¡Bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, a nuestro nuevo informe!
Comencemos con un breve repaso de algunos desastres que han estado afectando a nuestros hermanos en los últimos meses.
En septiembre, nuestros hermanos de Grecia soportaron lluvias intensas y grandes inundaciones.
En octubre, nuestros hermanos de México se enfrentaron a un huracán de categoría 5 que causó daños muy extensos.
Y, en noviembre, nuestros hermanos de Filipinas sufrieron un terremoto de magnitud 6,7.
Por desgracia, a causa del terremoto, murió una de nuestras hermanas y resultaron heridos 10 hermanos y hermanas.
Oramos siempre por las víctimas de los muchos desastres naturales que están sucediendo en todo el mundo.
Les damos las gracias a todos por su apoyo y sus oraciones.
Algunos están colaborando en las labores de socorro.
Muchos de ustedes, además, demuestran su generosidad haciendo donaciones que nos permiten cubrir las necesidades de todos nuestros hermanos y reconstruir sus casas y sus Salones del Reino.
Les estamos muy agradecidos por su ayuda.
En nombre del Cuerpo Gobernante, ¡muchas gracias!
Ahora, el resto del informe llevará el siguiente título: “Nos recomendamos como ministros de Dios”.
Estas palabras se toman de 2 Corintios 6:4.
Allí el apóstol Pablo dijo: ¿Y eso qué significa?
La nota de estudio en inglés dice que el verbo griego traducido como “nos recomendamos” da la idea de “probar o demostrar ser”.
¿Y cómo demostramos nosotros que somos ministros de Dios?
Una forma importante es con nuestra apariencia.
Todos queremos dar una buena imagen del Dios al que amamos y servimos.
¿Cómo lo hacemos?
Aplicando los principios bíblicos.
Por ejemplo, pensemos en el principio que aparece en 1 Timoteo 2:9, 10: Aunque estos consejos van dirigidos a las mujeres cristianas, los principios son aplicables tanto a hombres como a mujeres.
Así que una manera en la que todos “nos recomendamos como ministros de Dios” es asegurándonos en todo momento de tener una apariencia apropiada y modesta que demuestre siempre buen juicio.
¿Quiere decir esto que todos los Testigos debemos tomar siempre la misma decisión?
¿Debemos usar uniforme o arreglarnos y vestirnos todos de la misma manera?
¡Claro que no!
Hay más de ocho millones de testigos de Jehová en todo el mundo, y todos venimos de una gran variedad de culturas.
Jehová nos ha traído a todos a su pueblo, y a él le encanta la variedad.
Pero una pregunta.
¿Qué hay de dejarse la barba?
¿Está bien que un hermano lo haga?
Para responder esa pregunta, estemos atentos al siguiente video.
En él se habla de la historia de la barba en el pueblo de Jehová.
Veamos.
En la época de los patriarcas, era normal que los hombres se dejaran la barba.
Y los israelitas continuaron con esta costumbre.
De hecho, un hombre solo se afeitaba cuando era humillado o estaba de luto.
Por ejemplo, el rey de Ammón humilló a los siervos de David afeitándoles las barbas.
David, para proteger su dignidad, les dijo: Siglos después, el profeta Ezequiel se afeitó la barba y la cabeza para simbolizar la angustia y la tristeza tan profundas que pronto habría en Jerusalén.
¿Y Jesús?
¿Llevaba barba, como cualquier otro israelita?
Durante años, en nuestras publicaciones Jesús casi siempre aparecía totalmente afeitado, y eso se basaba en conclusiones a las que habían llegado algunos arqueólogos.
Pero, en 1968, La Atalaya analizó las pruebas que aportaban la Biblia y otras fuentes históricas más confiables.
Ninguno de los cuatro Evangelios indica que el aspecto de Jesús fuera diferente al de los demás.
Él siguió las mismas costumbres que los demás judíos de su época, así que tenía barba.
Desde que se publicó aquella revista, los videos y las imágenes de nuestras publicaciones han mostrado a Jesús con una barba bien arreglada.
