Gracias por tan buenos comentarios.
Encajan muy bien con lo que el apóstol Pablo le dijo a la congregación de Éfeso sobre la importancia de que se examinaran a sí mismos.
Y hoy día también tenemos que hacer eso: examinarnos para ver si estamos agradando a Jehová.
Por favor, abran su Biblia en el capítulo 5 de Efesios.
Vamos a leer el versículo 10, que es el texto de hoy.
Efesios 5:10 dice: “Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor”.
Y luego, el versículo 11 dice: “Cesen de participar con ellos en las obras infructíferas que pertenecen a la oscuridad, sino, más bien, hasta censúrenlas”.
Así que el capítulo 5 de Efesios deja bien claro que hay cosas que Jehová acepta y otras que no.
Podemos ver algunas cosas que Jehová considera inaceptables en varios versículos del capítulo 5.
Si le echan un vistazo a los versículos 3 a 5, verán que hablar irrespetuosamente sobre sexo, la conducta desvergonzada, las bromas obscenas —y luego el versículo 18 menciona la borrachera—, todas estas cosas nos impedirían entrar en el Reino de Dios.
Y si pensamos en el entretenimiento de hoy en día, es casi imposible encontrar algo que sea aceptable a la vista de Jehová y que no contenga inmoralidad sexual, pornografía, ocultismo o violencia.
Satanás ha saturado con su influencia todo tipo de entretenimiento, a tal grado, que lo vemos en libros, películas, videojuegos y en básicamente cualquier cosa.
Y es que él sabe que Jehová odia esas cosas, y le basta con que tan solo una parte de nuestro corazón las ame, aunque la otra parte de nuestro corazón las odie.
Así que deberíamos preguntarnos: “¿Me ayuda a ser una persona más agradable a la vista de Jehová el entretenimiento que elijo?
¿Me ayuda a tener las cualidades que Jehová quiere que tenga y hará que él se acerque más a mí?”.
El espíritu del mundo refleja una actitud de rebelión hacia la Biblia, que expone las normas de Jehová y sus cualidades.
Pero nosotros queremos respetar la Biblia, pues nos enseña a amar lo que Jehová ama y a odiar lo que él odia.
¿Qué nos ayudará a hacer esto y a resistir el espíritu del mundo, a acercarnos más a Jehová y a ser agradables a sus ojos?
Veamos el versículo 17; capítulo 5, versículo 17, ahí dice: “Por esta razón dejen de estar haciéndose irrazonables, sino sigan percibiendo cuál es la voluntad de Jehová”.
Por eso, ante cualquier situación, debemos pensar: “¿Qué querría Jehová que hiciera?”.
De hecho, los versículos 1 y 2 enfatizan esa idea, al decir: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados, y sigan andando en amor, así como el Cristo también los amó a ustedes y se entregó por ustedes como ofrenda y sacrificio a Dios para olor fragante”.
Así que la clave está en imitar a Jehová y Jesús.
Nuestros sacrificios tienen que ser aceptables a la vista de Jehová, como lo fue el sacrificio de Jesús.
¿Por qué era Jesús tan agradable a la vista de Jehová?
Bueno, porque hizo todo como su Padre quería.
Por eso dijo algo que nosotros también queremos decir algún día: “Yo siempre hago las cosas que le agradan”.
Cuando seamos perfectos, podremos decirlo.
Como vemos, Jesús agradó a Jehová por lo que dijo y por lo que hizo.
Entonces, ¿cómo podemos imitarlo y así imitar a Jehová?
Repasemos brevemente tres maneras.
Primero, pidamos espíritu santo en oración.
¿Qué hizo Jesús cuando se enfrentó a las pruebas?
No confió en sí mismo.
Más bien, le pidió ayuda a Jehová.
Así que, si nosotros estamos luchando por no caer en una tentación —tal vez alguna debilidad que tengamos—, es muy importante que hagamos lo mismo.
También podemos hablar con los ancianos —nuestros amorosos pastores—, y ellos orarán con nosotros y nos darán ánimo para que sigamos siendo fieles a Jehová.
Segundo, seamos obedientes a Jehová en todo.
