David H. Splane: Seamos flexibles por causa de las buenas nuevas (1 Cor. 9:23)

Como sabemos, el apóstol Pablo fue un hombre muy humilde y también muy flexible.

Él dijo: “A los judíos me hice como judío, [...] a los que están bajo ley me hice como bajo ley”.

No obstante, la flexibilidad de Pablo tenía límites, y de eso vamos a hablar en unos momentos.

Cuando Pablo llegó a Jerusalén, los ancianos le explicaron que miles de judíos habían llegado a ser creyentes, pero todavía se aferraban a guardar la Ley.

Además, habían escuchado algo acerca de Pablo: corría el rumor de que Pablo andaba diciendo a los judíos que no circuncidaran a sus hijos.

Esta situación preocupó a los ancianos, y, para resolverla, idearon un plan.

Leamos cuál era en el capítulo 21 de Hechos.

Busquen, por favor, Hechos 21:23, 24.

Este era su plan: “Por lo tanto, haz esto que te decimos: Tenemos cuatro varones que tienen sobre sí un voto.

Toma a estos contigo y límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se les rape la cabeza.

Y así sabrán todos que no son ciertos los rumores que se les contaron acerca de ti, sino que estás andando ordenadamente, tú mismo también guardando la Ley”.

Así que según el rumor que habían escuchado, Pablo les decía a los judíos que no circuncidaran a sus hijos.

Bueno, lo más probable es que el apóstol Pablo no anduviera diciendo algo así, pues, como sabemos, Pablo mismo llevó a Timoteo para que fuera circuncidado a fin de no hacer tropezar a los judíos.

Pablo sabía que, en sí misma, la circuncisión no tenía nada de malo.

El problema surgía cuando se enseñaba que la circuncisión era indispensable para obtener la salvación.

Pero había este rumor, y algunos hermanos optaron por creer en el rumor en lugar de confiar en un hermano fiel como Pablo.

Así pasa hoy: algunos se creen todo lo que leen en los periódicos y ni siquiera hacen preguntas.

La pregunta entonces es: ¿qué harían al respecto?

Los ancianos tenían una sugerencia.

Le dijeron: “Tenemos cuatro varones que tienen sobre sí un voto”.

Y luego le pidieron a Pablo que llevara a estos hombres al templo y pagara sus gastos.

Pablo aceptó.

¡Qué muestra de humildad!

Todos sabemos lo que Pablo pensaba en cuanto a guardar la Ley.

Sin embargo, estuvo dispuesto a ver el cuadro completo.

Su opinión al respecto era muy clara, pero probablemente estos judíos eran nuevos en la verdad, y Pablo quería hacer todo lo posible para no ser un tropiezo para los nuevos.

Ahora analicemos el voto.

¿De qué voto estaban hablando?

Hay quienes afirman que tal vez era un voto de nazareato.

Si lo era, sería una situación delicada para Pablo pues, como recordarán, los nazareos debían ofrecer una ofrenda por el pecado para concluir con su voto.

Pablo jamás habría aceptado eso, pues hubiera sido una falta de respeto por el sacrificio de Cristo.

De modo que Pablo y aquellos 4 hombres iban a tener que ser muy cuidadosos al determinar hasta qué punto cumplirían con ese voto.

Y podemos estar seguros de que ellos no iban a hacer nada que lastimara su conciencia.

Podemos ver que, en esta ocasión, Pablo hizo mucho para no hacer tropezar a los judíos.

Pero hubo otra ocasión en la que rehusó hacer lo que ellos querían.

En el capítulo 2 de Gálatas podemos leer lo que sucedió.

Busquemos el capítulo 2 y leamos los versículos 11 a 14.

En Gálatas 2:11-14 se dice: “Sin embargo, cuando Cefas vino a Antioquía, lo resistí cara a cara, porque se hallaba condenado.

Porque, antes de la llegada de ciertos hombres desde Santiago, solía comer con gente de las naciones; pero cuando estos llegaron, se puso a retirarse y a separarse, por temor a los de la clase circuncisa.

Los demás de los judíos también se unieron a él en hacer esta simulación, de modo que hasta Bernabé fue llevado con ellos en su simulación.

