John Ekrann: El rescate sí es para usted (Gál. 2:20)

El apóstol Pablo hizo

una interesante reflexión sobre el rescate.

Él escribió: “La vida que ahora vivo en carne la vivo por la fe que es para con el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”.

Con esas palabras nos damos cuenta de que Pablo sabía que el rescate se había pagado por él.

Y, como se expresó en los comentarios, nosotros también debemos ver el rescate como un regalo personal.

En Hebreos 6:5, el apóstol Pablo deja ver que la Biblia y el rescate son dádivas muy personales.

Noten la expresión que usó en Hebreos 6:5: “Y que han gustado la excelente palabra de Dios y los poderes del sistema de cosas venidero”.

La expresión “que han gustado” es muy significativa, pues para gustar los alimentos, nosotros mismos debemos probarlos, nadie más.

Debemos ponerlos en nuestra boca para saborearlos.

Lo mismo sucede con el rescate.

¿En qué situaciones podemos “gustar” o comprobar que el rescate es para cada uno de nosotros?

Veamos un par de ellas.

Primero hablemos de nuestros temores.

“¿De veras me quiere Dios?

¿Soy digno de que me ame?”.

Puede que también nos preguntemos: “¿Qué será de mí?

¿Y si...?”.

Al encarar pruebas o dificultades, quizás razonemos: “Tal vez Jehová no me quiere”.

Por otro lado, estamos convencidos de que la ley de causa y efecto tiene una base sólida.

Vemos que las cosas pasan por algo.

El problema es que lleguemos a la conclusión de que las cosas son como son porque Jehová no nos ama.

Aun si somos personas buenas, es posible que atravesemos dificultades y digamos: “Otros de mi edad tienen buena salud”.

O tal vez sepamos de alguien que ha recibido un cambio de asignación y que en unas cuantas semanas ya tiene todos sus asuntos resueltos, y pensemos: “En cambio, yo sigo buscando un empleo”.

Pero no concluyamos que si las cosas no salen a la perfección es porque Jehová no nos quiere.

Eso es mentira.

Aun si estamos actuando bien, pudiéramos pasar por pruebas.

Para ilustrarlo: imagine que va conduciendo su automóvil como Dios manda y se detiene cuando el semáforo se pone en rojo.

Luego cambia a verde y usted avanza, pero entonces lo alcanza un conductor imprudente que no se ha detenido en la luz roja.

La culpa no es de usted.

¿Acaso diría: “¡No vuelvo a obedecer las leyes de tránsito!

¡No vale la pena!”?

¡No!

El culpable fue quien se pasó el semáforo en rojo.

A veces nos pueden pasar cosas malas, pero eso no quiere decir que sea nuestra culpa o que no contemos con el amor de Jehová.

Así que, cuando sintamos algún temor, ¿cómo nos fortalecerá reflexionar en el rescate?

Para empezar, pensemos en por qué se pagó el rescate.

Porque a mucha gente buena —todos los descendientes de Adán y Eva— nos estaba yendo mal.

Adán y Eva pecaron, pero nosotros pagamos las consecuencias.

A los que valoran el rescate, Jehová se lo ofrece como la solución.

Es su manera de decir: “Yo sé que te pasan cosas malas, pero pronto todo estará bien”.

Sí, cuando entendemos por qué Jehová estuvo dispuesto a pagar el rescate por cada uno de nosotros, nos damos cuenta de que él comprende el sufrimiento que causan el cáncer, la vejez, los errores humanos y hasta nuestra propia imperfección.

“Degustar” el rescate en estas circunstancias significa evitar creer que Jehová no nos ama cuando nos sobrevenga alguna prueba.

Al contrario, el rescate es la mayor expresión del amor de Jehová y Jesús, y de que desean que pronto dejemos de sufrir.

Otra situación en la que podemos comprobar que el rescate es para nosotros es cuando muere alguien allegado.

Cualquiera que haya sentido el dolor de perder a alguien cercano puede entender la impotencia que se siente al saber que ya no hay nada que hacer por ahora.

Pero en ese momento, la esperanza y la fe en la resurrección —solo posible gracias al rescate— se vuelven más reales que nunca.

En Hechos 17:31 se recoge un conmovedor discurso en el que el apóstol Pablo explicó que el rescate está garantizado gracias a la muerte y resurrección de Jesús.

En Hechos 17:31, Pablo dijo: “Porque ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos”.

Si comprendemos que el rescate se dio por cada uno de los seres humanos, entenderemos que la resurrección no solo es posible, sino que Jehová y Jesús desean que nuestros padres o amados cónyuges vuelvan a vivir.

Ellos se interesan en cada persona, sea que esté viva o muerta.

Conocen cada detalle de su vida, por lo que podrán devolvérnoslos con su misma personalidad, con todos sus recuerdos, tal y como los conocimos.

¿Existe una mayor prueba de que el rescate es un regalo personal?

Traer de vuelta a la vida a nuestros seres queridos es la mayor muestra del interés personal de Jehová en todos y cada uno de los seres humanos.

No nos considera un daño colateral en la guerra contra Satanás.

El rescate es el medio que Jehová usará para reparar todo el daño que Satanás ha ocasionado desde la muerte de Adán y Eva.

De hecho, cuando los muertos sean resucitados, quedará claro que todo lo que afirmaba Satanás era mentira.

Hoy, el Diablo difunde toda clase de ideas sobre lo que pasa después de la muerte: que las personas se van al más allá, que tendrán otra vida, que estarán en el cielo, que reencarnarán como animales...

Pero en el nuevo mundo, cuando la mayoría de los que han muerto vuelvan a vivir, ya jamás se engañará a nadie con esas mentiras.

Cada uno de los resucitados podrá contar lo que le sucedió al morir: ¡nada!

¡No hay vida después de la muerte!

Ya nadie se creerá ni esparcirá aquella mentira.

Jehová sabía que la muerte de un ser querido nos causaría muchísimo dolor.

Por eso, al darnos el rescate, es como si nos dijera: “Sé que te duele, pero créeme, por favor, ya tengo la solución perfecta para que te deje de doler”.

Hoy hemos analizado dos situaciones en las que podemos reflexionar en el rescate, como lo hizo el apóstol Pablo, y entender que es un regalo individual.

Hablamos de nuestros propios temores y de la resurrección de nuestros seres queridos.

¡Imagine de cuántas otras maneras nos beneficiamos si meditamos en que el rescate es para cada uno de nosotros!

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