“Toda la Escritura está inspirada por Dios”.
A ver, vamos a detenernos un momento y analizar esta oración, porque es muy profunda, más de lo que parece.
Empezaremos por la última parte, “inspirada por Dios”.
Ya saben lo que eso significa.
Significa que Dios puso sus pensamientos en la mente de algunos hombres, y entonces ellos los escribieron.
Para ustedes está claro.
Pero, cuando están predicando de casa en casa y le dicen a alguien que la Biblia está inspirada por Dios, ¿entiende realmente esa persona lo que quiere decir?
No necesariamente.
¿Por qué no?
Bueno, porque la palabra inspirar también se usa en muchos otros contextos.
Por ejemplo, “esta película está inspirada en hechos reales”.
Dios no tuvo nada que ver con esa película.
Un poeta o un compositor “se inspiró en una puesta de sol”.
Así que, si alguien no tiene mucho conocimiento sobre la Biblia, es poco probable que entienda lo que significa que la Biblia está inspirada por Dios, y tendremos que explicarle que en ella están los pensamientos de Dios acerca del hombre, y no los del hombre acerca de Dios.
Pero bueno, ahora nos vamos a enfocar en la primera parte del texto, “toda la Escritura”.
Ahí les va una pregunta.
¿Qué dirían ustedes?
¿Cómo sabían Pablo, otros escritores de la Biblia y los cristianos del siglo primero qué escritos eran inspirados y cuáles no?
Bueno, vamos a analizar tres textos que muestran por qué esta pregunta podría parecer difícil de responder.
Busquemos Lucas 1:1.
Y vamos a leer juntos este texto para ver por qué razón podría ser difícil para ellos distinguir si un escrito estaba inspirado o no.
Lucas 1:1.
Aquí dice: “Son muchos los que se han dedicado a organizar un relato de los hechos —que entre nosotros cuentan con total credibilidad—”.
¿Qué dice Lucas aquí?
Pues que había muchos evangelios sobre Jesucristo en el primer siglo, pero solo cuatro fueron aceptados como inspirados por Dios.
¿Y cómo lo decidieron?
¿Pusieron todos los manuscritos sobre la mesa y dijeron: “Este me gusta; este también; este no tanto”?
Esa no habría sido la mejor forma de decidir si un libro estaba inspirado por Dios o no, ¿verdad?
Vamos ahora con el segundo texto de nuestro análisis.
Resulta que la Primera Carta a los Corintios no fue la primera carta que Pablo escribió a los corintios.
Si leen conmigo 1 Corintios 5:9, verán a lo que me refiero.
1 Corintios 5:9.
Aquí Pablo dice, en su Primera Carta a los Corintios: “Les escribí en una carta que dejaran de relacionarse con personas que son sexualmente inmorales”.
Así que Pablo ya les había escrito a los corintios una carta antes de esta.
Si nos ponemos quisquillosos, tendríamos que decir que esta es la primera carta inspirada de Pablo a los corintios, pero la carta anterior nunca formó parte de las Escrituras inspiradas.
¿Por qué no?
¿No era una buena carta?
Seguro que sí.
¿Será que tenía algún error?
Tal vez sí o tal vez no.
Pero no estaba inspirada.
¿Por qué podría haber tenido algún error?
Bueno, el Perspicacia hace un comentario muy interesante sobre lo que escribían los escritores de la Biblia cuando no estaban bajo inspiración.
Hablando sobre esos escritos, Perspicacia dice que es posible que reflejaran “hasta cierto grado el entendimiento incompleto que existió en los primeros años de la congregación cristiana”.
Imagínense que alguien decidía por su cuenta escribirle una carta a una congregación o a un hermano.
Por ejemplo, el discípulo Santiago le escribe a alguien antes de que se tome la decisión sobre la circuncisión y le dice: “Bueno, quizás sería mejor que todos los cristianos gentiles se circunciden”.
Pudo haber dicho algo así.
Pero luego, después de que se tomara la decisión con la guía del espíritu santo, seguro que lo que Santiago escribía estaba en armonía con lo que había revelado el espíritu.
Y, claro, su carta, la Carta de Santiago, fue escrita bajo inspiración.
Así que, cuando Dios inspiraba a los escritores de la Biblia, sus cartas o sus escritos no tenían ningún error.
Ahora, el último texto, Colosenses 4:16.
Aquí, en Colosenses, Pablo dice: “Después de leer esta carta, hagan que también se lea en la congregación de los laodicenses, y ustedes lean la que se envió a Laodicea”.
La Carta a los Colosenses, inspirada.
La carta a los laodicenses, no inspirada.
Y ¿cómo se tomó esa decisión?
La Iglesia católica dice que fueron los llamados padres de la Iglesia los que, allá en el Concilio de Cartago en el año 397, decidieron qué libros formaban parte de la Biblia.
Pero la decisión ya se había tomado muchísimo antes de esa fecha.
Encontramos una pista en lo que dice el apóstol Pedro en 2 Pedro 3:16.
Normalmente leemos ese texto por otras razones, pero vamos a ver ahora lo que nos dice sobre el canon de la Biblia.
Refiriéndose al apóstol Pablo, el apóstol Pedro dice: “Él habló de eso en todas sus cartas”.
Pedro escribió estas palabras en el año 64.
Eso significa que al menos 13 de las 14 cartas de Pablo ya andaban circulando entre las congregaciones.
Así que Pedro, hablando sobre las cartas de Pablo, dice: “Sin embargo, en ellas hay cosas difíciles de entender que los ignorantes y los inestables tuercen, al igual que hacen con el resto de las Escrituras”.
Eso indica que para el año 64 ya se había decidido que las cartas de Pablo eran parte de las Escrituras.
¿Pero cómo?
Aún no hemos respondido la pregunta.
Hacemos y hacemos la pregunta, pero no la respondemos.
Pues la respuesta está en 1 Corintios 12:10.
Recuerden por qué estamos leyendo este texto.
Queremos averiguar cómo podían los cristianos del siglo primero saber qué cartas y qué libros habían sido inspirados por Dios, y cuáles no.
Aquí Pablo está hablando de los dones del espíritu y dice que a algunos se les había dado el don de hacer milagros, a otros, el de profetizar, y a otros, “el de reconocer los mensajes inspirados”.
Así que algunos cristianos del siglo primero habían recibido del espíritu santo un don que les permitía reconocer qué escritos habían sido inspirados por Dios y cuáles no.
Y fue así como se formó el canon de la Biblia.
Y si lo pensamos, esto es lo más lógico, ¿verdad?
El espíritu santo guio a los escritores de la Biblia y el espíritu santo guio la recopilación de todos los escritos inspirados que hoy conocemos como “toda la Escritura”.
“Toda la Escritura está inspirada por Dios”.