David Splane: "Isaac se enamoró de ella" (Gén. 24:67)

Abramos la Biblia y comentemos algunos detalles adicionales con base en esta parte de las Escrituras.

Se trata de Génesis 24:67.

Mientras lo leemos, busquemos pistas sobre la personalidad de Isaac.

Veamos qué nos revela el versículo 67.

Dice: “Después, Isaac la llevó a la tienda de campaña de su madre Sara.

Así fue como Rebeca llegó a ser su esposa.

Isaac se enamoró de ella y sintió consuelo tras la pérdida de su madre”.

¿Qué notamos sobre la personalidad de Isaac?

Que este hombre obviamente podía conmoverse.

Tenía sentimientos.

Pero ¿cuánto tiempo había pasado entre la muerte de Sara y la boda de Isaac?

Veamos.

Sara tenía 90 años cuando Isaac nació, y murió a los 127 años.

¿Qué edad tenía Isaac cuando murió Sara?

Treinta y siete años, pero en este relato ya tenía 40.

Habían pasado tres años, pero su tristeza era tan profunda que la Biblia menciona específicamente que él halló alivio de la muerte de su madre.

La pérdida de su madre había sido un tremendo golpe para él.

Pero el versículo 67 dice que “se enamoró” de Rebeca.

Pero ¿cómo supo todo esto el escritor de Génesis?

Obviamente, porque Isaac no escondió sus sentimientos, a diferencia de algunos hombres.

Y tampoco es difícil deducir por qué Isaac se enamoró de Rebeca.

En uno de los comentarios ya se explicó cómo se conocieron.

Abrahán tenía un siervo de mayor edad, quien, según se cree, era Eliezer, y para simplificar el relato lo llamaremos así.

Abrahán le pidió que fuera a la ciudad de Nacor a buscar esposa para Isaac.

Pero Eliezer no confió en su propio criterio.

Por el contrario, le pidió ayuda a Jehová.

Le pidió que la mujer que se ofreciera para sacar agua para él y sus camellos fuera la que Jehová había elegido para Isaac.

Luego emprendió su viaje rumbo a Nacor. Rebeca entra en escena.

Trae al hombro un jarro de agua y no solo le ofrece agua a Eliezer, sino que también da de beber a sus diez camellos.

Ahora piense en lo que supuso aquello.

Vamos a Génesis 24 y leamos los versículos 19 y 20.

Dice: “Cuando acabó de darle de beber, ella le dijo: ‘También sacaré agua para que tus camellos beban todo lo que necesiten’.

De inmediato vació su jarro en el bebedero y fue corriendo vez tras vez al pozo a sacar agua.

Así siguió sacando agua para todos los camellos de él”.

Es más fácil leerlo que hacerlo.

Los investigadores afirman que un camello puede beber unos 100 litros (25 galones) de agua.

Pero seamos conservadores con los cálculos.

¿Significa eso que Rebeca sacó 1.000 litros (250 galones) de agua para los camellos?

No necesariamente.

Con unos 4 litros (1 galón) de agua, un camello recorre unos 70 kilómetros (40 o 50 millas).

Así que para este viaje de 800 kilómetros (500 millas) pudieran bastarle unos 20 litros (5 o 6 galones) de agua.

Pero aun así, sacar 200 litros (50 o 60 galones) de agua era mucho trabajo.

Además, Eliezer tenía hombres a su disposición, y Rebeca podría haberle dicho: “Yo te daré agua a ti, pero que tus hombres saquen su propia agua.

Ellos son tus siervos, yo no”.

Pero no actuó así.

Entonces, ¿qué aprendemos de ella?

Que era muy trabajadora.

Tal vez se le antojaría tomar una siesta después de sacar tanta agua.

Pero ella era muy hospitalaria, así que ofreció paja para los camellos y un lugar donde los hombres pudieran alojarse aquella noche.

Nuevamente, ¿qué aprendemos de ella?

Que era muy industriosa, amable y hospitalaria.

¿Y qué aprendemos de Isaac?

Que era un hombre que demostraba sus sentimientos.

¿Y qué hay de los camellos?

Cuando solíamos buscar tipos y antitipos, pensábamos que los diez camellos representaban la perfecta Palabra de Dios.

Y que, tal como los camellos habían traído a Rebeca a Isaac, la Palabra de Dios había traído la novia al Cristo.

Pero algo no encajaba.

Primero, el camello es un animal impuro, así que no parecía lógico que Jehová lo usara como modelo de su Palabra perfecta.

Segundo, si los camellos representaban la Palabra de Dios, uno pensaría que ellos tendrían que dar de beber a Rebeca, y no al revés.

Así que parece que estos camellos son, simplemente, camellos.

Al día siguiente de su llegada, Eliezer le pregunta a Rebeca si desea viajar a Beer-Seba.

Hemos dicho que era un viaje de 800 kilómetros (500 millas), y en camello.

¿Cuánto le tomaría el viaje?

No habían llevado camellos de carreras.

Un camello veloz recorrería 160 kilómetros (100 millas) en un día, pero estos eran camellos de carga, árabes, lentos, que avanzarían unos 40 kilómetros (25 millas) al día.

Sería un viaje de 20 días.

¿Cómo se sentiría usted si fuera a conocer a su futuro cónyuge tras un viaje de 20 días en camello?

Pero ella era decidida.

Era una mujer fuerte.

Cuando dio a luz a Esaú y Jacob, Jehová dijo que el mayor, Esaú, serviría al menor, Jacob.

Y recuerden que cuando Isaac pensó que estaba a punto de morir, quiso bendecir al mayor, a Esaú, pero Rebeca actuó con determinación para que bendijera a Jacob.

Así que, lo supiera o no, todo lo que hizo armonizó con el propósito de Jehová.

Entonces pensamos en Isaac como un hombre afectuoso y sensible, y en Rebeca, como una mujer fuerte, trabajadora, inteligente y hospitalaria.

Esto nos hace pensar en cuántas “Rebecas” hay en la organización.

Algunas trabajan en obras de construcción, otras en Betel y otras más en el campo.

Otras desean aprender nuevos idiomas para ir a donde hay más necesidad.

Son muy trabajadoras.

Están dispuestas a hacer lo que sea necesario y hasta a dar la milla extra.

Son hospitalarias, inteligentes, atractivas...

Nuestras hermanas hacen una contribución especial a Betel.

¿Qué haríamos sin ellas?

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