Gary Breaux: Usemos nuestra capacidad de razonar (2 Tes. 2:1, 2)

Vayamos a Romanos 12:1.

Como ya se ha mencionado, el apóstol Pablo habló de usar la razón.

Veámoslo aquí.

Romanos 12:1 dice: “Por consiguiente, les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio”.

Así que Pablo dice que tenemos la facultad, o el poder, de razonar.

Una palabra relacionada con poder es influencia Y es que, cuando pensamos bien en un asunto, nuestros razonamientos influyen en nosotros y tomamos buenas decisiones.

En el texto que analizamos hoy, Pablo añadió una idea más.

Vayamos a 2 Tesalonicenses, capítulo 2, y leamos los versículos 1 y 2: “Sin embargo, hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí”.

Como vemos, se habla de que no seamos sacudidos prontamente de nuestra razón.

Pablo dice que no debemos ser sacudidos prontamente o que no empecemos a dudar enseguida si ya hemos razonado sobre un asunto y hemos llegado a una conclusión.

Eso es lo que le estaba diciendo a la congregación de Tesalónica aquí.

En la primera carta que les escribió, les advirtió sobre la inminente llegada del día de Jehová.

Pero hubo quienes fueron más allá y dijeron que ese día ya había llegado.

De hecho, como dice el versículo 2, parece que incluso recibieron una supuesta carta de Pablo que decía, no que el fin iba a llegar pronto, sino que ya había llegado.

Y algunos, por no pensar bien las cosas, se desviaron; según parece, su fe fue sacudida.

Si seguimos leyendo, vemos que Pablo les ayudó a razonar y comprender que tenían que suceder más cosas antes del día de Jehová.

Ahora me gustaría hablar un poco sobre este tema de ser sacudidos de repente, de ser sacudidos en la fe.

Es importante que analicemos esto porque llegar a tener una buena relación con Jehová y una fe fuerte toma años, y es preocupante pensar que, como dice Pablo, nuestra fe pueda tambalear de forma tan repentina.

Y esto nos podría pasar a cualquiera de nosotros.

Pensemos en Judas Iscariote.

Juan 6:64 dice que Jesús supo desde el principio quién era el que lo traicionaría.

Desde el principio.

¿Qué significa “desde el principio”?

La obra Perspicacia dice que se refiere “al tiempo en el que Judas comenzó a comportarse mal y a ceder a la imperfección y a las inclinaciones pecaminosas”.

Bueno, ¿en cuánto tiempo le sucedió eso?

Pues no había pasado un año desde que había sido nombrado apóstol.

Y estamos seguros de que su nombramiento no fue un error.

Así que en ese breve período de tiempo, este hombre pasó de ser un apóstol a ser un apóstata.

No hay duda de que Pablo nos dio un consejo muy bueno: no nos dejemos sacudir de nuestra razón, es decir, de las conclusiones a las que hemos llegado después de razonar con cuidado sobre un asunto.

Hay momentos en los que es más fácil que nuestra fe sufra una sacudida.

Y me gustaría hablar un poco de este asunto.

¿En qué momentos somos más vulnerables?

Bueno, podría ser cuando estamos estresados, deprimidos o preocupados.

La Atalaya del 1 de marzo de 2010 comentó lo siguiente: “La tensión emocional puede impedirle a uno pensar con claridad”.

Permítanme que ponga un ejemplo —es algo hipotético, pero nos servirá muy bien como ejemplo—.

Un hermano se siente muy unido a sus padres.

Entonces su madre muere de repente.

Esto es un golpe muy duro para él, y cae en una depresión moderada.

Debido a esto descuida su estudio personal y participa menos en actividades espirituales.

Poco tiempo después, uno de sus hermanos es expulsado.

Se queda destrozado, ni siquiera puede dormir.

Así que se levanta, se sienta delante de la computadora, la enciende y acaba viendo algo que no debe.

¿Qué le pasó?

Pues que su buena capacidad para razonar fue sacudida.

Es interesante lo que dice La Atalaya del 15 de noviembre de 1992: “Una depresión mental fuerte y prolongada pudiera haber debilitado la fortaleza emocional de la persona, dificultándole en extremo el tomar decisiones prudentes”.

Entonces, ¿qué podría haber hecho el hermano?

Tan pronto como se dio cuenta de que estaba deprimido o descuidando sus actividades espirituales, debería haber buscado a alguien que lo ayudara a identificar la causa del problema.

¿Y qué otra cosa podría hacer que nuestra fe sea sacudida de repente si no estamos atentos?

Bueno, tiene que ver con los apóstatas.

Hay algo que están diciendo últimamente y que intentan promover.

Se ha hablado de ello en los medios de comunicación, y otras personas también lo han comentado.

Me refiero a nuestra postura bíblica sobre la necesidad de que haya dos testigos de un asunto para tomar acción judicial si no ha habido una confesión.

Si abren sus biblias en Deuteronomio 19:15, verán que la conclusión a la que hemos llegado está muy bien fundamentada.

El texto de Deuteronomio 19:15 es muy muy claro.

Dice: “Ningún testigo solo debe levantarse contra un hombre respecto a cualquier error o cualquier pecado, en el caso de cualquier pecado que él cometa.

Por boca de dos testigos o por boca de tres testigos debe quedar establecido el asunto”.

Está muy claro, ¿verdad?

No se puede formar un comité judicial con un solo testigo.

Pero los apóstatas quizá digan: “Ya, pero el Antiguo Testamento también dice que hay que apedrear a las adúlteras.

Si esta ley ya no la cumplen, ¿por qué se apegan tanto a la norma de los dos testigos?”.

Lo cierto es que este razonamiento podría confundirnos si no tenemos cuidado y no analizamos bien el asunto.

¿Y cómo lo podemos hacer?

Pues yendo a Mateo 18:16 y viendo lo que dijo Jesús, porque sabemos que él estableció el procedimiento cristiano.

En Mateo 18:16 dijo: “Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto”.

Jesús estableció que debe haber dos testigos.

Esto no quiere decir que no se hará absolutamente nada si solo hay un testigo.

Dependerá de las circunstancias.

Pero la Biblia es muy clara: para poder formar un comité judicial se necesita una confesión o el testimonio de dos testigos.

Así que nunca cambiaremos nuestra postura sobre este asunto, pues está basada en la Biblia.

Jehová nos ha dado la capacidad de razonar, de pensar detenidamente.

Por eso, pongamos de nuestra parte y no permitamos que nada sacuda prontamente nuestra fe.

Entonces tendremos la confianza de la que habló Pablo en 2 Tesalonicenses 3:5, cuando dijo: “Que el Señor continúe dirigiendo sus corazones con éxito al amor de Dios y al aguante por el Cristo”.

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