Hoy vamos a hablar del tema: “¿De verdad hago todo lo que puedo?”.
Para comenzar, leamos Gálatas 6:4.
Dice: Para examinar nuestras propias acciones, podemos preguntarnos: “¿Cómo está mi relación con Jehová?
¿Asisto de forma regular a las reuniones?
¿Me esfuerzo por participar en ellas y preparo bien mis comentarios?
¿Cómo voy con mi estudio personal?
Pensando en la predicación, ¿estoy dando el máximo?
Y mis revisitas, ¿podría prepararme mejor para hacerlas?
¿Estoy dirigiendo algún curso de la Biblia?
Si es así, ¿estoy contento con cómo lo dirijo?”.
En definitiva, nos estamos preguntando: “¿De verdad hago todo lo que puedo?”.
Quizás veamos que otros en la congregación hacen más que nosotros.
Pero recordemos lo que leímos ya en Gálatas 6:4.
¿Qué decía allí?
¿Debemos compararnos con otros?
No, el texto decía que no lo hiciéramos.
Así que enseguida podríamos pensar que hacemos lo que podemos y razonar que ya con eso es suficiente.
Pero no olvidemos la primera parte del versículo: tenemos que examinar nuestras propias acciones.
Tenemos que comparar lo que estamos haciendo con lo que en realidad podríamos estar haciendo.
Estemos activos y no pensemos que no tenemos que mejorar.
1 Corintios 10:12 nos advierte: Puede que digamos: “Yo hago todo lo que puedo.
¿Qué más puedo hacer?”.
Pero veamos si realmente es así, pensémoslo.
Analicemos detalladamente cómo estamos usando el tiempo que tenemos.
¿Podemos usar el tiempo de otras actividades para cosas espirituales?
¿Qué pensamos?
¿Hacemos lo que podemos de verdad?
Puede que sí o puede que no.
Depende de con quién nos comparemos.
Veamos un par de ejemplos.
Pensemos en un corredor: entrena mucho, tiene una dieta adecuada, se mantiene en forma, cuida su salud, usa el mejor calzado deportivo y así por el estilo.
Hace todo lo que puede, pero llega el día de la carrera y pierde.
Hacer todo lo que pudo no fue suficiente.
¿Por qué?
Porque, comparado con los otros corredores, fue más lento.
Por ejemplo, el atleta Yohan Blake perdió contra Usain Bolt en una carrera de 100 metros por solo una fracción de segundo en el 2012.
Hizo lo que pudo, pero eso no fue suficiente para ganar.
El segundo ejemplo.
Pensemos en una niña de unos siete años.
Un día, en la escuela, hace un dibujo.
Y la maestra no le pone muy buena nota.
Cuando la niña lo lleva a casa, la madre tacha la nota de la maestra y le pone la mejor nota.
Luego, contenta, pone el dibujo de su hija en el refrigerador.
¿Cuál es la diferencia entre la maestra y la madre?
Que la maestra compara a su estudiante con otros compañeros de su edad.
Pero la madre sabe que hizo todo lo que pudo y no la compara con los demás.
De igual forma, Jehová nunca compara lo que hacemos con lo que hacen los demás.
Veamos lo que dice el Salmo 103:14.
Cuando Jehová examina lo que hacemos en su servicio, ¿cuál es una de las cosas que toma en cuenta?
Salmo 103:14 dice: Cuando aquí dice que “somos polvo”, se refiere a que somos frágiles y poca cosa.
Y, como Jehová “se acuerda de que somos polvo”, nunca nos pide más de lo que podemos dar.
Ahora bien, también es cierto que él espera que le obedezcamos y que hagamos todo lo que podamos al servirle.
¿Recuerdan Marcos 12:30?
Estoy seguro de que muchos de ustedes se lo saben de memoria.
Allí Jesús dijo: Esto implica todo lo que tenemos, todo lo que somos.
Al ir a predicar, usamos todas nuestras fuerzas en esa labor.
Eso está muy bien.
Pero ¿de qué sirve usar todas nuestras fuerzas cuando vamos a predicar si no usamos nuestra mente para decir las palabras adecuadas al hablar con una persona?
