de cualidades.
Pensemos en los diferentes aspectos del fruto del espíritu —que se mencionan en Gálatas 5— o en las cosas en las que, según Filipenses 4:8, tenemos que pensar “constantemente”.
Y, por supuesto, en la Biblia también encontramos recetas con principios bíblicos que nos ayudan a tomar buenas decisiones.
Si meditamos en todos estos principios, cualidades y ejemplos, y ponemos en práctica las lecciones que aprendemos, seremos felices y leales a Jehová.
Les muestro un ejemplo.
Se encuentra en 1 Pedro 3:8.
Fíjense en cuáles son los ingredientes: Como vieron, en esta receta se incluyen cinco hermosas cualidades que nos ayudarán a ser felices y leales a Jehová.
¿Cómo?
Analicemos los ingredientes.
El primero que se menciona es la unidad en la forma de pensar.
Como dice la nota, tener “la misma forma de pensar”.
Sin duda, es bueno que estemos en sintonía con nuestros hermanos, pero en especial debemos estar en sintonía con Jehová y con su organización.
¿Saben cómo?
Isaías 30:15 nos da la respuesta: Eso es justo lo que hace el esclavo fiel.
Si queremos tener la misma forma de pensar que ellos, debemos mantener la calma y confiar en Jehová, en especial cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles.
En 2 Reyes 4, se habla de una mujer de Sunem que confió completamente en un profeta de Dios.
Ella sufrió una tragedia muy dolorosa.
Aun así, mantuvo la calma y demostró confianza en Eliseo, el hombre del Dios verdadero.
La confianza que demostró la mujer sunamita en el representante de Dios es digna de imitar.
El relato del capítulo 4 contiene una expresión de la sunamita que nos muestra el nivel de confianza que debemos tener en Jehová y en quienes lo representan hoy día.
Pero antes les voy a dar algo de contexto.
Ella y su esposo vivían en Sunem.
Cuando estaba en la ciudad, Eliseo visitaba a esta mujer y a su esposo, y aprovechaba la ocasión para darles ánimo.
Él agradecía mucho su hospitalidad y quería hacer algo bueno por ella.
¿Qué podría hacer?
Bueno, en 2 Reyes 4:14-16 se menciona que no tenía hijos y su esposo era mayor.
Así que Eliseo le dijo que al año siguiente tendría un hijo en sus brazos.
Y, claro, tal como había predicho el profeta, al año siguiente tuvo un hijo.
Pero tiempo después pasó algo muy trágico.
Cuando el niño era más grande, un día se fue a trabajar con su padre.
Y, como dice el 19, al niño le empezó a doler la cabeza.
Poco después, acabó muriendo.
¡Oh, no!
¿Qué haría la mujer?
Era su único hijo.
Bueno, como ella confiaba completamente en Eliseo, el hombre del Dios verdadero, entonces le dijo a su esposo lo que menciona el versículo 22: En el versículo 23 vemos lo que él le responde: En otras palabras, “¿Para qué lo necesitas?”.
Ah, vean lo que ella dijo en el final del versículo 23 y en el 24: Pero ella contestó: Esta mujer confió en Jehová, mantuvo la calma, recorrió una distancia de 30 kilómetros (19 millas), encontró a Eliseo, y este resucitó a su hijo.
Ella confiaba en el profeta Eliseo porque lo conocía bien, porque había pasado mucho tiempo con él.
Y, aunque había vivido una experiencia traumática, sabía perfectamente que todo iba a estar bien.
Ver la fe que Eliseo tenía en Jehová fortaleció la confianza de esta mujer y le permitió mantener la calma ante las adversidades.
En Isaías 41:10, vean lo que Jehová nos asegura: Si nos esforzamos por tener la misma forma de pensar que la organización de Jehová, confiaremos en él y lograremos mantener la calma, seguros de que, con la ayuda de nuestro Dios, sin duda todo estará bien.
Este es un ingrediente esencial para ser felices y leales a Jehová.
En 1 Pedro 3, el apóstol nos menciona tres ingredientes más.
Todos son aspectos del amor: Mostrar amor implica ponerse en el lugar de los demás.
Para hacer esto, hay que tratar de entender lo que otros sienten y compartir sus sentimientos.
A medida que se acerque el fin, Satanás tratará de causar divisiones en la congregación.
Por eso, demostrar amor a los hermanos y hacer todo lo posible por ponernos en su lugar será muy importante.
