Ralph Walls: Perdonemos a los demás (Rom. 5:12)

El texto de hoy está tomado del artículo “¿Agradecemos lo que Dios hizo por nosotros?”, de La Atalaya de enero de 2016.

La temporada de la Conmemoración nos impulsa a reflexionar en lo que Jehová ha hecho por nosotros, y eso nos debe motivar a ser agradecidos.

La obra Perspicacia tiene una entrada muy interesante sobre el perdón.

Una de las cosas que menciona es que el verbo hebreo sa·láj (perdonar) se emplea exclusivamente con referencia al acto por el que Jehová perdona a un pecador.

Este verbo nunca se usa para hablar de una persona que perdona a otra.

Así que ni el alcance de nuestro perdón ni las razones por las que lo hacemos se podrán comparar nunca a los de Jehová.

¿A qué nos debería motivar esto?

Bueno, pensemos en una historia que Jesús contó y que está en Mateo capítulo 18.

Si se dirigen allí, recordarán que en el versículo 21 Pedro le había preguntado a Jesús: “¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano si peca contra mí?

¿Hasta siete veces?”.

¿Qué había de malo en esa pregunta?

Pues, que a Pedro lo había influido la actitud insensible que era tan común en aquel tiempo, una actitud que hoy también existe.

¿A qué nos referimos?

Bueno, a que Pedro estaba midiendo el perdón, algo que los fariseos solían hacer.

¿Qué le respondió Jesús?

Conocemos bien la respuesta, que está en el versículo 22: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”.

Luego, hablando del perdón divino, Jesús puso un ejemplo que nos ayuda a ver la diferencia entre el punto de vista humano sobre el perdón y el punto de vista de Jehová.

Fijémonos en el versículo 23: “Por eso el reino de los cielos ha llegado a ser semejante a un hombre, un rey, que quiso ajustar cuentas con sus esclavos”.

Notemos que fue el rey —y no sus esclavos— quien quiso saldar las cuentas.

Los esclavos habían contraído una deuda con él, y era justo que el rey quisiera tratar el asunto y poner las cuentas al día.

Pero entonces le trajeron un esclavo “que le debía diez mil talentos”, 40 millones de dólares.

Eso es muchísimo dinero.

Si pensamos en este ejemplo, vemos que Jehová nos está diciendo algo.

Él nos ha perdonado miles de veces, y lo hace tan a menudo...

Ni siquiera somos conscientes de cuántas veces pecamos contra él.

Como vemos, Jehová nos ha permitido a sus esclavos contraer una gran deuda con él.

Ahora, volviendo al ejemplo, en el versículo 26 vemos que el esclavo le suplica al rey que tenga paciencia porque en ese momento no puede pagarle, pero le dice que se lo devolverá todo.

¿Y cómo pensaba hacerlo?

Él era un esclavo.

¿Cómo iba a pagar 40 millones de dólares?

El rey sabía que era imposible que el esclavo le pudiera devolver todo ese dinero.

Pongámoslo en términos actuales: el sueldo promedio para un estadounidense en 2014 —esto lo busqué en Google— era de unos 52.000 dólares.

Bueno, esa era la media, porque hay mucha gente que no gana tanto dinero, y hay quienes ganan mucho más.

Pero el sueldo promedio era de 52.000 dólares.

Entonces, si los 10.000 talentos equivalen a 40 millones de dólares, una persona que entregara todo el dinero que ganara tardaría 770 años en pagar esa deuda.

Así que el rey sabía que no, que era imposible que se lo devolviera.

Por eso, el versículo 27 dice: “Enternecido por esto, el amo de aquel esclavo lo dejó ir libre y canceló su deuda”.

Bueno, bueno, ¡qué gran alivio!

Aunque el esclavo tendría que haberse dado cuenta de algo: él jamás estaría en la misma situación que su amo, porque ni tenía los mismos recursos ni nunca nadie le debería tanto dinero como él le debía a su amo.

Si hubiera comprendido lo que implicaba la magnitud del perdón que le había mostrado su amo, este esclavo seguramente habría estado dispuesto a ser paciente con quien le debiera, o incluso a perdonarle la deuda, fuera la que fuera.

Pero notemos su actitud, en el versículo 28: “Aquel esclavo salió y encontró a uno de sus coesclavos [que estaba al mismo nivel que él] que le debía cien denarios”, 70 dólares.

Fijémonos en esto: “Salió y encontró” al otro esclavo.

En el griego original, esta expresión puede indicar que este esclavo fue a buscar a los que le debían algo, en lugar de pasar por alto las deudas de los demás.

Ahora leamos los versículos 29, 30, 32, 33 y 35.

Dicen así: “Con eso, su coesclavo cayó y se puso a suplicarle, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré’.

Sin embargo, él no quiso”.

Detengámonos un momento.

¿Podría este coesclavo devolverle lo que le debía?

Bueno, podría haber conseguido el dinero, pues solo eran 70 dólares.

Pero ¿cómo reaccionó el primer esclavo?

El relato dice “que se fue e hizo que lo echaran en prisión hasta que pagara lo que se debía”.

¡Qué malvado!, ¿verdad?

El versículo 32 continúa: “Entonces su amo mandó llamarlo y le dijo: ‘Esclavo inicuo, yo te cancelé toda aquella deuda, cuando me suplicaste [aquella deuda imposible de pagar].