Mas cuando yo vi que no estaban andando rectamente conforme a la verdad de las buenas nuevas, dije a Cefas delante de todos ellos ‘Si tú, aunque eres judío, vives como las naciones, y no como los judíos, ¿cómo obligas a gente de las naciones a vivir conforme a la práctica judía?’”.

¿Notaron lo que sucedió?

Antes de que los hombres enviados por Santiago llegaran a Antioquía, Pedro, Bernabé y los otros cristianos de origen judío comían tranquilamente con los no judíos.

Pero entonces llegaron los hombres enviados por Santiago y, de repente, Pedro empezó a separarse de los que no eran judíos.

A continuación, otros cristianos judíos hicieron exactamente lo mismo que Pedro.

Ahora bien, ¿quiénes eran aquí los nuevos en la verdad?

En este caso, probablemente los cristianos gentiles.

En el relato de Hechos 21, seguramente los judíos eran los nuevos y, por ello, Pablo no quería hacerlos tropezar.

Pero ahora, Pablo no podía ser flexible y hacerse “toda cosa a gente de toda clase”.

No podía complacer a los judíos enviados por Santiago y, a la vez, agradar a los no judíos.

Por decirlo así, o iba a hacer tropezar a los cristianos judíos, o iba a hacer tropezar a los cristianos gentiles.

Tenía que escoger.

Y lo hizo.

¿Qué eligió?

Siguió el consejo que él mismo escribió en la carta a los Gálatas.

¿Se imaginan a cuál me refiero?

Gálatas, capítulo 6.

¿Recuerdan qué dijo...?

“Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello”.

¿Y qué había dicho Pablo sobre Pedro?

Que no estaba andando “rectamente conforme a la verdad de las buenas nuevas”.

Pedro estaba dando un paso en falso.

“Ustedes los que tienen las debidas cualidades espirituales [en este caso, Pablo] traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”.

Y eso fue lo que hizo el apóstol Pablo.

Bueno, siempre hablamos de los defectos de Pedro.

Pero démosle un respiro y reconozcamos lo que sí estaba haciendo bien.

Pedro se encontraba en Antioquía.

¿Qué sabemos de Antioquía?

Fue en esta ciudad donde surgió el debate sobre guardar o no la Ley.

¿Y quiénes estaban causando problemas allí?

Eran hombres de Jerusalén, hombres enviados por Santiago.

Ahora bien, Pedro, Bernabé y los demás estaban felices comiendo con los no judíos hasta que llegaron los hombres de Jerusalén a causar revuelo.

Si estos hombres se hubieran quedado en casa de vez en cuando, quizás no habrían causado tantos líos en la congregación cristiana.

Así que Pedro estaba haciendo lo correcto hasta que llegaron dichos hombres.

Pedro sabía lo severas que podían ser las críticas de los hombres de Jerusalén.

Por decirlo así, él ya había oído ese cuento en el año 36, justo después de la conversión de Cornelio.

Veamos en Hechos, capítulo 11, versículos 2 y 3, algo que nos ayudará a entender la preocupación de Pedro y por qué intentó, equivocadamente, complacer a los hombres enviados por Santiago.

Hechos 11:2, 3: “Por eso, cuando Pedro subió a Jerusalén, los apoyadores de la circuncisión se pusieron a contender con él, diciendo que había entrado en casa de varones que no eran circuncisos y había comido con ellos”.

De modo que Pedro sabía que los judíos eran muy sensibles en cuanto a comer con los gentiles y se dejó llevar por el temor al hombre.

El apóstol Pablo hizo bien en llamarle la atención porque, después de todo, Pedro iba a tener que escoger: hacer tropezar a los judíos o a los no judíos.

¿Cuál es la lección?

A veces no podemos agradar a todos.

A veces no podemos ser flexibles y hacernos “toda cosa a gente de toda clase”.

Y eso es algo que nuestros jóvenes deben entender.

Tienen que ponerse del lado de lo que es correcto pase lo que pase.

¡Cuánta razón tuvo Jesús al escoger a Pablo como apóstol a las naciones!

Una recomendación a los ancianos: Pablo fue flexible.

No intentaba imponer su criterio, aunque estuviera plenamente convencido de algo.

Y tampoco andaba causando problemas.

Pablo veía el cuadro completo.

¡Qué gran ejemplo!

Por su humildad, Pablo realmente era el hombre indicado para el trabajo que recibió.

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