Jesús siempre hizo lo que le agradaba a su Padre.
En Lucas 22:42, él dijo: “Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”.
Por eso, recordemos: la obediencia no se puede sustituir.
Si somos desobedientes no le agradaremos a Jehová.
Y tercero, tenemos que conocer bien la Biblia.
Jesús basaba lo que decía en la Palabra de Dios.
Centró su vida en estudiar y obedecer las normas de Dios, y en animar a otras personas a hacer lo mismo.
¿Qué hay de nosotros?
Todos estamos muy ocupados con el trabajo, la congregación...
Por eso, no se trata de estudiar en profundidad la Palabra de Dios cuando tengamos tiempo, sino de sacar el tiempo para ello.
Pensemos: ¿Revela nuestra rutina diaria que amamos a Jehová, que amamos su Palabra?
¿Leemos la Biblia todos los días?
Y si lo hacemos, ¿cuánto tiempo pasamos meditando para que penetre en nuestra mente y corazón?
¿Nos conformamos con lo básico, con lo que hay en la superficie?
¿O nos gusta profundizar en lo que leemos?
Es muy importante que entrenemos nuestra mente y nuestro corazón, pero eso requiere tiempo y esfuerzo, igual que un corredor de maratón, que también debe dedicar mucho tiempo y esfuerzo a entrenarse.
Como sabemos, a los cristianos se nos compara a corredores, porque corremos en la carrera por la vida.
Veamos lo que dijo el apóstol Pablo.
Vayamos a 1 Corintios; 1 Corintios, capítulo 9, unos versículos que conocemos bien, empezando con el versículo 24.
Mientras vamos leyendo, fijémonos en algunos puntos clave.
Ahí Pablo dijo: “¿No saben ustedes que los corredores en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio?
Corran de tal modo que lo alcancen.
Además, todo hombre que toma parte en una competencia ejerce autodominio en todas las cosas [aquí hay un punto clave].
Pues bien, ellos, por supuesto, lo hacen para obtener una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible.
Por lo tanto, la manera como estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire; antes bien, aporreo mi cuerpo [o lo castigo, lo disciplino estrictamente] y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado [o descalificado] de algún modo”.
Así que queremos tener autodominio, como los corredores.
Tenemos que decirle no al mundo de Satanás y sí a las cosas que Jehová acepta.
Y queremos asegurarnos de ser agradables a los ojos de Jehová
y de que nos apruebe.
Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor.
En el maratón de Nueva York de 1994, participó un corredor que se llamaba Germán Silva e iba corriendo muy muy bien.
De hecho, le quedaba muy poco para llegar a la meta en Central Park, pero de repente se distrajo y se equivocó de ruta.
¿Perdió la carrera?
Bueno, otro corredor se puso en primer lugar.
Pero Silva recuperó la ruta, volvió al camino correcto y empezó a correr con todas sus fuerzas.
Adelantó al otro corredor y ganó el maratón por dos segundos.
¿Qué aprendemos?
Que a veces podemos distraernos, desviarnos del camino o hacer algo que Jehová no acepta.
Si eso nos ocurre, dejemos que la Palabra de Dios y los pastores amorosos nos ayuden a recuperar la ruta correcta.
No nos demos por vencidos.
Unos años después de aquello, en 1997, Silva corrió de nuevo el maratón de Nueva York.
Pensó que lo tenía ganado, que volvería a ganar la carrera.
Pero entonces, empezó a deshidratarse y a correr más despacio.
Y en vez de tomar unos segundos para beber algo, prefirió seguir.
Creyó que aguantaría.
De nuevo, ¿qué nos enseña esto?
Que no podemos ignorar nuestras necesidades.
Tenemos que alimentarnos en sentido espiritual con frecuencia para mantenernos al paso de la organización de Jehová.
Lograremos esto si, como dijeron los que comentaron, dedicamos tiempo a alimentarnos de la Palabra de Dios y a meditar.
Recordemos que en nuestra carrera cristiana, la carrera por la vida, lo importante no es la velocidad, sino la dirección que tomamos.
Que siempre corramos de una manera que agrade a Jehová.