Para cuando se fundó la congregación cristiana, los romanos tenían la costumbre de afeitarse.
¿Se esperaba que los cristianos judíos se afeitaran?
¿O quizás que los cristianos gentiles se dejaran la barba para parecerse más a los hermanos judíos?
Por lo visto no.
Las Escrituras no mandaban que los siervos de Dios se dejaran barba, pero tampoco que se la afeitaran.
Así que era una cuestión de decisión personal.
A finales del siglo diecinueve y principios del veinte, llevar barba era algo normal, incluso para los Estudiantes de la Biblia, como puede verse en estas fotos de algunos peregrinos que viajaban para la organización.
El hermano Russell también tenía barba.
Un redactor de un periódico dijo de él que era un “ministro de apariencia bien arreglada”.
También dijo: “Nunca pensé que fuera diferente a otros miles de predicadores [...].
Su barba blanca, poblada y suave es [...] la barba de un patriarca, un padre.
Transmite confianza”.
Poco después de la Primera Guerra Mundial, afeitarse volvió a ponerse de moda.
En esta foto de 1919, vemos que la mayoría de los peregrinos ya no llevaban barba.
Por eso, aunque en ese tiempo nuestras publicaciones no dijeron casi nada del tema, muy pocos hermanos se dejaban la barba.
A partir de los sesenta, en muchos países la barba empezó a relacionarse con personas que se rebelaban contra las autoridades.
En esos lugares, la mayoría de los hombres —tanto Testigos como no Testigos— preferían afeitarse.
Como la barba se asociaba a esta actitud rebelde, la mayoría de los hermanos que tenían barba no eran siervos ministeriales ni ancianos ni recibían otras responsabilidades.
Con el paso del tiempo, en algunos países llevar barba fue cada vez más común y no se asociaba con un espíritu rebelde.
En esos lugares, algunos hermanos que tenían barba eran nombrados siervos ministeriales o ancianos.
Últimamente, es muy normal dejarse la barba cada vez en más países.
Entonces, ¿cómo deberíamos ver a un hermano que decide dejarse la barba hoy en día?
Al final del video se hizo una pregunta interesante: “¿Cómo deberíamos ver a un hermano que decide dejarse la barba hoy en día?”.
El Cuerpo Gobernante me pidió que leyera el siguiente anuncio: “Un buen número de sucursales por todo el mundo nos ha escrito para explicar que siguen surgiendo preguntas sobre si es apropiado que un hermano que sea siervo ministerial o anciano tenga barba.
Después de orar y analizar el asunto, el Cuerpo Gobernante ha decidido que es necesario aclarar el tema.
El Cuerpo Gobernante no le ve ningún problema a que los hermanos tengan barba.
¿Por qué no?
Porque la Biblia no condena el uso de la barba.
Y, no solo eso, con el paso del tiempo hemos notado que en muchos lugares no se ve mal que hombres con puestos de responsabilidad en el gobierno o en los negocios tengan barba.
Así que, si un hermano quiere dejarse barba, es una decisión personal.
Los requisitos que tiene que cumplir un hermano para ser anciano o siervo ministerial están relacionados con su espiritualidad, y no con el hecho de que tenga o no tenga barba.
Esto también es aplicable a los siervos especiales de tiempo completo en Betel y a los que sirven en el campo, como precursores especiales, misioneros y superintendentes de circuito.
De acuerdo con Romanos 14:4, ni los ancianos ni ningún otro cristiano deberían juzgar a un hermano que decida llevar barba.
Esperamos que estas ideas nos ayuden a mantenernos alerta para no dejar que nada cause divisiones entre los siervos de Jehová”.
Fin del anuncio del Cuerpo Gobernante.
Puede que surjan algunas preguntas a raíz de este anuncio.
Como por ejemplo: “¿Por qué el Cuerpo Gobernante aclara este punto ahora?”.
Bueno, en 1 Corintios 7:31, el apóstol Pablo escribió bajo inspiración: En nuestras publicaciones se ha explicado que Pablo tal vez se estaba refiriendo a un teatro, donde las escenas cambian rápidamente y donde los actores entran y salen del escenario.