Así nos mantendremos unidos.
Piensen en lo que ocurre en la organización de Jehová.
Igual que nosotros, nuestros superintendentes, o quienes dirigen la organización, afrontan diferentes problemas y desafíos.
Algunos han perdido a seres queridos, igual que nosotros.
Otros están enfermos o sufren de ansiedad, igual que nosotros.
Por eso nos comprenden, y los amamos.
Y, en la parte celestial de la organización, ¿qué ocurre?
Desde que Satanás se rebeló, Jehová se ha sentido decepcionado, triste, enojado… por todo lo que han hecho los humanos.
Jehová conoce esos sentimientos, por eso puede comprendernos cuando nos sentimos así.
Jesús tuvo sentimientos parecidos, como la decepción y la tristeza, pues él también fue testigo de la rebelión de Satanás, Adán y Eva, y vio los resultados.
Es más, él pudo entendernos todavía mejor cuando vino a la Tierra y experimentó en carne propia los sentimientos de los seres humanos.
El artículo de La Atalaya del 15 de abril del 2002, titulado “La empatía, la llave de la bondad y la compasión”, menciona tres cosas que nos ayudarán a percibir mejor las necesidades y los sentimientos de los demás.
La primera: La segunda: Si observamos con atención, nos daremos cuenta de cuándo un hermano necesita ánimo o ayuda práctica.
Y la tercera: Así pues, la empatía, el cariño fraternal y la tierna compasión son aspectos esenciales del amor.
Estos tres ingredientes nos ayudarán a ser leales a Jehová, ser felices y hacer felices a otros.
La última cualidad que destaca 1 Pedro 3:8 es la humildad.
¿Y por qué la humildad?
Porque nos ayuda a confiar en otros.
Por ejemplo, tenemos que confiar en Jehová y en su organización, y hay que ser humildes para no confiar en nosotros mismos, en nuestras fuerzas y habilidades.
Además, la humildad nos permite afrontar cualquier dificultad que Jehová permita.
Cuando tenemos problemas y preocupaciones puede que queramos que todo acabe ya.
Pero la humildad nos ayuda a confiar en Jehová, a estar tranquilos, porque él sabe cuándo y cómo actuar a nuestro favor.
Y esperamos… con paciencia.
Jehová siempre nos da lo que necesitamos, pero a su manera y a su debido tiempo.
Si somos humildes, aceptaremos que los pensamientos de Jehová son muy superiores a los nuestros.
Reconocemos que nuestra comprensión de las cosas es muy limitada si la comparamos con todo lo que Jehová es capaz de percibir.
Como él ve cosas que nosotros no vemos, confiamos plenamente en que su forma de hacer las cosas es siempre la mejor.
A medida que se acerque la gran tribulación, seamos humildes y confiemos tanto en Jehová como en su organización.
En 1 Pedro 5:6 se nos hace un recordatorio muy importante: Hermanos, sin duda el mejor lugar donde podemos estar es, como dice aquí, “bajo la poderosa mano de Dios”.
Y la humildad es un ingrediente esencial si queremos permanecer ahí.
Entonces, ¿qué ingredientes tiene la receta de la que hemos hablado hoy?
Primero: la unidad en la forma de pensar.
Esforcémonos por estar en sintonía con la organización de Jehová manteniendo la calma y demostrando confianza.
Cuando nos enfrentemos a dificultades, recordemos lo que dijo la sunamita en 2 Reyes 4: con Jehová, todo va a estar bien.
Segundo: empatía, cariño fraternal y tierna compasión.
Todos ellos son aspectos del amor.
Recordemos: estamos en esto juntos.
La parte celestial de la organización de Jehová sabe cómo ponerse en nuestro lugar y responder a nuestras necesidades colectivas e individuales.
Y tercero, que no se nos olvide añadir la humildad.
Ese era el último ingrediente.
Hay que ser humildes para confiar, confiar en que la forma de hacer las cosas de Jehová siempre es la mejor.
El Salmo 119:105 dice que la Biblia “es una lámpara para mi pie y una luz para mi camino”.
Por eso, dediquemos todos los días un ratito para leerla y meditar en ella.
Ante desafíos o situaciones o decisiones difíciles, busquemos la receta perfecta: un ejemplo bíblico, una cualidad, un principio.
Al hacerlo, Jehová va a iluminar bien nuestro camino para que podamos permanecer fieles y ser felices.