Mark Sanderson: No se confíe (Sant. 4:14)

Hace unos cien años, el 31 de octubre de 1916, el hermano Charles Russell se encontraba viajando en tren.

Estaba en medio de una gira de conferencias bíblicas por Estados Unidos.

Aquel día, de manera inesperada, murió.

Era relativamente joven...

tenía 64 años.

Llevaba tiempo haciendo viajes como ese.

Se ha dicho que el hermano Russell viajó más de un millón y medio de kilómetros.

Quizás algunos de ustedes hayan viajado esa distancia, pero en aquella época no se viajaba en avión.

El hermano Russell cubrió esa distancia en tren, barco y quién sabe qué otros medios.

¡Impresionante!

Además, pronunció más de treinta mil sermones y discursos basados en la Biblia y escribió más de cincuenta mil páginas para libros, folletos y otras publicaciones.

Pero, a pesar de todo lo que hizo, de su sobresaliente conocimiento de la Biblia y de lo útil que fue en las manos de Jehová, nuestro querido hermano se fue en tan solo un instante.

Como vemos, se cumplen las palabras de Santiago 4:13, 14.

Vamos a leerlas.

Santiago 4:13, 14.

Allí dice: “Vamos, ahora, ustedes los que dicen: ʽHoy o mañana iremos a tal ciudad y allí pasaremos un año, y negociaremos y haremos gananciasʼ, cuando el caso es que ustedes no saben lo que será su vida mañana.

Porque son una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece”.

¡Y así pasa!

No importa qué asignación tengamos, qué tan hábiles seamos como maestros o cuánto conocimiento hayamos adquirido...

la verdad es que somos como la neblina, que así como viene se va.

La Biblia plantea esta idea una y otra vez.

Lo hace con la intención de que nos demos tiempo para pensar con detenimiento, sin prisas, en la forma en que estamos viviendo la vida y, sobre todo, si la estamos usando para hacer la voluntad de Jehová.

En el capítulo 12 de Lucas, Jesús habló de un hombre que era rico.

¿Recuerdan la historia?

¿Qué les parece si abrimos nuestra Biblia en Lucas 12?

Vamos a leer desde el versículo 16.

Pero antes les diré que, con esta historia, Jesús buscaba resaltar la importancia de ser personas ricas a la vista de Dios.

Con esto en mente, leamos Lucas 12:16: “El terreno de cierto hombre rico produjo bien.

Por consiguiente, él razonaba dentro de sí, diciendo: ‘¿Qué haré, ya que no tengo dónde recoger mis cosechas?’.

De modo que dijo: ‘Haré esto: demoleré mis graneros y edificaré otros mayores, y allí recogeré todo mi grano y todas mis cosas buenas; y diré a mi alma: “Alma, tienes muchas cosas buenas almacenadas para muchos años; pásalo tranquila, come, bebe, goza”’.

Pero Dios le dijo: ‘Irrazonable, esta noche exigen de ti tu alma.

Entonces, ¿quién ha de tener las cosas que almacenaste?’.

Así pasa con el hombre que atesora para sí, pero no es rico para con Dios”.

¿Qué había perdido de vista aquel hombre?

“La Atalaya” del 1 de agosto de 2007 habló sobre esta historia y dijo: “La sensación de seguridad que obtuvo el hombre rico fue solo eso, una sensación.

Por acertados que pudieran parecer sus planes, no tuvo presente un factor esencial: cuál era la voluntad de Dios.

Él tan solo pensaba en sí mismo, en estar tranquilo, comer, beber y gozar de la vida.

Creía que, por el hecho de tener ‘muchas cosas buenas’, también tendría ‘muchos años’ para disfrutarlas”.

¿No les parece interesante?

El hombre pensó que, como era dueño de muchas cosas, viviría una larga vida para disfrutar de ellas.

Pero el artículo de “La Atalaya” añadió: “Lamentablemente, no sucedió así.

Como Jesús había dicho, ‘hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee’”.

Y esto nos lleva de vuelta al capítulo 4 de la carta de Santiago.

Ahora leamos el versículo 15.

Después de la idea de que la vida es como una neblina, el versículo 15 dice: “En vez de eso, deberían decir: ‘Si Jehová quiere, viviremos y también haremos esto o aquello’”.

Como vemos, la Palabra de Dios insiste en que nunca deberíamos confiar demasiado en nosotros mismos, o en cualquier otra cosa, ya sea nuestra posición, conocimientos, habilidades o medios económicos.

Más bien, debemos confiar por completo en Jehová.

De hecho, deberíamos depender únicamente de él.

Y esto va más allá de la forma en que vemos la vida en general.

También tiene que ver con nuestros planes diarios.

Sí, el versículo del capítulo 4 de Santiago que hemos leído no solo habla de depender de Dios en la vida en general, sino en lo que hacemos todos los días.

Nos anima a depender de Jehová a diario.

Recientemente, nos hemos enterado de que la persecución en ciertos países, entre ellos Rusia, ha aumentado.

Al oír esas noticias, tal vez pensemos enseguida que eso es algo que solo podría ocurrir en lugares muy lejanos.

Puede que en países como Estados Unidos y Canadá (de donde son la mayoría de los que conforman este auditorio) creamos que la libertad religiosa de la que disfrutamos es permanente, que las cosas nunca van a cambiar.

Pero convendría que reflexionemos en algo muy interesante que sucedió en Singapur en 1972.

El 12 de enero de ese año, un misionero que servía en la sucursal de ese país recibió de manos de un funcionario una orden de deportación.

Tenía que salir del país en menos de dos semanas.

El hermano llevaba veintitrés años en Singapur y había podido realizar su servicio en paz, sin ningún problema.

Solo dos días después, las autoridades clausuraron el Salón del Reino, prohibieron nuestras publicaciones en todo el país e incautaron las cuentas bancarias de la sucursal y de la congregación.

De la noche a la mañana, sin previo aviso, la obra quedó totalmente prohibida en ese país.

¿Y por qué mencionamos este caso?

¿Para que vivamos en constante temor, pensando que el gobierno pudiera prohibir nuestra obra en cualquier momento?

No. ¿Qué hicieron los hermanos de Singapur después de que les sobreviniera esta situación tan inesperada?

Permanecieron leales a Jehová.

Con total confianza en él, siguieron buscando la forma de adorarlo.

Jehová los bendijo...

y los sigue bendiciendo.

Hermanos, es cierto que, como dice el capítulo 4 de Santiago, nada en la vida es seguro.

Pero, si dependemos de Jehová en todo, si somos ricos a sus ojos, no habrá nada que temer.

Sea cual sea la situación que tengamos que enfrentar, aun si nos sorprendiera la muerte, estaremos completamente seguros en las manos de Jehová.

Él se encargará de que nada nos falte porque es en él en quien hemos depositado toda nuestra confianza.

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