De acuerdo con el principio detrás de lo que escribió el apóstol Pablo, la manera de arreglarse ha cambiado con los años.
Por ejemplo, cada vez hay más hombres que llevan barba y que ocupan puestos muy importantes en la comunidad, y que son respetados por la gente.
Otra pregunta: ¿Cómo deberíamos ver a un hermano que decide dejarse la barba?
Pues deberíamos seguir el consejo de Jesús en Juan 7:24: Como vimos en el video, la manera de arreglarse ha ido cambiando con los años.
Y no todos esos cambios han sido malos.
Seguramente ninguno de nosotros elegiría vestirse y arreglarse como lo hacía la gente en tiempos bíblicos, ni siquiera como se vestían hace un siglo.
De hecho, la mayoría de nosotros elegimos vestirnos como lo hace la gente ahora, y no como lo hacía hace muchos años.
Por lo general, no está mal que nos vistamos y que nos arreglemos como lo hace la mayoría de la gente de nuestra comunidad, siempre y cuando el estilo que elijamos no pase por alto algún principio bíblico.
Queremos asegurarnos de que nuestro aspecto refleje limpieza, modestia y buen juicio.
Una pregunta más: ¿Cómo podemos promover la unidad en vista de este anuncio?
Puede que este informe provoque en algunos fuertes emociones.
Por ejemplo, puede que algunos piensen que por fin han sido reivindicados.
Quizá digan: “Esto es lo que yo he estado diciendo por mucho tiempo.
Esto demuestra que yo tenía la razón.
Siempre la tuve”.
Pero otros quizás se sientan molestos.
Tal vez piensen: “Llevo muchos años defendiendo nuestra manera de entender este punto.
Y ahora me siento decepcionado”.
Pero ¿está bien alguna de estas dos reacciones?
Lo cierto es que no.
Leamos lo que el apóstol Pablo escribió por inspiración en 1 Corintios 1:10: ¿Cómo podemos aplicar ese principio en este caso?
Bueno, si hemos estado defendiendo nuestra propia opinión sobre este tema, que era contraria a lo que decía la organización, ¿estábamos fomentando la unidad?
¿Ayudábamos a los hermanos a estar “completamente unidos [...] en la misma forma de pensar”?
Está claro que no.
Cualquiera que hiciera eso tiene que corregir su actitud.
Y, por el contrario, si hemos defendido lealmente la guía de la organización durante años, ¿tenemos razones para arrepentirnos de haberlo hecho?
Obviamente no.
Jehová valora mucho nuestra lealtad, y también aprecia que seamos humildes, sumisos y obedientes a las instrucciones que recibimos de su organización.
Allá, en el siglo primero, algunos cristianos permitieron que el tema de la circuncisión los dividiera.
Pero el espíritu santo hizo que el cuerpo gobernante aclarara ese asunto para fomentar la unidad.
Del mismo modo, hoy el Cuerpo Gobernante se esfuerza por promover la unidad.
En ningún caso queremos que el tema de la barba cause divisiones entre nosotros.
Todos tenemos que recordar que la parte terrestre de la organización de Jehová siempre trata de reflejar lo que hace la parte celestial; trata de mantenerse a su paso.
¿Recuerdan la velocidad con la que se movía el carro de la visión de Ezequiel?
Tan rápido como el relámpago.
Tanto los que intentan ir por delante del carro queriendo imponer cambios antes de tiempo como los que se quedan atrás resistiéndose a aplicar cambios que vienen del esclavo fiel no se mantienen al mismo paso que la organización de Jehová.
En conclusión, ¿verdad que estamos agradecidos por esta manera tan equilibrada de ver este asunto?
Jehová nos trata con respeto.
Él le da a cada hermano la libertad para tomar la decisión de llevar barba o no.
Estamos seguros de que todos ustedes quieren mantenerse al paso: corregir su actitud si es necesario y seguir sirviendo a Jehová con lealtad fomentando el amor y la unidad entre todos nuestros hermanos.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting®.