Alguien podría decir: “Hoy me esforcé mucho yendo de casa en casa, subiendo y bajando escaleras...
Y, aun así, nadie me escuchó, no pasé de la introducción”.
Pregunto: ¿diría usted que usó su mejor introducción?
¿Cuánto tiempo lleva usando esa introducción?
¿Sería mejor una nueva?
Aunque pensó que estaba haciendo todo lo posible, ¿podría mejorar usando toda su mente para prepararse mejor antes de predicar?
Por ejemplo, ¿ha intentado usar las introducciones de la reunión de entre semana?
También hay introducciones en el libro Razonamiento a partir de las Escrituras, páginas 9 a 15.
¿Qué cara ve el amo de casa cuando abre la puerta?
¿Ve una cara feliz y amable?
¿Ve que trae buenas noticias o que trae malas noticias?
¿Lo ve feliz o triste?
Recordemos que hoy día tenemos que llevar el mensaje de “las buenas noticias del Reino”.
Aunque pensamos que ese mensaje cambiará dentro de poco.
Así que haga todo lo que pueda hasta que sepa hacerlo mejor.
Y, cuando sepa hacerlo mejor, haga todo lo que pueda.
Además, seguro que asistimos a todas las reuniones y prestamos mucha atención.
Y eso está muy bien.
Pero ¿es suficiente con esto para amar a Jehová con toda nuestra mente?
¿O nos esforzamos también por meditar en todo lo que aprendemos en las reuniones para acercarnos más a Jehová?
Santiago 4:8 dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes”.
Este es uno de los beneficios de asistir a las reuniones.
Ahora veamos otro beneficio de reunirnos con regularidad.
Leamos Hebreos 10:24, 25.
Aquí veremos una forma de dar y recibir ánimo.
Los versículos 24 y 25 dicen: ¿Comenta usted en las reuniones?
¿Prepara bien los comentarios?
¿Animan sus comentarios a los hermanos?
¿Está dando lo mejor?
Si es así, de verdad está haciendo todo lo que puede.
¿Y qué hay de su estudio personal?
¿Y de su adoración en familia?
¿Está dando lo mejor?
¿De verdad está haciendo todo lo que puede?
“Yo leo La Atalaya y ¡Despertad! siempre que salen”, diría alguien.
Y no hace falta decir que eso está muy bien.
Pero, de todo lo que ha leído últimamente, ¿qué cosas han profundizado su amor y su gratitud por Jehová?
¿Hubo algo que lo acercó más a él?
¿Está usted usando toda su mente para meditar y pensar en lo que lee?
¿Le ha impactado algo tanto que le llegó al corazón?
Es posible que no podamos aplicar enseguida todo lo que aprendamos.
Pero tal vez más adelante podamos recordarlo y ponerlo en práctica cuando nos haga falta.
¿Hace todo lo que puede por ayudar a su esposa y sus hijos a estar fuertes en sentido espiritual?
Sí, tienen su adoración en familia casi todas las semanas.
Eso es muy bueno.
Pero ¿se prepara bien para el estudio o simplemente decide a última hora lo que van a estudiar?
¿Y si su esposa le lanzara la comida en la mesa todas las noches sin ni siquiera pensar en si es saludable para toda la familia?
Piénselo.
¿De verdad hace usted todo lo que puede?
¿Qué come un cerdo?
Desperdicios.
Pero no le demos lo mismo a una ternera porque no se lo comerá.
¿Y por qué hablamos de si de verdad hacemos todo lo que podemos?
Es solo un recordatorio para analizarnos, para ver si de verdad estamos haciendo todo lo que podemos en nuestra adoración a Jehová, por nuestras familias y por nuestros hermanos en la congregación.
Y no lo olvidemos: no debemos comparar lo que nosotros podemos dar con lo que otros pueden dar.
Solo Jehová sabe si estamos haciendo todo lo que podemos.
Él es un Juez justo e imparcial.
Como todos somos imperfectos, podemos vernos de forma distorsionada.
Por lo tanto, es sabio que nos analicemos constantemente, así veremos dónde tenemos que mejorar.
¿De verdad hacemos todo lo que podemos?
A mí me gustaría pensar que sí.
Y usted, ¿qué piensa?