El comentario de hoy de La Atalaya hace una afirmación muy directa cuando dice: “Satanás usa las películas y programas de televisión para difundir sus ideas”.
Y esa reflexión debería hacer que cualquiera que ama a Jehová lo piense dos veces antes de ver un programa de televisión o una película.
En relación a este método que usa Satanás para promover su forma de pensar, La Atalaya añade algo más.
Él “sabe que las historias hacen mucho más que entretenernos; moldean nuestra forma de pensar, sentir y actuar”.
Entonces, cuando elijamos algo para entretenernos, debemos recordar que las historias que promueve Satanás han influido negativamente en las personas durante miles de años.
Veamos cuál ha sido el resultado de todo esto en Isaías 55:7.
Dice: “Que el hombre malvado deje su camino y el hombre malo sus pensamientos”.
Así que a la persona que se deja enseñar por Satanás se le corromperán los pensamientos y, con el tiempo, se convertirá en una persona malvada, una persona mala.
Los versículos 8 y 9 muestran que, como los humanos somos imperfectos, nuestra forma de pensar es diferente a la de Dios.
Versículo 8: “ ‘Porque mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, y los caminos de ustedes no son mis caminos’, afirma Jehová.
Porque […] mis caminos están por encima de los caminos de ustedes, y mis pensamientos, de los pensamientos de ustedes”.
Así que, en algún momento, una persona que tan solo era imperfecta pasa a ser una persona mala o malvada.
¿Qué fue lo que le pasó?
Pues que hubo algo que la empujó a ser esta clase de persona.
Se dejó enseñar por Satanás.
Eso es lo que pasó.
Claro, todos nosotros somos imperfectos.
Entonces, ¿qué nos ayudará a pensar siempre como Jehová y que nada nos empuje a convertirnos en personas malas o malvadas?
Bueno, es un hecho que Jehová también utiliza historias para ayudarnos a adaptar nuestra forma de pensar a la suya.
La Biblia está llena de historias de personajes tanto reales como imaginarios, y esas historias contienen ejemplos buenos y malos, ejemplos que nos llegan al corazón y que nos ayudan a entender bien los principios y las leyes de Jehová, ejemplos que nos ayudarán a tomar buenas decisiones para que nuestros caminos sean como los caminos de Jehová.
Veamos un caso.
Por toda la Biblia se destaca que Jehová siempre está dispuesto a perdonar.
Busquemos el libro de Éxodo 34:7.
Y recordemos que estamos aprendiendo sobre la manera como Jehová perdona.
Dice así: “Demuestra amor leal a miles, […] perdona errores, ofensas y pecados”.
Siempre está dispuesto a perdonar.
Para que lo podamos entender mejor, Jehová usa una imagen muy bonita.
La encontramos en el libro de Isaías 1:18.
Él nos dice: “ ‘Vengan y arreglemos las cosas entre nosotros’, dice Jehová.
‘Aunque los pecados de ustedes sean como rojo escarlata, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la tela carmesí, se volverán como la lana’ ”.
De nuevo vemos que Jehová está dispuesto a perdonar.
Para llegarnos al corazón y que entendamos por completo esta idea, Jehová nos cuenta una historia.
Bueno, en realidad nos la cuenta Jesús.
La encontramos en Lucas 15.
Es la del hijo perdido.
En esta ocasión no la vamos a leer entera, solo se la contaré un poquito por encima.
En el versículo 11 dice que había un hombre que “tenía dos hijos”.
En el versículo 12 dice que el hijo menor pidió su parte de la herencia.
Y en el versículo 13 que “viajó a un país lejano, donde malgastó su herencia”.
En el 15 y el 16 dice que lo perdió todo.
Y en el 17 que finalmente “recobró el juicio” y volvió a la casa de su padre.
Y en el 20 muestra que “su padre alcanzó a verlo y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó con ternura”.
Hermanos, ¿qué lecciones quiere enseñarnos Jehová por medio de esta historia?
En primer lugar, que él está dispuesto a perdonarnos; forma parte de su personalidad.
Que, al igual que el padre, tenemos que reconocer que alguien que peca puede malgastar todo lo que se le da.
Pero nunca perdemos la esperanza de que esa persona se arrepienta.
Y, cuando regresa a Jehová, lo recibimos con mucho cariño y alegría.
Los pecadores pueden cambiar por completo su vida y volver a ser parte de la familia de Jehová.
Y, por último, aprendemos que puede que lleguen a tocar fondo antes de que recobren el juicio.
¿Verdad que estas son lecciones muy valiosas?
Nos ayudan a entender la forma de pensar de Jehová y adaptar nuestra forma de pensar imperfecta a la suya.
Un detalle que queremos destacar de este relato es que la Traducción del Nuevo Mundo usa unas 500 palabras para contar toda la historia.
Pero solo usa 10 de ellas para describir la mala vida que llevó el hijo.
En el versículo 13 leemos que llevaba “una vida desenfrenada”.
Y luego, en el versículo 30, añade unos detalles más.
Dice que malgastó sus bienes con las prostitutas.
Así que esto es un ejemplo de una historia de alguien que hace cosas malas, pero no se centra en sus malas acciones.
No las hace ni emocionantes ni atrayentes, más bien nos acerca a Jehová.
Nos ayuda a entender que él siempre está dispuesto a perdonar.
Ese es el objetivo de esta historia.
Pero ¿cómo contaría Satanás esta historia o qué versión daría él de la parábola del hijo perdido?
¿Nos presentaría quizás a un padre estricto e intolerante?
¿Nos haría creer que el hijo no tenía ni libertad ni independencia, y que por eso su vida era muy difícil?
¿Haría tal vez que los personajes fueran groseros y dijeran malas palabras?
¿Cuánto tiempo creen que le dedicaría a la parte inmoral de la historia?
Y, cuando el hijo regresa a casa, ¿estaría arrepentido de verdad?
¿O haría parecer que el padre había cambiado y ahora era más tolerante?
O incluso hasta diría que el hijo había vuelto a casa con alguna de aquellas mujeres.
En las historias de Satanás —si lo pensamos bien, hermanos—, siempre hay inmoralidad y mentiras.
La trama de las historias se repite una vez tras otra.
Siempre tratan de rebelión, de violencia y de inmoralidad.
Todas las historias de Satanás tienen la misma trama con diferentes personajes, pero siempre es lo mismo.
Por el contrario, en las historias de Jehová siempre descubrimos algo nuevo.
De hecho, cada vez que las leemos y meditamos en ellas, aprendemos detalles diferentes.
No importa cuántas veces leamos la misma historia.
Cada vez que lo hacemos, aprendemos algo que nos ayuda a pensar como Jehová.
Así que, a la hora de decidir con qué nos entretenemos, tenemos que hacernos estas preguntas: “¿Quién me está enseñando?
¿Me aporta algo bueno?
¿Realmente me ayuda a sentirme mejor, o pudiera dañar o debilitar mi fe en Jehová?”.
En caso de dudas, quizás lo mejor sería que lo evitáramos.
Mientras vivamos en este mundo, debemos elegir bien nuestro entretenimiento.
Dejemos que Jehová nos enseñe para que pensemos, sintamos y razonemos igual que él.
¡Ya queremos que llegue el día en que todas las cosas con las que nos divirtamos sean sanas y buenas para nosotros!