¿No deberías tú, en cambio, haberle tenido misericordia a tu coesclavo [que sí podría haber pagado su deuda], como yo también te tuve misericordia a ti?’” Y ahora viene el punto clave.

En el versículo 35, Jesús señaló: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes [es decir, con cada uno de nosotros] si no perdonan de corazón cada uno a su hermano”.

No de forma mecánica ni por obligación, sino “de corazón”.

Tal como hemos dicho, el rey perdonó una deuda de 40 millones de dólares.

Pero el esclavo no estuvo dispuesto a perdonarle a su compañero tan solo 70 dólares.

Jehová nos perdona muchísimas ofensas, y le estamos muy agradecidos.

La Conmemoración nos ayudó a ver lo inmenso que es su perdón.

Sin duda, darnos cuenta de cuánto le debemos a Jehová y cuánto nos perdona él debe impulsarnos a perdonar siempre a los demás.

La obra Perspicacia dice que en la Biblia, “el verbo [hebreo] na·sáʼ se refiere al perdón que tanto Dios como cualquier humano pueden otorgar”.

Pero como dijimos antes, el verbo hebreo sa·láj (perdonar) se emplea exclusivamente con referencia al acto por el que Jehová perdona a un pecador.

Recordemos que el perdón que nosotros otorgamos jamás se podrá comparar al de Jehová.

Nadie nos puede ofender al mismo grado al que nosotros hemos ofendido a Jehová, pues somos pecadores, estamos alejados de Dios y tenemos la tendencia a hacer lo malo.

Aún así, como se nos recordó en la Conmemoración, Dios nos ha demostrado su amor porque, “mientras todavía éramos pecadores”, mandó a su Hijo a morir por nosotros.

Me gustaría citarles lo que se dijo en La Atalaya del 15 de octubre de 1999, en la página 13.

El título del artículo es “Perdonemos de corazón”.

Ahí dice: “Debemos ver en la disposición de Dios para perdonar un modelo de cómo tratar a nuestro semejante.

Pablo se refirió a ello cuando escribió: ‘Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros’”.

No como cuando un administrador lleva un registro de las cuentas, sino perdonándose “liberalmente unos a otros así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”.

El artículo añade: “¿Vemos la relación?

Jehová Dios nos perdonó [a cada uno de nosotros], de modo que —razona convincentemente Pablo— tenemos que imitarle y ser ‘tiernamente compasivos, perdonando liberalmente’ a los demás”.

Y, a continuación, la revista plantea unas preguntas que nos hacen meditar: “¿Lo estoy haciendo?

Si no es así mi carácter, ¿procuro lograrlo, esforzándome por imitar a Dios en lo que tiene que ver con el perdón?”.

Pero quizá digamos: “Bueno, yo perdono.

Perdono a mucha gente”.

Pero ¿cómo lo demostramos?

Proverbios 17:9 dice: “El que encubre la transgresión busca amor, y el que sigue hablando de un asunto separa a los que se han familiarizado entre sí”.

Si no dejamos de hablar de lo que alguien nos ha hecho, no hemos perdonado de corazón.

El perdón de Jehová no es así.

Entonces, perdonar cuando otros nos ofenden, sin importar cuántas veces tengamos que hacerlo, es un requisito cristiano.

Jehová no perdona a quienes se niegan a perdonar.

Recordemos lo que dijo Jesús: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”.

¡Qué Dios tan maravilloso tenemos!

Lo que él y su Hijo han hecho por nosotros, nos impulsa a perdonar generosamente a los demás.

Tal vez te interesen estas entradas

Entrada destacada

Podemos ser felices a pesar de la angustia, el hambre y la desnudez

Cuando nos casamos sabíamos que queríamos tener hijos y formar una familia, así que cuando nos ente…

Popular Posts

JW Broadcasting: Abril de 2025

JW Broadcasting: Abril de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Los testigos de Jehová vem…

Guzel Gainanshina: El mundo no puede darte lo que no tiene

Guzel Gainanshina: El mundo no puede darte lo que no tiene

Crecí en una zona de Rusia, entre preciosos árboles y bajo …

JW Broadcasting: Mayo de 2025

JW Broadcasting: Mayo de 2025

JW Broadcasting: Mayo de 2025  ¡Bienvenidos! En el programa…

JW Broadcasting: Febrero de 2022 (reunión anual del 2021, parte 2)

JW Broadcasting: Febrero de 2022 (reunión anual del 2021, parte 2)

Bienvenidos al programa de JW Broadcasting® de febrero de 2…

 ¿Está usted preparado para una emergencia?

¿Está usted preparado para una emergencia?

Jehová predijo que “en los últimos días” vendrían “tiempos …

JW Broadcasting: Marzo de 2025

JW Broadcasting: Marzo de 2025

Bienvenidos a JW Broadcasting®. ¡Qué alegría que estén con …

Robert Ciranko: “Serán una sola carne” (Gén. 2:24)

Robert Ciranko: “Serán una sola carne” (Gén. 2:24)

Génesis 2:24 dice que, cuando un hombre y una mujer se casa…

Secretos para un matrimonio feliz: El respeto

Secretos para un matrimonio feliz: El respeto

El respeto. A veces nos esforzamos mucho por respetar a los…

 Una visita agridulce

Una visita agridulce

¿Te imaginas cómo sería volver a una prisión en la que estu…

James Mantz: ¿Somos privilegiados por tener privilegios?

James Mantz: ¿Somos privilegiados por tener privilegios?

Antes de venir a Galaad, todos ustedes han disfrutado de mu…